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Mi diminuta putita Carla

CARLA, MI PUTITA DELGADITA Y DIMINUTA

  La noche que conocí a Carla hacía frío, llovía y con ese mal tiempo no había casi nadie en el boliche al que fui, por lo que no esperaba hallar a semejante divina putita.  Yo iba a ese boliche frecuentemente a buscar putas complacientes, porque las que había ahí se dejaban hacer todo lo que yo quería, y esa noche había algunas otras, pero Carla era nueva en ese local y fue la primera que se me acercó, con su vocecita ronca y su tamañito minúsculo, casi de nena.

Carla no tenía nada de tetitas, era flaquita y lisita como un chico de 11 años, estaba encaramada sobre unas botas negras de tacos altísimos y caminó hacia mí haciendo equilibrio, pero la medí con la vista y calculé que descalza en patitas no llegaba al metro con 30 centímetros y debía tener unas patitas preciosas por lo diminutas.

Me deliran las putitas chiquititas, diminutas, lisitas, y especialmente las de patitas chiquititas y finitas subidas en sandalias que les dejan sus patitas casi desnudas, porque en esos cuerpitos pequeños y angostitos les clavo mi pija llenándoselos y siento que las dilato por dentro y las sacrifico haciéndolas bramar desesperadas cuando las someto así, y ellas se la tienen que aguantar porque para eso son putas, les pago bien y hay muchas a las que les gusta ser putas y cojer, o mejor dicho, ser cojidas.

Y Carla era la más pequeñita que había visto en mi vida, por lo que con su estatura minúscula me excitó tremendamente, me la imaginé cojiéndomela agarrada de la cama con las uñas y rajando las sábanas, sufriendo y aullando alojándose mi pija, que parada mide más de 25 centímetros de larga y tiene casi 7 centímetros de gorda.  Pocas putas me aguantan tamaña pija, algunas me la tienen que comer para sacarme las acabadas porque no les cabe en la concha, y mucho menos por el culo, por eso una putita pequeñita como Carla me excitó más que ninguna.  La quería tener clavada por mi pija y aullando, a lo mejor hasta se la podía enterrar por el culo sometiéndola como una esclavita.  Me encanta que las putas sean gritonas, ya sea porque eso les gusta a ellas o sufren realmente mis cojidas, o porque saben que gritando y haciéndose las destrozadas por mi pija, me excitan más, y esas son las mejores, las que gozan siendo cojidas.

De Carla me gustó su vocecita ronca de fumadora, casi una voz de machito, sus ojitos negros brillantes, el pelo cortito como un varoncito de 11 años, y su carita de pendeja, toda pintada en labios y ojos, como una putita cabaretera.  Era una mezcla de chico y de nena, lo cual me puso al repalo al instante porque la imaginé como un nene preadolescente al que clavaba depravadamente, sometiéndolo hasta hacerlo mi putito.  Más tarde supe que Carla tenía entonces 44 años, pero no los representaba, era una hermosa putita madurita que justamente por su edad y su aspecto de depravadita me hicieron pensar que era experta y se dejaría hacer todo lo que yo quisiera, así que apenas la vi, decidí que me la cojería esa misma noche.

Me encantó oírla hablar, su vocecita ronca y simpática, sus ojitos brillantes con rimmel y su tamañito minúsculo me pusieron la pjja al palo en segundos, así que la contraté para toda la noche, ofreciéndole pagarle lo que me pidiera.  Carla aceptó entusiasmada pero no me cobró más que las putas que me había cojido otras noches.  Pagué por ella por toda la noche, pero antes le avisé que tengo una tremenda pija y le pregunté si estaba dispuesta a que se la clavara entera y aguantármela.

Carla fue desde el principio muy franca y directa conmigo, me miró a los ojos, se rió y me dijo que se la iba a aguantar como fuera, que para eso era una buena puta, que podía alojarse una pija bien gorda y que sabía hacerlo, que estaba segura de que ella me iba a gustar y me iba a hacer gozarla a fondo, así que pagué con gusto por ella y me la llevé al hotel más cercano, donde tomé la mejor habitación para toda la noche.  Carla, casi una enanita, me hacía presentir que a ella me la iba a cojer como a ninguna.

