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Masturbándome todo

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Hola .
Siempre desde pequeño, me ha gustado darme placer,tanto con pareja o solo.
Les voy a contar de la primera vez que decidí masturbarme mi ano,ya para eso había tenido unos encuentros con amigos de infacia,pero uds sabran eso no se disfruta tanto como de adulto.
Ocurrió a mis 26 años,ya mayorcito,estaba solo en la casa,con unas ganas enormes de follar, ingrese a mi cuarto donde me desnude completo,siempre me gusto ver mi trasero asi que,me vestia con los hilos de mi pareja, me gusta esa sensación del roce que hace el hilo con mi arrugado ano, se siente rico, comenzaba acariciarlo suave primero sin lubricante después con saliva,el solo toque de mi dedo indice me eriza,le daba vuelta en su propio eje, intrroduciendolo poco a poco,luego el dedo medio, para finalizar con 3 incluido el anular.
El sentir que mi orificio se va abriendo,estirando o cediendo poco a poco me llevo a probar con cosas mas gruesas...Hasta que un día,lo hice con un consolador que compre.
Para que tengan idea, mi ano ya no necesita momento previo,sea del grosor q sea,solo necesito lubricarlo y listo, ME GUSTA SENTIR QUE POCO A POCO VA ROMPIENDO LAS PAREDES DE MI CULO,LO INTRODUZCO A TOPE,Mientras MI PIEL SE ERIZA Y MI SUDOR ME EMPAPA....
Lo meto despacio y lo saco de igual manera,hasta que llega el momento en que no me perdono la vida misma y me doy como despavorido con una rapidez que hace q muerda la almohada, no de dolor sino de un placer indescriptible.
Ahora he logrado ubicarlo a la altura en que yo pueda ponerme en cuatro y darle movimiento ya no con mi mano sino con el contoneo de mis nalgas...supieran lo delicioso que es, mientras hago eso,sueño en el día que lo haga a los tiempos con un hombre real....sigo hasta que mis pies empiecen a temblar de tanto ajetreo,mientras me pego una corrida con mi  pene deseoso de ser mamado por alguien...
Este es mi primer relato espero les halla calentado,en próximas citas escribiré de lo bien que pasamos con mi esposa.
Atte...will restaured ;) 
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Las Confesiones de Susana - 2ª Parte

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Capítulo segundo. Su primer juguete.

Por la mañana desayunamos en la cama... Y nos pusimos a hablar... Comentamos lo bien que nos lo habíamos pasado... Algo avergonzada me preguntó si estaba enfadado... la pregunté por qué iba a estarlo....
No enfadado no... no se... me he portado muy guarra .... no te molesta?
No que va... ha sido bestial...
Y te ha gustado?
Ha sido tremendo...
No se.. pensé que a lo mejor no te gustaba que fuera así...tenía miedo por si te enfadabas...

Nos pusimos a hablar sobre nuestros gustos, sobre nuestras fantasías... Al rato la pedí que me contara cómo se masturbaba con aquellos trastos...

Me contó que cuando se pone muy caliente, se desnuda y se mete en la cama. La encanta sentir el tacto de las sábanas por toda su piel... Nada más meterse y comenzar a tocarse, sus pezones se erizan como escarpias...

Con una mano se acaricia las tetas... con la otra el culo, alternado sus caricias con el coño...
Coloca el consolador cerca de su agujerito, no lo usa aún, solo quiere sentirle cerca, hacérselo desear ella sola, sabe que acabará con él hasta dentro, pero no quiere precipitarse, quiere excitarse ella sola....

Sus palabras me excitan, pero la pido que me diga en qué piensa cuando se mete esos aparatos por el coño....

Me cuenta como descubrió esa extraña y contradictoria sensación.... Fue el día que compró su primer consolador...

Estaba en Madrid haciendo la tesis... Fue un día al volver de la Universidad en el Metro... Estaba lleno de gente... Roces... empujones... Se enfada y se cabrea por que la manosean... Un baboso se colocó a su lado... en el barullo siente como se acerca a su oído y la susurra... la dice tetazas, te las comía a mordiscos...

Sale indignada... enfadada pero luego en cuanto empieza a pensarlo no puede evitar ponerse cachonda. Se pone muy nerviosa porque no se entiende, se desespera, su sexo la arde, está como nunca, sabe que se está mojando las bragas, siente como sus pechos se ponen duros y se tensan los pezones... En la blusa se notan perfectamente sus puntas... Tetazas... resuena una y otra vez lascivamente en su oído... Y sus pezones se siguen replegando sobre sus aureolas... hasta la duelen de excitados que están, al mínimo roce la tiembla todo el cuerpo... bajar un bordillo, un botecito... una tortura...

No puede seguir caminando, tiene que pararse y tomar aire, respirar tratar de tranquilizarse... basta que quieras y no puedas para que la sensación continúe... Si en ese momento aparece alguien y la mete en el portal, se la cepilla... por que es lo que estaba deseando...

No sabe qué hacer, mira para los lados, tiene la sensación de que todo el mundo la mira, de que todos saben lo que está pasando por su cabeza... de que todos los hombres miran su entrepierna...

Cada vez que recuerda al baboso restregándose contra su culo se pone enferma, pero al tiempo... La cuesta reconocerlo, pero no puede negarlo... por mucho que la disguste... la ha gustado... Y encima no lo puede evitar, no se lo puede quitar de la cabeza y cuando más lo piensa más la arde el coño... La están entrando ganas hasta de entregarse a cualquier hombre que pase...Ahora es ella la que mira con disimulo los paquetes ... Se siente una puta e inexplicablemente la agrada esa sensación...

Todas las imágenes de las películas porno que la excitan acuden sin llamarlas... todos los relatos eróticos se mezclan en su cabeza... Ella es la protagonista, la victima, la que disfruta, a la que se follan de mil formas... Sus gustos más secretos, sus imaginaciones más obscenas... Sus posturas más groseras, sus aventuras más morbosas y lascivas... todo se mezcla en su cabeza....

Y aun la queda un viaje en metro y otro en autobús. Se desespera pensando qué a lo mejor se pone aun más cachonda. Jamás se ha sentido tan turbada, tan caliente sin sentido...

El frío de los pasillos del metro la tranquiliza un poco. Sube al vagón y espera agarrada a la barra a que arranque el tren... El pitido... las puertas se cierran... Un frenazo brusco... la inercia lleva su cuerpo hacia delante sin poder evitarlo...Sus tetas se estrellan contra la espalda de un señor mayor.

Un gemido que el viejo interpreta como doloroso y se disculpa... No, no pasa nada es que casi me caigo le responde colorada, el viejo sabe que se ha dado con las tetas, vamos se las ha estampanado en la espalda. Afortunadamente no hay mucha gente en el vagón aunque sabe que en cuanto llegue a la siguiente estación y haga el trasbordo al autobús, todo cambiará. Allí suele llenarse siempre y su coño se prepara sin que ella pueda poner remedio...

Empujones, sacudidas, fricciones, manoseos ... Varias personas rozan sus pechos de forma accidental, no sabe si son hombres o mujeres pero es lo mismo... el efecto es el mismo... No se protege los pechos como otras veces... los deja descubiertos para recibir esas furtivas caricias.. Se siente mal al desear que la metan mano... pero está muy excitada...

En ese momento la gustaría no llevar sujetador para poder sentir mejor las caricias, no mejor aun, la gustaría estar completamente desnuda... El rubor la sube por las mejillas al pensarlo, al desearlo...

Un hombre intenta agarrarse a la barra, al hacerlo la ha tocado todo el pecho... se disculpa... ella pone cara de circunstancias dando a entender que no se ha molestado... Ha sido un mero accidente... algo comprensible... Pero si supiera que por ella podía tocarla las tetas, que lo está deseando, que casi la falta pedirlo... La gustaría gritarlo, sobarme las tetas, tocarme cabrones, usarme, follarme aquí mismo...

Disimuladamente comete su primera travesura... Un botón de su blusa... Las copas del sujetador se verán si se abre un poco la blusa... y parecerá un accidente... un descuido... No es suficiente... Un extraño hormigueo la sube por la espalda... Suelta el seguro de la bragueta... Sabe que la cremallera se irá bajando... ¿Y si pasara como en los relatos que ha leído en Internet?...¿Qué pasaría si alguien la mete la mano en el coño?... ¿Se dejaría?... Lo está deseando pero no sabe cómo reaccionará... Eso no pasa nunca son solo cuentos... fantasías de la gente...

Otra parada... Más gente... Por fin alguien la toca en el culo. La caricia ha sido muy breve, aunque indudablemente no ha sido fortuita. Quien fuera, quería tocarla el culo y lo ha hecho. Ha sentido toda la manaza en la nalga... Ni se vuelve... Ójala lo haga otra vez... Ha sido suficiente para acabar de fundir sus plomos.

Sus pechos rozan un cuerpo que está delante de ella, y se dejan llevar por el traqueteo del autobús. Alguien la pellizca en el culo... A lo mejor es el mismo... No la importa... todo lo contrario...está deseando sentir furtivas manos sobando su cuerpo... clandestinas caricias... y cuanto más íntimas y atrevidas mejor que mejor...

La siguiente es su parada...

En una esquina, sin que la vean, disimuladamente hace como que se coloca la blusa por dentro del pantalón. Realmente lo que está haciendo es bajar los elásticos de su braguitas... Sabe perfectamente que con la cremallera abierta algo de su vello púbico asomará... Se mira en un escaparate... No es suficiente... apenas asoma... Tira un poco más de las bragas hacia abajo... todo lo que puede... Casi asoma la mitad de su peludo chochito...

Se siente muy traviesa y excitada al tiempo... Dos chicos pasan a su lado... Escucha perfectamente su risas y sus burlas... ¿ tío has visto a esa guarra? Se la veía el felpudo!

Ya es inaguantable... siente que va a hacer cualquier burrada...Es capaz de todo...

Entra en un bar y pide una cerveza... Pregunta por los baños.. Sabe que el camarero ha mirado su entrepierna...

Necesita calmarse como sea... Entra en el servicio de Señoras... se lava la cara, se echa agua en la nuca... en el pecho...

Se siente ridícula y avergonzada, allí, de pié en el W.C. de la cafetería sin saber qué hacer...

Se sienta sobre la taza y comienza a orinar... La loza está fría y aun se excita más... No puede contenerse... Por fin lo hace... se rinde y se deja arrastrar por la lujuria... Precipitadamente se baja los pantalones hasta los tobillos... Su mano se mueve sola buscando los rincones más placenteros de su sexo... La otra mano acaricia los pechos... abre la blusa... les saca del encierro del sujetador... Un leve roce contra la pared... Un gemido contenido... La ha gustado esa sensación... Prueba ahora con su culito..

En la puerta del servicio hay dibujos obscenos... Escritas groserías de todo tipo... Las que meais aquí sois unas putas... Si... repite en voz baja... soy una puta...

Se siente extraña, allí, en los servicios de un bar masturbándose y restregando sus tetas contra los fríos azulejos...

Unos ruidos detiene su mano...

¿Y si fuera el camarero?... El morbo la domina... Ójala fuera él... Se dejaría follar...Con cuidado sujeta el pestillo y comienza a descorrerlo... Pero las voces femeninas la dicen que no es él y se detiene...

Está como loca... Necesita algo dentro de su coño y no se contenta con los dedos... Rebusca sin saber el qué en sus bolsos... Prueba con la barra de labios... al menos es cilíndrico...

Pero es muy pequeño...Tal vez en su agujero posterior la cause más placer...

Tiene que irse de allí... Ya está tardando demasiado... Tres pajas seguidas que apenas la calman... Casi es peor el remedio que la enfermedad... Físicamente está algo más relajada... Pero su libido continúa subiendo.... Algo la impulsa a quitarse las bragas... irá sin ellas por la calle... Tal vez con la bragueta bajada...

Camina sin rumbo ni sentido sintiendo como a cada paso se la abre la bragueta y el aire acaricia la desnudez de su sexo...

Lo ve a los lejos.... Su primer sex shop... Se acerca... mira con morbo el letrero... Da una vuelta a la manzana... Duda... otra vez los nervios... Tarda en decidirse más de media hora...

El morbo... el miedo... la impaciencia... parece que la mira todo el mundo...

Por fin se decide y entra...

Dentro solo está el dependiente... Recorre los pasillos... Está segura de que nadie la ve... Se toca los pechos mirando las carátulas de los vídeos... las portadas de las revistas... de vez en cuando se pellizca el clítoris...

Una pena que no haya nadie... si hubiera algún hombre en las cabinas... Se sorprende a si misma pensando esas guarradas... Si antes pensaba que solo los locos o los pervertidos iban a esos sitios... Y allí estaba ella... en medio del pasillo, mirando a ver si se encontraba con algún asqueroso salido... con algún cerdo degenerado...si uno de esos que tanto odiaba.... pero que sabía que acudían a estos sitios... Y lo que más la sorprende... está deseando cruzarse con uno, la es igual que sea joven o viejo, solo la basta que tenga un rabo dispuesto... pero no aparece nadie... Y entonces los ve...

Desde la caja el dependiente sonríe cuando la ve acercarse con la bragueta abierta... Seguramente piense de ella que es una zorra hambrienta... y lo malo es que en ese momento no se equivoca...

Sale y el aire en vez de calmarla la hace sentir más su piel... Camina rápida por la acera... Hasta el roce de sus muslos la calienta... La bolsa es anónima, discreta... pero siente como si todos supieran lo que hay dentro...

Está deseando llegar a casa y estrenarlo...

En el ascensor se desabrocha la blusa... Impaciente saca los pechos de las copas del sujetador... Les roza contra las paredes... Quiere sentir los botes de sus tetas al caminar...

Abre apresuradamente la puerta... Va tirando la ropa por el pasillo... Se sienta en el borde de la cama y desenvuelve precipitadamente, atropelladamente el paquete... Apenas lo mira, simplemente lo acerca a su destino.... y se lo introduce lentamente ahogando un placentero gemido... enterito... no la costó trabajo....Estaba completamente abierta y chorreando...

Un orgasmo contenido por las mezcladas y confusas emociones de todo el día la domina, y tardó muy poco en llegar.... No necesitó poner ninguna película ni leer ningún relato... simplemente se corrió...

La primera vez que lo usó se pasó jugando con él toda la noche, incluso se quedó dormida con el adentro... y a mitad de la noche se despertó... tuvo que hacerse otra paja...

Los viajes en autobús ya no eran una tortura... todo lo contrario... deseaba que se acercara la hora... deseaba que la volvieran a tocar... no la gustaba pero no paraba de pensar en ello.... y cada vez que lo pensaba usaba su nuevo juguete... Tardó menos de un mes en volver al sex shop... Instintivamente recordaba el camino...

Volvería a entrar... Pero esta vez sería distinto... Impulsada por esa nueva fuerza que la dominaba entró dentro de un portal, escondida tras un rincón oscuro, bajo las escaleras, guardó su sujetador y las bragas en el bolso... Ni siquiera se subió la cremallera...

Cuando entró había varios hombres por los pasillos... El dependiente ni se fijó en ella... Se cruza varias veces con uno de los clientes en los pasillos.... Tiene pinta de baboso... la come con los ojos... La desnuda con la mirada...

Llega a la sección de consoladores. Los mira con lujuria... Les imagina dentro de si.... trata de calibrar cual la dará más placer... Los hay de mil formas... Descarada aproxima su mano a la entrepierna. Sus dedos saben el camino... No se masturba simplemente quiere sentir su excitado clítoris...A lo mejor la ven, no la importa... El tamaño será casi el doble...

Pasea con el bajo el brazo, sin molestarse en ocultarlo... Vuelve a cruzarse con el mismo hombre... seguro que la está siguiendo, puede que la haya visto tocándose el coño... y si no por la forma de mirarla de arriba abajo ya habrá descubierto lo que lleva al aire...

Otro botón de la blusa... ya el canalillo es exagerado... la mitad de su pechos son visibles...

Se ve reflejada en un expositor ... Zorra... se te nota que vas pidiendo guerra... se dice a si misma y sonríe satisfecha...

Se detiene en la sección de revistas y coge una al azar... El hombre que la miraba se ha puesto a su lado...

Hola guapa...No se corta en cerrar la revista... Devuelve el saludo y sigue mirando fotos de mujeres desnudas que muestran obscenas sus tetas...

Seguro que las tuyas son mejores...

Se vuelve hacia el.... y le sonríe por el grosero piropo... Si se lo llega a decir hace un mes le rompe la cara...

Juntos ojean la revista... En la página central aparece una tía abierta con el coño depilado
Te gusta así?
No...
Ya veo, dice metiendo el indicie por el lateral de la bragueta y separando sus bordes... menuda melena tienes aquí abajo... Su dedo se interna entre sus piernas sin pedir permiso...

Así la gusta... vulgar... machista... guarro... descarado... decidido...

En la siguiente foto la chica se esta comiendo un rabo. Te gusta hacer esto?... Indiscreto, directo, sin tacto.... al grano... Asiente con la cabeza... A mi novio le gusta mucho le dice...
Y eso que llevas ahí, qué es?... Ya ves... para cuando estoy sola en casa...dice mostrándole provocadora el consolador...
Y no prefieres uno de verdad?... la dice agarrando su mano y llevándosela a su bragueta para que palpe su miembro.
Arquea las cejas y pone carita de resignación mientras le permite que la suelte un botón de la blusa...
Sigo? La pregunta con cara de estúpido cuando ya ha soltado tres botones... Se encoge de hombros y le permite que se la abra...
Bonitos pechos...
Me dejas probarlos? No contesta. Quien calla otorga. A dos manos la palpa las tetas y se deja hacer...
Estás muy buena... Seguro que follas muy bien... No le contesta... simplemente sonríe... Cobras mucho?
No.
Que es no, que cobras poco o que no es mucho lo que cobras?
No, que no cobro... si me apetece lo hago y ya está... Ha sido suficiente... esa frase es la invitación. Esa escueta declaración de principios es el salvoconducto para usar su cuerpo...

El tipejo sonríe como si le hubiera tocado la lotería... menuda cara de salido...
Suelta el botón del pantalón... Su mano se introduce decidida en la entrepierna... Bastan dos leves caricias en su coño para hacerla estremecer...
Que buena estás so zorra ... dice arrastrando despectivamente las letras...
Ven conmigo.
A donde? ...
A una cabina... la dice agarrándola por el brazo y sin darla tiempo a colocar la ropa. Bueno ella tampoco hace el mínimo gesto por taparse... La excita caminar medio desnuda por el sex shop.

Nada más entrar en la cabina la baja los pantalones hasta los tobillos. Sonríe al descubrir que no lleva bragas... La hace girar sobre si misma contemplando su figura... Buen culo... si señor.... Un par de azotitos para comprobar su dureza...
Luego agarra su blusa y tira de ella hacia atrás descubriendo su hombros... Su boca se lanza ansiosa y sus pezones se pierden entre sus dientes haciéndola gemir...
Ella no hace nada, no dice nada... Es un simple objeto que se deja manipular a su capricho...Lo que el quiera hacerla... Es suya... Ya no tiene voluntad...

Observa como se desabrocha el cinturón... Mira lo que te tengo preparado...

Una polla completamente rígida asoma entre los faldones de su camisa.... Te vas a comer mi rabo...

El dependiente abre inesperadamente la puerta... Les ha visto meterse dentro de la cabina... La pilla in fraganti ..arrodillada.. el pantalón por los tobillos... con las tetas fuera y a punto de comerse ese rabo....
La bronca es tremenda.. voces.. insultos...
El hombre sale disparado de la tienda no sin antes decirla que la espera en el portal de la esquina... El vive allí... . Ella se medio coloca la blusa indiferente, como si no fuera con ella...no la abrocha... solo se la mete por el pantalón...
Y tu puta, fuera de aquí...
No soy una puta... no cobro... es lo único que atina a decir...
Me da igual.... a mi como si te operas.... Mira guarra, la dice mientras la empuja hacia la puerta, jueguecitos raros en tu puta casa....

