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El calzoncito azul

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Lo que relataré a continuación es totalmente real, me he topado con relatos fantasiosos que no me excitan por lo exagerados que son, espero que ustedes al igual que yo disfruten de la autenticidad de los relatos.Todo sucedió una ocasión en que fui de viaje a casa de un amigo que se había cambiado de la ciudad de México a la ciudad de Morelia, me había invitado durante las vacaciones. Llegué a la ciudad después de unas horas en el autobús, me aguardaban en la terminal camionera el y su hermana de nombre Martha y a la cual de cariño le decían "Mappy", olvide mencionar que yo tenía alrededor de 12 o 13 años y la hermana de mi amigo ya tenía como 19 o 20 años, ella era de buen cuerpo, tenía unas caderas y un trasero excelentes, de tetas no era muy agraciada, digamos que las tenía normales, pero lo que más me gustaba era que ella era guapísima, tenía ojos cafés, cabello negro y largo casi le llegaba a la cintura, tenía rasgos muy finos, en lo personal prefiero a una mujer guapa que a una chava fea y de buen cuerpo. Total llegamos a casa de mi amigo y pasaron los días, yo obviamente la miraba a ella de reojo y evitando que me viése mi amigo, cuando se agachaba yo le veía el trasero y cosas así. Recuerdo ese día muy bien, nos levantamos temprano pues ibamos a ir al zoológico de la ciudad de Morelia, mi amigo se metió a bañar en la mañana y yo me quede viendo la tele en el cuarto, la mamá de mi amigo trabajaba hasta en la tarde y por tanto nos había encargado con Mappy pues todavía estabamos muy chicos, por eso siempre ibamos a todos lados con ellla, Mappy estaba abajo preparándonos el desayuno (la verdad era muy buena onda la chava), entonces al estar yo sólo en el piso de arriba me aventuré al cuarto de Mappy, el cuarto estaba muy limpio y ordenado y no había rastro alguno de su ropa íntima lo cual era lo que yo buscaba, no me atreví a abrir ningun cajón por miedo de que me fueran a descubrir, entonces me arrepentí y me regrese a ver la tele, sin embargo al estar sentado allí no podía dejar de pensar en la excitación de tener una prenda intima de Mappy en mis manos, así que decidí regresar a su cuarto y buscar mejor (obviamente me asomé por las escaleras para ver que ella no subiera), abrí su closet con mucho cuidado y lotería!! tenía una bolsa de plástico transparente llena de calzones, los saqué todos y los vi, había de muchos colores y estilos, me gusó un calzoncito tipo como de mezclilla azul y con moñitos blancos  miré en la parte donde iba su panochita y se veía manchadito, en ese momento se me paró que creí que se me iba a salir del short, lo guarde en mi bolsa y regrese todo a su lugar, cuando mi amigo sallió de bañarse me metí al baño fingi haberme metido a bañar abriendo la regadera, me sente en la tasa del baño y me desnude por completo, me puse su calzoncito como de máscara mientras lo olía me masturbama como loco pensando en ella y que por fin sabía a lo que olía su conchita, me pase su calzoncito por todo el miembro y hasta me lo pusé, cuando por fin me vine manche todo su calzoncito de semen, no se porque en esa ocasión el semen que me salió estaba caliente ha de haber sido por mi excitación. Nunca le devolví el calzoncito, me lo lleve a mi casa para seguirme masturbando.. Los días siguientes yo la miraba y sabía a lo que olía su conchita. Nunca volví a ver a mi amigo ni a ella, a lo mejor ella se dio cuenta que le faltaba ese calzón pero yo ya estaba muy lejos para haberme preguntado algo. Espero les haya gustado mi relato. FOTOS

A los pies de Venus - Parte 1

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A LOS PIES DE VENUS

Por Rebelion (Diegovi Lautrec)


PARTE I: CONOCIENDO A AMA VENUS
No sé bien como comenzar a relatarles mi historia, ni siquiera si debería hacerlo; pero dados los hechos recientes creo necesario hacer un registro (o mas bien instructivo), de todos los acontecimientos que me llevaron a esto, casi a modo de un diario. Y es que simplemente no me gusta dar explicaciones, por lo que es mejor que todas las personas que lamentablemente deban enterarse de lo que ha pasado conmigo, lo hagan a través de este relato; mucho más fiel que mi propia boca. 
Dicen que todas, las cosas, por grandes que sean, parten de algo pequeño. Bien, esto no podría ser más cierto en mi caso, en que una pequeña apetencia que he tenido desde siempre fue la mecha que detonó la explosión de locuras en que se ha transformado mi vida...
No recuerdo cuándo fue que murió la inocencia al jugar descalzo con mis primas, en qué momento un acto tan cotidiano como hacerle cosquillas a mi hermana, se convirtió en un juego erótico. Ni siquiera recuerdo la última vez que caminé por una playa sin estar con la cabeza gacha en todo momento.
Así es, he sido un fetichista de pies toda mi existencia. No me imagino de otra forma. Muchos quizás compartan mi gusto, pero les aseguro que para mí va mucho más allá de ser un complemento para las artes amatorias, o una excusa para probar otras cosas; nada de eso.



Unos senos suaves, unos labios gruesos, unas nalgas redondas, una entrepierna jugosa... todo eso puede ser prescindible, pero nada tendría sentido sin unos pies bellos, es lo único a lo que no podría renunciar. Soy de aquellos que robaban los calcetines sucios de sus primas y hermanas. Alguien que a escondidas metía la nariz en cuanto tacón de cuero usado pillase. Alguien que rechazó parejas solo por sentir asco de mi más profundo deseo. Alguien que incluso trató de organizar un club para símiles (con consecuencias nefastas).        
Sin embargo, no escribo esto para relatar las millones de fantasías que mi mente a fraguado, ni las millones de anécdotas derivadas de mi fetiche. Escribo para contarles de Ella, de "Ama Venus".
Corría el año 2007, "chilenisados" no existía (ni había paginas similares, no nacionales, al menos), y la mayor parte de lo que refiere a fetiches y BDSM, era mucho más clandestino que ahora. La única ventana virtual que había a mi fetiche, eran oscuros blogs, de gente más obsesionada (y con mucho más tiempo libre) que yo. 
Nunca me llamó la atención el BDSM, siempre me consideré como alguien de una gran autoestima, a quien no le cabía en la cabeza como los “sumisos” podían humillarse de tal manera... era para mí, una rareza más en este, ya de por sí, loco mundo. No obstante, el fetichismo de pies, y el BDSM, son como el chocolate y las almendras, es muy común encontrarlos juntos (sobre todo en una época en la que costaba mucho más encontrar páginas dedicadas a un solo tema).   
Así fue como,  fui a parar a un blog argentino, donde varias damas, que en su mayoría ya habían pasado los 40s, disfrutaban subiendo fotos de sus pies, ya fuera en tacones, descalzos, en el jardín, en la playa, etc. (algo notable, pues hasta ese momento yo dudaba que algo como el fetichismo de pies femenino existiese). Más de alguna se ensañaba relatando las proezas a las que sometían a empedernidos fetichistas como yo. 



Pero entre todas, había una que era especial, una de las más activas, de las más dedicadas, y de las que más gusto demostraba por este fetiche. Dueña de unos pies muy pequeños, pálidos y con un toque rosáceo, de uñas pequeñas, muy cortas, y siempre bien pintadas (negras, o de un azul muy oscuro). Generalmente aparecía modelando grandes tacones. Tenía para todos los gustos, la mayoría eran de cuero, y otros de charol, pero cada par era más estrafalario que el otro. Mis favoritos, eran unos de charol rojo, que dejaban ver sus delicados dedos, y que terminaban en unos tacones tan largos y puntiagudos, que parecían estacas (me daba un escalofrío por la espalda cuando los veía enterrados como puñales). 
Pero ella no solo era especial por destacar en el blog, era especial porque era chilena (si, una chilena en medio de un blog argentino, muy oscuro y “underground”), y además, era Dómina. Se hacía llamar "Venus", "Ama Venus". Durante meses llegaba a casa sólo para encender el PC, y ver si había alguna nueva entrada suya en el blog. De haberla, era garantizado que tendría horas de buen material para mis tardes de ocio (una fortuna que me llegaba una vez por semana, más o menos). Primero era nada más que por las fotos de sus pies, tan exquisitos, tan bien cuidados, bien decorados con anillos, y sobre la cara y espalda de algún afortunado sumiso. 
Claro, en este punto mis prejuicios aún me hacían pensar que las palabras "afortunado" y "sumiso/esclavo", no podían ir juntas en la misma oración. Pero con el pasar de los meses, cada vez ponía menos atención en las fotos (de las que era muy difícil despegarme), para poner más atención al relato. 
Humillaciones, vendajes, trampling, fustazos, detallados protocolos, y torturas de todo tipo; eran solo algunas de las cosas que había en los relatos de Ama Venus.  Todo un mundo nuevo de placeres morbosos que sólo conocía por nombre, se me fue abriendo de a poco.  A pesar de que, dada la naturaleza de sus relatos, siempre asumí que gran parte venía de su imaginación, una portentosa imaginación.


Como olvidar aquel donde dos hermanos fetichistas competían por complacerla con sus bocas, bajo la intimidación de una picana eléctrica que hacia de las suyas con el desdichado que perdía. O la vez que dejó esperando todo el día a un pobre desgraciado bajo la banca de una plaza, sólo para recibir una paliza de puntapiés por parte de extraños al final del ocaso. 
Pero lo más importante, es que llegué a fantasear con la idea de ser humillado y pisoteado por Ella, algo totalmente nuevo en mí. 
Como todo blog, contaba con una sección de comentarios en cada entrada. Yo soy alguien muy reservado, no tengo cuentas ni de Facebook, ni de Skype, y ni siquiera tuve Messenger, soy un purista que gusta de relaciones cara a cara. Sin embargo, no me resistía a escribirle algún saludo, o felicitarla por sus fotos y relatos. Nunca en ánimo de hostigamiento, en mi vida he sido un arrastrado, y menos lo seria en un blog. Pero grande fue mi sorpresa; no fue en vano el dejar un correo de contacto en los comentarios. Al poco tiempo recibí un correo en que se me invitaba a participar en un chat de IRC perteneciente al blog. 
Está demás decir que no pasó mucho tiempo antes de que lograse entablar conversaciones con la misteriosa mujer que desde hacia meses me tenia intrigado. Pero más intrigado quedé, al descubrir que detrás de esas fotos tan bizarras, y relatos tan macabros, se escondía una persona increíblemente interesante, en todos los ámbitos que un frío chat deja entrever. Con ella se podía hablar de los temas más variopintos. No es que chateáramos mucho, pero nunca había disfrutado tanto el hacerlo, sobre todo considerando que jamás conversamos sobre nuestras vidas personales, eran tertulias donde desnudaba todas mis pasiones, mis deseos, y mis convicciones, sin ninguna intención de quebrar el cómodo anonimato; una mezcla igual de excéntrica que Ella misma. 