Entramos a la habitación y me preparé para gozármela a fondo.  Carla apagó las luces, diciéndome que así me calentaría más palpándola a oscuras, y que después podría verla toda desnuda, pero que al principio quería hacerme tocarla toda sin verla y que así me iba a gustar más.  Le hice caso, me puse en bolas, con la pija como un mástil, y me acosté de espaldas en la enorme cama para recibirla y ensartarla, mientras ella se desnudaba en la oscuridad, riéndose siempre.  Me gustó eso de cojérmela a oscuras porque la pobrecita puta no me podía ver la espantosa pija al palo y cuando la sintiera clavándosele, no iba a poder hacer nada por impedirlo.  Carla siempre tenía buen humor, jamás la vi enojada ni con mala onda, y decía cosas lascivas con gran naturalidad sabiendo que eso me calentaba, era una putita de alma y le gustaba ser así, después cuando la conocí más, me contó todo de su vida y yo a ella de la mía.  Con Carla me sentí siempre desnudo de alma, pude hablar con ella de absolutamente de todo y pude hacer con ella todo lo que siempre ansié, y ella era igual conmigo, por eso la amé y la adoré y la hice mi amantita.

En la oscuridad sentí el cuerpito caliente y áspero de Carla poniéndose encima del mío, su boca buscó la mía y me dio un chupón de lengua con saliva que terminó de hacerme adorarla como a ninguna otra puta que me hubiera cojido.  Me agarró los pezones con ambas manitos y me los tironeó mientras me metía su lengua áspera de gata hasta el paladar y me la revolvía adentro, pasándome su espesa saliva haciendo globitos y ruidos CHUUPPP.  Me gustó su tironeo de tetas, eso a mí me pone a mil, y Carla pareció adivinar mis gustos desde el primer momento porque se me prendió de los pezones con furia.  Le pedí más tironeos, que me los arrancara y me los mordiera, y la pequeña putita se me prendió con las uñas y los dientitos de mis pezones estirándomelos como para arrancarlos, y en seguida me los mordió furiosamente con sus dientecitos afilados haciéndome bramar de placer y dejándome las marcas de sus dentelladas, que llevo siempre como recuerdo de mi diminuta puita Carla.  Entre mordida y mordida, me susurró que a ella le encantaba hacer eso, y fui descubriendo con Carla que éramos tal para cual.  Ese dolor de las mordidas es suficiente para que la pija se me pare como un riel aunque me haya acabado varias veces.  Entonces la mordí a ella, clavándole mis dientes en sus minúsculas tetitas, y Carla aulló ronca, pero me dejó masticarle las tetitotas, le gustaba!  Después, ya con las luces prendidas, vi en sus diminutas tetotitas lisas como de chico preadolescente las marcas de tremendas mordidas, se las habían masticado dejándole las huellas, que ella, orgullosamente, llamaba “mis heridas de guerra”.

Sentía a Carla apretándose contra mi cuerpo y frotándose como una pequeña víbora, empezando a sudar encima mío y emitiendo rugiditos de loba, y luego me sacudió contra la cama chocando y golpeando su cuerpito contra el mío con sus escasos 38 kilos, haciéndomelo sonar como estampidos, mientras me lamía y me masticaba los pezones.  Por momentos lanzaba alaridos de tigra herida, que me ponían la pija como jamás en mi vida.  En seguida empezó a bajar por mi cuerpo con su áspera lenguita untándome con su saliva buscando comerme la pija hasta que llegó a mamarme la punta de mi tremenda pija al repalo.

La sentí temblar de espanto al darse cuenta del pedazote que se metía en la boca, pero me la empezó a mamar sin dejar de tirarme de los pezones, no dijo nada y se empezó a meter mi pija en su boquita sorbiéndola con ruiditos y empapándomela con sus salivotazos, que me mojaron hasta los huevos.  Me mordió la pija y pronto sentí que esa divina putita diminuta me estaba tragando toda la pija de a poco, centímetro a centímetro, en un esfuerzo increíble para ser tan chiquitita y delgadita, apretándomela y masticándomela con sus dientes.  Si todavía no adoraba a Carla, esas masticadas y esos salivotazos me hicieron que me enamorara de ella para siempre.  Por un momento se la sacó de la boquita llena de saliva y murmuró: “Qué tremenda y hermosa pijotaza tenés, Papito!  Te voy a llamar Papito, y yo seré tu Nenita!  Eso no es una pija, es una pijotaza!  Cuánto mide ese pedazote?  Te la voy a comer toda, te la voy a tragar entera, aunque me ahogue y me desencaje la mandíbula!”, y se la metió de nuevo sorbiéndomela con un salvaje CHUUPPP y pronto me di cuenta que esa pequeña gatita puta, desesperadamente prendida de mis pezones con las uñas, se la estaba metiendo entera en la bocuchita, con desesperación, hasta que consiguió atravesársela en la garganta.