Bruscamente la quita el consolador de la mano. Si lo quieres lo pagas y si no te vas igual, y por aquí no vuelvas .

Está muy mosqueado... pero cuando ve lo que ha escogido...hasta el dependiente pareció asombrase... Por primera vez siente que la mira a las tetas...

Se la come con los ojos... El bulto de su pantalón es más que notorio...

Ahora te das cuenta? Piensa para si misma...Vete a la mierda le suelta en medio de la cara sin molestarse en ocultar sus pechos... Insultos... auténticas burradas...

Que te jodan so guarra!!!!

Si pero no será tu rabo el que lo haga...

No la importan las caras del payaso aquel... Es lo mismo no piensa volver... Si necesita otro juguete... buscará en la guía de teléfono... Se niega a volver sin el a casa...

La emoción, la excitación es tan fuerte que no puede aguantarse ni esperar a llegar a casa... estrena el consolador en los baños de un bar... No la importa que el baño no tenga cerrojo... Mejor... más excitante....

Y vuelve feliz y sonriente...

Esta noche estaba descubriendo demasiadas cosas.... Iba de sorpresa en sorpresa... tuve que confesarlo... lejos de enfadarme al descubrir lo puta que se estaba haciendo mi novia me excitó... No puedo evitarlo tengo que follarla inmediatamente...

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Las Confesiones de Susana - 1ª Parte

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Sin querer abrí uno de su cajones... Buscaba otra cosas... Se puso colorada... pero que muy colorada... Los usas? Si... dijo sonrojada... Delante de ella sigo revolviendo la ropa y descubro que tiene varios consoladores, y de distintos tamaños.

Me hizo gracia descubrir su secreto... y no era un secreto cualquiera... sino uno muy intimo...

Mi imaginación comenzó a volar... rápidamente aparecieron en mi cabeza miles de imágenes de mi novia desnuda metiéndose aquellos aparatos... Mi polla se fue animando otra vez... pero no hice ningún comentario... hice como que me olvidaba del tema...

Después de cenar puse una película porno en el vídeo... Al rato comencé a masturbarla... La encantaba que se lo hiciera mirando la tele... Cuando ya estábamos bastante calientes, la pregunté si quería que siguiera con uno de sus juguetes... Jadeando me respondió que la daba vergüenza...

Anda no seas tonta...Si ya te he metido alguna cosillas... Qué más te da que sean los dedos que el consolador?... Venga... Tuve que insistir un rato para convencerla...

Sin decir nada se levantó. Me quedé mirando su carrerilla por el pasillo...
Esos temblores de sus nalgas hicieron crujir mi polla...

Estaba muy graciosa caminando desnuda con una polla de plástico de la mano.... comparándolo con mi rabo era bastante más grande...

Estuvimos jugando un ratito con el artilugio... se lo paseaba por todo el cuerpo... se lo acercaba al coñito... a los pechos... Así hasta que volvió a ponerse caliente... Siguiendo sus instrucciones la fui metiendo aquello por el coño... Se abría un campo de nuevas posibilidades y juegos muy amplio y excitante...

De vez en cuando la preguntaba... Así? Te gusta? Lo hago bien?... Jadeando me iba contestando y me iba dando instrucciones...

Al poco tiempo mi novia se retorcía de placer en el sofá...

Tócame el culito... me pidió... Mete un dedo... dijo susurrando.... Esa petición me sorprendió un poco... nunca me lo había pedido antes... siempre había sido idea mía... Pero las sorpresas no acabaron ahí... Mi novia, que pocas veces tomaba la iniciativa me había agarrado con fuerza mi polla y su boca la buscaba con desesperación... Aquel aparato parece ser que liberaba su libido... Me estaba comiendo la polla con un ansia increíble... y no se cortaba... toca aquí... hazme esto o lo otro... muévelo así....Y tampoco me decía que no a nada... Por la forma de comportarse, ese consolador anulaba completamente su vergüenza... incluso me anuncia sus orgasmos... ya llego, ya llego...

La verdad es que estaba asombrado, nunca la había visto correrse de forma tan escandalosa...

Después de su tercera corrida aminoré un poco el ritmo del consolador... estaba preciosa con sus ojitos cerrados,... jadeando,.. respirando con dificultad,... pero con una cara de placer,... de satisfacción inmensa...

Sigue así..., despacito....

Yo jugaba muy lentamente con el consolador... haciéndola sentir todas sus formas... metiéndola centímetro a centímetro.... Ella sola se acariciaba los pechos... Su cara ya no era de tranquilidad y relajación.... era de vicio total....

Dime cosas...
¿Cosas?
Si.... cosas.... como en las películas.... llámame guarra.... dí que me quieres follar....que soy una putita...
Me hizo gracia su proposición...
Y que quieres que te diga so puta? Que te voy a meter mi rabo hasta dentro?
Fue decirlo y un suspiro más alto, fue llamarla guarra y comenzar de nuevo los jadeos...

Aquella no era mi novia... era una caja de sorpresas...

Solo con mirarla me estaba poniendo a reventar... Quiero follarte puta.... mira como me pones el rabo...
Quieres meterme el pene?
No, el pene no, quiero perforarte con mi rabo...
Como impulsada por un resorte se levantó y me llevó agarrado por la muñeca al baño.

Apoyó el antebrazo en la pared y dejó recostar su cara en el. Lentamente fue echando el culo hacia atrás... Con una habilidad increíble se volvió a meter el consolador.... Los pechos la golpeaban contra los azulejos...

Me quedé unos instantes contemplando cómo se masturbaba. Me llamó la atención el ver como se retorcía para que sus pechos se restregaran contra los azulejos de la pared al mismo tiempo que se meneaba el consolador arriba y abajo.

No tardé en arrimar mi capullo a su ojete... Estaba completamente relajado, como si me estuviera esperando....

Y siguieron las sorpresas... Mi novia apenas hablaba, pero hoy con el consolador metido hasta el fondo de su coño, no paraba de decir guarradas... Era como si la hubieran puesto una pila... y menuda pila... Me estaba mostrando su lado más libidinoso y guarro...

Perfórame el ojete... Venga hazme de todo... soy tuya... Taládrame el culo... Olvídate que soy tu novia... follame como en las películas... venga... Imagínate que soy una puta que te has encontrado en la calle.... usa mi cuerpo como quieras...

Y claro yo obedecía... la pegaba en el culo, la pellizcaba los pezones... la llamaba de todo... y ella corriéndose sin parar... cuanto más fuerte fuera la guarrada que decía, más jadeaba...

Estas gozando eh zorra?

Si... sigue así... dime más cosas... Hazme todo lo que se te ocurra... aunque sea muy guarro...

¿Guarro? ... Me quedé un momento pensando... Te voy a mear hija de puta...
Si, si, si,... ahora me meto en el baño...
De eso nada so puta... te voy a mear aquí mismo.... que te escurra por el cuerpo... y rebozarás tus tetas en el suelo... Luego voy a ver cómo te lo haces tu encima mientras me corro en tu puta boca...

Su orgasmo fue descomunal... Ya no gemía... gritaba... Tuve que taparla la boca... y sujetarla para evitar que se cayera al suelo... las piernas ni la sostenían... no podía ni respirar... su pecho se inflaba buscando hasta el ultimo resquicio de aire... creí que la daba algo...

Despacio se tumbó en el suelo.... y abrió la boca... Espera, está sucia, me la voy a limpiar... No.... dijo ronroneando.... métela así...

Contemplé fascinado como mi novia se tragaba mi polla hasta el fondo... En mi vida la había visto ordeñarme el rabo con esa cara de zorra... Cuando dejó mi polla completamente limpia, su lengua siguió lamiendo mis cojones... Y sin decirla nada, la lengua se fue internando entre mis nalgas hasta meterme una buena lamida en el culo... Y no lo hizo una sola vez... Recorría una y otra vez el mismo camino... Me gustó esa nueva sensación... era muy agradable sentir la punta de su lengua meterse en mi ojete...

Me parecía increíble lo que estaba haciendo mi novia.... pero lo que de verdad era increíble es que la muy guarra seguía moviendo el consolador en su coño... Parecía que no se cansaba nunca...

Ya no puedo más... me voy a correr....
Yo también... me falta poco...
Pon morritos de zorra...

Lentamente descapullé mi polla y la coloque en medio de sus labios... Golosa, mi novia se tragó hasta la ultima gota de mi corrida.

Sus espasmos me estaban anunciando que tardaría poco en llegar de nuevo... Sus palabras eran entrecortadas, inconexas... Hazme todo... Levantándose los pechos me estaba invitando... Cuando me corra....

Ahora... comenzó a gemir retorciéndose de placer en el suelo...

Me resultó fascinante contemplar desde arriba sus temblores, mientras esparcía una generosa meada por todo su cuerpo...

Nos duchamos juntos.... y fuimos directos a dormir.... estábamos completamente agotados....

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Fanatica de los Juguetes Sexuales - 2ª Parte

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 Como recordarán, en mi anterior relato le comenté la forma en que conocí a la que llamaré Paty, es una deliciosa chaparrita que le encanta usar juguetes sexuales, esta es la segunda parte del encuentro, espero sea de su agrado…


Nos metimos al jacuzzi para tomar un relajante baño y conocernos mejor, me platicó que estaba divorciada desde hace varios años, su anterior marido resultó ser un golpeador y por ese motivo solicitó la separación, la cuál se le concedió rápidamente, seguí preguntando sobre ella y continuó:

- Lo primero que hice en cuanto estuve libre, fue irme a pasear por Yucatán, por supuesto que tuve algunos encuentros sexuales, y no pienso para nada atarme a nadie, disfruto mi libertad de elegir a quién me plazca, te estás dando cuenta que me encanta el sexo – exclamó con gesto de picardía.

- Definitivamente no lo pongo en duda, se nota que eres ardiente y tu gusto por las relaciones es notorio, además estás deliciosa, tienes un cuerpo que cualquiera desearía tener, no solo en una cama, en cualquier sitio sería bueno para cogerte- comenté.

- Pues no es por presumir, a mis 40 años, mis medidas son: busto 102, cintura 64, cadera 99, solamente me falta estatura, mido apenas 1.53 – finalizó con aire de tristeza.

- Mi opinión personal es que eres la más rica que he encontrado, mucho más que las chicas jóvenes, además contigo estoy experimentando algo nuevo, los juguetes, y se ve que eres una experta usándolos, ¿no? – dije para quitar ese gesto triste y ver su reacción.

- En eso tienes razón, me encanta usarlos, sobre todo en los días en que no puedo encontrar alguien para bajarme la calentura, exactamente como hace un rato, estaba a punto de irme a casa para masturbarme, afortunadamente nos encontramos y mi temperatura empieza a bajar, aún me falta, vete preparando, o mejor dicho, te voy a preparar yo – terminó con una sonrisa maliciosa.

No pude comentar nada más, tomó entre sus manos el jabón y comenzó a frotarme el cuerpo, nada escapó a su excitante labor, lo pasaba por delante, por atrás, arriba, abajo, la sensación era muy placentera, pero no podía quedarme sin hacer nada, así que me dediqué a recorrer su cuerpo con mis manos, las cuales eran seguidas por mi lengua, al llegar a sus pezones, los pellizqué suavemente, sentí como se endurecían bajo las yemas de mis dedos, puse mis labios alrededor de ellos para saborearlos; sus melones se movían al compás de su respiración, la cual, se estaba volviendo más y más agitada, Paty tomó mi instrumento y lo enjabonó hasta sentir que se endurecía, pasé mis manos hasta su peludo osito, lo acaricié superficialmente mientras nos uníamos en apasionado beso, se acercó a mi para frotar nuestros húmedos y enjabonados cuerpos y lograr que mi erección fuera total, lo que logró casi instantáneamente, sentí sus montañas de carne aplastarse contra mi pecho, sus manos rodearon mi cintura para aumentar la presión, por mi parte, la tomé por las paraditas nalgas e hice un movimiento circular con mi miembro sobre su monte de Venus, su reacción resultó ser un largo suspiro, se soltó de aquel insinuante abrazo y, con voz entrecortada por el placer, dijo:

- Es hora de irnos a la cama, me estoy calentando demasiado y sé que solo se me va a quitar con una buena cogida.

Tomando las toallas respondí – pues solo es cosa de secarnos y ¡a gozar se ha dicho!

Nos secamos sin mucho cuidado, todavía algunas gotas que habían escapado a la toalla se encontraban sobre nosotros cuando llegamos al lecho, ella me hizo una seña para que esperara un momento porque yo estaba arrimándole mi reata por detrás, tomó todos los juguetes que poseía, los colocó sobre la desarreglada cama y dijo:

- Éstos son mis favoritos, son los que proporcionan mayor placer, todos los he probado y los orgasmos que he obtenido son maravillosos, elige uno para que tengas la más placentera sensación de tu vida.

Dudando en cuál elegir, pregunté - ¿cuál me recomiendas?, tu eres la experta.

- Para empezar sin lastimarte, debes usar el "inexpulsable" – es muy parecido a las bolitas anales solo que éste consolador es de látex -, lo lubricas y lo metes por el culo, sus bolitas van aumentando de tamaño y mientras metes una a una, tu ano va expandiéndose cada vez más hasta que queda clavado totalmente, ¿quieres probarlo? – mientras decía esto se metió el consolador doble por sus 2 aberturas.

Temiendo que si no seguía sus indicaciones, probablemente saldría adolorido- como tú digas, estoy en tus manos – asentí.

Con una lentitud que hizo que mi excitación subiera, lubricó el consolador, me puso en la pose "de perrito" y, a continuación, hizo lo mismo en mi estrecha abertura posterior, me acarició las levantadas nalgas y comenzó la penetración.

Mi primera reacción no resultó precisamente placentera, a pesar del lubricante, que tenía un aroma de canela, sentí un leve dolor, el que desapareció mientras ella detenía la invasión de mis entrañas, con la mano que tenía libre, Paty me tomó la verga y comenzó suavemente a masturbarme, en cuanto notó que yo empezaba a disfrutar la caricia, metió otra bolita, que era mayor que la anterior, y esperó mi respuesta, nuevamente la molestia se hizo presente, esta vez resultó algo más prolongada que la anterior pero no estaba dispuesto a detenerme.

- Sigue mamita, sigue, no te detengas, duele pero es rico – gemí con la calentura al máximo.

Como si se tratara de un verdugo que desea prolongar el sufrimiento de su víctima, tardó unos instantes en meter la siguiente bolita, en cuanto lo hizo, nuevamente mi queja salio de mi boca, para acallarla, me propinó unas nalgadas que me hicieron estremecer, mis nalgas temblaron de gozo, repitió la dosis de golpes y de mis labios salió, no una queja, sino un gemido mezcla de placer y dolor, el que ella interpretó como una señal de victoria, sin dudar, clavó la siguiente en mi oscura abertura, al mismo tiempo sentí que la presión en mi chile aumentaba, no supe si disfrutar la sensación en mi lanza o quejarme del dolor en mi ano, acercó su boca a mi trasero y mordió mis temblorosas posaderas, sin darme tregua introdujo la última bolita y dejó que me recuperara de mi sufrimiento.

¡Ya te lo clavé todo! – escuché su voz triunfante -, acabo de violar a mi hombre.

Aún con el consolador clavado, me levanté y la tomé con fuerza del busto, la acerqué a mi pene y la obligué a mamármelo hasta la empuñadura, ella no se hizo del rogar, chupó mi caramelo hasta que casi me vine, la detuve para evitar llenar su hambrienta boca de leche, quería meterle el instrumento por todas sus aberturas, me había calentado tanto que me convirtió en un perturbado sexual que deseaba saciar sus instintos con la ardiente hembra.

Sin dejar de acariciar el cuerpo de quién me había calentado tanto, saqué de nuestros orificios los consoladores (el doble seguía metido en ella) y la monté sobre mi pene, busqué a tientas algo para metérselo en el culo, gustosamente se introdujo mi carne en su interior y recibió por detrás el vibrador, el cuál, puse a funcionar a tope, sus senos bailaban frente a mi cara, me acerqué para morderlos sin cuidado, mis dientes poco a poco se iban marcando sobre su piel, ella gemía al sentir aquella ruda caricia sobre su pezones, movió son rapidez sus caderas para buscar que el clímax de mi pasión bañara su interior, sentí sus contracciones a todo lo largo de mi miembro, eso indicaba que el ansiado orgasmo había llegado a ella, conteniendo mi explosión, detuve su cabalgata para cambiarla de posición, la acosté sobre la espalda, alcé sus piernas y se la dejé ir de un solo golpe, ella respondió con un movimiento hacia delante para recibirme lo más profundo posible, rodeó con sus piernas mi cintura y me obligó a moverme al ritmo que ella deseaba, el vibrador continuaba en su conducto posterior y continuamos así por un rato más, mis embestidas eran cada vez más fuertes, los jadeos y gemidos eran de un tono bastante alto, casi se convertían en gritos, sentí que mi venida estaba próxima, me salí de su empapada cueva y me subí sobre ella, sacó la lengua labios para lamer mi herramienta mientras con la mano me masturbaba, en cuanto le avisé que me venía sacó mi reata de la boca y el semen cayó sobre su cara, lo extendió con sus dedos como si fuera una mascarilla y volvió a chuparme hasta que mi verga se volvió flácida, acercándose a mi, me besó apasionadamente y juntos paladeamos el sabor de mi esperma, el placer había sido intenso, me recosté sobre ella y caímos en un reparador sueño.

- Amor, ya es hora de irnos – me despertó en tono suave.

Incorporándome la besé nuevamente y le propuse – debemos repetir la experiencia en otra ocasión, ¿te gustaría?

Tomando mi cara con las dos manos, contestó – el día que quieras, quedé exhausta de la rica cogida que me acabas de dar, solamente quisiera que te cuidaras para que la próxima vez te vengas en mi boca y me tome toda tu leche.

- Eres una insaciable, para la siguiente voy a traer refuerzos – dije en tono de broma.

- Me gustaría intentar algo que no he podido hacer… - comentó misteriosa.

¿De que se trata? – inquirí.

- Quisiera tener vergas en mis 3 hoyos, uno adelante, otro atrás y el tercero en mi boca, tal vez sea algo degenerado pero mi calentura es demasiada y sería una experiencia nueva, por supuesto eres el número uno de la lista, solamente faltan 2 participantes más, no se si conozcas a quién pueda ayudarnos.

- Pues déjame conseguirlos, no creo que sea muy difícil, ya sabes que los hombres somos calientes y me imagino que no será muy difícil compartir a alguien tan caliente como tú, es más, cuando les platique de tu temperamento van a sobrar candidatos.

La siguiente sesión es tema para otro relato, hasta la próxima.


Don Pato

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Fanatica de los Juguetes Sexuales - 1ª Parte

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Un día que estaba tomando la copa en un bar de Santa María la Ribera, me encontré en una situación muy caliente, resulta que al salir del bar me tropecé con una chica chaparrita que traía un portafolios, el cuál fue a dar al suelo, llevaba puesta una falda larga y pegada lo que me dejaba adivinar sus grandes nalgas y sus piernas muy bien formadas, su blusa parecía reventar por sus hermosas tetas, algo así como talla 36-B ó C, pelirroja (pintada por supuesto) pero el tinte le iba muy bien para su color de piel, le empecé a hacer plática y, aunque al principio estaba un poco tímida, aceptó platicar conmigo, la llamaré Paty, le pregunté hacia dónde se dirigía y le propuse acompañarla, para mi asombro me dijo – si gustas ir conmigo hasta donde voy, es probable que te quieras quedar por lo menos un buen rato – dijo en tono misterioso – pues, ¿cuál es ese lugar? – pregunté con la duda en mi mente – voy hacia un hotel, pero no es nada malo, tengo que entregar unas requisiciones al encargado, trabajo en una proveedora de hoteles, restaurantes y cantinas, ¿qué dices, me acompañas? – sin pensarlo más contesté - ¡claro que te acompaño! – fuimos hacia mi carro y en menos de 10 minutos estábamos en el estacionamiento del hotel, tiempo en que me fui deleitando viendo furtivamente su apetitoso cuerpo, Paty me dijo – espérame un ratito mientras entrego los documentos, no tardo – salió del carro dándome un pequeño beso en la mejilla y me quedé pensando si aceptaría entrar conmigo al hotel, decidí esperar a ver que pasaba.