Y así seguimos, durante casi dos años… dos años en los que algo de su forma de ver la vida llegué a entender. Dos años en que por fin pude conversar con alguien de todos esos sórdidos deseos que me asustan, en los que todos mis prejuicios fueron derribados uno tras otro, y en que no sólo conocí a una persona extravagante y maravillosa, sino que pude conocerme más a mí mismo. Dos años, que pasaron tan rápida y fugazmente como mis camuflados coqueteos. 
Pero un día (principios del 2010) ocurrió lo impensable, de un momento a otro, y sin previo aviso, mis dos lugares favoritos en la red, ¡se cayeron! Pasaron los meses, y no podía hacerme a la idea de que fuese el fin de nuestras mágicas tertulias. Me quería pegar un tiro por no haber guardado respaldo de las fotos, y no haber insistido en pedir un correo para mantener nuestras interesantes charlas (pues Ella misma me lo negó más de alguna vez). Mi angustia era enorme, si ya de por sí es difícil que alguien como Ella te tome muy en cuenta por un medio tan vulgar como ese chat, ahora que había perdido mi única forma de contacto, era virtualmente imposible. 
No obstante, soy una persona tozuda, con un carácter muy fuerte, y que vive bajo la filosofía de “consigo todo lo que quiero, no importa cuánto cueste”.  Asedié arduamente a “San Google”,  buscando cualquier referencia a “Ama Venus” que pudiese existir, agoté todas las configuraciones de búsqueda que eran posibles por ese entonces. Llegué a sitios extraños, abandonados, sórdidos, y alejados de cualquier motor de búsqueda. Después de algunos días, llegué a un foro que ninguna relación tenía con el fetichismo, o el BDSM, pero donde había una usuaria chilena de Nick “Venus”; claro, no había nada concreto que me hiciese pensar que era ella (puede haber millones de personas con ese Nick), pero tanto escrutinio y obsesión con una persona, nunca es en vano. Había algo en su escritura, en su gramática, en su forma de hilar ideas, en su actitud al replicar, que me resultaba familiar.
Sin pensarlo mucho, le envié más de algún mensaje,  con poca esperanza de recibir la respuesta que buscaba. Incluso en el mejor de los casos (si era Ella), quizás me ignoraría como a cualquier otro usuario insistente (a pesar de que sólo le pedí seguir en contacto). Grande fue mi sorpresa cuando recibí un mensaje, muy atípico, y de la forma que menos esperaba…
Sólo me daba una fecha, una hora, y una dirección, que remataba con la frase “ten un premio por ser tan fiel”. Nada de saludos, nada de indicaciones, nada de teléfonos, o medios para reconocernos. Aquella dirección correspondía a un decadente centro de eventos (que alguna ve fue muy elegante), que organizaría una fiesta de máscaras para esa fecha (una “parodia” de las pomposas galas Venecianas). Obviamente estaba muy confundido… ¿Cómo se supone que la reconocería?, sólo había visto fotos de sus pequeños pies. ¿Acaso era una especie de “prueba”?, ¿Acaso era una broma de muy mal gusto? Una sola cosa era segura, allí estaría aquella noche, quizás como tonto buscando alguna pista que me permitiese dar con Ella… 
Me conseguí una máscara muy sencilla, con tal de camuflarme en aquella muchedumbre, ya de por sí llamativa. La “fiesta” de aquel descuidado y escondido bar, acababa de comenzar. Llegué de los primeros, pendiente de todas las personas que fuesen entrando. Fijándome especialmente en sus pies,  la única referencia que tenía de Ama Venus. Desilusión tras desilusión, pasaron las horas, y ninguna de las asistentes a la estrafalaria fiesta lograba llamarme la atención.  Aburrido, decepcionado, y asumiendo lo más obvio, me dispuse a llamar un taxi, no sin antes salir del local a fumar un buen puro (un vicio algo exótico, remanente de mi época de estudiante bohemio).  
En eso se me acerca un hombre alto, maceteado, calvo, de unos cuarenta y pocos. Tenía una apariencia atípica, vestido muy formalmente para una fiesta tan vulgar. Sólo fue a pedirme fuego, pero nos quedamos fumando juntos, mientras conversamos de las típicas y aburridas trivialidades de la vida. Al menos me entretuvo lo suficiente para no llamar al taxi. Su nombre era Ademir, y al parecer también lo habían plantado. Bueno, con tal de no desperdiciar la noche, nos sentamos juntos en un rincón del local, y pasamos de los cigarros al ron, y luego, más y más ron. Me impresionó el que resultó alguien bastante instruido en todos los temas que me interesan, no era la típica persona que esperarías encontrar en un bar. Y ronda tras ronda me fui sincerando con aquel sujeto, que me resultó agradable, quizás en parte por su forma tan natural de tratar con un extraño, casi como si nos conociésemos de toda la vida. 

No lograba estar tan bebido como para contarle mis verdaderas intenciones en aquel antro. Sin embargo, pasadas unas horas, imaginé que mi compañero no tenía la misma tolerancia al alcohol que yo, pues comenzó a conversar cosas que me parecían extrañas (tenia posiciones muy extremistas en algunos temas que dan para mucho debate). Como ya era muy tarde, y me sentía algo incómodo (aunque sorprendido), por todo lo que hablaba, le inventé una excusa para irme…
Aquí comenzó lo interesante, pues Ademir, ya casi resignado, me responde;  “¡Pero Diego!, ¡Apenas empezamos a conocernos!”… ¡¿Cómo rayos aquel extraño sabía mi nombre?! Se lo pregunto con espanto (yo nunca, jamás, le he dado mi nombre real a alguien que conozco en un bar). Por si fuera poco, la expresión del hombre cambió, como si se hubiese dado cuenta de que cometió un gran desacierto, y tuviese un miedo terrible a las consecuencias. En su cara reflejaba desesperación, y como probablemente aún estaba mareado (quien no, después de tantas rondas), no era capaz de disimularlo del todo.
Yo no cabía en mis cabales, simplemente no me creía lo que estaba pasando. Temía lo peor, mientras mi cabeza fraguaba las más variopintas explicaciones…  Claro, era miedo mezclado con asombro, asombro por la posibilidad de que ese hecho tuviese conexión con la misteriosa Ama Venus. Pero lo más sugestivo no había pasado aún… salí casi corriendo a pagar la cuenta del bar, para poder irme cuanto antes (sin haberme ni despedido de Ademir), y fue entonces, para mi asombro; que la joven que atendía me entrego un sobre junto a la boleta de los licores, mientras que con mucha dificultad lingüística me dijo algo como: “Siento mucho lo qué pasó, pero el Ama te considera un candidato interesante, tendrás tu oportunidad”. 




Lo último (y lejos lo más significativo) que recuerdo de esa agridulce noche, ocurrió durante mi angustiosa espera fuera del bar, luego de ver a un afligido Ademir saliendo del local hasta un Mercedes antiguo (como de los 60’s, negro, y muy bien restaurado) que se había estacionado hacia apenas un minuto… Y fue entonces, fue cuando la vi. Una mujer esbelta, pero no más alta que yo, con un pelo muy oscuro, largo y ondulado, vestida completamente de rojo, y con los mismos grandes tacones de charol que más de alguna vez vi en ese oscuro blog (del mismo rojo que todo su atuendo).  Me volteó la mirada, cubierta por un gran antifaz que cubría la mitad de su rostro.  Me quede congelado, era Ella, la mismísima ¡Ama Venus! Caminó con una gracia increíble hasta el Mercedes, y se fue tan fugazmente como había aparecido. 

















PARTE II: LAS TRES PRUEBAS
Me pasé muchos días atónito, sin creer lo que me había pasado. ¿Quién era esta extraña gente?, ¿Cómo lograron violar el anonimato del blog?, ¿Me estarían espiando desde hace mucho? ¿Qué tramaban con este juego macabro? ¿Por qué Ademir se desesperó tanto? En fin… Preguntas iban y venían. Pero un par de cosas si eran seguras. Esa gente era muy peligrosa, y yo haría lo que fuera con tal de volver a ver a Ama Venus (y ellos lo sabían).
El sobre que me dieron contenía sólo una dirección, una fecha, y una hora (absolutamente nada más). Como buen pintor aficionado, supe de inmediato que esa dirección correspondía a una galería de arte, probablemente las más prestigiosas de Santiago, y justo ese día (él viernes de esa misma semana) inauguraban una exposición del tétrico pintor noruego Odd Nerdrum. Mi cita era 15 minutos antes de que se abriera al público. 
Claramente, luego de dos años de tertulias virtuales, Ella sabia perfectamente que la pintura es una de mis granes pasiones, además de la gran admiración que tenia por ese pintor. Sólo ahora pienso en lo inocente que fui al pensar que había elegido ese lugar para tener una cita amena... pues no seria más que una seductora carnada para lo que me esperaba. 
Como empujado por un hechizo vudú (y después de mucho nerviosismo, vacilaciones, e insomnio, a pesar de lo ilusionado), ahí estaba, 15 minutos antes de la gran apertura, a la que estaban invitados políticos, empresarios, y personajes de la farándula. Y ahí estaba también, junto al inconfundible Mercedes negro, Ademir, esperándome muy atento, y haciendo añicos todas las esperanzas que tenia de tener una cita “normal” con Ella, mirándome como si percibiere mi miedo. Me acerco tímidamente a él, aunque el profundo contacto visual había sido inmediato. Sin mediar una palabra (pero con una pequeña sonrisa morbosa), me incita a que le siga. Y sin siquiera saludarme, me hace pasar por una puerta trasera a la aún vacía galería (era muy distinto al agradable sujeto que conocí aquella noche). Valiéndose sólo de los gestos de su expresivo rostro, y robusto cuerpo, me muestra un pequeñísimo mueble de recepcionista. Un escritorio diminuto. Entonces, sin rodeos, y con un tono de voz cortante, me indica que debo desnudarme y  esconderme allí. 
Cualquier persona con algo de cordura saldría arrancando ante semejante propuesta, sobretodo viniendo de personas, que de por sí, me habían demostrado ser tan “turbias”, pero me pareció un precio justo por volver a ver a Ama Venus. Estaba igual de encaprichado que un adolescente de 15 años, además de tener el típico pensamiento de “¿qué tan malo puede ser?” (ni siquiera los recuerdos de los relatos, en situaciones similares, lograban disuadirme). La galería estaba cerrada, solo estaba yo junto a Ademir, que recibió todas mis prendas en una caja (mientras su leve sonrisa se hacía más y más morbosa). Apenas pude meterme, justo en el espacio entre una alta silla, y el inmaculado piso, perfectamente limpio, blanco, y frío.
Así esperé, mientras la galería se llenaba de sus distinguidos invitados, yo permanecía inmóvil, completamente contorsionado, acalambrado, y entumecido. Esforzándome por no levantar la mínima sospecha ante aquella concurrencia (a los que escuchaba acercarse a retirar los folletos que estaban sobre mi escritorio). Cuando ya había pasado más de una hora allí, y el asiento que estaba entre mí, y la blanca pared, seguía vacío, comencé a sudar frio. No era nada fácil, bastaba un pequeño acomodo, o el más mínimo movimiento de mis brazos, para que aquel pequeño mueble se moviese.     
Entonces lo escuché, el sonido de unos tacones muy empinados, que seguían un compás de mucha gracia, de un caminar pausado (el mismo de aquella noche). Con emoción vi un par de esbeltas piernas sentarse en aquella silla. Con unos zapatos de charol negro, de puntas muy angulosas, y unos tacones igual de puntiagudos que los aquellos de charol rojo que tanto recordaba. Vestía unas medias igual de negras, pero demasiado fetichistas para usar en un evento de alcurnia como ese… no cabía duda alguna, estaba ante Ama Venus. De pronto había olvidado por completo la situación en la que estaba, no estaba inmóvil por estar en la galería con tanta gente, lo estaba por tener ante mí los pies con los que había fantaseado durante años.