Yo la tenía agarrada de la nuca y la empujaba para meterle mi pija, sentía que me la estaba cojiendo por la boca y Carla se retorcía encima mío y tiraba pataditas ahogándose no pudiendo respirar.  Nunca me habían hecho una tragada semejante, ni siquiera aquella negrita Fabiana que me la comió entera por primera vez, con la cabeza colgando en el borde de la cama.  Sentí a Carla retorcerse ahogándose atorada con toda mi pija metida hasta el fondo de su garganta y haciendo esfuerzo por tragársela más aún.

La pobrecita pataleaba atragantándose y le salían ruidos espasmódicos, se sacudía en la cama retorciéndose como una desesperada y se me apretaba agarrándose con las uñas de mis pesones como si la estuviera matando, pero me la comió entera hasta el fin, prendida de mí con las uñas, totalmente engargantada, y recibió mi primera acabada a chorros pegándole más adentro de su gargantita, sacudiéndose ahogada sin aire, asfixiándose, pero me la tragó con ganas, complaciente y obedientemente, me la aguantó toda así hasta que le acabé y me vació los huevos.  Para eso la había alquilado esa noche, pero Carla demostró ser la más divinamente putita que jamás tuve.  Recién entonces Carla se la sacó de la boca, chorreando mi monstruosa acabada, y respiró tosiendo, la carita empastada y casi asfixiada por la tragada infernal que me había hecho, y con la bocuchita chorreando mi acabada, ronca y hermosamente puta, apenas pudo me dijo “Te gustó, Papito?  Soy buena tragadora?  Cuánta pija me tragué?  La tenés espantosa de grande!   Te juro que nunca me comí una pija así!”

Apenas pude contestarle “Sííí!!!  Putita mía, te tragaste más de 25 centímetros de pijota!”, porque había sido la Garganta Profunda más espantosamente hermosa de mi vida, hecha por esa diminuta putita minúscula sin tetas, delgadita, sudada y todavía prendida de mis tetas con las uñas.

Carla me lamió amorosamente la pija, tragándose parte de mi lechotazo, me untó los pezones con su áspera lenguita pasándome mi acabotazo mezclado con su salivotita, después subió por mi cuerpo y me pasó en un chupón el resto de mi lechota con su saliva pastuda y rica, regalándome con sus CHUUUPPP, y al final se desmontó de mi cuerpo, toda sudada como una yeguita puta.  Agotada por el tragotazo descomunal, se me desmoronó encima y se acostó jadeando al lado mío, todavía sin aire por la tragada infernal que casi la había asfixiado, dándome tiempo para que me recobrara de esa acabada descomunal, y esperó para una segunda o lo que quisiera hacerle.

La pequeña putita era muy complaciente, además de caliente, y sabía lo que me estaba haciendo y esperaba más.  Le gustaba cojer como a ninguna otra puta y en esa primera vez ya me lo demostró, era puta de alma y gozaba siéndolo y demostrándolo.

“Sos una terrible putita, Carla, te amo, te adoro!”, pude decirle entre jadeos, y ella riéndose me contestó: “Y todavía te falta lo mejor, mi Putasote!”

Me encantó que me llamara así, “mi Putasote”, y me di cuenta de que esa putita del infierno me había enamorado y que quería seguir cojiéndomela toda la vida, y se lo dije: “Quiero que seas mi Putita, mi amor, mi Amantita puta, mi Hembrita, te adoro, Carla!  Vos sos mi Putita Diminuta y yo seré tu Putasote!”,

Y en esa, que fue nuestra Noche de Bodas, que siguió todo el día siguiente hasta la noche, en que estábamos casi desmayados, y así se inició mi amor por Carla, mi Putita Diminuta.  De ser inicialmente mi Putita, Carla pasó a ser mi Noviecita, mi Amantita y mi Esposita, siempre espantosamente degenerada y putita.  Ella me decía: “Nací para ser putita, TU PUTITA, amor mío!”´

Carla sufrió esa noche mi primera espantosa invasión a su diminuto y delgado cuerpito, gritó y bramó al ser penetrada y llenada por mi pija, rajó las sábanas y se retorció ensartada, se me inmoló como si en eso se le fuera la vida, fueron cojidas colosales e inolvidables que duraron toda la noche, la mañana y hasta la noche del día siguiente.  Inventábamos maneras de cojernos, Carla pronto quiso ser también mi Machita, cojiéndome a mí con una gruesa pija sujetada por un arnés, y me montaba a los alaridos para domarme y clavarme, ella me ensartaba a mí y luego yo a ella, y vuelta a cojernos.

Hace 13 años que me la cojo a mi Carla, la mejor y más divina putita de todo el planeta, y LA AMO.  Ella tenía 44 años cuando le hice la Noche de Bodas y ahora, con sus hermosos 57 años, es más hermosamente puta y es mía, toda y completamente MÍA.

EL PUTASOTE DE CARLA

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