Como lo prometió solamente se tardó un par de minutos, al subirse al auto le dije – en verdad que dan ganas de subir a un cuarto – como el hotel es bastante elegante, le propuse subir a una habitación, y para mi gusto respondió – sabía que te gustaría este lugar, sólo que a mí me encanta usar juguetes, que por cierto, siempre los traigo en mi portafolios, no se sabe cuando se van a necesitar, ¿te animas? – esa clara invitación no le iba a desperdiciar, subí a la administración y pedí una habitación con cama king-size y jacuzzi para poder disfrutar del encuentro.

Al estar dentro del cuarto me pidió que la esperara porque iba a darse un baño, con el placer en los ojos me dijo – si gustas, ve sacando lo juguetes del portafolio – asentí y lo abrí para sacar los más de 10 juguetes que estaban dentro, consoladores, vibradores, estimuladores y bolitas anales, en fin, una buena variedad de artículos para dar y recibir placer, no me di cuenta cuando salió del baño, me abrazó por la espalda y me dio un delicioso beso en el cuello, cosa que me empezó a calentar, luego bajó sus manos hasta mi pantalón y empezó a acariciar mi caramelo hasta tenerlo bien tieso, después, poco a poco fue bajando el cierre para tomarlo entre sus manos y poder aumentar la sensación de placer que me estaba dando, puse mis manos hacia mi espalda y pude sentir que estaba completamente desnuda, acaricié su piernas desde los pies hasta sus paraditas nalgas, cuando pasé mis dedos por su monte de Venus, peludo y caliente, Paty emitió unos gemidos que fueron como música para mis oídos, mientras buscaba dentro de ella para extraer sus jugos, Paty pasaba sus manos y lengua por mi espalda y cuello, eso también me estremecía y calentaba cada vez más, sin dejar de darnos caricias y besos, nos pusimos frente a frente, me agaché un poco para besar sus grandes pezones sin dejar de meter los dedos en su húmeda cueva, mientras, ella me daba una buena masturbada en una forma tierna, y por momentos, agresiva, ya estábamos bien calientes y me propuso – usa lo que quieras conmigo y por donde quieras, estoy ardiendo y necesito bajarlo con sexo – alargué la mano y tomé lo primero que encontré, era un estimulador anal, lo lubriqué bien y poniéndola de a perrito, se lo fui metiendo por su estrecho orificio, empezó a jadear por el placer que estaba sintiendo, con la voz entrecortada, me dijo - ¿quieres hacerme una doble penetración? – de inmediato respondí - ¡claro que si! – señalando hacia los juguetes me pidió que le diera un consolador de látex que tiene cabeza por los dos lados – lo lubricó con saliva y poniéndose boca arriba y con las piernas levantadas me pidió que se lo metiera por ambos orificios, lentamente le enterré aquel grueso consolador, al entrar totalmente gritó de placer y dijo – ahora muévelo rico papacito, mételo todo y sácalo, pero que no se salga de mis hoyos – obedecí y comencé con el mete–saca mientras con la otra mano acariciaba sus ricos melones, seguimos así por un rato hasta que me dijo que quería usar las bolitas anales, la lubriqué perfectamente y se las metí una a una en su ansioso ano, mientras atacaba con mi lengua su panocha, comenzaban a escapar sus jugos y para no dejar que se desperdiciaran, los bebí hasta que alcanzó el primer orgasmo, mi herramienta ya se encontraba lista para la batalla, así que ella me acostó boca arriba y me lo chupó hasta casi hacerme venir, después bajó hacia mis huevos y se metió una a uno en la boca, esta sensación me enloqueció, le pedí que se montara sobre mí, con una cara de insaciable dijo – espera, estamos a la mitad del encuentro, quiero hacerte gozar como nunca – dicho esto, bajó aún más, de detuvo entre mis huevos y culo y me hizo la más caliente caricia con la lengua que haya recibido jamás, mi mente se perdió en el placer, unos instantes después, levantó mis piernas y siguió su camino hasta mi estrecho orificio e introdujo en él su inquieta lengua, casi me hace explotar de placer con el beso negro, Paty lo hacía de una forma que las sensaciones son indescriptibles, le rogué que me dejara penetrarla, accedió al fin diciendo – no quiero que te vayas a venir muy rápido, estoy muy caliente y necesito sentirte hasta que quede satisfecha – se montó sobre mi y se metió toda la reata hasta el fondo, mientras yo besaba y mordía sus pechos, ella cabalgó unos minutos y luego se acostó totalmente y comenzó un movimiento rotatorio de sus caderas que la llevó a un nuevo orgasmo, se recostó unos momentos sobre mi pecho y dijo con cara de satisfacción – ¿cómo quieres que me ponga para que tu también disfrutes? – le dije que mi posición favorita es la de perrito, rápidamente se colocó con sus ricas nalgas hacia arriba ofreciéndome sus 2 orificios – quiero clavarlo por los 2 lados, ¿puedo? – le pregunté y ella respondió – no solo puedes, lo necesito por todos lados, solo ponte condón al hacerlo por atrás – para no perder tiempo tomé el condón y me lo puse rápidamente, luego le metí mi caramelo por su ardiente vagina y el estimulador anal por atrás, al principio lo hice muy despacio y fui aumentando el ritmo hasta que estaba a punto de venirme, le quité en juguete anal, saqué mi miembro y se la dejé ir por el culito de un jalón, ella emitió un gemido que era de dolor y placer juntos, se metió el vibrador por delante y lo puso a funcionar a la velocidad máxima, seguí entrando y saliendo de aquella apretada cueva, sintiendo la vibración que llegaba desde su panocha, la cuál, aumentaba nuestro placer, no pude resistir más y exploté dentro de su delicioso ano, inundando el preservativo de semen, sin darme tiempo a reaccionar, se dio la vuelta, me quitó el condón y me dio una mamada que me dejó totalmente exprimido y fuera de control.

Cuando reaccioné, Paty estaba abrazada a mi y con una sonrisa de placer me comentó – estuviste bastante bien, pero... – la interrumpí - ¿acaso ya te vas? – sin dejar de sonreír dijo - ¡no tonto!, solo estoy esperando que te repongas para continuar con nuestro encuentro, nada más que ahora quiero usar los juguetes contigo, ¿aceptas? – creo que el asombro se dibujó en mi cara porque me dio un apasionado beso y luego continuó – estoy conciente de que nunca te han penetrado, pero eso es lo de menos, te voy a iniciar en el delicioso uso de los juguetes y vas a gozar como nunca, te lo aseguro, además lo voy a hacer muy tiernamente para que lo disfrutes al máximo – finalizó diciendo, tomamos un baño en el jacuzzi y... el segundo tiempo de este encuentro se los voy a describir el mi próximo relato.


Don Pato

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Era como un Niño

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Era como un niño. Más bien bajo de estatura y delgado, aunque no canijo. Muy blanco, tenía el pelo y la barba negros, y unos ojos profundos y taladradores que se desparramaban cuando me miraban. No lo había visto antes, y , después de aquélla noche no volví a verlo, pero no podré olvidarlo nunca.

Me conmovía y excitaba su timidez. Me gustan los hombres que reservan su pasión para la intimidad y sólo de vez en cuando se asoma el deseo a sus ojos. Un deseo tímido y furtivo, como el de las alimañas.

Apenas se atrevía a mirarme cuando le dije que entrara en la habitación, huidizo pasó delante con la cabeza baja. Pensé que era del tipo que le gustan las dominadoras, y yo era perfecta para esa circunstancia.

Respiraba con trabajo cuando empecé a desnudarme, parecía a punto de llanto, porque sus ojos brillaban en la penumbra. Me acerqué a besarle y palpitaba el pulso en sus labios, suaves entre la dureza de su barba.

- No te preocupes- le susurré al oído- Déjate hacer...yo lo haré todo.

Y respiró aliviado mientras se tendía en la cama. Qué cuerpo tan bonito y tan manejable apareció cuando estuvo desnudo.

Le besé los párpados y suavemente presioné sus labios contar los míos, semicerrados, suavemente mordisqueaba su boca mientras él respiraba con más dificultad cada vez. Bajé con mi boca por su cuello mientras con las manos buscaba sus nalgas, pequeñas y suaves, redondas, las pellizcaba con deleite y sentía cómo empezaban a moverse a ritmo.

No te entusiasmes todavía, tenemos tiempo, niño.

Y sentí su pecho, sus pequeños senos masculinos, negros y duros, engurruñaditos de deseo. Hummm, qué rico chupárselos, tocárselos y decirle porquerías que le hacían sonreír. Ver sus dientes tan blancos en la oscuridad de la habitación.

-¡Niño, qué rico estás, que dulce tu cuerpo, cómo me gusta comerte¡-.

Y mientras mi mano buscaba su pene, sorprendentemente grande en un cuerpo pequeño de hombre. Estaba húmedo, una pequeña gota colgaba de su abertura y la lamí con delectación, mientras me miraba desde arriba y emitía un suave gruñido.

Cambiaba mi boca, unas veces la lengua tocaba brevemente la punta de sus pezones, otras acariciaba con suavidad el ojo único de su miembro. Otras subía hasta su oído para contarle historias viciosas de mujeres únicas que había conocido.

Tenía los testículos duros y poco velludos, lo que me permitía acariciarlos, moverlos apretarlos entre mis dedos, mi mano, mis labios. Yo misma no reconocía mi propia pasión, agitada como estaba, húmeda sin que nada me hubiera rozado apenas.

Ví que no podría aguantar mucho tiempo y decidí emplearme a fondo. Apreté la punta de su capullo entre mis labios, lo froté contra ellos mientras presionaba detrás de los testículos, en esa tierra de nadie que hay entre ellos y el ano, donde nace la polla, para prolongar luego su orgasmo. Él tenía los ojos en blanco y gemía levemente, pero" in crescendo". Bajé lentamente mis labios sobre su pene y lo introduje hasta mi garganta, subí y bajé apretando, succionando y acompañando con mi otra mano el movimiento, mientras su miembro se alargaba en mi boca y seguía sus contracciones en el periné, señal inequívoca de que iba a correrse. Su pecho subía y bajaba con enorme agitación, y apenas controlaba sus movimientos, un gemido ahogado y mi boca se llenó de semen, cálido y dulce, en varias oleadas, abundante. Tembló durante largo rato y mordía la almohada para no gritar, descontrolado. Era un hermoso espectáculo verlo así. Muy largo me pareció su orgasmo, porque noté todas sus contracciones con mis dedos, soltando sólo de vez en cuando la presión tras los testículos.

Jadeaba y gritaba, y finalmente respiró hondo, me miró sonriendo y me abrazó.  FOTOS

Un Matrimonio muy Liberal

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David y yo formamos un matrimonio joven, entrados en la treintena, y pese a tener tres hijos y a llevar bastantes años juntos, seguimos manteniendo una buena relación, basada en la amistad, el compañerismo y la pasión. Nuestras relaciones sexuales siempre han sido una gozada de compenetración, por lo que no hemos necesitado otras experiencias fuera de la pareja, ni siquiera en los momentos bajos, los normales problemas de convivencia que, por otro lado, dan lugar a reconciliaciones maravillosas. Hacemos el amor al menos una vez al día y no siempre en la cama. De lo bien que nos lo pasamos podrían hablar los vecinos, aunque ahora con los niños es más complicado perder la cabeza y dar rienda suelta a las cuerdas vocales. Por eso aprovechamos cuando están fuera, para lo cual a mí me gusta ir sin braguitas, siempre lista para volver loco a David que está deseando subirme la minifalda, agarrarme por el culo y follarme contra el sofá o la cocina.

A menudo nos gusta darle un poco de morbo a lo nuestro, ya sabéis, lo típico. Ver películas porno, hacernos fotos con la polaroid o grabarnos en vídeo, pero también nos gusta follar en situaciones límite con la emoción del peligro a ser sorprendidos, en la playa o en el campo, en los probadores de los grandes almacenes, en los jardines públicos, etc. Ni la edad, ni los hijos, ni nuestras responsabilidades laborales (yo soy médico y mi marido profesor) nos han curado de estas locuras, al contrario, cada vez nos seduce más el morbo, el juego y la fantasía. A veces, cuando estamos jodiendo, nos imaginamos historias y orgías en las que participamos los dos. Hay una fantasía mía que siempre pone a cien a David. Yo estoy desnuda, tumbada en una playa solitaria y se acercan dos jóvenes que me comen toda y me dan polla hasta la saciedad, vienen más parejas que se van sumando hasta que toda la playa es una orgía. A mí también me excita la fantasía de mi marido de hacer un trío con una exuberante jovencita.

Hace un tiempo que hemos decidido que la vida son tres días y hay que aprovecharla. Hemos comprado revistas de intercambios, hemos navegado por Internet... El solo hecho de pensar en realizar nuestra fantasía de un trío o de participar en una orgía me pone a cien, y enseguida me lanzo a comérsela a David, mientras está en el ordenador y terminamos con un par de corridas de campeonato. Hasta ahora no habíamos pasado de ahí, pero este verano nos decidimos y fuimos a un pub liberal de los que abundan en la costa donde veraneamos, un local de intercambios en cuya puerta ya sentimos la emoción y el frenesí de todos nuestros deseos. Habíamos cenado en un restaurante cercano, una cena romántica, de esas de velas y música de fondo, en la que David no paraba de hacerme la boca agua porque jugaba, bajo el mantel, con su pie entre mis muslos, y como habréis imaginado, sin bragas de por medio, terminó con el pie empapado.

Nuestra conversación era cada vez más picante y yo me moría de ganas de ser follada a tope. Al llegar al local me puse un poco nerviosa, incluso temí ver a algún conocido, pero ya íbamos muy alegres por el vino y el deseo. La relaciones públicas nos introdujo con exquisita amabilidad y con la mayor normalidad nos enseñó el pub y todas las estancias. Cuando nos sentamos a tomar una copa, ya más relajados, vimos a nuestro alrededor varias parejas, una de ellas muy atractiva. Enseguida cruzamos nuestras miradas. Nosotros también estamos bastante potables. David es un morenazo con unos preciosos ojos verdes y yo, que me llamo Rosa, iba verdaderamente despampanante, con mi cabellera rubia suelta y un ajustado y liviano vestido rojo de tirantes.

Cuando volvió la relaciones públicas para preguntarnos si todo iba bien, le dijimos si aquella pareja eran clientes habituales y si nos los podía presentar, nos dijo que sí y pronto estábamos tomándonos una copa y charlando juntos. Se llamaban Juan y Ana, estaban casados, tenían un hijo y eran realmente divertidos. A los dos les gustaba el deporte y se notaba por sus cuerpos que estaban para mojar. Incluso, tengo que reconocerlo, me gustó Ana, morena y guapísima, con la que congenié enseguida. Juan y David fueron derivando su conversación hacia nosotras y empezaron a bromear sobre lo mucho que nos gustaba la marcha y lo bien que lo hacíamos en la cama.

- ¿En la cama solo? - dijo Ana.

Enseguida estábamos hablando de nuestras posturas favoritas y de nuestras fantasías. La conversación iba subiendo de tono, entre risas y roces.

- Como sigamos así, mi marido va a reventar la cremallera - dije entre risas de todos.
- Es cierto - añadió Ana que ni se lo pensó para palparle el paquete a David.
- De lo que no hay peligro es de que tú mojes las bragas, porque no llevas - respondió mi marido.
- ¿Será verdad? - preguntó Juan al tiempo que me subía el vestido para comprobarlo y yo separé las piernas, dejando a la vista mi pubis.
- Esto se está desmadrando demasiado y yo como soy muy formalita me voy a bailar como una buena chica. ¿Te vienes David? - dijo Ana mientras se llevaba a mi marido a la pista.

Yo me quedé hablando con Juan, que me dijo que había constatado que yo era rubia auténtica por el color del pubis y yo le contesté que no me pensaba ir esa noche sin comprobar si él era moreno auténtico. Nuestras parejas, mientras tanto, estaban ya magreándose al son de una música lenta. En un momento dado, Ana que se dejaba sobar las tetas por mi marido, le bajó la cremallera y le agarró la polla.

- Nosotros vamos con retraso - le dije a Juan.
- Pues ya sabes donde cogerte - me dijo mientras me tomaba la mano y me la llevaba a su bulto, que estaba pidiendo guerra - ¿O prefieres bailar?
- No, creo que lo que hay que hacer es llevarnos a aquellos dos al jacuzzi, antes de que empiecen con "otro baile" - dije yo - Nos vamos al jacuzzi, ¿venís? - les pregunté y pronto estábamos los cuatro desnudos, disfrutando del burbujeo.

Realmente Juan y Ana estaban riquísimos. Él tenía un culo de locura y su polla, que apuntaban bien alto, era casi más grande que la de David. Ana tenía unos pechos grandes y redondos, con unos pezones largos y oscuros que realmente llamaban la atención. El sexo lo llevaba depilado del todo.

- Esta noche nos vamos a poner las botas - me dijo David al oído empezando a besarme apasionadamente.

Mientras me besaba, Juan y Ana se acercaron, ella agarró la tranca a mi marido y Juan comenzó a tocarme las tetas y luego el culo, hasta que poco a poco pasó a mi raja, comenzando a juguetear con mi clítoris y a meterme el dedo en la vagina. David y yo seguíamos dándonos lengua como locos y yo estaba ya que me corría. Para descansar, me separé de mi marido y me dirigí a Juan, al que tomé su instrumento con una mano, mientras me agarraba a su culo con la otra. Eché un vistazo y Ana ya estaba comiéndole la polla a David, que se había sentado en el borde del jacuzzi y tenía en sus tetas dónde agarrarse también.

- Ya está bien de que nosotros siempre vayamos rezagados - me dijo Juan mientras me cogía por la cintura, me sentaba al lado de mi marido y se ponía a comerme de arriba hasta abajo.

Al poco de llegar a mi coño, ya no aguanté más y me corrí estrepitosamente. Sin perder tiempo, Juan se la clavó a su esposa por detrás, mientras ésta seguía comiéndosela a David como quien tiene hambre de semanas. Ana se corrió como una loca y al oírla, mi marido no aguantó más y le llenó la boca de semen. Rápidamente me lancé con el ánimo de pillar algo, acerqué la boca y mi lengua, en la polla de David, se encontró con la lengua de Ana, en la que pude saborear aquél jugo. Mientras nos dábamos la lengua y nos tocábamos mutuamente los pechos, Juan me introdujo su tranca y creí que iba a desmayarme de gusto. Era inmensa, muy gruesa y se movía como una máquina.

Entretanto, mi marido acercó su lengua a las nuestras y nos besamos los tres a la vez, mientras Juan seguía embistiéndome como un toro salvaje. Volví a correrme de nuevo y me revolví a tiempo para que Juan se corriera en mi boca. No nos habíamos dado cuenta que otras parejas habían entrado en el jacuzzi, a las que habíamos puesto a cien. Allí ya no cabíamos tantos, era demasiada jodienda para una jacuzzi. Así que nos fuimos los cuatro a una cama redonda, en un cuarto contiguo, donde había otras parejas haciendo de todo. Aunque me acababa de secar, ver a tanta gente en una orgía sin límites, hizo que me mojara de nuevo rápidamente. Mientras nos hacíamos sitio en el colchón, iba hablando con Ana, que me dijo que era la primera vez que besaba a una mujer y que, mientras lo hacía, había deseado saborear mi sexo, a lo que yo le contesté que la noche era muy larga. Dicho y hecho, enseguida estábamos en acción. Nada más sentir la lengua de Ana en mi entrepierna, me puse cachondísima y le dije que aquello había que hacerlo del todo bien y girándome, comenzamos un 69 que estaba en todo lo suyo cuando nuestros marido vinieron con unas copas.