Con mucha gracia, se cruzó de piernas, mientras balanceaba aquellos puntiagudos zapatos frente a mi cara. Había algo particular con ellos, estaban sucios, pero no era la típica suciedad producto de caminar mucho, era como si hubiesen sido ensuciados de adrede (con la única intención que yo los limpiase). Nunca había hecho algo así antes, pero bastaron 5 minutos con mi húmeda lengua, junto a un generoso vaivén de las piernas de Ama Venus, para que el negro charol  reluciera como nuevo. Incluso las suelas, ningún centímetro de superficie se libró de mi hiperactiva boca. De pronto, uno de esos puntiagudos tacos se introdujo de lleno entre mis labios, hasta lo profundo de mi garganta. Era difícil aguantar el reflejo natural que algo así produce, pero tampoco podía olvidar la situación en la que estaba. El puntiagudo taco se movió por toda mi boca y garganta, tal como si fuese un falo, mientras su gemelo hacía de puñal entre mis costillas.  
Parecía una prueba de resistencia, pero no tanto por lo difícil que resultaba pasar desapercibido (algo que ya de por sí, era una proeza), sino, por ahogar las imperiosas ganas de saltar de allí para adorar aquellos pies y piernas con toda mi corporeidad. En eso, cuando mi boca ya comenzaba ser magullada, su taco fue lentamente retirado, mientras su delicado pie se desnudaba. No tuve tiempo de admirar la belleza de aquel acto, ya que inmediatamente lo posó sobre mi nuca (sintiéndose muy tibio). Estaba claro lo que Ama Venus quería, empujando mi cabeza hacia abajo con alevosía. Primero me deleité con las fragancias que desprendía la húmeda plantilla… ese aroma único y maravilloso que sólo se consigue de la mezcla entre el sudor, y un cuero de primera calidad. Mi inquieta lengua no se hizo esperar, degustando esos salados (pero dulces) sabores, que eran como un premio por haber dejado una cubierta tan reluciente. 
En ningún momento su pequeño y cálido pie dejó de moverse, aprisionaba mi cabeza contra el zapato, a la vez que me provocaba aún más los bajos instintos, con el coqueto movimiento de sus dedos. Fue entonces cuando sentí a su desnudo gemelo rozar mi cuello (tan concentrado estaba con las fragancias, que no me di cuenta de cuando fue que se desprendió de mis costillas). 
De a poco se iba acercando a mi boca, pero no pude esperar, despegué mis labios de la plantilla, y comencé a saborear el negro y húmedo nylon que recubría esos deliciosos dedos, cuyas pequeñas uñas tan bien pintadas podían verse claramente a través de la prenda. Ese tejido estaba mucho más impregnado de aquellos perfumes, de lo que lo habían estado las plantillas. El gemelo por su parte, se aventuraba en otros lugares de mi cuerpo (lo que me provocaba una de la erecciones más poderosas de las que tenga recuerdo). 
No tenía claro cuánto más seguí saboreando sus medias, pues mi noción del tiempo se volvió confusa. Tampoco entiendo cómo fue que permanecí inmóvil, ya que el lugar y la gente, era lo que menos me importaba (mi ávido subconsciente, ¿quizás?). Estuve imbuido en ese trance, sintiendo cada vez más y más la necesidad de tener contacto directo con esa suave y rosácea piel. Llegó un momento en que sólo podía pensar en dos opciones, o rompía el tejido de nylon con mis dientes (aunque no sabía cómo pedir permiso para hacerlo), o lo retiraba lentamente con mi boca. Elegí lo segundo, pues el pequeño escritorio era suficiente para cubrir las piernas de Ama Venus, y esas medias (terminadas en unas abigarradas ligas), eran demasiado hermosas para ser rotas. 
Fue así como poco a poco fui dejando al descubierto más y más de su piel, tímidamente al principio… nada más que pequeños tirones, como una forma de pedir permiso a Ama Venus para lo que quería hacer. Sus vaivenes se coordinaron con mis mordidas, como consintiendo mi propuesta.  Proseguí hasta que tenía la mayor parte de su esbelta pierna al descubierto. Entonces vi su mano, con dedos de pianista, y largas uñas (igual de bien pintadas que las de los pies), bajar bruscamente la otra media, tirándola sobre mi desnudo cuerpo. Yo no me podía creer aquello, su pequeño y rosado pie descansaba sobre mi vientre. Luego corrió bruscamente su otra pierna hacia atrás, dejando la media (que tanto me había costado bajar), colgando de mis dientes, y posando el gemelo sobre mi frente. 



Lo que siguió fue un verdadero ballet entre mi inquieta lengua y sus perfumadas, rosáceas, y suaves plantas. Siguiendo cada surco, cada curva, y cada vaivén con coordinación milimétrica. En círculos, de arriba abajo, con la punta, con los labios, no había ningún límite para mi creatividad. Años y años como un empedernido fetichista, y nunca había hecho algo como aquello. Incluso recordé mis conocimientos de reflexólogo para aplicarlos con mi boca. Pasado un tiempo,  era como si mi lengua tuviese vida propia, no tenía control alguno sobre ella. 
Solo lo recuperé momentáneamente, cuando vi que sus pequeños y coquetos dedos (algunos de ellos adornados por sobrios anillos de plata), me hacían una picaresca invitación, moviéndose agraciadamente de arriba a abajo. Mi boca captó la señal de inmediato, dirigiéndose primero al pulgar (como un acto reflejo). Repetí toda la creativa rutina de las plantas, en la yema de ambos pulgares. Luego introduje uno de ellos de lleno en mi boca, sin succionarlo, solo depositando mi aliento sobre él, y disfrutando de sus curvas con mi lengua. Fue un proceso que repetí no sólo con los pulgares, sino con cada uno de sus soberbios dedos. Especialmente con los meñiques, esos pequeños siempre han sido especiales para mí, y no escatimé esfuerzos en que su adoración estuviese a la altura de mi obsesión con ellos. Tampoco hubo escatimo para  saborear el espacio entre dedo y dedo, el cual es por lejos, el más rico en sabores y fragancias. 
Llevaba mucho tiempo ya repitiendo todo lo narrado anteriormente (o eso imagino, pues mi noción del tiempo nunca dejó de ser confusa). Llegó un punto álgido en  que solo sentía un éxtasis profundo, con mis sentidos tan acentuados, como atenuada estaba mi parte consciente. Solo recuperé un poco el juicio, cuando note mí duro, hinchado y húmedo pene. Tan dolorosa era la impresionante erección que tenía, que me obligo a voltear la mirada que tenía fija en los pies y piernas de Ama Venus. Estaba completamente rojo (casi violeta), con las venas marcadas, y con una estela de humedad que terminaba en un pequeño charco sobre aquel blanco piso (que ya había dejado de estar frio hace mucho). Comencé a sentir una necesidad imperiosa por llevar mis manos hacia él, y lo hubiese hecho, de no ser por un tenue vestigio de cordura, que me recordaba el lugar donde estaba, y que cualquier movimiento de mis acalambrados brazos delataría mi presencia. 
Es seguro que Ama Venus notó el ínfimo instante en que volteé mi atención, pues inmediatamente detuvo el vaivén de sus piernas y el coqueteo de sus dedos. Los puso lejos de mi rostro, mientras buscaba sus tacones. Y en un par de segundos, y con una gran habilidad, estaba calzada nuevamente. Nada me había preparado para lo que vendría, estaba a punto de experimentar la situación más desesperante, dolorosa, y despiadada que hubiese conocido hasta entonces…
Ama Venus blandió sus imponentes piernas (de una forma muy enérgica, a la vez que discreta), propinando puntapiés por todos los lugares blandos y sensibles de mi cuerpo (siendo mis costillas y muslos las que se llevaron la peor parte). Fue una autentica lluvia de tormento, las angulosas puntas de sus tacones eran enterradas igual que cuchillos. Todo el éxtasis sentido hasta entonces se convirtió en dolor, un dolor mucho más intenso y flagelante que cualquier otro que hubiere sufrido. Eran puntapiés libres de cualquier azar, tan meticulosos que cada oleada caía en los lugares exactos de la anterior (lo que hacía aumentar exponencialmente el suplicio). Como consecuencia inmediata, recuperé la conciencia y cordura perdidas hasta entonces. Eso fue quizás lo que empeoró la situación más que ninguna otra cosa. 
Solo imaginen mi contexto… En aquella repleta galería se encontraban posiblemente; muchas de las actrices y cantantes que admiro, grandes empresarios (quizás alguno de mis jefes directos), y hasta el recién electo Presidente, que había sido invitado. Cualquier error mío en reprimir los reflejos naturales de mi cuerpo ante aquella masacre, significaría dos cosas;  nunca más volvería a ver a Ama Venus, y viviría bajo la humillación pública por siempre (sólo imaginen las portadas de todos los diarios y revistas, anunciando que encontraron a un hombre desnudo y magullado, escondido en medio de la gala de una importantísima exposición de arte). 




Pero al parecer eso no le importaba, pues de los puntapiés, pasó a usar sus afilados tacones como estoques. Ellos rasgaron mi piel de las formas más variopintas, y solo pude ver como varios hilos rojos se formaba a mi alrededor.  Ni siquiera mis genitales se salvaron de su ira, mis pobres testículos fueron aplastados sin piedad por sus suelas, y ni relataré lo que hizo con mi miembro. Llegó un punto en que tenía dificultades para respirar, y comencé a ver todo más nublado, sentía que podría desmayarme en cualquier momento. 
De repente, me volví insensible al dolor, como si mi mente hubiese apagado los nervios (algo típico de los que sufren un dolor mayor al que su psiquis puede procesar). Eso provocó que mis músculos ya no se contrajesen al recibir los estoques, y qué la temperatura de mi masacrado cuerpo bajara drásticamente. Ama Venus notó esto, pues el martirio llegó a su fin, dejándome en un reposo absoluto por un tiempo.
Justo cuando pensaba que todo había acabado, que en cualquier momento me sacarían de allí, o que simplemente me dejarían así hasta que todos se marcharan, fue cuando sentí sus pequeños pies desnudos acariciando mi piel. Consideré que fue una especie de premio, un incentivo, una gota de agua en medio del tormento,  pero era tal mi cansancio físico, sumado a la escases de oxígeno bajo el escritorio, que me quedé inconsciente de a poco. Sin embargo, eso mezclado con las charlas de los invitados, y las caricias de Ama Venus, fue una experiencia igual de inolvidable que todo lo demás. Eso fue lo último que recuerdo, pues me desmayé ante sus pies… 
Al día siguiente desperté muy mareado, sentí que estaba en una cama (mas no me animaba a abrir los ojos para descubrir dónde), con algunos vendajes, y bajo el efecto de sedantes. Me quedé mucho tiempo entre las sábanas, reflexionando sobre lo que me había ocurrido, recordando cada detalle, incrédulo, pero con la seguridad de que mi vida nunca volvería a ser la misma. Permanecí en ese estado de trance hasta que la necesidad por recuperar la cordura me obligó a abrir los ojos. Grande fue mi sorpresa cuando descubrí que no estaba nada más ni nada menos, que en mi propia cama, en mi propio departamento. 
Todas mis heridas estaban perfectamente limpias y tratadas. Mi ropa se encontraba en una cesta de mimbre a los pies de mi cama, había sido llevada a la tintorería, e incluso los zapatos que lleve ese día estaban recién lustrados. Sobre mi cómoda, había un folleto de la exposición, y dentro del mismo, un sobre. 
Nuevamente, sólo se me indicaba una fecha, hora, y dirección… Claramente mis dudas, y miedos, eran más grandes que nunca. Yo, un respetado profesional del rubro farmacéutico, con una vida perfectamente normal, con dos hijas (que no viven conmigo), con amigos y familiares que jamás despertarían sospechas de algo raro. Alguien que si bien tenía un importante fetiche (compartido por mucha gente), siempre se mantuvo su bajo perfil. Una persona íntegra que nunca había sentido una fijación malsana, ni una obsesión por nadie (solo me había enamorado un par de veces siendo joven, como todo el mundo). Mi vida, tan normal, tan tranquila, de repente se veía invadida por una extraña y peligrosa mujer (y con un sequito aún más intrigante y amenazador), que me hacía sentir y desear cosas que ni imaginaba que podrían gustarme. Ella se había vuelto tan importante, que no pasaba para mí ni una miserable hora en que no la recordase. Nuestras largas conversaciones en chat durante casi dos años, la noche en el bar que donde la vi por primera vez, y la tarde en la que me desmayé ante sus pies, eran los pensamientos que ocupaban mi día a día. 
Mis músculos aún se acalambraban, y algunas de mis heridas aun dolían. Pero rápidamente inspeccione mi departamento en busca de cualquier cosa fuera de lugar. Estaba exactamente igual a como lo había dejado (no se habían llevado nada de valor). La chapa de la puerta no había sido forzada, y las llaves las tenía el conserje de mi edificio, a quien se las había encargado (no tarde en interrogarlo, aunque no sirvió de nada). En fin, mi cabeza no dejaba de inventar teorías de como habrían podido hacer todo aquello. 