Al vernos, David y Juan se empalmaron rápidamente y comenzaron a masturbarse a nuestro lado, a meternos mano y a animarnos:

- Cariño - me decía David - cómele el coño a esta putona que enseguida me la voy a follar yo.

Al tiempo estábamos los cuatro follando, nosotras a cuatro patas nos dábamos la lengua con frenesí, mientras Juan me volvía a follar y mi marido hacía lo propio con Ana. A partir de ahí los jadeos fueron en aumento y cambiamos varias veces de pareja. Por un rato follamos con nuestros maridos respectivos que, al final, se corrieron a la vez sobre nuestras tetas, que nos limpiamos la una a la otra a base de lengua. Yo ya había perdido la cuenta de mis corridas, estaba cansada pero seguía cachondísima. Mi marido estaba reponiéndose y Juan se fue al aseo. Mientras Ana encendía un pitillo, me dediqué a disfrutar viendo a las otras parejas de al lado. Me dio envidia ver a una mujer que era poseída por dos jóvenes, uno por la vagina y otro por el ano, mientras ella le comía la polla a un tercero.

Comencé a masturbarme y al verme Ana, sin decirme nada, se acercó, puso su coño pegado al mío y comenzamos a restregar nuestros labios y nuestros clítoris. Nuestros jadeos animaron a David y a Juan, que nos metieron sus trancas en nuestras bocas mientras continuábamos disfrutando del roce de nuestros coños. Entonces Ana le dijo a mi marido:

- Quiero que me metas tu pollaza por el culo, que me voy a correr como una zorra.

Yo me puse a cuatro patas y le dije a Juan que me follara hasta llenarme el coño de leche. Realmente estaba siendo una noche inolvidable y yo estaba como una perra en celo. Por eso no dudé en acercar mi boca hasta uno de los chicos de al lado y comerle su polla sin mediar palabra. Se acercaron los otros dos chicos y mientras me sobaban las tetas, se pajeaban.

Yo seguía disfrutando de las embestidas de Juan y, ya puestos, me puse a contentar a los tres chicos, que fueron turnando sus pollas en mi boca. Oí como se corrían David y Ana, que estaban alucinando con la visión, y se corrió Juan dentro de mí. Al final, ellos tres estaban exhaustos y adormilados y yo no paré hasta que aquellos otros tres mozos se corrieron sobre mí. Nos hubiéramos quedado durmiendo un día entero, así que decidimos irnos antes de que amaneciera y refrescarnos en la playa. Nos bañamos desnudos los cuatro y coincidimos en que era una pena no proseguir la fiesta en la playa, así que quedamos para el sábado próximo para pasar la noche en una cala apartada que conocían ellos. Nos preguntaron que si podían invitar a otra pareja a pasar la velada.

- ¿Cómo son? - les pregunté.
- ¡Mmmmhhh! - me contestaron al unísono Ana y Juan, con lo que no hubo más que hablar.

Pero eso ya es otra historia que contaré otro día, porque desde hace un rato tengo a mi marido con su lengua entre mis labios inferiores y voy a tener que...

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Mi Juguetito Sexual

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Desde siempre, desde que descubrí las sensaciones del sexo, desde que mi cuerpo vibró con mi primer orgasmo, mi ilusión era tener un juguetito sexual, un vibrador para poder realizar mis múltiples fantasías.


Mientras estuve soltera eso era imposible, pues si mi padre lo hubiese descubierto me mata, seguro que me mata. Como ya he explicado en otros relatos mi padre era una persona muy seria y el tema del sexo en casa no se tocaba ni por casualidad. Ahora, después de pasados algunos años, pienso que era demasiado intransigente y un poco egoísta... porque él si lo gozaba, ¡vaya si lo gozaba! Somos siete hermanos, y digo yo que no pasarían las noches jugando a las cartas, pues entonces ninguno de nosotros estaríamos aquí.


Cuando me casé creo que debió ser el momento adecuado para hablar de ello con mi marido, pero aunque no lo parezca ahora yo era muy tímida y esperaba que fuese él quien lo propusiera. Después pasaron los años y mi timidez fue desapareciendo, pero al mismo tiempo surgió otro problema: yo no soñaba con un vibrador cualquiera, el mío tendría que ser auténtico, 20 cm de latex, con la forma de un precioso pene, su apetecible capullo y las protuberancias de las venas marcadas. Quería algo especial y me daba apuro hablarlo con mi marido. Temía que él pensase que no me complacía, y en realidad no era así, disfruto mucho del sexo, pero siempre necesito más.


Este año, entre los relatos y las cositas que veo por cam, mis deseos se han acuciado, Lo necesito…lo quiero, no puedo pasar sin él, cuando hago el amor lo imagino, y solo de pensar en sentirlo vibrar dentro de mi vientre, me excito de tal manera que me provoca un orgasmo. Por eso un día me decidí… estábamos haciendo el amor… a mi marido le encanta jugar con frutas y le dije:


---Eso podría vibrar, sería maravilloso sentir como se agita en mi interior ¿por qué no compramos un vibrador?---


---Cómpralo—me dijo---por mí no hay inconveniente---


Y la volvimos a liar, porque yo quería que lo comprase él. En mi pueblo me conocen hasta las ratas y, la verdad, no me apetecía nada que los demás se enterasen de lo viciosilla que soy y cuales son mis apetencias sexuales. Llegué a pensar que estaba condenada a no poder disfrutar nunca de mi deseado juguetito.


Pero tuve una idea maravillosa. Faltaban escasos quince días para los Reyes Magos y mi marido nunca sabe que regalarme por esas fechas, así que le iba a solucionar la papeleta.


--- ¿Sabes que he pensado? Me lo podrías regalar por Reyes---


--- ¿Eso… eso quieres por Reyes?---


---Siii, por favor---


---Bueno, ya lo pensaré---


Estaba emocionada, nerviosa, todavía faltaban quince días para los Reyes y cada día registraba todos los rincones de la casa, para ver si ya lo había comprado… Pero nada, o no lo había comprado o lo había escondido muy bien.


Y llegó el día 4… Habíamos pensado pasar la noche y el día de Reyes en casa de mis cuñados, ellos tienen niños pequeños y los Reyes con niños son otra cosa. Compramos los regalos y cuando mi marido se fue a trabajar me encaramé en una escalera para bajar una gran bolsa de viaje que guardo sobre el armario, en la que pensaba poner los juguetes y algo de ropa por si nos hacía falta. Al tirar de la bolsa un paquete cayó sobre mi cabeza, bajé de la escalera, lo miré, y con mucho cuidado para que mi marido no se diese cuenta lo abrí por un lado. Mi corazón latía muy deprisa, estaba súper-nerviosa, por la emoción de ver mi juguetito y... ¡¡¡allí estaba!!! Lo había imaginado muchas veces, pero nunca lo había visto, ni tocado. Creía que sería frío al tacto, pero no era así, se sentía cálido, lo pasé suavemente por mi cara y sentí el suave ronroneo en mis mejillas, mmmm... me dieron unas ganas locas de estrenarlo, pero pensé que era una sensación que deberíamos sentir juntos. La sorpresa y la primera impresión debe ser algo especial, y yo la quería sentir junto a mi marido.


Lo envolví con mucho cuidado para que no advirtiese que lo había visto, y lo volví a poner donde estaba, dejando la bolsa en su sitio (-ya le pediría que la bajase él-) para que no lo notara.


La tarde del día siguiente, Noche de Reyes, viajamos a casa de mis cuñados. Ellos tienen tres niños pequeños, y esa noche después de la cabalgata no había forma de que se durmieran, por lo que no esperamos hasta el día siguiente para darles sus regalos.


Había un montón de paquetes con mi nombre, pero el ansiado paquetito de papel dorado y lazo rojo no estaba. Bueno… quizás en mi interior no esperaba encontrarlo aquí. Él no sabía que yo lo había visto, y tampoco lo iba a abrir delante de los niños. Aunque un poco decepcionada comprendí que era lo mejor, pero él notó mi desilusión y pensó que yo creía que no lo había comprado.


Los pequeños estaban alborotados, con el jaleo de los regalos no paraban de jugar y hasta la una de la madrugada no cayeron rendidos del cansancio. Los acostamos, y ya relajados tomamos una última copa de menta con wisky y nos fuimos a dormir.


Mi marido estaba muy risueño, y no paraba de tocarme y decir tonterías, pero a mí en una casa extraña, sin pestillo en la puerta y con un montón de gente escuchando, me da mucho corte y él lo sabía. Soy muy escandalosa y no me gusta nada que los demás me oigan, pero aún me gusta menos tener que mantener la boca cerrada cuando en realidad lo que deseo es desahogarme a gusto.


Sin darle muchas esperanzas saqué mi camisón de la bolsa y entré en el cuarto de baño para asearme. Al regresar mi marido ya estaba en la cama, y en su cara se dibujaba una sonrisa picarona.


---¡¡¡Esta noche a dormir!!! ¿Vale?--- le dije muy seria—


----Lo que tú digas mi amor, sabes que siempre te obedezco---


Eso no se lo creía ni él, con la cara lo decía todo. Al destapar la cama me di cuenta del porqué de su sonrisa. Estaba allí… el precioso paquetito dorado resplandecía entre las sabanas. Creo que fue entonces cuando el se dio cuenta de que yo ya lo sabía. Corrí a la puerta, coloqué una silla sujetando la maneta para que no se pudiese abrir, y salté a la cama quitándome el camisón por el camino.


Estaba nerviosísima. Arranqué el bonito papel dorado y mis pupilas se dilataron al ver la cajita. Es verdad que ya lo sabía, pero la emoción de saber que iba a probarlo podía conmigo. Entonces mi marido me quitó la caja y dijo:


---Vamos a probarlo, pero a mi manera, tú déjame hacer---


De debajo de la almohada sacó unos pañuelos. Él ya sabía que yo iba a reaccionar así, y estaba preparado. A mí nunca me habían hecho mucha gracia esos jueguecitos de pañuelos anudados, no me gusta que me aten, pero estaba tan excitada que le hubiese dejado hacer cualquier cosa.


Ató mis brazos y piernas en aspa a los cuatro extremos de la cama y cubrió mis ojos. Le oía moverse alrededor de la cama abriendo y cerrando una cremallera, y sentí el movimiento en la cama cuando se subió. Mis sentidos se agudizaban intentando averiguar lo que estaba haciendo cuando sentí sobre mis pechos algo cálido, y me estremecí ahogando un grito de sorpresa. Mis pezones se endurecieron más aún de lo que ya estaban al sentir en ellos un suave masaje con algo que no lograba definir que era. Pensaba que era el aparatito, pero por su suavidad y calor bien podría haber sido su dedo, o incluso su pene, porque no vibraba. Continuó moviéndolo lentamente en círculos alrededor de los pezones mientras en el oído me susurraba palabras cariñosas. Él procuraba no hacer ruido, y yo tampoco, aunque mis pezones parecían dos piedras y me estaba torturando. Estaban tan sensibles que el simple roce hacía que por todo mi cuerpo se desatara una tormenta eléctrica. Mordí mis labios para evitar los gemidos. Y entonces lo noté… un suave runruneo que al ir bajando por mi vientre estremecía mi piel… ummmmm… Para, le dije, pero no hizo caso y continuó martirizándome hasta llegar a mi monte de Venus, moviendo el vibrante aparato por encima, despacio, erizando todo mi vello mientras mi vientre se contraía en espasmos de placer. Yo apretaba fuertemente la pelvis porque las convulsiones eran insoportables. Todo mi cuerpo se arqueaba intentando apretarse contra el aparato para no sentir su terrible cosquilleo. Quería que lo metiera, necesitaba ese gran aparato dentro, pero él jugaba y jugaba, lo pasaba por mis muslos mientras mordía y pellizcaba mis pezones. Su lengua incansable recorría mi cuello, mis orejas… y cuando mis gemidos subían de tono se apoderaba de mi boca con sus besos para ahogarlos.


Ya no podía más, le suplicaba que me lo metiera, nunca en mi vida me había sentido tan excitada, ni tan necesitada. Entonces sentí su peso sobre mí y me penetró con furia. Él estaba aún mas caliente que yo, y su pene, muy duro, entraba y salía, golpeándome repetidamente al tiempo con los testículos, mientras yo me deshacía en un orgasmo impresionante.


Salió de mí y rápidamente ocupó su espacio con el pene vibrante… Me sentí llena, ocupada totalmente sin que quedara un solo hueco en mi sexo. No sabría decir que sensación era mejor, si el conocido bailoteo del pene de mi marido que tantas satisfacciones me daba siempre, o esta nueva sensación de sentir el vibroteo en las paredes vaginales que hacían temblar mi vientre, mis piernas y todo mi cuerpo como si estuviese pasando por mí una descarga eléctrica.


Estaba tan caliente que esa noche era capaz de todo, y él se estaba dando cuenta. Su gran fantasía de siempre era encularme, y una vez, solo una, lo había conseguido, pero me hizo tanto daño que nunca más se lo permití. Cuando notó que yo estaba a punto de tener un nuevo orgasmo soltó mis manos y pies, y yo aproveché para tomar la iniciativa intentando ponerme encima él, pero no me dio opción. Me hizo dar la vuelta y ponerme a cuatro patas, como si fuese un perrito. Desde detrás introdujo el impresionante falo en mi vagina y volví a sentir que dentro de mí ya no cabía nada, que estaba saturada de polla, pero continuaba excitadísima. Por eso cuando me introdujo un dedo en el ano y lo movió en círculos no dije nada, y aunque molestaba lo di por bien empleado a cambio del placer tan grande que me estaba dando. Incluso sentí un doble cosquilleo en el vientre, y le dejé hacer. Besaba mis nalgas y las lamía, sentía su lengua húmeda recorrerme la grupa, y todo mi cuerpo se estremecía. Ni cuenta me di cuando introdujo el segundo dedo, estaba tan caliente que hubiese aceptado hasta la trompa de un elefante, y fue entonces cuando hizo el cambio. Sentí como su polla dura se introducía dentro de mí, su cuerpo descansando sobre el mío, sus testículos golpeando mis nalgas, la sensación de que allí abajo dentro de mí los dos falos se tocaban. Y entonces chillé, no pude reprimirme, era algo superior a mí, y mientras sentía su semen caliente inundar mi esfínter mi vientre se contrajo en un último orgasmo muy largo.


Ya no podía más, por primera vez en mi vida decía basta, y desnudos y acurrucados, sintiendo el calor de nuestros cuerpos, nos dormimos.


Al día siguiente, cuando bajamos a desayunar, todo eran risitas por parte de mis cuñados. Ellos podrían imaginarse lo que había pasado, pero ni por asomo podían llegar a hacerse una idea suficiente de lo bien que lo habíamos pasado. Y menos aún de lo mucho que yo había disfrutado cumpliendo una de mis más grandes fantasías.

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La Masajista Mandona

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Yo tenía una fiesta ese fin de semana en el chalet de unos amigos a las afueras de mi ciudad. Soy una chica de 26 años, bastante alta y delgada, hago mucho deporte y tengo mucho éxito con los chicos, cosa que me alegra muchísimo me llamo Sandra ( mi hotmail es : sandraduso@hotmail.com) y soy amiga de Sara Seven a la que conté esta historia y ella la escribió. Yo creo que por eso me invitaron mis amigos a la fiesta, porque pensaron que así tendrían posibilidades de acostarse conmigo.

Decidí que tenía que ponerme guapa para la ocasión y me fui a mi peluquería, donde hacen tratamientos de casi todo. Me peinaron y me hicieron la manicura y la pedicura. La chica que me hizo los pies era rubia, más bien fuerte, de ojos claros y nariz recta, con los rasgos de la cara muy marcados. Llevaba una faldita vaquera corta que dejaba ver unas piernas fuertes con unos muslos macizos y largos. Era muy simpática y charlamos mientras me hacía las manos, pero cuando empezó a hacerme los pies lo primero que hizo fue sentarse en un banquito bajo. En un primer momento no le di importancia que se le vieran los muslos y algo más de la entrepierna. Pero es que ella me separaba los pies y a veces me hacía levantar el pie y la pierna y me fije en que miraba el fondo de mi falda. Así como con disimulo mientras me masajeaba los pies abría sus piernas y pude ver el bulto de sus braguitas que eran como de color carne y se le remetían por la raja, bastante grande por cierto. Yo estaba muy cortada en un primer momento pero después, con el masaje que me daba en los pies empecé a relajarme y no me importaba que al abrir las piernas se me vieran a mi también las bragas, además eran negras de encaje, muy bonitas. Cuando terminó con mis pies pasé al interior del salón de belleza porque ella me iba a depilar a la cera, las piernas y las ingles.

En el interior de la cabina me dijo que me desnudara y dejara sólo lo indispensable que ella volvía enseguida. Yo me dejé mis braguitas y el sujetador negro también y me quedé tumbada boca arriba en la camilla. Se estaba muy agradable porque olía bien, había música ambiente muy relajante, creo que era "Chambao" y hacía una temperatura estupenda. Entonces llegó ella con la máquina de la cera caliente y comenzó su trabajo. En esta situación hablaba menos, sólo me preguntaba si me dolía o estaba caliente. La verdad es que la cera estaba algo caliente y me dolía un poco, pero aguanté. Cuando terminó con mis piernas, me dijo: "¿Qué te parecen?". A mi me encantaron porque estaban limpias de vello, y con una gran sensación de suavidad a todo lo largo, pero lo cierto es que estaban un poco rojas por lo caliente de la cera. Se lo dije y me contesto que no importaba que ahora me daba un masaje con un bálsamo refrescante.

Y ahí comenzó lo malo, de arriba hasta abajo, pierna y muslo, me untó con un aceite que olía divino y comenzó un masaje que me relajaba y activaba a la vez. Relajaba la parte de debajo de la pierna y activó toda mi circulación alrededor de la parte alta del muslo y la entrepierna. Por si fuera poco esto, cada vez que llegaba al muslo me daba un pequeño toque en el centro de mi sexo y volvía a bajar. Cada uno de esos toques me empezaba a encender y humedecer del todo de hecho estaba un poco temblando y nerviosa que no podía decirle que parara ni nada sin que descubriera toda mi turbación. Así que aguanté de esa manera un rato más pero estoy segura que la quinta o la sexta vez que dio con su dedo en mis bragas lo notó húmedo. En esa situación estábamos cuando me dijo que me iba a hacer la cera en las ingles y que si quería "la brasileña" que quedaba muy bien. Yo pensé que la brasileña era un tipo de cera de frutas tropicales, más fresca que la que me había puesto hasta entonces y le dije que sí, que claro...

No era. Porque no cambió el set de la cera y sin embargo dijo que para hacérmela tenía que quitarme las bragas. Ya digo que yo no podía ni hablar y le obedecí sin saber muy bien qué era lo que me iba a hacer. Me dijo que me tumbara boca abajo y me pusiera como un perrito. Así que lo hice y me aplicó cera entre el ano y la vulva a todos los pelillos que tenía por ahí y tiró con mucha fuerza. Ayyyy, qué daño me hizo, grité un poco y le dije que parara, que la cera estaba caliente y que ahí me hacía daño. Pero me dijo que eso era sólo por ser la primera vez y que no tuviera miedo que allí ya había acabado, que me volviera. Lo hice y entonces abríó mis piernas y me aplicó la cera sobre los labios mayores y el monte de venus y arrancó todos los pelos que encontró al paso. "¡Ayyyy!, ¿qué haces?" Le dije, "Yo no te he pedido eso", y ella muy tranquila me contestó que la brasileña era eso que si era tan pardilla de no saberlo y se sonreía con malicia. Yo me avergoncé de no haberlo sabido y me callé porque ella mandaba mucho, así que la dejé hacer. Tiraba y ponía cera hasta que me dejó todo mi sexo pelado menos un hilito encima de mi rajita que la prolongaba, lo demás estaba rojo y ardiendo. La sensación de dolor bajó y sin embargo subía la de calor, ella me aplicó una gasa de alcohol que hizo que me picara un poco pero refrescó un momento, para acalorarse enseguida otra vez.