La dirección que me dieron correspondía a un antiguo sector industrial en la periferia de Santiago. Específicamente, pertenecía a una vieja fábrica abandonada, con muchos grandes  galpones vacíos en los alrededores. Mi cita era para dos meses más (me imaginaba que la razón era que AMA VENUS quería que me mis lesiones se recuperasen antes). Muchas veces conduje hasta allí luego del trabajo, inspeccionando cada rincón, y tratando de adivinar qué clase de creativa prueba tendría lugar en ese tétrico y desolado lugar (diametralmente opuesto al escenario de nuestro primer encuentro). 
Entre más corrían las semanas, más grande se volvía mi ansiedad. Y más grandes eran también, mis dudas. Pensaba obsesivamente si debería asistir a mi nueva cita. Claramente la única respuesta cuerda era que no, pero sabía que allí estaría de todas formas. Un detalle importante que no mencioné; no todo estaba limpio en el cesto donde encontré mi ropa. En el fondo, estaban las abigarradas pantis negras de aquel día, aún sucias, húmedas, y con sus fragancias. Era como si fueran un regalo de Ama Venus, una pequeña prueba de que se sentía complacida con mi actuación. Las mantuve cerca por muchas noches mientras esperaba (y mis lesiones sanaban). 
Recuerdo que no pude dormir la noche anterior al gran día, sentía algo en el estómago, era tal que no pude ni desayunar. Ni siquiera estoy seguro de haber sentido tal nerviosismo antes, tenía hormigas hasta en los rincones más recónditos de mi cuerpo. El día estaba frio, gris, y nublado (a pesar de que se acercaba el verano). Conduje por inercia hasta la fábrica (una ruta que ya me sabía de memoria). 
De inmediato noté algo raro… me impresionó la cantidad de vehículos estacionados, siempre que venía estaba todo desierto, sólo encontraba matorrales secos. Estuve a punto de vacilar, y manejar a toda prisa lejos de allí, pero el deseo de volver a ver a Ama Venus era más grande. A pesar de la gran masa de autos, la fábrica, y sus alrededores, estaban completamente vacíos. No se divisaba un alma (lo único que seguía como de costumbre). Entonces, noto algo que me llama mucho la atención. Estacionado muy cerca de uno de los galpones, estaba el ya emblemático Mercedes negro, junto a el, una mujer alta, con un estrafalario peinado, fumando un cigarro con boquilla, vestida muy formalmente, y que no me quitaba la vista de encima.
Asumí que ella era el contacto con el que debía hablar, por lo que me estacioné lo más cerca que pude. Llevaba un abrigo que recordaba perfectamente, era el de la silueta suntuosa que vi junto a Ademir aquella noche en el bar (noche de la que recordaba cada detalle con precisión fotográfica). 
Me acerqué tímidamente, bajo la mirada de inquisidora de la misteriosa mujer (que calculé, tendría unos treinta y pocos). Noté como su adusta expresión se quebró por una burlesca sonrisa cuando noto mi caminar nervioso. Me apoye en el capo del Mercedes, junto a ella, y  saludándola muy tímidamente, le pedí fuego mientras sacaba uno de mis puros. La mujer, que era esbelta, y tenía un enorme abrigo negro, se presentó como “Betsabé” (ella misma me dejó en claro que no me daría su nombre real). Conversamos un buen rato, sobre el clima, sobre el lugar, sobre el Mercedes, sobre el tabaco, pero algo me impedía hablarle sobre el tema que importaba (y su sonrisa delataba que estaba esperando a que lo hiciera), ¡¡¡pero es que hablar de Ama Venus no es cualquier cosa!!! 
Me invitó a otro sitio, imaginé ingenuamente que era para dar más dinamismo a nuestra gris charla, pero entonces, me condujo a algo que me puso la piel de gallina. Justo en la entrada a uno de los galpones, estaba un encadenado, magullado, amordazado, y desnudo hombre colgando de un poste. Puesto allí seguramente como aviso para que los dueños de los vehículos supiesen donde ir.  Pero lo que más me impresionó, fue que no era nada más ni nada menos; ¡que Ademir!, mi compañero en el bar. La mujer notó de inmediato mi asombro e incomodidad, soltando una risa estrepitosa. Sólo me dijo; “no te preocupes, es parte de su castigo por el incidente del bar, está acostumbrado”.  
El asombro que me dio ver la dantesca imagen, fue lo que me permitió romper el hielo. Le asedié con la gran colección de preguntas que tenía… mi compañera sólo se reía burlescamente, sobre todo cuando le preguntaba sobre las temibles proezas de su grupo. Claramente no obtuve ninguna respuesta referente a ese tema, así como a muchas otras preguntas relacionadas a la vida personal, e intenciones, de Ama Venus. 
Pero no todo fue en vano, supe algunas cosas importantes; Había sido uno de los muchos potenciales candidatos desde mucho antes de conocer el blog argentino (el cual era una trampa suya para atraer fetichistas). Supe también que era la primera vez que tenía a prueba alguien que no conocía en la vida real, pues nuestros dos años de charlas en el blog también habían sido interesantes para Ella. Supe que no era el único candidato presente en ese lugar, pero que todos teníamos en común el haber pasado la primera prueba, y ser empedernidos fetichistas de pies (ya que estaba interesada de hace mucho en un sumiso “especialista” en ello). Supe que mientras que el sentido de la primera prueba había sido comprobar nuestras dotes como fetichistas y potenciales sumisos, el fin de ésta era demostrar que Ella era realmente especial para nosotros. Y por último, supe que por Su decisión expresa, y en mi caso especialmente, no podría conocerla ni hablarle directamente, a menos que superase las tres pruebas.
Mi puro ya se acababa, cuando Betsabé comienza a explicarme los detalles del asunto que nos atañía; dentro de ese galpón, había cuarenta personas, entre las cuales estaría Ama Venus, y la prueba era tan simple como reconocer Sus pies. Tendría sólo dos oportunidades, y se me advirtió que el castigo sería mucho mayor que el martirio que conocí, si fallaba, pero la recompensa también lo sería si acertaba. 
Muchas cosas pasaron por mi mente, sobre todo luego de preguntar detalles más finos. Primero que todo, el hecho de estar desnudo (con el rostro cubierto por una pequeña venda), ante cuarenta desconocidos, siendo muy probable que me topase con alguno en el futuro, era simplemente chocante. Pensé que de aceptar la prueba, nunca más estaría tranquilo cuando un extraño me mirase mucho, o me dedicara una sonrisa morbosa. Sería algo que me atormentaría de por vida (ya que el mundo es pequeño después de todo). Era quizás una de las formas más viles de humillación pública que pudiesen existir. ¿Y si alguno de los invitados era colega en mi trabajo?, ¿o conocía a mi familia?, ¿o vivía en mi edificio? Sin embargo, en el fondo sabía que terminaría aceptando el desafío, no estaba en mí, el deseo por Ama Venus me superaba a mí mismo.
Betsabé me explicó que Ama Venus buscaba un sumiso que estuviese obsesionado con Ella, que fetichistas de pies había muchos, pero que no quería un simple fetichista. No le servía alguien que adorara con alevosía cualquier par de pies, quería alguien para quien Sus pies fuesen especiales, independiente de que existieran otros más generosos, o más bonitos. Ahí estaba el sentido de la prueba. La mujer, que notaba mi nerviosismo, me consoló diciendo que entre todos los candidatos, era el favorito. Me dijo que ella me había dado un regalo que no le dio a nadie más… las pantis de aquel día, y que si de verdad estaba prendado de Ama Venus, ya conocería a la perfección el aroma impregnado en mi regalo, y que debía entrar tranquilo a la prueba si así era, pues grande seria mi recompensa. 
Claramente, luego de escuchar todo eso, estuve a punto de salir arrancando... pero a la vez sentí ese pequeño impulso autodestructivo (aquel que no había sentido desde mi niñez), pensando que si ya había pasado por todo lo anterior, no podía retractarme ahora. Eso, sumado a la intimidante mirada de Betsabé, hizo que aceptara el desnudarme en medio del frio (momento en que me compadecí profundamente del pobre Ademir, que colgaba desnudo desde hace horas), y que mis ojos fuesen fuertemente vendados. Ya sin saber qué creer de todo esto, y con el estómago revuelto como nunca antes, entre al galpón, de donde oía decenas de murmuros y risas. Me imaginé a mí mismo en el puesto de mi público, riendo cruelmente de un pobre hombre desnudo y vendado, a punto de ser sometido a una vejación pública sumamente cruel. Sentí como colgaron algo a mi cuello, Betsabé me explicó que era una campana, la que debía tañer cuando estuviese seguro de que había encontrado los pies de Ama Venus. 
Yo imaginé que estarían las cuarenta personas en fila, ordenadas, y yo debería pasar por cada una… Nada más lejos de la realidad. En primer lugar, se me indicó que debía ser proactivo, y utilizar cualquier método que se me ocurriese con tal de reconocerla. Sin embargo, había un par de reglas, debía permanecer agachado, y apoyado en mis cuatro extremidades, completamente callado, y sólo hacer lo que las personas consintieran (desobedecer significaba descalificación inmediata). 
En otros términos, la prueba consistía en gatear entre aquella muchedumbre, que no estarían ni quietos, ni necesariamente descalzos (y que tendrían libertad de hacer lo que quisieran conmigo durante la prueba), mientras buscaba dócilmente cualquier indicio que me ayudase a dar con Ama Venus. Tímidamente, y con la piel de gallina, fui hasta el lugar desde donde escuchaba los murmuros, las risas, los insultos, y las burlas. Era tan densa la sensación de estar allí, que ni siquiera los peores recuerdos que tengo de los matones del liceo, o de las muchas veces que me asaltaron, habían logrado intimidarme tanto. La gente  vociferaba cosas que iban desde; “¡ven perrito!”, y “¡basura humana!, hasta “¡pobre imbécil!”, por poner algunos ejemplos (aunque la mayoría de lo que escuchaba no estaba dirigido a mí).    
Aun así, nada me preparó para lo siguiente, pues tan pronto estuve en medio de aquel aquelarre, sufrí una oleada indescriptible de puntapiés, rasguños, fustazos, estoques, cachetadas, y escupitajos, entre muchas otras cosas. Quien sabe cuánto tiempo estuve totalmente quieto, atónito, soportando todo aquello sin tener idea de qué hacer, y deseoso de renunciar e irme. No obstante, algo me llamó la atención. Los puntapiés que recibía eran torpes, imprecisos, atarantados, como si viniesen de personas que muy rara vez tienen la posibilidad de darlos. Los puntapiés de Ella en cambio, tenían precisión milimétrica, y una energía tan bien canalizada, que producían un dolor muchísimo incomparable. Supe de inmediato que ninguna de las personas que me vilipendiaban y pateaban, era Ama Venus.       
Traté de contabilizar cuantas voces escuchaba, y puntapiés distintos recibía. Pude contar más de una veintena, por lo que el número de candidatos se reducía drásticamente. Luego de mucho tiempo tratando de concentrarme en ello, las humillaciones fueron cesando, y pude escuchar varias campanas tañer. Supuse que tal vez los demás candidatos habrían tenido algo de suerte. Lentamente me dirigí a las fuentes de esos sonidos, y olía cada par de pies que encontrase en el camino, cada par que aún no participase de los vituperios, ni me pegara torpes puntapiés, por supuesto. Decepción tras decepción, había contado ya cerca de una docena de pies extraños, que pude descartar muy fácilmente gracias al regalo de Ama Venus.
Entonces noté algo que llamó mi atención, eran unos tacones cuya forma conocía perfectamente, sus empinados tacos, el puntiagudo acabado, la textura y sabor del charol. Eran los mismos tacones que me hicieron desfallecer en la galería de arte, ¡no cabía duda! Lleno de emoción descalce aquel par de pies, que eran igual de pequeños que los de Ella, y con unos dedos igual de cortos y bien torneados. Comencé a degustarlos, estaban perfectamente limpios, sin sabor ni olor alguno. No obstante, había algo que no me convencía. Los movimientos de los dedos eran torpes, como si no estuviesen acostumbrados a recibir los honores de un fetichista. Los descarté de inmediato, eran una muy buena trampa. Me pasó algo similar cuando luego probé unos que me acariciaron picarescamente. Tenían el mismo olor impregnado en las pantis, y un parecido más que aceptable (estuve a punto de tañer la campana), pero también les faltaba gracia. No bailaban, no incitaban, no coqueteaban como los de Ella.
Vagamente, mi oído alcanzó a contar, en total, cuatro campanas distintas con el correr del tiempo, un número nada despreciable de candidatos. Con cada campanada empezaba a desesperarme un poco más… calculé varias horas soportando aquel suplicio (aunque quizás fueron minutos), inquiriendo, y sin ningún buen indicio salvo las trampas. 
Entonces, ya con ganas de sucumbir, sentí un certero y discreto puntapié en las costillas. Me llegó como una puñalada, era mucho más brutal que cualquier otra cosa experimentada en la dantesca prueba. Claramente queriendo llamar mi atención, como diciendo “¡aquí estoy!”, de una forma tan evidente, que hasta me pareció injusta. Pero no perdí un segundo, en un acto que fue casi un reflejo natural, me dispuse a descalzar aquellos prometedores descubrimientos. Estaban limpios, sin fragancias, sin sabores, con las uñas mucho más largas que las que recordaba, pero definitivamente no se parecían a nada de lo que hubiese tenido en la boca aquel día. 



Aquellos pequeños e inmaculados pies comenzaron a danzar en mi rostro, a coquetear, cada dedo en perfecta sincronía junto a sus hermanos. He sido un acérrimo fetichista por décadas, he adorado quizás más de una centena de pies, pero nunca me había tocado algo como aquello. Era como si disfrutase la coreografía salvaje y sensual entre mi lengua y sus curvas. Como si lo disfrutase más que yo mismo, como si aquel acto significara algo mucho más profundo que un juego erótico. No lo dude un solo segundo, blandí la campana que tenía amarrada al cuello con toda mi energía…
Inmediatamente sentí como una imponente figura me tomaba con fuerza, apartándome de la muchedumbre. Y sin mediar palabras o indicaciones, fui esposado de manos y pies, mientras mi magullado y desnudo cuerpo quedó tendido sobre una suave superficie (muy suave, como seda). Así esperé mucho tiempo, entumecido, apartado del infierno en el que estuve. Increíblemente ya no estaba asustado (y eso que aun podía escuchar vituperios), estaba seguro de que aquellos pies no podían ser otros que los de Ama Venus. Sólo sentía el frio de aquel nublado día, y el nerviosismo por no saber que me depararía…
Y fue entonces que de pronto, escuché otra campana más, y todos los insultos cesaron. Era increíble, de un momento a otro, todo el infernal bullicio se transformó en un silencio sepulcral. Y entre escalofríos, me preguntaba qué cruel desenlace depararía aquel humillante desafío, qué clase de castigo seria digno de ser peor que lo que sufrí en la galería. El miedo se quebró por una caricia, y el silencio se desvaneció con un estrepitoso grito. Sentí aquel par de cálidos pies recorrer mi aporreada piel,  una sensación igual de reconfortante, como tenebroso era escuchar los lamentos de fondo… 
Las deliciosas caricias de Ama Venus, que no cabía duda eran mi premio, formaban una sensual coreografía, la que no parecía dejar nada a la improvisación, pero tenía una naturalidad barroca al mismo tiempo.  Mi piel se estremecía, y mi respiración era más lenta. 

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madura y peluda

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Publicado por manolo.tenia 12 a~os pero muy desarrollado, una vecina madura caliente que su marido no atendia.lavando el carro de mi vecina veo que tiene una mata de pelos negros y lacios en sus axilas , me llamo la atencion y me exite. sinquerer moje con la manguera a la vacina y note atravez de su blusa unos pezones oscuros llenos de pelitos largos alrededor de las aureolas, mas me exite.ella noto el bulto en mi pantalon sudadera y me comento; eres un nene pero lo que tienes ahi es de un hombre.su mirada era de leona en celo.entramos a su casa y sin mediar palabras me agarro el rabo a medio para y lo saco, lo tomo en sus manos y me dijo aun no esta totalmente parado a lo que le afirme,y dije; tu lo paras completo. me llevo a su cuarto entramos y me quito el pantalon se arrodillo y empezo a mamar como loca , lo miraba y lo chupaba. me pidio apagar la luz. le pedi que no , que queria ver todos esos pelos de sus axilas, pezones y queria ver la gran pendejera que entendia tenia, a juzgar por sus sobacos y pezones tenia que ser una gran pendejera. ella me comento que su piel era muy sensitiva y no se podia rasurar ni depilar y su esposo le decia que parecia un hombre con tanto pelo.esto creo un complejo en ella y no tenia sexo con su marido en mas de tres a~os.yo le dije; mi cielo a mi me encanta la mujer peluda y mientras mas peluda mas me calienta. con una cara de bellaca me dijo ; quieres pelos ? aqui si hay... se quito la ropa y no me equivoque, la pendejera desde el ombligo era una mata gigante negra lacia y larga. le crecian hasta los muslos , hacia el culo y subian hasta el coxis. pendejos gruesos largos y bien negros.sobresalia una cabecita roja entre aquella selva, me enterre entre aquel monte rico de olor fuerte (como toda mujer pendejuda)ese aroma penetrante que me pone a mil.el punto rojo era su clitoris, parecia el pene de un gato, lo meti en mi boca y lo chupe como bebe ambriento media mas de una pulgada, sus labios vaginales eran enormes , rojos y muy peludos. le mamabamdesde el clitoris hasta el culo peludo rico que tenia.eela calzaba unos zapatitos de tacon cerrados en piel, se los quite y ahi vi los pies mas eroticos que una mujer podia tener, eran perfectos sus dedos eran perfectos y tenia pelitos en los dedos y arriba , estaban sudados olian a sicote con queso manchego, se los empece amamar dedito a dedito.baje a su bollo y se lo mame nuevamente hasta hacerla venir, le extraje toda su venida y con mi boca llena de su venida , regrese a sus pies sicotudos los empape con su leche y que rico la mezcla de sicote con almizcle. subi a sus sobacos los mame sentia el sabor penetrante de su sudor regado por todo los pelos del sobaco. parecia tener una chocha pendejuda abajo de cada axila. la hice venir mamandole los sobacos.me mude a sus ricos y largos pezones. tenia los pezones como el clitoris largos , flacos y con muchos pendejos largos negros al rededor de las aureolas.se los mame hasta sacar un poquito de leche de uno de ellos. ella me paro y me dijo; no aguanto mas clavame yo le complaci.este fue el primero de muchos encuentros ricos mojados calientes y peludos. proto escribire mas... Manuel de Puerto Rico.  ma.cazon930@hotmail.comCordialmente: FOTOS

Fetichismo de Pies ( Mis teorias e hipotesis ) - 2ª Parte

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Bueno que tal, hoy les quiero plantear la posibilidad de tener otro debate que creo que va a ser interesante y a la vez nos va a permitir aprender mas acerca de nuestras preferencias sexuales, sobre todo teniendo en cuenta de las experiencias y conclusiones que todos los integrantes del foro podamos aportar:


Bueno creo que nuevamente no hay mejor forma de exponer el tema en cuestión que planteándoles un ejemplo en cuestión, pero esta vez se trata de mi forma de ver las cosas, o mejor dicho como yo las experimento:


Bueno yo diariamente cuando me levanto a la mañana y empiezo mi día, ya sea que se trate de un día hábil en el cual trabajo y estudio, o un fin de semana, estoy convencido que absolutamente todo el tiempo, en el sentido literal de la palabra estoy pensado conscientemente o inconscientemente en pies, en cualquiera de los ámbitos en el que se desarrolle mi día. Es decir que desde que me levanto hasta que me acuesto mi fetichismo o adoración por los pies esta presente en todo momento, y creo que aun buena forma de ejemplificar lo que quiero dar a entender, es justamente hacer un breve cronograma de mis actividades periódicas, correspondientes a un día normal y habitual:


A la mañana cuando me despierto y luego de que me preparo para ir a trabajar, muchas veces concurro al mismo caminando por la avenida Corrientes hasta llegar al microcentro, en esos 35 minutos que dura el recorrido, no hago otra cosa mas que escuchar la radio y simultáneamente creo que ya es completamente normal para mi, ya que lo hago desde que tengo uso de razón, ir observando y mirando el suelo, intentando pescar furtivamente cualquier tipo de pie femenino que se pueda cruzar delante de mis ojos, también lo que intento o me gusta mucho hacer, es también ver chicas lindas y hermosas y detenerme primero en sus rostros, el tiempo suficiente para imaginarme como serian sus pies, para luego justamente bajar la mirada y deleitarme o no, con sus pies, y la verdad que es un acto que no debe durar mas de unos cuantos segundos, pero en ese lapso puedo llegar a excitarme bastante. Es decir que en todo momento voy mirando el piso y los pies de las mujeres, creo que ya lo hago de forma totalmente inconsciente, ya que para mi hacer eso, es tan normal como respirar o el latir de mi corazón. Obviamente este comportamiento no tiene solo que ver con los recorridos que realizo diariamente a mi trabajo, sino cada vez que piso el suelo de las calles para dirigirme a cualquier lugar, es decir cada vez que tengo contacto con la sociedad.


Una vez que llego a mi trabajo, me tomo mi tiempo, ya que llego mas temprano, de saludar a todas las compañeras de trabajo y aprovecho mas que nada de poder observar sus pies y los calzados con los cuales se los cubren, de esta forma ya conozco todos los pares de zapatos que tienen las chicas de mi trabajo y se identificar cuales les queda mejor, cuales son nuevos, etc., etc., y mas de una vez me excite mucho pero mucho cuando mas de una de ellas, en verano obviamente lucen sus sandalias con tiritas finitas, de esas que permiten lucir bien los pies, ya que lo dejan casi totalmente expuestos, pero que a la vez los cubren delicadamente como queriéndolos tapar o cubrir, cosas que provoca que no solo que se insinúen mas, sino que también se luzcan mas y se pueda apreciar mas su belleza.


Luego a la tarde o a la noche, cuando voy a la facultad, también obviamente, intento "cazar" pies con mi mirada de cualquier chica que se me cruce en mi camino, y también cuando estoy en plena clase de cualquier materia.


Finalmente cuando regreso a mi casa, no veo la hora de conectarme a Internet, para no solo recibir la enorme cantidad de fotos, información, noticias, mails, o lo que sea que tengo que ver con pies, y sobre todo lo mas pero mas importante la recorrida diaria por el foro, creo que eso no lo podría dejar de hacer por mas de 24 horas seguidas, distinto es ahora que además tengo tiempo para postear, fotos o comentarios.


Por ultimo cuando me desconecto, y me voy a descansar, luego de prepararme la comida me pongo a ver televisión y también intento encontrar alguna propaganda, programa de tv, publicidad, o lo que sea, que me permita ver pies femeninos, y también un hobby que tengo es grabar con la videograbadora cualquiera de esas escenas, tal como también lo hago con la computadora, en la cual tengo mas de 3 gygabytes de información y fotos de pies, también les confieso que cuando era pequeño también recortaba fotos de pies de la revistas "solo los pies" y lo pegaba con plástica en un hoja en blanco.


También cuando estoy durmiendo, mas de una vez, e tenido sueños o pesadillas, en las cuales se podían ver, tocar, o relacionar con escenas de sexo y claro con los pies, con lo cual obviamente, me despertaba mojado o seco, luego de una polución nocturna.


En resumen creo que toda esta rutina, ya sea cambiando de ámbito o lugar en la vida de cada uno de todos ustedes, en bases o estructura, sin son fetichistas de pies, debe ser completamente la misma que la mía, y esto se da las 24 horas de los 365 días del año, desde que nacimos hasta que nos entierren.


Con lo cual voy a exponer mis más humildes y personales conclusiones, para el debate en cuestión:


Estoy plenamente que nuestros gustos por los pies, no son simples preferencias sexuales o atracción pro una parte del cuerpo, creo que va mucho mas allá, por lo tanto para mí es una obsesión, que condiciona y direcciona nuestros deseos y necesidades sexuales, sino también nuestros estilos de vida, forma de relacionarnos con los demás, conductas y comportamientos específicos, hasta el punto en transformarse en una OBSESION, ya que esta presente en todo momento.


Es decir sino nosotros fuéramos como el común de la gente, llámese común (no fetichistas de pies), solo nos detendríamos por la calle para ver un buen par de pechos, o también disfrutar con la cola de chicas y solo nos daríamos vuelta cuando la chica en cuestión lo justificara, y máxime cuando un día nos levantemos con muchos deseos sexuales, nos va parecer linda hasta las mas fea, nosotros (los fetichistas de pies, somos distintos, ya que no nos fijamos solamente en esas partes, sino en la mas importante para nosotros, y justamente somos nosotros quienes nos damos vuelta o buscamos excusa para ver mas de cerca los pies de las chicas, lindas o hasta las mas feas, pero que tengan lindos pies, cosa que los otros jamas harían.


Claro el tema esta ahora en evaluar si esta obsesión es sana o no tan sana, en mi lugar yo pienso que al tratarse de una obsesión, estamos hablando de un extremo por algo, en este caso el gusto por los pies, y todos los extremos o las cosas en exceso dicen que hacen mal, particularmente yo tengo muchisimas razones para pensar que es una obsesión sana o mejor dicho beneficiosa para todos nosotros en muchos sentidos, y mala también en otros significativos, pero en resumen por lo menos para mi la balanza se inclina finalmente del lado positivo.


Ventajas:


Creo que nosotros tenemos y estoy convencido de eso, mucho más poder sexual, llámese libido o deseo sexual por el otro sexo, ya que nosotros podemos lograr enormes erecciones o excitación sexual en cualquier lugar, tanto solo viendo un pie, y luego del acto sexual, creo también que logramos recuperarnos mas rápido, sin la necesidad de un descanso mas prologado, para reincidir nuevamente en el sexo con nuestras parejas, ya que solo dirigiendo la mirada a los pies, podemos exitarnos mas fácilmente.