"Lo tienes muy rojo" me dijo, "Quizá fuera necesario también un poco de bálsamo". Me puse colorada de pensar que me iba a tocar ahí pero no me dio tiempo a nada cuando ya tenía sus manos aplicándome bálsamo en toda esa zona enrojecida. Ummmm y qué bien lo aplicaba, primero en mi culito, y la muy guarrra metía un poco el dedo y movía en redondo, después en mi monte y finalmente en los labios y ya para entonces yo tenía las tetas duras como piedras, con los pezones completamente tiesos por encima de la tela del sostén, así que dejé el corte a un lado y empecé a tocármelos. Supongo que mi coño debía estar soltando líquido como un loco, pero yo ya no controlaba ni me importaba controlar, aquel masaje de coño me estaba poniendo muy mala y sólo quería que se atreviera a tocar dentro de los labios mayores, metiera un dedo buscando mi clítoris y con la otra mano me diera un mete saca a mi vagina. Así que iba a pedírselo cuando la veo que me ha metido toda la lengua por dentro del sexo y lo está chupando como loca.

Nunca una chica me había hecho nada, de manera que no tenía ni idea de la delicadeza y la técnica tan buena que una mujer podía tener para comérmelo. ¡Joder¡...con dos lenguetadas más me puso el clítoris como una canica y cuando vió que estaba a punto de correrme me lo apretó con sus labios y me vino un orgasmo que las señoras de fuera de la peluquería debieron oírme, Ella no se cortó por eso, sino que se puso a mi lado me besó en la boca y me cogió una mano que se llevó a sus sexo. No tengo ni idea de en qué momento se quitó sus bragas pero ahí tenía yo un coño en condiciones. Era la primera vez que tocaba uno y me excitó muchísimo notar su humedad, así que lo toqué con todos los dedos de una mano y ella me dijo desde arriba. "Pruébalo, verás que es dulce". Y sí que lo era, así que seguí buscando más y chupando los dedos cada vez.

Me dijo entonces que me arrodillara que yo era su puta y que yo hiciera todo lo que ella me pidiera. Yo me arrodillé ante ella y ella se sentó en la camilla, abrió las piernas y me dijo que tomara con mis dientes la punta extrema de su pipa, sólo unos milímetro y ni uno más porque si no me retorcería los pezones, y me dio un pequeño golpecito con su mano en la cara. Yo lo hice con mucho cuidado, con mis incisivos tomé la puntita, solo una mínima parte y apreté muy poco. Entonces ella me pidió que apretara más los dientes y los moviera en un sentido y en otro, haciendo que la carnecita rotara entre los de arriba y los de abajo. Así lo hice. Y después de eso me dijo que tomara un poco más e hiciera lo mismo. A cada vez que tomaba un poco más de carne ella perdía más y más los estribos, se estiraba y echaba para atrás hasta que entre mis dientes notaba la dureza de su clítoris. Entonces ella ya no me podía dar más órdenes porque estaba como ida, los ojos en blanco y estática, con las piernas y pies convulsos. Para mí que estaba en pleno orgasmo, pero que era uno de esos continuos que duran mucho. Yo entonces mordisqueba toda sus pipa porque me encantaba y veía que ya daba igual lo que le hiciera se estaba corriendo y aunque no le hubiera tocado la cosa seguiría igual. Pero no dejó de sorprenderme. Mordía yo sus labios, su monte y su pipa a placer, dándome un atracón de su sexo y haciendo lo que me apetecía, cuando de su boca salió un sonido seco y hondo, como una tos gruesa o un ladrido y todo su cuerpo empezó a moverse como loco, abriendo las piernas de su vagina salió un chorrito de líquido que se estrelló contra mi boca ...me asusté porque no lo esperaba y nunca me había pasado a mí, pero enseguida lo chupé todo. Ella se estaba relajando y su respiración se hizo más normal hasta que inspiró hondo y se puso de pie.

Yo estaba mucho más excitada que antes, pero ella no me hizo caso cuando le pedí más. De su bolsillo sacó sus bragas y me dijo: "Vístase, allí fuera le cobrarán". Así que la obedecí mientras se iba.

Cuando salí a recepción ella estaba allí y no me miró ni un momento. Yo pagué muy excitada y contrariada, notaba que me estaba enfadando por su indiferencia, después de lo que me había hecho y yo le hice a ella. Así que ya me iba y cuando abría la puerta para irme, ella se acercó sin mirarme y me dio la última orden. "Ni se te ocurra tocarte, te quedas así de excitada, tengo tu dirección, espérame a las 11 y completamos el masaje"




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En Casa de mi Amiga Andrea

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Siempre quise comentar con alguien lo que me sucedió en la casa de mi amiga Andrea; como recordarán habíamos hecho un lindo trío junto a mi marido, pero mi fantasía oculta era estar con otro hombre.

Por razones laborales, como recordarán comenzamos a juntarnos con Andrea, tres veces por semana, algunas veces en su casa y en otras ocasiones en la mia.

En una de esas oportunidades, un día sábado de verano, me encontraba en la casa de Andrea muy acalorada y la misma me dijo que no me haga problema y que me tomase una buena ducha. Al rato, me termino de duchar y salgo desnuda de la pieza, como es mi costumbre, y ahí estaba Andrea, haciendo el aseo del dormitorio. En la ducha estaba con algunos pensamientos eróticos relacionados con una película que había visto en el cine, junto a mi marido en la noche, por lo que salí con mi vagina un poco húmeda, entre los calores del recuerdo y los propios del día; Andrea me había prestado unas diminutas bragas de color rosa viejo, realmente muy delicadas. Andrea me saludó y quedó con la vista clavada en mi entrepierna, yo observe su mirada como perdida en esa dirección, pero me hice la desentendida, por lo que di medía vuelta dejando que notase mi cola que lucía de ensueño para mi amante amiga, regresé al baño en busca de un top también rosa viejo, y volví al dormitorio con un morbo espectacular.

Al regresar al cuarto mi sorpresa fue mayor, cuando junto a Andrea, estaba su marido Fito, solo atiné a decir, hola Fito, como estás, disculpá la aparición, Andrea me dijo que habías salido y no regresabas hasta tarde. No te preocupes Alejandra, Andrea debería haberme avisado que estabas aquí. Mientras nos decíamos esto, me dí cuenta que tenía los pezones parados y erizados y que Fito comenzaba a mostrar una erección que iba en aumento y se marcaba exageradamente en sus short, mientras Andrea permanecía muda junto a su marido……...este logró decir que guapa estas con la ropa interior de Andrea!!!!.....
Andrea me miraba y se le dibujo nuevamente esa sonrisa pícara en su cara, me pareció adivinar sus intenciones ….(basta de trabajo, ahora vas a saber lo que es mi Fito) . Por favor alcánzame esos short que están sobre la silla, le pedí a Fito, este los tomó y me los pasó casi sin despegar la vista de mi entrepierna, mientras su bulto parecía la pirámide de mayo, pese a sus intentos de tratar de minimizarlo delante de su mujercita. Medio de lado y aun mostrando algún recato comencé a ponerme los short, y nuevamente me volví hacía Andrea, que siempre con su sonrisa seguía mirando el bulto que se formaba en el pantalón de su marido. Tomé mi camisa blanca semitransparente y pasé por al lado de Fito, rozando en forma imperceptible su pene, como sin querer, aumentando mi morbo, el solo hizo el ademán de hacerse a un lado para que yo pasara, pero no dijo nada.


Me fui a donde estaba su esposa y le dije en vos baja que iba a tener una buena tarea para bajar la hinchazón……no se si Fito logró oír algo, pero su cara estaba roja, seguramente por la situación que se vivía……. Yo me dirigí como no quiere la cosa a la habitación contigua. Andrea hizo como que continuaba arreglando el cuarto, mientras Fito permanecía como embobado…… Andrea continuaba vistiendo solamente con una camisa blanca transparente de Fito, con una diminuta tanga negra y sin corpiño, cuando se agachaba se podía contemplar su hermosa cola y parte de los labios de su vagina. En una de esas, se le aproximo Fito, como un perro en celo y sin importarle que yo estuviese a pocos metros la tomó por la cintura haciéndole sentir su pene, no la sorprendió ya que estimo que Andrea se encontraba tan caliente por la situación que había vivido hacía unos minutos antes, se dejó hacer……… Fito se lo metió en su vagina de un viaje, ella reclamó al principio pero luego se quedó gozando al sentir lo caliente que él estaba que la hizo tener un orgasmo casi de inmediato, mientras su marido le tiraba gran cantidad de semen que le corrió por las piernas cuando se lo sacó de una. Andrea sintió unos pequeños gemidos desde la pieza de al lado……y me preguntó que qué me pasaba, a lo que respondí que nada, que al ver accidentalmente por el espejo lo que había pasado, me había calentado…., diciendo ella en tono de broma que esto no era nada nuevo para mí, ya que vivía caliente. Fito parecía que se había evaporado de la habitación.

Salí al patio de la casa de Andrea a tomar un poco de aire y enfriarme , dándome vueltas en la cabeza las situaciones vividas y no podía sacarme la imagen de la cogida que Fito le había propinado a Andrea delante mio. En esos pensamientos estaba cuando sentí que llegaba Andrea mi lado y me dice, ¿no querés probar la tranca de Fito?..............., este está dispuesto a encamarse con las dos, pero no sabe nada de lo nuestro………. Al llegar al cuarto, Fito se estaba duchando, empezamos a meter las manos entre la cortina y comenzamos a tocar por todos lados el cuerpo de Fito, este tenía una verga más grande de lo que parecía y bastante gruesa, en una de esas, con la anuencia de Andrea, le tomé la verga y me la llevé a la boca tragándomelo entero, ávida de sexo, la chupaba con frenesí, era la segunda verga que tocaba en mi vida luego de la de mi marido, la camisa se empapó marcando mis abultados pechos, me calenté de tal manera que me saqué el short metiéndome a la ducha, donde continué chupándolo por un rato mas luego me di vueltas y le suplique que me lo meta por la vagina, mientras le pedía a Andrea que ingresase a la bañera , esta ya estaba completamente desnuda y con un poco de jabón le metí un dedo luego dos, tres y hasta cuatro dedos en el ano, logrando un nuevo orgasmo con grititos, suspiros, quejidos que me llevaron a una acabada brutal. Nos salimos de la ducha abrazándonos y besándonos, entre los tres aún calientes, por lo que pensaba cada uno.


Andrea tomó un pote de vaselina , y le dijo a Fito….Alejandra te va a dar lo que yo no te puedo dar….el culito y comenzó a jugar con sus dedos sobre mi ano, ….mira como se lo abro dijo Andrea…..Fito estaba como loco…..parece que nunca lo había hecho por el culo……..Andrea le dijo, mientras se la mamaba para lubricárselo ahora se buenito y andá despacio y le puso la lanza sobre mi ano…..comenzó lentamente……yo gemía y bufaba, realmente la poronga era gruesa, si bien no tan larga como la de mi marido…..cuando vio que me tenía bien ensartada comenzó a cabalgar como un poseído mientras decía que buen orto tenés y te lo estoy rompiendo….mira Andrea a ver si aprendes……me echó chorros de leche dentro de mis intestinos y quedamos los tres en silencio.

A todo esto eran las dos de la tarde, así que rápidamente me vestí, nuevamente con mi ropa….y Andrea me acompaño hasta la puerta y me regaló una sonrisa exquisita, como que lo sucedido le había gustado mucho, y me dijo, a Fito no le doy el culo ni en pedo….este es para mi machito, mientras me guiñaba un ojo.

Al llegar a casa me esperaba mi marido y cuando me preguntó que tal me había ido simplemente le dije que estaba agotada de tanto trabajo, si supiera que había satisfecho la fantasía de Andrea y mía y me habían partido bien su culito querido…..ah!!!, para recompensarlo le dije: “Andrea está esperando que su machito le haga el culito”.
 

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El Ultimo Relato de Charles Champ D Hiers

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La protagonista: una mujer joven, de treinta y cinco años. Delgada, de pelo castaño claro y ojos verdes. Muy guapa, de esas que te hacen girarte en la calle para verlas pasar, aunque completamente opuesta a las conejitas de cierta revista. Su piel, tersa y blanca; sus labios, rojos y jugosos. Su nariz, respingona y pequeña. Es alta, un metro setenta y cinco. Su cuerpo esta bien torneado, tiene unos pechos no muy grandes, más bien pequeños, y sus pezones son igualmente pequeños. Tiene el abdomen ligeramente pronunciado y un ombligo diminuto y juguetón. Sus piernas son la parte de su cuerpo de la que se siente más orgullosa, son largas, delgadas y muy suaves. Sus manos, delicadas y expresivas, también son bonitas y están muy bien cuidadas. Su culo es redondo y atractivo.

Es una mujer inteligente, se sabe bonita y le gusta lucirse. Lleva vestidos de faldas con mucho vuelo que le permiten lucir sus piernas. Es muy femenina. Vive con su novio desde hace años, le ama y le ha sido siempre fiel. Trabaja como profesora en un instituto desde hace cuatro años, y aunque a veces le cuesta soportar a sus adolescentes alumnos, le encanta su trabajo y disfruta al máximo de cada día. Tiene vocación. Sabe que más de uno de sus compañeros profesores y muchos de sus alumnos la miran con ojos de lobo hambriento, pero ella es de las que saben marcar las distancias. Jamás ningún chico se ha tratado de propasar, y aunque lo intentase, ella está segura de que no se lo permitiría.


Pongamos que el relato podría empezar a la salida del instituto. Ella se ha quedado hasta tarde, las ocho o las nueve, para preparar las preguntas del examen del día siguiente. Podría haberlo preparado en casa pero ha preferido quedarse, ya que en el instituto le es mucho más fácil concentrarse. Aún así se le ha ido el santo al cielo y no se ha dado cuenta de lo tarde que se le había hecho. Es invierno, el mes de febrero y cuando sale a la calle ya es completamente de noche.

Podría vivir en una ciudad de tamaño medio del norte de España, por ejemplo Irún. A esas horas y por esas fechas las calles están casi desiertas aunque bien iluminadas, por lo que, desde luego, ella no tiene ningún miedo, además, ha hecho ese camino muchas veces y nunca le ha pasado nada. Y por otra parte, solo vive a escasos veinte minutos del instituto. Sale a la calle confiada y comienza a andar.


Problema: si esta en febrero y es ya tarde hará frío, por lo que no puede llevar un vestido de falda con mucho vuelo porque se helaría. Bueno, diremos que la historia transcurre un día que hay "egoaize", viento sur. Además, aunque no sea una "chicarrona", ella sí es del norte y está acostumbrada a temperaturas más bajas de lo normal. De todas maneras, podemos empezar hablando de la ola de viento sur y de cómo todos en el instituto habían pasado el día un tanto alterados por el repentino cambio de temperatura, incluso de cómo ella se había notado un poco extraña toda la jornada. Problema uno resuelto, recordar esta nota al comenzar el relato.


A los pocos metros del instituto, junto al seto que separa la calle del parque municipal (habrá que describir el seto, digamos que es de dos metros y lo suficientemente tupido como para no ver con claridad lo que ocurre al otro lado y con la puerta del parque municipal, abierta toda la noche, situada a escasos diez metros), oye unas risas y unas voces que le son familiares. Al menos dos o tres de ellas. Está casi segura de que se trata de la voz de alguno de sus alumnos. Un primer impulso le hace dirigirse hacia la verja. Esta oscuro, pero no tiene miedo. Al día siguiente hay examen y el deber de sus pupilos es el de estar estudiando a esas horas.


¿Qué hago?. Se acerca al grupo y son efectivamente sus alumnos o ponemos que son unos chicos desconocidos… A ambas posibilidades se les puede sacar mucho juego. Digamos que sí, que son alumnos suyos. Al menos dos de ellos, el resto, otros dos, solo la conocen por lo que sus amigos le han contado de ella y de su belleza.


Sigamos. Antes de aparecer frente a ellos se detiene un momento para asegurase de que realmente son las voces de sus alumnos. Sí, efectivamente, son Aitor e Ignacio, dos de los alumnos más conflictivos del instituto, aunque con ella se llevan muy bien. Hay confianza. Decide dar la vuelta a la verja y regañarles por estar allí a esas horas.

Avanza sigilosa los diez metros que le separan de la puerta del parque, entra y se dirige con paso firme hacia el grupo, formado por cuatro chicos sentados en dos bancos, tres en uno y el cuarto, el que habla más alto y parece llevar la voz cantante entre ellos, en el otro. Uno de ellos le silba al reparar en ella. ¡Guapa!. Se sonríe: no la han reconocido, piensa, menudo susto se va a llevar cuando se coloque frente a ellos.

Un olor particularmente conocido alerta sus sentidos a dos pasos escasos del grupo. Están fumando marihuana. Vaya, eso complica las cosas, ya no se trata de unos alumnos díscolos que están de fiesta en lugar de estudiando, sino de unos alumnos tomando drogas, por muy blandas que sean estas y por mucho que las hubiera consumido ella diez años atrás. Ya es tarde, sus dos alumnos la han reconocido, uno de ellos tira al suelo el porro. No hay marcha atrás.

Bueno, aquí toca ponerse serios. Ella sabe que llegados a ese punto, diga lo diga será meter la pata. A gusto saldría corriendo en dirección contraria y lo olvidaría todo, pero no es posible. Y no solo eso, es que en lo más profundo de su ser tampoco quiere huir. Es de esos raros profesores que además de maestros son y se sienten educadores (nota: este apunte en el relato final debe aparecer así, tal cual, en genero neutro, que se jodan los idiotas del "nosotros y nosotras, tontos y tontas"). A ella la marihuana no le había hecho ningún mal, pero sí a amigos suyos, su deber moral era impedir que sus alumnos cayesen en la droga y eso pensaba hacer. Tratemos de escribir el texto como irá en el original o con muy pocas variaciones:


Con aire enfadado se colocó entre los dos bancos con los brazos en jarras y taladrando con la mirada las asustadas caras de Aitor e Ignacio.

Os parecerá bonito –Desde luego no era la mejor manera de empezar, se sentía estúpida.

Me perece precioso.

La voz había venido de atrás, del chico del otro banco. Se giró furiosa y se quedó contemplando al muchacho que había hablado. Sus ojos tardaron unos instantes en enfocar la visión de aquel cuerpo mal iluminado, pero cuando lo hicieron enviaron una indescriptible señal de alarma a su cerebro. Tenía ante sí al adolescente más guapo que jamás había visto. Alto, moreno, con la cara de un ángel y la mirada de un diablo. Parecía sacado de una de esas revistas de chicas que leía allá por los ochenta.

Su culo, digo. Me parece precioso.

Aquella frase a bocajarro, aquel desparpajo insultante y sobretodo, lo que más le molestaba, aquella manera de cosificarla, de presentarla como un pedazo de carne le debían haber terminado de enfadar, sin embargo no era así. Al menos no fue así durante unos largos segundos. Segundos en los que no pudo evitar desnudar con su mirada a aquel insolente. Jamás le había pasado algo así y era consciente de ello, tal vez todo fuera culpa del viento sur, pero estaba claro que el resto se habían dado cuenta del efecto que su amigo había provocado en ella. O al menos así lo creyó ella.

No le quedaba otra que girarse de nuevo y volver a sus alumnos, y cuanto antes mejor. De nuevo las dos caras asustadas aparecieron frente a ella, aunque ahora se las notaba mucho más relajadas, no digamos la del tercero, la de aquel al que ella no daba clases. Estaba claro que la ocurrencia de su amigote les había dado algo de moral.

Iba a abrir de nuevo la boca cuando justo delante de su cara apareció una mano con un porro entre los dedos. Una voz tremendamente sedosa comenzó a inundar su oído.

Ande, "seño", no me diga que nunca ha probado uno. ¿No quiere?. ¿No se atreve?.

Aquella voz, aquella mano acercándose desde atrás suyo contra su boca hasta situar el porro entre sus labios, aquel calor… de pronto se vio dando una larga calada, llenando su boca con el cálido humo de aquel cigarro. Una parte de su cerebro se quería revelar contra aquella locura. ¿Qué estaba haciendo?. ¿Se había vuelto loca?.

"Buena chica". La voz del muchacho llegó de nuevo dulcemente hacia su oído, aunque ahora a mucha menos distancia de su oreja. Acto seguido, y para sorpresa de todos, el chico comenzó a lamer suavemente el cuello de la mujer.

Jamás en la vida se había sentido tan perdida. La lengua de aquel chico surcando su cuello le trasmitió una enorme sensación de placer, haciéndola desistir de cualquier tipo de resistencia. Tan solo podía continuar fumando, mientras los besos y los mordiscos del chico se volvían cada vez más cálidos y atrevidos.

Sus otros tres amigos tardaron varios segundos en reaccionar. A ninguno le parecía posible que su compañero estuviera besando el cuello de aquella mujer, que, maestra o no, además estaba tremenda. Tan solo cuando vieron como su camarada se cobraba cada vez más confianza dando la orden a su mano libre de acariciar el pecho de su víctima empezaron a darse cuenta de lo que estaba pasando.

Ellos, porque ella aún seguía en una nube. Ni siquiera las primeras caricias del chico sobre su pecho, aún cubierto por el vestido y el sujetador le hicieron volver a la realidad. Aquella lengua en su cuello le había vuelto completamente loca de placer y excitación, hasta el punto de olvidarse de quién era ella y qué hacía allí.

La nula resistencia de aquella hermosa mujer había sorprendido al chico. Aún no se explicaba como se podía haber atrevido a lamerle el cuello. Lo de ponerle el porro frente a la boca lo había hecho a sabiendas de que a sus amigos les haría gracia, pero cuando le había visto acercando su boca contra su mano no había podido contenerse. Tal vez hubiera sido el calor. Fuese lo que fuese ahora ya nada podía pararle. Loco de excitación y tras haber manoseado a sus anchas el pecho de la profesora hasta que los pezones se habían puesto duros como rocas, marcándose nítidamente a través del vestido, bajó su mano hasta la cintura y comenzó a izar la falda hasta dejar a la vista de sus amigos un bonito tanga negro y un par de piernas impresionantemente bellas.

Estaba ya todo perdido y ella lo sabía, sin embargo ni entonces, cuando notó como la mano de aquel muchacho comenzaba a acariciar sus braguitas supo hacer frente a la situación y rebelarse. Estaba ya todo perdido. Y perdida fue como recibió las primeras señales de placer provenientes de su húmeda entrepierna. Jamás en su vida había estado tan excitada como lo estaba en aquel momento, manoseada por un extraño casi veinte años más joven que ella, y sucediendo todo ante los ojos de otros tres adolescentes. 

Tal vez en aquel momento un simple movimiento brusco de la mujer, una palabra, algo, le hubieran hecho desistir en su acoso y levantar el cerco, tal vez. Sin embargo, en cuanto las yemas de sus dedos entraron en contacto con la húmeda tela de aquellas braguitas ya todo estaba decidido. Sus dedos esquivaron la prenda para penetrar directos hacia el clítoris de la profesora, comenzando a masajearlo lo menos bruscamente que le era posible.

A ella aquellas caricias la hicieron flaquear las piernas. Estaba ya todo perdido, pero al menos podía disfrutar al máximo. Se zafó de la mano que le sostenía aún el porro, y con un ligero empujón obligó al chico a sentarse en el bando vacío. A continuación, ella se sentó sobre él, abriendo impúdica sus piernas ante los asombrados ojos de sus tres amigos a fin de facilitar más aún los movimientos de las manos de aquel chico.

A todos los del otro banco les daba vueltas la cabeza. No podían creer aún que aquello fuera real. Aitor, el más decidido de los tres fue quien primero se hizo cargo de la situación. Aún con más miedo que otra cosa se levantó, dio tres pasos, y situó la bragueta de su pantalón frente a la boca de su maestra.

Tal vez no se hubiera atrevido, pero una mirada, un gesto, la cara de zorra que se le había puesto a aquella mujer le hicieron decidirse. Casi de un tirón se bajó los pantalones y los calzoncillos, y tras desenvainar un falo más duro imposible, penetró la boca de su profesora con toda su furia.

Para ella aquello ya fue demasiado. Si había una línea que separaba la locura transitoria de la ninfomanía más absoluta acababa de pasarla. El tacto y el sabor de aquella polla, los masajes de aquellas manos en su interior, la situación en sí le llevaron a un primer orgasmo que no pasó desapercibido para ninguno de los otros. De hecho, los suspiros de placer de la mujer aceleraron la intensidad de los envites de su alumno, que no tardó en estrellar unos enormes chorros de esperma contra su garganta.

Tragó cuanto pudo, dejando caer el resto por las comisuras de sus labios. Estaba rendida, pero aquello no había hecho sino comenzar. Frente a ella otro de los chicos estaba ya con la polla dispuesta a ser engullida. Ella tan solo se limitó a abrir la boca y lanzar una mirada de consentimiento. Al instante otro par de manos se fueron a erizar contra su melena mientras otra dura verga penetraba a través de sus doloridos labios.

Mientras el otro chico seguía con sus masajes y su amigo le penetraba la boca, los otros dos chicos no querían quedarse al margen de aquella fiesta, así que tanto el que ya se había corrido una vez como el otro comenzaron a destrozarle el vestido a tirones dejándola completamente desnuda.

Ni siquiera la humillación de verse desnuda de una manera tan salvaje le sirvió para recuperar la cordura. Más bien todo lo contrario. En cuanto notó la cálida brisa de la noche acariciando su piel, las lenguas de todos aquellos chicos comenzaron a humedecer cada poro de su cuerpo. Un nuevo orgasmo recibió a aquellas lenguas.

No tardó mucho tampoco el segundo chico en correrse en su boca. Esta vez ya ni se molesto en tragar. Tan solo dejó que el esperma siguiera su cauce a través de su lengua. Al momento, uno más estaba ya en posición para ser engullido. De nuevo otra dura polla penetró su boca.

Las lenguas seguían campando por todo su cuerpo, lamiendo, besando. Excitada notaba como le acariciaban los muslos, como le mordían los pezones hasta hacerle sentir contra ellos hasta sus respiraciones, como le lamían sus piernas. Otro orgasmo llegó desde las profundidades de su ser. Esta vez, sin embargo, no vino acompañado de otra verga corriéndose en su boca.

En su lugar, el chico que le estaba penetrando decidió cambiar de tercio, así que, agarrándola de los sobacos, la sentó abierta de piernas sobre el respaldo del banco, mientras su amigo, el que había permanecido abajo, se retiraba divertido. Desnuda, abierta en canal, no tardó en comprender que le esperaba ahora. La primera polla penetró a través de su coño con toda facilidad. Ya no podía estar más lubricada.

Sus gemidos ahora se hicieron más agudos y continuos mientras los otros tres chicos jaleaban a su amigo con toda clase de gritos ofensivos que solo servían para ponerle a ella más cachonda. Duro con esa zorra. Métesela toda. Dale lo que es bueno.

Tampoco estuvieron mucho tiempo animando a su colega, enseguida se corrió éste y enseguida llegó otro para cubrir su lugar mientras los otros le seguían secando a ella el sudor a besos.

Casi perdió el sentido de puro placer. Desde luego sí perdió la cuenta de los orgasmos que estaba teniendo. Sin embargo, y para sorpresa suya, aún pudo experimentar un último y salvaje ramalazo de placer cuando vio frente a sus piernas abiertas la figura del precioso chico que había empezado todo.

Felina, lanzó sus manos contra su culo desnudo y atrajo contra sí su cuerpo caliente. La polla entró una vez más con toda facilidad. Esta vez fue ella quien movió al otro como si fuera un juguete, jadeando contra su pecho, empujándolo cada vez con más fuerza contra dentro de ella misma.

Un último orgasmo les llegó a la vez a los dos. Para entonces los otros chicos estaban ya rendidos a los pies del banco, con los pantalones en sus rodillas, agotados, incapaces de vestirse. Un torrente de jadeos y suspiros jalonó esta última corrida. Después el chico dejó caer su cabeza contra el hombro de la mujer quedando los dos abrazados en calma total. FOTOS

El Pedazo de Culito de Valeria

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Terminada mi carrera como Profesor, en 1990, me aboqué a llevar adelante hasta cuatro metas:
1.- Estudiar mi maestría.
2.- Formar una empresa educativa, que me permitiera llevar adelante los
planes de investigación científica educacional que tenía previstos.
3.- Hacer locución radial en un programa de música romántica.
4.- Casarme con Patricia.
Los primeros tres los cumplí tal lo previsto y el cuarto no por las razones descritas en mi anterior relato (ver La Irresistible Patricia).

Mi trabajo en radio me sirvió como punto de partida para un nuevo episodio amatorio, el mismo que relato en estas líneas.

Fue el lunes 07 de enero de 1991 que lancé al aire mi primer programa radial al que llamé ECUALIZANDO y fue a través de la frecuencia 1550AM. Debo decir que no fue fácil, pues, había estado como volante (cubría a cualquier locutor titular que faltase a su programa) desde el año 88’: pero, finalmente lo logré. Con ECUALIZANDO estuve cerca de un año hasta que firmé contrato con otra Radio Emisora y me mudé a la llamada Frecuencia Fina en los 94.1FM en donde lancé un espacio diario de dos horas con música romántica al que llame OF HERAT TO HERAT que en nuestro idioma sería DE CORAZON A CORAZON.

Con este programa estuve casi cinco años y durante ese tiempo coseché muchos éxitos, anécdotas y amistades; pero, sin lugar a dudas de aquellos años el recuerdo más sobresaliente y excitante es la experiencia que viví junto a Valeria o Valery, como solía llamarla.

Todo comenzó el viernes 14 de febrero de 1992 en que durante la emisión de un Programa Especial por el Día de San Valentín o Día de los Enamorados recibí la llamada de una oyente que entre lágrimas me confió que la había conmovido “Los Cinco Pasos para Ser Feliz” que acababa de leer minutos antes en el programa, pues, ella atravesaba el peor momento de su vida ya que estaba afectada de una extraña afección bronquial que la tenía en cama varios semanas razón por la cual había perdido su empleo y para colmo de males esa tarde había terminado con su novio para siempre, pues, a quien consideraba su mejor amiga estaba esperando un hijo de él.

No recuerdo exactamente que le dije para calmarla: pero, lo que si recuerdo es que terminada la emisión de esa noche fui hasta su casa para saludarla, conocerla y saber como se encontraba. Ella se mostró encantada en conocerme y a mí me resultó muy simpática.

Esa noche supe que se llamaba Valeria, que era secretaria y que tenía casi 28 años (cuatro años mayor que yo), aunque no los aparentaba.

Me invitó al día siguiente a cenar en su casa y para tal ocasión se esforzó por preparar un delicioso pastel y por levantarse de la cama; entonces, comprendí que su problema era emotivo y que lo que realmente necesitaba era sentirse querida y encontrar un motivo para seguir adelante.

Nos hicimos grandes amigos desde aquella noche y la pasábamos bien contándonos lo que nos había pasado desde antes de conocernos. A veces nos veíamos en su casa o me acompañaba a la radio y jugueteaba conmigo a que le recitara los poemas que solía declamar a mis oyentes; inclusive a veces pasábamos horas tras horas caminando por la ciudad bromeando y riendo mientras ella iba colgada de mi brazo. Todo esto provocó que muchas personas creyesen que Valeria y yo nos casaríamos; sin embargo, ni siquiera llegamos a ser novios; pero, a ella le encantaba alimentar esos comentarios y yo como buen caballero jamás los desmentí.

En cierta ocasión, Valeria, me confió que fue enamorada de Pedro –el que embarazó a su amiga- por casi ocho años y que lo había querido mucho porque con Pedro lo hizo por primera vez...
- Y... ¿viste fuegos artificiales? Como dicen –la interrogué-
- Nada que ver; pero, si me hizo ver estrellitas de dolor porque era un bruto.
- ¿Qué desperdicio? Hay que saber hacerle el amor a una chica virgen no se
trata de un sacrificio brutal... También tu por apurada me hubieses esperado
a mí.
- También lo he pensado, ese “regalito” debió ser para ti; pero, tu no te
hubieses animado.....
- ¿Por qué lo dices?
- Porque así me vieses desnudita no harías nada.
- No estés tan segura.
- Entonces, para cuando te animes recuerda que tengo otro “regalito” muy;
pero, muy especial..... para ti.

Este episodio quedó en mi recuerdo como una clara invitación a lo prohibido y aunque creí entender a que se refinería debieron pasar varios meses antes de que pudieses confirmarse mis sospechas.

En mayo del 93’ se me diagnosticó Glaucoma Crónica que es una enfermedad a los ojos que reduce irremediable e irreversiblemente la capacidad visual de modo paulatino; pero, progresivo. Eso significó un duro golpe en mi vida; sin embargo, acabe por aceptarlo y por superarlo rodeándome de personas que me ayudasen. Así que aunque caí en el ostracismo a los pocos meses me reanimé y seguí adelante con mi empresa educativa que recién cumplía un año de creación y con todos mis proyectos y metas, claro que a partir de entonces sabía que debía depender de los demás.

Fue así que llegó la oportunidad de presentar uno de mis proyectos científico-educativos en el III Encuentro Internacional de Investigadores Educacionales de Sud América, que se realizaría en la Universidad Nacional de Trujillo en La Libertad, uno de los departamentos más bellos del Perú en donde se encuentra el famoso Ciudadela de Chan-Chan, considerada la Ciudadela de Barro mas Grande de la América Pre Colombina.

El principal obstáculo que debí resolver era el movilizarme allá, pues, mi dolencia ocular me impedía cruzar calles, leer avisos, señales y cualquier documento con letra muy pequeña. Entonces se me ocurrió proponerle a Valeria hacer el viaje juntos ya que el final de cuentas era mi secretaria personal desde hacía un mes.

Ella estuvo complacida a pesar de que le advertí que el viaje podría resultarle aburrido; no sólo por lo extremadamente académico del certamen sino por el clima frío del lugar y porque debía ayudarme a ahorrar, pues, por esos días había adquirido mobiliario para el Centro Educativo.

Finalmente el sábado 31 de julio de 1993, llegamos a nuestro destino y Valeria insistió en que alquilásemos una recámara doble para economizar; así que nos hospedamos en la habitación 205 del Hotel de Turistas, uno de los mejores del lugar.

Desde que planificamos el viaje advertí en Valeria cierto morbo en cuanto al hospedaje y al estar allí supe que no estaba equivocado. Hubiese querido acelerar las cosas; pero, mi habitual y bien recompensada paciencia con las mujeres me hizo desistir y esperar. Además, esta vez estaba involucrado con una mujer mayor que yo y era la primera vez que no estaba con una novata y era mejor no correr riesgos.
- ¿Recuerdas que hace meses te ofrecí un “regalito”? _me preguntó con sus
brazos alrededor de mi cuello y sus labios cerca de los míos.
- Si, lo recuerdo.
- Pues,... quizás,... si te portas bien,... a lo mejor,... hoy te lo doy.

Antes de seguir debo aclarar que Valeria y yo jamás llegamos a ser novios aunque las circunstancias en algún momento así lo sugiriesen. Yo sabía; sin embargo, que aquel día algo ocurriría y mi morbo masculino me hacía suponer que el “regalito” en referencia representaría para mí mi primera experiencia de sexo anal un terreno en el cual era un neófito en cuanto a la práctica aunque en teoría me defendía bastante bien.

Valeria, para su conocimiento, era entonces una mujercita menudita (bajita y sumamente delgada), morenita, de cabellos cortos y lacios, con facciones finas sin llegar a ser guapa. Su busto era pequeño; pero, erguido que debido a su contextura delgada lucía bastante bien en su frágil cuerpecito. Demás esta decir que su cintura era bastante estrecha y que su trasero y piernas era toda una beldad. Tenía una colita bárbara, realmente apetitosa. Sí, una colita preciosa; durita, carnosita y bien paradita como dirían mis amigos “Una cola para campeonato”. Sus piernitas estaban bien formaditas, delgaditas; pero, armoniosas. Esa noche sería mía así que debía comportarme a la altura de las circunstancias mi orgullo no podía ser menoscabado ni mi virilidad puesta en duda ante quien, el sexo, no era un tema desconocido.

Por la mañana estuvimos visitando la majestuosa Ciudad de Chan-Chán y la misteriosa Huaca Del Sol y de La Luna. Durante ese tiempo ella permaneció enfundada en una falda larga de color azul, una blusita de seda celeste y un suéter que lucía bien con el atuendo; sin embargo al medio día cuando llegamos a la solitaria playa del Puerto de Salaverry me dejó sin palabras cuando la vi; mientras la cubría con una toalla, como se desprendía de cada una de sus prendas hasta quedarse con una diminuta tanguita roja que cubría apenas la tercera parte de cada uno de sus senitos y abajo un pequeño triangulito tapaba ligeramente su pubis; mientras que, por detrás un sugerente cordoncillo se perdía entre sus dos turgentes nalgas levantándolas aún más de lo normal ante mi atónita vista:
-¿Te gusta?
- Estás.....preciosa
- ¿Sólo eso?
- No, encanto, creo adivinar cual será mi...”regalito.
- Y te gusta el “regalito”-dijo coquetamente mostrándome su potito
- Me está alocando.
- Entonces, haz meritos, querido.
- Dime cuáles y los haré sin chistar.
- Adivínalos.

En el almuerzo comimos un afrodisíaco cebiche de mariscos y por la tarde recorrimos las construcciones coloniales de la ciudad como; por ejemplo, La Casa Bracamonte, la Casa Orbegoso, las iglesias del siglo XVIII y lo que el tiempo nos permitió.

Llegada la noche fuimos con Valeria a cenar y luego a bailar a una privada discoteca con ambientes casi privados y que nos predisponían a las manifestaciones de amor. Esa noche, Valeria, se había esforzado por estar más atractiva que nunca y lucía una diminuta faldita roja con una blusita de seda blanca que resaltaba la esbeltez de su figura.

Desde que llegamos al lugar la note más caliente que de costumbre y lo confirme cuando sentados a la mesa (en una especie de sofá), comenzó a juguetear con mi ensortijado cabello y luego a recorrer con uno de sus dedos mi brazo izquierdo mientras dejaba a su cabeza reposar sobre mi pecho. La invitación era clara así que no dejé pasar el momento y recorrí su espalda con suaves caricias de mi mano; entonces, .....
- Me pica... mi espalda ¿Por qué no me la rascas bajo la blusa?
- Sí, claro –y al hacerlo descubrí que bajo la blusa no llevaba sujetador-
- ¿Sorprendido? -me interrogó mientras esbozaba una pícara sonrisa en sus
labios al ver mi expresión- Sorpréndete más...bajo la falda sólo está mi.....piel
y mi.....jajaja- luego me aclararía que sólo bromeaba; pero, que le encantaba
verme en aprietos.

Fue entonces, que empezó a escucharse “Somos Dos” de Gianmarco (según Valeria, nuestra canción), y salimos a bailar. Ella me rodeó con sus brazos y yo la aferré por su cintura y mientras el cantante peruano entonaba diciendo “...Somos dos, yo el mar y tu la Luna, compartiendo amor en la penumbra...”; empecé a dar a ambos lados de su cuello besos rápidos e intermitentes que surtieron un insospechado efecto, pues, su excitación le impidió reprimir algún gemido y un suspiro delator. Supe que mis caricias iban por buen camino así que de regreso al sofá de nuestra mesa me esforcé por aumentar su placer y continué acariciando sus labios con los míos y con mis manos recorrí su cuerpo sin tocar su piel posándome sobre sus senos y luego sobre los muslos de sus piernas hasta que recibí por respuesta el que cogiera con sus manitas mi duro bulto que ya luchaba por abandonar el encierro obligado de mis pantalones.