Tenemos contacto con nuestros objetos de adoración en forma más directa, desde el punto de vista visual, con nuestras parejas, compañeros y terceros totalmente desconocidos, ya que solo necesitamos ver sus pies, es decir seria medio difícil ver chicas desnudas por la calle, exhibiendo sus cuerpos sin ropa, como necesitan los otros hombres para satisfacer sus deseos.


Nosotros tenemos mas libido, por que nuestro fetichismo por los pies, es poco muy poco común, es muy tabú, y no esta socialmente aceptado, y como ustedes saben todo lo prohibido o no aceptado seduce, atrae y excita mas, creo que esa es una de las razones por la cuales, cuando nosotros vemos un pie, no sacan de las casillas.


En lo personal yo me siento feliz, contento y orgulloso de mi amor por los pies, ya que tengo un arma infalible de excitación que satisface mis más íntimos deseos y necesidades sexuales, es decir el resto de la gente a la hora del sexo, se satisface con practicas comunes y habituales, llámese coito o penetraciones (anales o vaginales), sexo oral, etc., etc., Nosotros claro que disfrutamos de esas practicas pero creo que gozamos aún mas con la adoración de pies, como elemento previo al coito, o como parte del mismo. En decir tenemos mas herramientas de excitación.


Por ultimo para no extenderme mucho mas de lo necesario, creo la posibilidad que tenemos nosotros de poder crear un ambiente o clima previo al acto sexual en sí mismo, es muchisimo más amplio que el resto de los casos, por ejemplo, visitando con nuestras parejas una zapatería y probándose varios pares delante de nuestros ojos, o por ejemplo que nos seduzcan y exciten con calzados que nos permitan bien, observar sus pies, o quizás usando zapatos cerrados para que nosotros nos desesperemos mas, o también, que nos hagan comentarios como "hoy me hice tales arreglos de belleza en los pies, u hoy al pedicuro" etc., etc., o sea todo eso contribuye a que nosotros durante el día incluso viendo pies ajenos a los de nuestras parejas, tengan un nivel de calentura o excitación, que difícilmente se satisfaga con un solo orgasmo de nuestra parte.


Una de las principales ventajas creo que es el VERANO, sin muchas más cosas que agregar al respecto, solo que obviamente estamos mas y más en contacto con nuestros objetos de deseo, con todas las consecuencias que eso conlleva.


Desventajas:


Creo que la única desventaja o la que puede ser más importante, es que nosotros podamos sentir la frustración y represión interna, de no poder confesarle nuestro fetichismo a nuestras parejas, o que las misma no lo logren comprender o respetar, que eso tendría como consecuencia tarde o temprano, motivos de infidelidad o disolución de las relaciones por nuestra parte. Pero más allá de eso creo que lo peor desventaja de todo esto es justamente los prejuicios que todos los fetichistas de pies se "AUTOIMPONEN" y por culpa de eso no le confesamos nuestro amor por los pies, ni tan siquiera al espejo, y mucho menos claro a parejas, amigas o novias, etc., y con eso somos justamente nosotros los que nos imponemos la infelicidad al encerrarnos o bloquearnos con los demás, para que sepan que es lo que justamente hace que a nosotros seamos felices a nivel sexual, y les recuerdo que si son infelices en este sentido o aspecto sumamente interesante de la vida, les va a repercutir directamente o indirectamente en el resto de todas las facetas de sus vidas.

Piensen que nosotros no somos "raros" por tener gustos o preferencias distintas a las demás, y en ultima instancia es tan simple como es, es decir nos gustan los pies de las mujeres y eso no tiene nada de malo, prohibido o ilegal, y nos damos demasiada maquina en analizar o pensar en el "que dirán" o pensaran, en vez de observar las reacciones naturales de las chicas al confesarle nuestros secretos de amor por los pies.

Y en ultima instancia, sino les cabe o les gusta a ellas, pero mucho peor seria, que no nos respetaran, por que tenemos todo el derecho del mundo, de tener gustos o deseos distintos que los demás, y pueden hasta llegar a ser los demás, los cerrados de cerebro al no entender estas cosas.


En conclusión: Para mí el fetichismo de pies es una obsesión, que en mi caso, resulta ser sana o beneficiosa, por que me dio mas satisfacciones que problemas, en base a todo lo anterior expuesto.


Ustedes que opinan?
adrian1175@hotmail.com FOTOS

Fetichismo de Pies ( Mis teorias e hipotesis ) - 3ª Parte

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Uno de los problemas que se le presenta internamente a muchos fetichistas es la pregunta acerca de la "normalidad" o "anormalidad" de su deseo, que generalmente es mantenido en secreto frente a la sensación de que socialmente no parece ser un tipo de conducta sexual demasiado aprobado y, por otra parte, ofende a los cánones machistas con que hemos sido educados al vernos arrastrándonos ante una mujer que nos permita poder gozar con sus pies. En general, la pregunta es algo así como si uno es un "pervertido" o qué.

Creo que, en este sentido, no debería hablarse de "normalidad", "anormalidad" o "perversión" sino del grado y tipo de satisfacción sexual que se alcanza. En definitiva, la normalidad no es más que un concepto de base estadística que habla de la "norma", o sea de lo más frecuente. Y nadie debería pensar que lo más frecuente es lo mejor, dado que es algo que varía según las sociedades y las épocas.

El problema de la "sanidad" de la satisfacción sexual tiene mucho más que ver con la amplitud de los caminos para lograrla que con un tipo de conducta determinado. En otras palabras, si la UNICA vía de satisfacción sexual es alguna determinada (así sea la más "normal", como la penetración exclusivamente) siempre es para preocuparse. Siguiendo el ejemplo, una penetración sin juegos previos (como besos o caricias) tampoco parecería de lo más "sanito" y tendría bastante parecido con una violación o con aquello que vemos en un zoológico cuando nos paramos frente a la jaula de los monos.

En este razonamiento, lo complicado de la satisfacción fetichista sería si ésta se erigiera como la única forma de satisfacción sexual posible, excluyendo todas las otras. En este caso, tal vez convendría hacer alguna consulta de tipo psicológico, para ayudarnos a ser más felices y ampliar nuestros horizontes.

Si, por el contrario, se la incorpora dentro de una sexualidad más amplia, permite alcanzar mayores grados de placer, siempre y cuando (como es básico) sea consensuada.

Por último (ahora sí creo que la cosa está más redondita), sería interesante que si alguien discrepa con todo o alguna parte de lo dicho o quiere preguntar algo más lo haga sin problemas, a fin de que las cosas nos queden más claras a todos (no me creo el exclusivo dueño de la verdad), enriquezcamos nuestra comprensión y podamos ayudarnos más mutuamente.

Un gran abrazo a todos. FOTOS

Fetichismo de Pies ( Mis teorias e hipotesis ) - 1ª Parte

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Bueno que tal, ante todo hoy les quiero plantear la posibilidad de tener otro debate que creo que va a ser interesante y a la vez nos va a permitir aprender mas, sobre todo de las experiencias y conclusiones de todos los integrantes del foro:

Bueno creo que no hay mejor forma de exponer el tema en cuestión que planteándoles un ejemplo en cuestión:

Yo estoy plenamente convencido en que todos los fetichistas de pies, en mayor o menor medida y quizás aun mas, en forma totalmente inconsciente, son amantes o disfrutan de la sumisión, y cuando me refiero a la sumisión me refiero justamente a eso, y nada que ver con el sadomasoquismo, que creo que es algo totalmente distinto y mas desde el punto de vista que lo quiero exponer.......

El tema es así, yo tuve la suerte de tener quizás no muchas pero muchas experiencias fetichistas de pies con parejas, pero las pocas que experimente fueron muy pero muy intensas.....y me di cuenta y aprendí como es que a mí satisface, excita y complace mi sed por los pies de las mujeres, en esos casos mis parejas.....(quizás otro día les cuente detalladamente mis experiencias, aunque en realidad ya lo hice una vez)

Bueno ahora si voy a nexo de la cuestión....que más bien son dos:

Que pasa cuando nuestras parejas, son bellas físicamente o quizás no tan lindas de cara y cuerpo, pero que a la vez tienen unos exquisitos pies, que resulten una maravilla, y con un puntaje de 8,9 o 10 para nuestros gustos y preferencias por los pies. Pero, pero a la hora de mantener sexo e intentar satisfacer nuestra necesidades fetichistas por sus pies, y ellas se nos quedan mirándonos, con cara de "que haces, o mira este loco, como calienta con eso???, es decir por mas que ellas ya sepan de que se trata nuestro fetichismo, creo que es fundamental que ellas mismas, se pongan en nuestro lugar, y traten o intenten comprender que nosotros no somos anormales, inmorales, o raros, tan solo por adorar sus pies....

Es mas creo que es hasta contraproducente que su reacción negativa (ya sea de la forma que sea) en especial como juzgándonos, que estamos haciendo algo totalmente antinatural, hace que a nosotros mismos, nos invada una sensación de vergüenza, humillación y culpa, de el acto que estamos cometiendo, y eso creo que tira por la borda, todo lo que podemos llegar a gozar con nuestras parejas, desde el punto de vista de canalización del goce a través de sus pies. Y todo esto tendrá como consecuencia que nos sintamos totalmente frustrados y reprimidos, por que hasta va a llegar un momento en que ya ni insistamos en experimentar esas situaciones, que hasta pueden resultar traumáticas........y me atrevo a decir que hasta puede llegar a ser un causal bastaste importante, de disolución la pareja, por nuestra parte.

Creo como conclusión que si nos aman, quieren, o aprecian de verdad, nos tienen que respetar, comprender y hasta por que no también ser abiertas de mente, y disfrutar con nosotros, de una experiencia distinta, que seguro nunca antes han vivido, y hasta que pueden llegar a disfrutar incluso mas que nosotros, al sentir nuestras lenguas por sus plantas, dedos y uñas de sus pies.....

El otro tema sumamente relacionado con el anterior es el siguiente: teniendo en cuenta que se cumple a la perfección todo el punto anterior...........