Los niveles de nuestra excitación parecían no poder detener su ascenso hasta que los primeros compases de la canción de Debbie Gibson, “Podríamos Estar Juntos” nos arrancaron del sofá para llevarnos a la pista de baile en un inútil intento por escapar del deseo y de la excitación, pues, antes que terminara el tema estábamos abordando el automóvil que nos llevaría a nuestro hotel.

Ni bien cruzamos el umbral de la recámara empezamos a desnudarnos a toda prisa como si tuviésemos hambre de piel, como si del contacto de nuestros cuerpos dependiese nuestra existencia nos abrazamos y acariciamos y es que la excitación y la atracción de aquel momento era más fuerte que nuestra voluntad. Por primera vez sentí el deseo de copular a aquella hembra desnuda que lo único que podía ofrecerme aquella noche era sexo, placer y satisfacción carnal.

Me acerqué a ella y al estrecharla olí el perfume de su cuerpo y mi deseo aumento junto con mi erección y supe que ella estaba tan hambrienta de sexo como yo; sin embargo, no podía olvidar mi caballerosidad y me arriesgué a preguntar:
- ¿Este es mi regalo?
- Ah, ah, no, este no es.
- ¿y, entonces?, ¿A caso, aún no me lo he ganado?
- Claro que sí, tontito.....sígueme.

En el cuarto de baño de la habitación teníamos una gran tina y sobre ella había una regadera que dejamos abierta sin colocarle el tapón al resumidero de modo tal que el agua tibia resbalaba por nuestros cuerpos desnudos mientras nos besábamos y acariciamos aumentando a cada instante nuestra excitación. Debieron pasar algunos minutos antes de me inquiriese así:
- ¿Quieres saber cuál es el “regalito” que te ofrezco?
- Me muero de ganas por saberlo.
- Este –y llevando mis manos sujetas por las suyas hasta ese momento, las
colocó sobre sus dos carnosos y erguidos glúteos.
- ¿Este lindo potito es mi regalo?
- No es sólo mi potito; sino “el pito de mi potito”.
- Quieres decir que ¿nunca te lo han hecho por aquí? –dije esto último
mientras que con mis manos separaba ligeramente sus nalguitas e intentaba
hurgar con mi dedo entre ellas.
- ¡Oye.....atrevido –dijo fingiendo enojo mientras golpeaba despacito mi
mejilla con su mano- No seas ansioso primero es el plato de entrada, luego
el principal y al final te comerás el postre.

Terminado esto descendió con sus manos sobre mi dorso hasta llegar a mi herramienta; para entonces, dura y caliente como un fierro al rojo vivo y sin importarle sus dimensiones abrió sus labios y vi desaparecer como por arte de magia toda mi masa de carne en su boca con lo que inició una sesión de sexo oral jamás vivida. Sentía su lengüita juguetear en el espacio que queda entre el prepucio y mi pene llevándome a un placer supremo, sacaba todo mi aparato y presionaba con sus labios su cabecita (glande) y con sus manita acariciaba cada uno de mis huevos. Este placer aumentó cuando alternadamente fue llevándose a mis testículos dentro de su boca y a darles masajes con su lengua. Finalmente succionó a toda prisa mi pene con sus labios hasta hacerme descargar en su boca toda la caliente leche fruto de tanta excitación y ante mi asombro tragó cada chorro y gota que salió de mi cuerpo.

El turno era ahora mío y sin perder el tiempo la acosté bajo la ducha y empecé a besarla desde los dedos de sus pies mientras se los masajeaba con suavidad y firmeza. De este modo inicié un lento; pero, progresivo ascenso a lo largo de sus piernas mientras les prodigaba masajes, caricias, besos y pequeños mordiscos que la hacían retorcerse de placer mientras el agua resbalaba por su cuerpo. Al llegar a la segunda mitad de sus muslo me sujetó de los cabellos y me obligó a ascender mas de prisa hasta que me encontré frente a su jugoso y rosado conejito que latiendo le pedía a mi lengua y a mis labios darle placer. Así inicié mi atrevida invasión a su cavidad vaginal explorando cada milímetro de aquellos húmedos labios que mas tarde cobijarían a mi ardiente aparato ya erecto para entonces. Terminada mi exploración, ubique su botoncito del placer y entre mis labios lo succioné mientras le oía repetir incoherencias que reflejaban su febril delirio fruto del placer.

E medio sus “si...,no...,basta ya...,sigue...,ahora...,ya...,oh Dios...”; entendí que era el momento de enterrar mi verga en esa palpitante cavidad femenina y al hacerlo violentamente un “Ayyy.......” seguido de un profundo suspiro y repetidos gemidos me dieron la respuesta de que mis embestidas estaban provocando el efecto deseado.

El haber eyaculado minutos antes me daba mas resistencia así que pude brindarle mas placer sin el riesgo de venirme. Por ello, me mantuve dentro de ella hasta llevarla al orgasmo y sólo después de ello la induje a penetrarla estando ella en cuatro, de costado los dos frente a frente y con sus pies sobre mis hombros; y, en ese corto recorrido en torno a poses logré provocarle más orgasmos; sin embargo, aún me esperaba el postre y había que guardar fuerzas para tan placentera labor.

A esas alturas volvimos a abrir la ducha –que habíamos cortado después de su primer orgasmo- para refrescarnos y ella sugirió comenzar a trabajarle su culito. Parecía muy dispuesta; sin embargo,
- Primero méteme harto jaboncito y luego dedéame; pero, con cuidadito, mi
amorcito, que no me duela porfi,¿Sí?
- No te preocupes ni lo sentirás.....cuando salga porque lo tendrás adormecido.
- Payaso.
- jajaja, no te preocupes.

Tal como me dijo fui dedeándola con la ayuda de agua jabonosa y aunque al comienzo protestó por el dolorcito y un poquito de ardencia pronto se acostumbró a mi dedo índice dentro de su culito y me dejo avanzar con el dedo mayor, claro que tomándonos el tiempo suficiente. Luego lo haríamos con los dos dedos juntos y finalmente incorporamos a su bello traserito tres dedos incluyendo el anular. El proceso –teniendo en cuenta los descansos para acostumbrarla a ella y a su potito- debe habernos tomado mas de media hora y recién entonces le puse la cabeza de mi erecto órgano en la entrada de su agujero posterior previa lubricación de mi aparato con una buena mamada.

En un comienzo se quejó y fui paciente al írselo metiendo de a poquito hasta que se lo encajé hasta los huevos y a partir de allí inicié un mete y saca que se primero fue muy lento y terminó con unas embestidas bárbaras que nos hicieron gozar hasta explotar ambos en un éxtasis total que se reflejó en sus abundantes jugos vaginales y mi copiosa emisión de caliente semen con el que le apliqué una buena lavativa de leche masculina después de la cual caímos rendidos por unos instantes. Nos terminamos de duchar y fuimos presa de un profundo sueño que nos hizo dormir hasta el medio día de aquel inolvidable domingo 01 de agosto de 1993 en que enculé por primera vez a una mujer.

Durante los cinco días que tardo el evento hicimos el amor y probamos todas las poses que conocíamos y por sus tres agujeros sintiéndonos en la gloria.

Estuvimos como pareja hasta que terminamos después de muchos problemas previos el sábado 29 de julio de 1995 por celos fundados y por culpa mía desde entonces no la veo.

Un abrazo a los amigos de todorelatos.com y si me quieren contactar recuerden que estoy en suertudo77@hotmail.com

Reafirmo con mi palabra de honor que lo narrado en estas siete historias es absolutamente real, hasta pronto. 

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El Congreso Medico

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Fui becada a uncongreso médico de sexología en San Pablo, por el laboratorio Argentino, juntoa una colega de Rosario, Adriana Campos quien me fue presentada antes delembarque hacia Brasil.

 Era una mujer de unoscuarenta años rubia muy llamativa, desenvuelta y locuaz con la que hice buenasmigas de entrada. Me comentó que era casada, sin hijos y con una vida socialmuy activa. Tenía un prestigio profesional bien ganado e iba a presentar variostrabajos de la especialidad, que junto a los míos serían los únicos del país

Al llegar a SanPablo nos alojamos en un hotel muy cómodo de cuatro estrellas con piscina, laque utilizamos casi todos los días, combatiendo el clima sofocante del verano.Tomamos la habitación juntas, con dos camas separadas y un balcón terraza desdedonde se divisaba el movimiento febril de esa ciudad industrial.

Nos acreditamos en el congreso al día siguiente de nuestra llegada,donde nos enteramos que nuestros trabajos los debíamos exponer dos días previosa la clausura, por lo que nos quedaría tiempo para recorrer la ciudad yconocerla. Nos alertaron de la inseguridad si decidíamos salir solas, y nosrecomendaron que fuésemos acompañadas por algún hombre conocedor del ambiente,sobre todo si salíamos de noche.

Luego del horariodel congreso retornábamos al hotel, donde disfrutábamos de la piscina,protegidas del sol, Pero las horas se hacían interminables y de común acuerdodecidimos tomar un guía. Habíamos conocido un chofer muy simpático quetodos los días nos trasladaba al Centro de Convenciones, con el que comentamosalgunos temas del congreso. Cuando le propusimos ser nuestro cicerón,rápidamente aceptó. Todos los días salíamos al atardecer para conocer loslugares más característicos, aunque al tomar confianza, conociendo el tema quenos había traído a San Pablo, nos recomendó que conociésemos un club privado,solo concurrido por gente selecta donde podríamos ver un espectáculo de sexoexplícito inimaginable

En principio nosrehusamos, pues me parecía un desatino pensando que algún conocido nos viera,pero luego en el hotel, Adriana me convenció argumentando que nadie nos conocíay tendríamos tema para desarrollar en nuestra especialidad.

La noche de la presentación delos trabajos fue un éxito, y luego de recibir las felicitaciones de loscolegas, volvimos al hotel para disfrutar de la piscina. Mientras descansábamosen las reposeras, noté a Adriana inquieta, comoqueriendo decirme algo, hasta que finalmente se sinceró y me propuso ir al clubprivado y yo curiosa y deseosa de ver algo diferente, acepté.

Me bañé, me perfumé, y mevestí discretamente para no llamar la atención. Juntas con el chofer nosdirigimos al famoso club Edén que tanto nos había sugerido de conocer Marcel.

Era majestuoso y al entrar percibí un ambiente cargado de erotismo y sensualidad.Nos ubicaron en una mesa próxima al escenario, donde bailarinas desnudas, danzabanentre sí acompañadas con un stripper conformando figuras sugerentes de relaciones múltiplesal rozar el varón con su slip diminuto las zonas sensibles de las mujeres, quese contoneaban al compás de la música. La miré de reojo a Adriana, que disimuladamentese acariciaba la entre pierna, mientras observaba absorta la escena. Alcancé aescucharla cuando le preguntaba a Marcel, que era lo que sucedía en los pisossuperiores, y la respuesta me intrigó. Había que pagar un plus de treinta dólarespara acceder al primer piso donde se podían observar relaciones sexuales entredistintas parejas, que ofrecían sus fotos como recuerdo a diez dólares cadauna. Mi timidez me impedía participar en las decisiones pero cuando se pararonpara subir los acompañé.

Llegamos a una sala donde através de ventanas que daban a seis habitaciones amplias se podían ver a mujeresy hombres practicando el amor. Mujeres con mujeres. En otra y en la medida quecolocábamos dinero vimos dos mujeres con un hombre y viceversa. Nunca habíavisto una orgía en privado. Adriana me tomó de la mano y percibí su calentura, Luegode quince minutos se cerraron las ventanas, y al encenderse las luces, preguntéingenuamente que veríamos en el segundo piso. Allí suben ustedes dos solas, nosdijo, y preguntó si traíamos máquina de fotospara registrar nuestras experiencias. Agregó que en el piso superior había queponer en la sala de control cien dólares para ver en una pantalla hombres ymujeres como nunca nos imaginamos, para elegir y compartir con ellos una hora. Agregóque no tuviésemos miedo, pues todos estaban controlados y eran de absolutaconfianza. Nos explicó que recibiríamos órdenes para participar y si no quisiéramos,seríamos complacidas y podríamos retirarnos o utilizar nuestras propias cámaraspara registrar el momento. Finalmente, nos dijo que nos esperaría en el salónde la planta baja, pues no tenía apuro y disponíamos del tiempo necesario, paradisfrutar y registrar todo para volcarlo en futuros trabajos.

Subimos hasta el segundo piso, yen una sala con varios monitores pusimos el dinero para que éstos seencendieran. En ellos aparecieron las figuras desnudas con hombres que portabansu miembro viril de un tamaño asombroso, Adriana en el paroxismo de lacalentura, sin pensarlo pulsó el botón del elegido. Se abrió una puertainvitándola a pasar, me dejo la cámara y me pidió registrar lo que sucediesedesde la cabina de control. 

Me preparé, y observé comosiguiendo las indicaciones, pasó al baño, se desnudó y retornó a la habitación.La esperaba un hombre de unos veinticinco años conuna verga descomunal que se acerco y la colocó de rodillas para que la mamara.A pesar de su madurez, Adriana conservaba un cuerpo apetecible con senos firmescon pezones oscuros y puntiagudos. Enseguida logró la erección máxima de laverga cuyo glande parecía no caber en la boca. El joven la giró y le acercó elmiembro rígido por detrás. Pulsé otro botón para oír desde adentro los sonidosy hasta mi llegaron los jadeos, los gemidos, y el alarido de Adriana al serpenetrada por esa enorme polla. Se movían frenéticamente y ella le pedía más.El joven se aproximó a Adriana y le susurró algo al oído. Observé como ella asentía con sus ojos entrecerrados, entonces entró otro joven con la verga en la mano y ella la tomó y lamamó con fruición. Era una orgía disfrutada por todos. Yo sacaba fotos con lacámara digital y mi respiración se agitaba. Me encontré acariciando mi vulvahumedecida por el deseo. Finalmente la llevaron al baño donde tuvo la últimacogida.

Sereencontró conmigo en la cabina y me confesó que jamás había tenido una veladacomo esa noche, y me propuso imitarla. Le expliqué que nunca le había sidoinfiel a mi marido y no me animaba. Aunque la visión de su experiencia habíadespertado mi deseo dormido de una cogida diferente con un extraño, comoalgunas veces había fantaseado. Para convencerme me preguntó si creía en lafidelidad de mi esposo en sus salidas al exterior, y decidió por mí. Pulsó enel monitor y allí apareció un hombre atlético con la verga más grande que jamáshabía imaginado.Le dije que no lo haría pero cuando se abrió la puerta,Adriana me empujó. Me encontré sola en una habitación amplia con un diván y unbaño pequeño. Entró un joven de treinta años que me sorprendió, descubrió elmiembro y al extraerlo, no me pude contener, me arrodillé siguiendo misimpulsos, y lo llevé a mi boca. Al pararse casi me atraganta y lastima lascomisuras de mis labios. Me asusté, mi concha sería incapaz de recibirla, y lepedí por favor que no me poseyese. Desde la cabina Adriana desoyendo mis ruegosme suplicó que continuásemos. Desnudos, yo sola con las medias de puño me pusede frente a la cámara, pues iba a registrar el tamaño de semejante polla y lacapacidad de mi vagina. Así lo hice y al tomarla enmi mano noté sus dimensiones y pensé que era la última oportunidad parasentirla y disfrutarla. Estaba excitadísima. Entonces me monté e introduje de apoco esa verga enorme, temiendo que desgarrase mi concha que nunca había recibido algo desemejante tamaño y el dolor que podía causarme. Me lubricó con vaselina ylentamente me fui sentando sobre el pene. Las paredes de mi concha se fuerondilatando hasta llegar al fondo. Yo gemía y lloraba al mismo tiempo. Me parecíamentira haber albergado esa polla. Experimenté uno tras de otro tres orgasmos,terminando exhausta y satisfecha.

 Me bañé y me vestí. Bajamoscon Adriana al salón donde nos aguardab aMarcel, y retornamos al hotel. Allí nos volvimos a bañar. Comentando conAdriana, ya totalmente desinhibidas, me refirió su placer por la velada en elclub y la hermosa experiencia al ampliar sus conocimientos, y la sorpresa alhaber visto de cerca el pene que me había iniciado en la infidelidad, demostrandola capacidad de mi vagina para dilatarse y recibirlo.Entre sonrisas opiné lo mismo por lo que había recibido ella y agregué quenuestras conchitas, habían aprobado la tesis sobre la dilatación y la capacidady nos habíamos recibido de conchudasagradecidas

Emprendimos el regreso con una mención especial por los trabajospresentados y con una experiencia práctica no frecuente en colegas dedicados anuestra especialidad. Nos despedimos enel aeropuerto con un guiño especial después de presentar a nuestros maridos,prometiéndonos encontrarnos en futuros congresos, para intercambiarexperiencias y conocimientos.

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El Asalto

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Mis relaciones matrimoniales habían entrado en un cono de sombras, la rutina y el tedio nos desmotivaba tanto a mi esposa como a mí. Eran siete años de vida conyugal, signados por el trabajo y las relaciones sexuales como una obligación. Ella antes había sido diferente, y yo la recordaba de los momentos de pasión y lujuria al hacer el amor.

Por ello decidimos pasar unas vacaciones alejados del ruido de la ciudad y alquilamos una quinta en las afueras, para reencontrarnos con la felicidad de la vida en común. Era propiedad de un conocido que nos la cedió para el mes de enero.  La casa quedaba en medio de un parque que la rodeaba, y una pileta de medianas dimensiones que la disfrutaríamos en soledad.

Llegó el verano y nos instalamos en la casa de dos plantas cuyo piso superior constaba de dos habitaciones y un baño en suite, con amplias puertas ventanas que comunicaban a una terraza que daba al parque. Un árbol enorme cubría con sus ramas parte de la misma y le daba sombras. En la planta baja se hallaba un amplio comedor y una sala de estar con una televisión de 29 pulgadas y una video casetera. En definitiva poseía todas las comodidades para hacer placentera nuestra estadía. Era acogedora y confortable aunque demasiado grande para los dos. En el silencio del día disfrutaríamos de los gorjeos de los pájaros y el ruido de las hojas meciéndose al viento.

Luego de ubicar nuestros equipajes y ordenar las cosas terminamos el día extenuados. Debido al calor reinante nos acostamos previo un baño reparador, yo solo con el slip, y Silvia con una tanga y un deshabillé transparente que dejaba ver las bondades de su físico prácticamente desnudo.

Serían las dos de la mañana cuando percibí un ruido y me desperté sobresaltado, encendí el velador y parados frente a mí, dos hombres encapuchados me amenazaron. Mi mujer despertó y se abrazó a mí inmediatamente, profiriendo un grito contenido de sorpresa y temor al vernos invadidos. Habían entrado a través de la terraza y la puerta ventana que habíamos dejado abiertas de par en par, por el calor reinante.

El que parecía llevar la voz cantante, con voz imperativa nos pidió tranquilidad, y nos dijo que no nos pasaría nada si los obedecíamos. Solo querían el dinero. Mientras me serenaba les dije la razón de nuestra estadía y que hallarían solo el dinero que habíamos traído para pasar el mes.

Nos hicieron incorporar, y luego me ataron a una silla de pies y manos. Me preguntaron por la caja fuerte y al advertirles que estaba en la habitación contigua, el jefe llevó consigo a mi esposa para abrirla, mientras el segundo sujeto me apuntaba con su arma y se quedaba de custodia. A pesar de la media que cubría su rostro tuve tiempo de observarlo. Era de estatura mediana, de contextura robusto como de un atleta de músculos trabajados en un gimnasio, su remera remarcaba sus bíceps y sus pectorales. Debía tener alrededor de treinta y cinco años al igual que su cómplice.

Escuché, como mi esposa, abría el cofre donde se encontraban los quinientos pesos, y Tino, que así se hacía llamar, se quejaba en voz alta de lo exiguo del dinero, conminándola a conseguir más pues sino íbamos a atenernos a las consecuencias.

Retornaron a la pieza donde me hallaba atado, y al reiterarle que solo podrían encontrar en mi billetera unos trescientos pesos más, me colocaron una mordaza en la boca con una cinta adhesiva, y en voz alta, con pleno dominio de la situación, elogiaron la belleza y la sensualidad de Silvia, como si fuese un apetecible manjar a punto de saborear. Estaba impotente para reaccionar cuando me di cuenta que iban a concretar sus amenazas. Le dijeron a mi esposa que debía cumplir sus órdenes para no arrepentirse pues yo la pasaría muy mal si se negaba. Después de todo ella sería la heroína sacrificándose por mi salud física.

Me miró a los ojos, y yo asentí con un movimiento de cabeza para no contrariarlos y evitar males mayores. El jefe se desnudó quedando solo con su capucha, y acercándose a Silvia de un tirón la despojó del deshabillé dejándola con la tanga. Yo, a tres metros de distancia, contemplaba todo sin poder intervenir. Estaba absorto y confundido. Cuando Tino la instó a arrodillarse y mamar su verga y Ella obedeció, mi miembro se irguió por la calentura de ver a Silvia tomar con sus manos la verga descomunal de ese atleta vikingo con su rostro cubierto. Los movimientos al besarla y mamarla con fruición me convencieron que. Silvia disfrutaba de la situación, lo que corroboré al ver como entrecerraba sus ojos y desplazaba su lengua a lo largo del miembro, y más cuando introdujo en su boca los testículos y jugando con ellos desató un gemido de placer en Tino quien finalmente eyaculó dentro de ella atragantándola y derramando el resto del semen por las comisuras de sus labios.

Era una imagen psicodélica. Jamás había estado en una orgía. Ver a mi esposa como centro de la misma me excitó sobremanera. Mi miembro amenazaba con romper el calzoncillo, cosa que no pasó desapercibida para ninguno y despertó el comentario intencionado de mi custodia, que también se desnudó. Lo extrajo de su cautiverio y comenzó a masturbarme. Era bisexual. Le pedí por favor con señas que me quitase la mordaza. Accedió y cuando me liberó, comencé a gemir. Silvia me miraba y cuando el jefe le quitó la tanga, no se quejó ni opuso resistencia. La colocó de espaldas sobre la cama, abrió sus piernas y sin preámbulos le introdujo la verga hasta los testículos. Silvia exhaló un grito contenido ante la embestida, pero lo recibió gozosa. Comenzó a hamacarse y a jadear ante cada movimiento de vaivén. La verga iba y venía. Yo los veía desde una posición de privilegio. Luego de eyacular, pude ver como Silvia buscaba la boca de Tino con desesperación desgarrando en parte la media que cubría el rostro para gozar con la lengua húmeda del asaltante.

Yo permanecía atado, y contemplé lo mejor de la velada. Tino de espaldas sobre la cama se hizo montar por Silvia quien con su mano guió la verga introduciéndola en su concha. Pude verla en toda su magnitud, era enorme, y esos labios abiertos e irritados de la vulva por los movimientos de vaivén me dieron la pauta de la capacidad de la concha para albergar semejante pija. Las manos de Tino separaron las nalgas y abrieron el orificio anal lubricado además por el semen escurrido desde la concha. Entonces su cómplice aproximó su verga por detrás. Silvia excitada por la cogida de Tino no se percató de la aproximación de esa segunda pija hasta que el empuje decidido de mi custodio hizo que atravesara el esfínter. Lanzó un grito de dolor pero las manos firmes de Tino impidieron todo movimiento de defensa y observé las nalgas abiertas de mi mujer como una fruta desgajada, que permitían el acceso de la verga dentro del recto de mi esposa. Creo que en ese momento eyaculé al ver la doble penetración. Se movían frenéticamente entrando y saliendo de la concha y el culo de Silvia que jadeaba y gemía de placer. Los incitaba en voz alta a darle toda la leche mientras gozaba de múltiples orgasmos, Los hombres le acariciaban, besaban y lamían sus pechos mordiendo sus pezones y sus glúteos, luego ya desfalleciente por el esfuerzo y recostada en la cama se dedicaron a lamerle la vulva y el clítoris llevándola al éxtasis. En un susurro Silvia les pidió que me dejaran participar pues no los íbamos a denunciar ya que el placer y el reencuentro con el sexo estaban bien retribuidos con el dinero que se llevaban. Me desataron y luego de unos minutos reiniciamos los juegos sexuales. Mi esposa se prestó a todo. Se vistió con la lencería erótica, se maquilló como una prostituta y recibió la atención de los tres, no sin antes ser elogiada por todos por su sensualidad y su fogosidad. Mientras uno la cogía por el culo y otro por la concha ella sorbía con fruición mi pija haciéndome eyacular dentro de su boca. El que la cogía le separaba las nalgas con sus manos, el que le hacía el culo, la tomaba de atrás acariciando las tétas y pellizcando los pezones, y yo tomándole la cabeza quería que me tragase la pija. Luego cambiábamos de posición. Parecía insaciable. Luego de varias horas al amanecer se retiraron dejándonos exhaustos y satisfechos. Nos bañamos juntos y nos dormimos abrazados y felices de haber reflotado el deseo en nuestro matrimonio y cumplimos la fantasía que ambos teníamos desde mucho tiempo y nunca nos atrevimos a confesar. 

Lo que nunca supo mi esposa es que yo había contratado al asaltante para que nos excitase y tuviésemos esa noche inolvidable para recrear nuestra pasión dormida.

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El Artefacto Electronico

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Una de las cosas más interesantes que he descubierto sobre el Artefacto es que me permite hacer cosas que de otra forma me resultarían imposibles, como por ejemplo el emplazamiento perfecto de cámaras de vídeo en lugares estratégicos. Lo cierto es que desde que lo encontré lo he utilizado en infinidad de aplicaciones para mi propio provecho, pero cuando pensé por primera vez en esta que os voy a contar, aparte de ponerme muy cachondo, tuve que reflexionar a fondo sobre el tema. Antes de entrar en acción tuve en cuenta todos los detalles de forma cuidadosa y discreta. Pero lo mejor es que empiece por el principio.
Me encontré el aparato al que llamo Artefacto hará como unos seis meses. Estaba dando vueltas por las tiendas de electrónica de segunda mano buscando algo de chatarra sin apenas dinero para gastar, cuando vi algo que a simple vista no me sonaba. Aunque no he tenido demasiado éxito en la programación de juegos, que es a lo que me dedico profesionalmente, eso no significa que no conozca el hardware. No había visto aquel aparato en toda mi vida, ni siquiera había leído que existiese nada parecido. Por eso, cuando vi que estaba en una caja con el cartel "Todo a 5.000", no pude evitar gastarme mis últimos ahorros comprándolo.
Al llegar a casa bajé corriendo a lo que yo en broma llamo mi "Laboratorio" (lo cierto es que es un sótano caluroso con montones de aparatos que solo funcionan a medias) y comencé a examinar aquel extraño y nuevo aparato. Era pequeño, incluso más que mi móvil Ericsson, pero más o menos de la misma forma. Sólo tenía dos controles. El primero, una resistencia variable (como un control de volumen) y el segundo un botón, cuidadosamente protegido de un uso accidental por los propios bordes del aparato. Pulsé el botón y por supuesto, no ocurrió nada. No encontré ningún panel deslizante que es lo que esperas encontrar para las
pilas, así que cogí una navaja con una cuchilla de dos centímetros de largo y la usé con cuidado para abrir la caja.
Si había estado esperando entender lo que había dentro me había equivocado por completo. No había más que un único chip, con una inscripción en un idioma que nunca había visto y conectado a lo que parecía una fuente de alimentación, y a algo que debía ser un oscilador de alguna clase. Obviamente, el botón servía solo para encender y apagar el aparato, y estaba conectado al generador. Por su parte, el "control de volumen" estaba conectado directamente al chip. Una línea de entrada y la otra de salida. Lo único seguro era que se encendía con el interruptor. Buenas noticias, sería fácil de arreglar.
Después de hacer la conexión cerré la caja y pulsé el botón. Algo cambió. Miré alrededor pero nada era diferente, aunque de algún extraño modo notaba que eso no era del todo cierto. Pulsé otra vez, y otra. Aún nada. Por fin, me cansé de darle al botón y dejé el aparato. Me conecté al ordenador y me puse a leer mi correo. Casi todos de mi amigo Luis y alguno de mi novia.
Lo primero que pensé cuando salí de mi cueva privada subiendo por las escaleras fue en cómo era que aún había luz en la calle. Después de todo, había estado lo que yo pensaba que habían sido un par de horas allí abajo, y ahora debían ser cerca de las once de la noche. Miré el reloj del comedor, ponía 21:10. Mmmm. Miré el mío, ponía 23:34. Qué raro. Miré a la calle, nada se movía. Ni los coches por la calle, ni los pájaros, ni la gente, ni nada. Los árboles estaban torcidos, como empujados por un viento que se hubiera detenido. De repente, se hizo la luz en mi mente y casi me rompo las piernas al bajar corriendo por las escaleras de vuelta a mi escondrijo.
Aparentemente, aquel pequeño aparato me permitía entrar en un mundo en el que yo era lo único que se movía hacia adelante en el tiempo. Pero eso no podía ser cierto, esas cosas solo ocurrían en las películas de ciencia-ficción. De todos modos, decidí que lo mejor era hacer un experimento para cerciorarme. Subí de nuevo al piso de arriba y, mirando por la ventana, apreté el botón. La gente comenzó a moverse de nuevo, los árboles se estremecieron ante la acometida del viento y los coches siguieron su camino. Pulsé el botón de nuevo y todo se detuvo inmediatamente, como cuando pulsas la pausa en el vídeo. ¡Funcionaba! Increíble, pero funcionaba.
Bajé de nuevo al sótano y continué experimentando. Como mi reloj de pulsera seguía funcionando, supuse que podría llevar algún objeto conmigo al mundo congelado. Experimenté con la longitud, y descubrí que tenía razón sobre el "control de volumen", aunque no era eso precisamente. Parecía controlar el alcance del área de influencia del aparato. En el mínimo, me incluía a mi mismo y un área de unos 5 centímetros a mi alrededor. En el máximo, parece que abarcaba un metro y medio aproximadamente. Entonces probé con cosas vivientes. Ya había comprobado que si "descongelaba" a alguien después de haber detenido el tiempo, éste parecía no haber sufrido ningún daño físico ni psíquico. Al menos, así había ocurrido aparentemente con la gente y los animales de la calle. Decidí experimentar con mi perro Alf. Subí el alcance del Artefacto y me acerqué a él. Lo encendí y Alf siguió moviéndose con toda naturalidad, jadeando y moviendo la cola como un chucho corriente. El experimento había funcionado, pero aún descubrí algo más. Una vez "descongelado" ya no tenía porqué permanecer cerca de mí para seguir moviéndose. Por otra parte, si ponía el Artefacto en marcha sin él cerca, ya no podía "descongelarlo" ni aunque me pusiese pegado a él. Interesante. Posteriores experimentos me demostraron lo que yo ya había empezado a sospechar; al moverme por el mundo congelado, no podía ser visto, ni grabado en vídeo, ni sentido en modo alguno... Aunque esto último no resultó ser del todo cierto. Apreté con fuerza una de las patas delanteras de Alf mientras estaba congelado, y en cuanto lo descongelé saltó de dolor. Sintió algo, aunque no parecía tener ni idea de lo que era. Interesante. Me dormí pensando en ello.
Al día siguiente, mientras me vestía, comencé a ver todas las posibilidades que mi nuevo juguete me podía proporcionar. Mi primera parada planeada para ese día fue la compañía de teléfonos. Mi recibo era tan exagerado que si no aparecía ese día personalmente en sus oficinas me cortarían el teléfono... otra vez.
Sonreí. En la calle estaba mi fatigado y desvencijado Ford Escort, con una pegatina en el parachoques que ponía "Inseguro a cualquier velocidad" y con las cortinillas sujetas con alambre. Me subí y me dirigí allí. En el primer semáforo paré al lado de un Range Rover recién estrenado, perfecto, equipado de serie con radiocassette estéreo y rubia. Rubia. Mirándome de reojo. Vale, pulsé mi botón mágico y el mundo se congeló. (Me di cuenta entonces de que no había probado qué pasaría si lo hiciese en un coche a 90 Km/hora, la velocidad máxima de mi Ford). Me estremecí mientras salía y abrí la puerta del Rover.
Allí estaba aquella preciosa estatua congelada sentada en una postura de lo más natural tras el volante. Era joven, pensé que de ventipocos, bien formada, con tetas pequeñas pero firmes bien ocultas tras una blusa de corte conservador.
- ¿Conduciendo el nuevo coche de papá, nena? -le pregunté al tiempo que la cambiaba del asiento del conductor al del acompañante.
No me resultó difícil, si la hubiese soltado no habría caído. Yo aún era muy nuevo en esto así que no me paré a juguetear con ella. De todos modos, no pude evitar acariciar suavemente sus tetas, para luego colocarla en una posición que no la haría peligrar cuando su mundo retornase a la normalidad. Me puse al volante de su coche e intenté seguir conduciendo. Nada ocurrió. ¡Claro, el coche también estaba congelado! Subí el volumen del Artefacto y pulsé rápidamente el botón dos veces. Ahora el coche estaba en mi Mundo Congelado y podía conducirlo. Me puse en marcha, contento por haber hecho un logro más. Pero, poco me duró esa alegría. Solo hasta que me di cuenta de que no llegaría a ninguna parte en un mundo en el que todas las calles estaban bloqueadas por coches congelados, así que abandoné el Rover y robé una moto más o menos de la misma manera. Esta vez sí me dirigí a la compañía telefónica. Aquello sería más fácil que robarle un caramelo a un niño. Entré, fui a la ventanilla de caja y metí por ella mis manos. Tuve que esforzarme, pues aquel era el cajero más gordo que he visto en mi vida, pero al final me hice con cerca de 80.000 ptas. Salí a la calle, descongelé el mundo y volví a entrar. Esta vez no tuve ningún problema en pagar mi recibo telefónico completo. Por alguna extraña razón, aquel día pagué todos mis recibos y saldé todas mis deudas. Hey, una racha de suerte.
Pagar recibos está bien, pero tras la alegría inicial de saber que, por primera vez en muchos años, no tendría que aguantar ese problema sobre mis hombros, comencé a sentir curiosidad sobre qué otro tipo de cosas podría hacer con este juguete. Mientras me sentaba en los escalones del ayuntamiento, con sus gigantescas columnas de granito asomándose por encima mío en una exagerada demostración del poder del gobierno, dos cosas pasaron por mi cerebro inmediatamente. Sexo y dinero.
El dinero podía ser fácil de conseguir, pero difícil de gastar. El simple hecho de pasearme por ahí con tanto dinero y toda clase de coches caros, pero sin ninguna fuente de ingresos a la vista, podría levantar más de una sospecha. Debía ser muy cuidadoso al gastar mi dinero a partir de ahora en sitios en los que pudiese ser rastreado o pudiesen reconocerme a mí. Eso significaba gastar donde pudiese y ni casas ni coches lujosos hasta que encontrase una forma de fingir que tenía un trabajo con mucho sueldo. Si decía que había ganado la lotería podría llamar la atención y eso es precisamente lo que yo no quería en aquel momento. Pero el sexo era otra cosa. Lo primero sería satisfacer mi hambre y curiosidad iniciales, y después seguir con estrategias más elaboradas. Aquella misma tarde tendría algo de diversión.
Me puse a andar por la acera hacía la calle principal y comencé a buscar algún vehículo para pasear. Conducir cuando todos los demás están congelados entraña algunas dificultades básicas que hacen más interesante el uso de una moto, así que pulsé el botón de mi Artefacto, crucé caminando la ahora silenciosa calle y cogí una. Era una Honda de carretera que montaba un tipo gordo con pantalones ajustados. No opuso ninguna resistencia así que lo quité de encima de la moto tirándolo al suelo, luego, como en el fondo no soy una mala persona, le coloqué en la acera en la que estaría a salvo cuando las cosas se descongelasen.
Conducir con todo congelado era alucinante. Pasaba volando por calles normalmente abarrotadas de tráfico en los dos sentidos, usando carriles de giro, aceras, cualquier cosa. Los ruidos de la ciudad habían desaparecido, así como los peligros de viajar a altas velocidades. Solo me costó unos cuantos minutos hacer lo que de otra manera me hubiese costado horas; conducir hasta la universidad ubicada en las afueras. El gimnasio era la elección perfecta para lo que tenía en mente.
La fantasía que había planeado llevar a cabo no era nada que no hubiese soñado ya cualquier hombre en su sano juicio, pero ¿cuantos tienen la oportunidad de hacerlo realmente? Me dirigí hacia un lugar que había ocupado mi mente cientos de veces; el vestuario de las mujeres.
Aparqué la moto justo al lado de aquella mágica puerta azul que nunca antes había osado traspasar. El silencio del tiempo congelado parecía extrañamente apropiado y contuve mi respiración mientras empujaba la puerta para abrirla. Una vez dentro, inmediatamente me sorprendí de lo diferente que era de los vestuarios de los hombres. Donde los vestuarios de los hombres tienen una enorme zona común de duchas, allí habían duchas separadas con cortinas de color tostado alineadas a lo largo de las paredes. ¡Qué pena! Lo único que se veía por allí era el equivalente femenino de un grupo de tíos gordos y desnudos de pie por ahí. Esto no me lo esperaba. No había planeado llegar durante un descanso entre clases cuando los estudiantes seguramente estarían en otra parte y por allí solo había unas pocas mujeres. Una de ellas, de pelo oscuro, con sus cuarenta y pico y vestida con una camiseta blanca, estaba en una pequeña jaula parecida a una oficina en la esquina del fondo escribiendo en una especie de libreta. Otra, ésta más joven, probablemente una estudiante, estaba en su taquilla rebuscando dentro para coger algo; probablemente su camiseta porque solo llevaba puestos unos pantalones cortos y un sujetador. Era de mediana edad y de complexión atlética, con pelo moreno recogido en una larga cola de caballo que caía por su bronceada espalda. La que más captó mi atención fue una de la que solo podía ver una parte. Un par de pies de piel luminosa, justo al lado de la pared izquierda del vestuario, eran visibles por debajo de la cortina de la ducha del fondo de la habitación. Me di prisa.
Gotas de agua colgaban suspendidas sobre ella, congeladas a mitad de su vuelo mientras corrían para empapar su pelo, su cara, su cuerpo. Estaba de pie con la cara hacia la pared, con la cabeza mirando arriba girada hacia la ducha. Sus ojos estaban cerrados y tenía una expresión de tranquilidad en su cara, como dejando que el agua le quitase la suciedad y la mugre de su misma alma. Deslicé mi mano desde su nuca bajando por la perfecta espalda para acariciar su suave piel como de bebé. Me acerqué y le toqué las tetas alcanzándolas con cuidado desde detrás suyo. Luego dejé que mi mano corriese desde su ombligo hacia su suave vello púbico.
Para entonces estaba tan cachondo que creí que la cremallera de mis pantalones iba a estallar en pedazos. A toda prisa me quité los vaqueros y la camiseta (solo ahora me doy cuenta de que se mojaron) y me acerqué aún más a ella. Nada de lo que había hecho hasta ese momento me había planteado ninguna dificultad moral, pero ahora me doy cuenta de que había alcanzado mi límite. No pude obligarme a penetrar a aquella preciosidad sin que ella fuese capaz de resistirse. Frotándome (probablemente con la mayor erección que había tenido nunca) contra el exterior de su coño me corrí casi antes siquiera de poder cerrar los ojos e imaginármela. Ya entonces sabía que eso nunca sería suficiente para mí, e incluso mientras limpiaba los resultados de mi corrida de nuestro pies desnudos, estaba pensando en cómo arreglármelas para conseguir una fantasía aún más satisfactoria que permitiera a mi conciencia la libertad que necesitaba para completar la aventura.
Me sequé y me vestí, luego me dirigí hacia la puerta...
Continuará...

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