Que pasa si a la hora del sexo y los pies, ellas solo asumen una postura totalmente pasiva, que significa esto? Que nosotros somos los que debemos pedirles por favor, que se saquen las medias, o que usen sandalias que expongan sus pies, o que por ejemplo a la hora del sexo, ellas nos pongan los pies en nuestros rostros para que se los empecemos a oler, lamer, chupar, etc,

Es decir de mi humilde punto de vista, para mi todo el acto en si carece de gracia, si solo yo adopto una postura activa, por lo tanto creo que la SIMISION es esencial, por que? Por que para mí es 1.000 veces más excitante, si por ejemplo viene mi novia y me dice "hoy transpire mucho los pies y quiero que me los chupes hasta que queden todos húmedos con tu saliva", o que cuando empieza el acto sexual, ellas misma y por su cuenta empiezan a sacarse las medias y zapatos y posan sus pies en nuestros miembros, cara o pecho, y empiezan a tomar una actitud de plena sumisión nuestra para con ellas, sin caer claro en el sadomasoquismo u otras variantes que incluyan al dolor.

En conclusión: si respetan, entienden, comparten y hasta se excitan con nosotros, pero a la vez toman una actitud pasiva para con nosotros por lo menos para mí, todo pierde sentido hasta incluso a llegar a carecerlo. Creo y estoy convencido al 100% que nosotros gozamos mas si nos hacen sentir escenas de plena sumisión en la cual, nosotros seamos un objeto con el cual ellas puedan hacer cualquier cosa que se les ocurra a ellas con sus pies, yo no nosotros él tener que pedir, proponer, solicitar, o inventar situaciones que intente saciar nuestras mas intimas e inconscientes necesidades de suminision de nuestra parte hacia ellas o mejor dicho a sus pies.


Que opinan? FOTOS

El Otro lado de Sandra - 2ª Parte

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 original en inglés por Patrickal

Volvimos al club y ella se fue directamente al chico. Se sentó justo en su regazo y le susurró al oído, y en 5 segundos iban al área VIP. Me senté en el escenario cuadrado de nuevo y observé a la última "aficionada" (que obviamente era profesional) terminar su show. Era una caliente rubia clara con un cuerpo perfectamente proporcionado. Yacía en el piso y se había llevado los pies hasta detrás de su cuello. La vista era sorprendente. Después que acabó hubo un lapso de alrededor de 30 minutos mientras los jueces comparaban sus puntajes. Sondra y las demás continuaron con las rondas de baile, y para el momento en que las llamó el DJ al escenario cuadrado para anunciar las ganadoras, llevaba más o menos 5. No vi que ninguna cara triste dejara el área VIP.

Cuando el DJ anunció la ganadora no puedo decir que me sorprendiera. Las profesionales siempre ganan, y la rubia se llevó el botín. Pero Sondra quedó en segundo lugar, y por la aclamación de la multitud dirías que merecía el primero. El segundo lugar eran $750, y Sondra los tomó con una gran sonrisa en su rostro. Todas fueron a los vestidores a cambiarse, y 5 minutos después íbamos en el carro rumbo al hotel. No pudo parar de hablar un minuto mientras conducíamos. Me habló de las rondas de baile, y cómo el estudiante estaba sorprendido. Mientras se le sentaba en el regazo, ella había sentido como la punta de su vara se escapaba por encima del cinturón. "¡Debe medir como 30 centímetros!" dijo. Ella se había abalanzado dentro de sus pantalones y se la había meneado duro, halándolo a la vez. "¡Se vino como un cohete! Había semen por toda la camisa. Menos mal que tenía puesta una camiseta, pues tuvo que quitarse la camisa antes de salir de la cabina. ¡Fue espectacular!"

Para este momento yo había llegado al parqueadero del hotel y nos registramos. Su cuarto quedaba en piso distinto al mío. "Baja a mi cuarto tan rápido como puedas", dijo. Subí a mi cuarto y tiré mis cosas sobre la cama, luego bajé volando a su habitación. Cuando toqué a la puerta hubo una ligera pausa y abrió. Estaba completamente desnuda. Sólo estaba en la puerta mirándome, y luego retrocedió. Entré y cerré la puerta tras de mí. Había ido a la primera cama en el cuarto, y al empezar a caminar hacia ella dijo, "Me has visto desnuda, ahora es mi turno". A los cuarentas no soy Mel Gibson, de lo que estaba un poco más que consciente, pero nunca le doy tiempo de dudar a una mujer que me quiere ver desnudo. Me deshice rápidamente de mi ropa mientras ella estaba allí. Para cuando terminé, estaba tan erecto como la Torre Eiffel.

Caminé hacia ella y ella alargó su mano y tomó mi polla. Después de todo lo que había visto y experimentado esa noche, estaba a un pelo de disparar y así se lo dije. "Bueno, si ese es el caso, ¿porqué no la descargamos de una vez para que nos podamos tomar nuestro tiempo?", fue su respuesta. Fue hacia el tocador y tomó la botella de aceite de bebé que había conseguido en el club y regresó hacia mí. Extendió mis manos y derramó algo de aceite sobre las palmas. Una vez que estuvieron llenas, puso a un lado la botella, me tomó las manos y se las puso en los pechos. Suavemente esparcí el aceite. Luego me volteó y me sentó al borde de la cama. Arrodillada frente a mí, tomó sus tetas llenas de aceite y las colocó alrededor de mi pene. Sosteniéndolas y uniéndolas las deslizó arriba y abajo de mi vara, sin dejar de mirarme a los ojos con una inmensa sonrisa en su rostro. "Apenas me pusiste el aceite en el club pensé en intentar esto. ¡Se siente taaaan bien!" "¡¡También me gusta!!", dije mientras expulsaba un chorro casi a un metro de altura. "¡De verdad estabas lleno!" dijo entre risas. No podía creer en la fuerza de la descarga. Fue por mucho el orgasmo más poderoso que había tenido y se lo conté. "Bueno, ahora me toca a mí. Haz lo que quieras para que me venga".

La dispuse en la cama y me senté a su lado. Me incliné y le di un suave y largo beso. Su boca era tan suave que me quedé allí varios minutos. Mi mano derecha jugaba por todo su vientre, desde justo por encima de su coño hasta sus senos y de nuevo hacia abajo. Después de subir y bajar la mano unas cinco veces, dejé que siguiera derecho hasta su concha. Sus piernas, ya un poco abiertas, se abrieron para mí. Levanté mi cabeza de la suya y me senté recto para admirar su cuerpo. Lentamente moví mi mano en círculo mientras presionaba la palma contra su valle. Estiró su cuello y con los ojos cerrados gimió suavemente.

Entonces me moví entre sus piernas, y empecé a besar su estómago. Me moví lentamente pasando por sobre su concha, besando y lamiendo su muslo interno. Me moví hacia la otra pierna y volví a subir. Entonces abrí mi boca tanto como pude y la coloqué en su vulva. Mientras presionaba con la lengua contra sus labios, lamí en un movimiento de atrás hasta el frente de su raja. Ella tomó mi cabeza y la empujó fuerte hacia ella. En ese momento cerré la boca alrededor de sus labios y la absorbí, moviendo mi lengua rápidamente sobre su clítoris mientras este crecía en mi boca. Sondra se movía mucho, intentando acentuar mi movimiento. Seguí besando y mordisqueando a la vez que jugaba con las manos subiendo y bajando por su cuerpo desde sus pechos hasta el trasero. Empujé mi lengua dentro suyo tanto como puede y usé mi pulgar derecho para dar círculos alrededor de su clítoris. Todo el tiempo aumenté el ritmo y ella se movía más y más rápido. De repente puso las dos manos tras mi cabeza y me empujó tan duro hacia su coño que casi no podía respirar. Moví mi lengua tan rápido como pude por toda su concha y clítoris. Podía sentir cómo venía el orgasmo. Todo su cuerpo se puso rígido y temblaba entre convulsiones, en tanto que ella gritaba una y otra vez. Mantuve el movimiento hasta que ella alejó mi cabeza, y luego sólo me moví y me acomodé sobre ella, mientras mi polla endureciéndose quedo sobre su coño aún en movimiento.

Permanecimos así por al menos 10 minutos hasta que pudo volver a respirar bien. Estaba empapada de dolor y su rostro y pecho estaban enrojecidos. "Esta es una noche de noches", dijo. "Sólo una persona me había bajado allá un par de veces, y nunca tuve un orgasmo así". "Estás bromeando", le dije, "¿a quién no le gustaría hacértelo?" "Me voy a quedar desnuda toda la vida si me prometes hacerlo otra vez", afirmó. "No hay problema", repuse. "Es sólo que no puedo creer que conociéndonos todos estos años llegaríamos así de lejos tan rápido". "Lo sé", me dijo. "Pensaba en ti a veces en el pasado. No creo que hubiera intentado lo que hice hoy con otra persona. No salí allá con la intención de tener algo contigo, pero cuando salí y vi tus ojos observándome, supe que te deseaba y mucho".

Con sólo escucharla mi polla empezó de nuevo a llamar la atención, y ella también pudo sentirlo. Se estiró y puso la punta de mi verga a la entrada de su chochito. "Terminemos", dijo. Me puse en mis rodillas y brazos cuando abrió sus piernas. Lentamente me introduje y se la metí hasta las bolas. Tenía las piernas rectas en el aire en una gran V. Lo saque todo hasta que sólo la punta estaba en su entrada y luego se lo metí de nuevo. Se sentía exquisito. Manteniendo un ritmo lento y constante, me seguí moviendo arriba y abajo hasta que sentí que crecía el orgasmo número dos. Repentinamente enroscó sus piernas tras mi espalda y me haló hacia ella y se empaló en mí con un movimiento circular. ¡¡¡Se estaba corriendo de nuevo!!! Empujaba mi trasero tanto como podía y yo estaba tan adentro de ella que podía sentir la punta de mi verga contra la cima de su coño. Hice un disparo tras otro y me derrumbé sobre ella. "Va a ser una larga semana", me dijo. Tenía razón.

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El Otro lado de Sandra - 1ª Parte

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original en inglés por patrickal


Había estado trabajando con Sondra por casi 8 años. Gerencio un grupo de servicios profesionales en NY, Sondra me había sido asignada como analista de negocios, rastreando nuestras cuentas y manteniéndonos alejados de llegar a la cárcel.

Sandra es una mujer con el cabello claro como la arena. Si bien es inocentemente sexy, se mantiene un poco distante de todo el mundo en el trabajo. Aunque trabajos en ocasiones muy cerca, siempre mantuvo una conducta profesional. El último verano, nuestra compañía ordenó algo de educación obligatoria para todos nuestros consultantes. Esto significaba que Sondra y yo teníamos que ofrecer clase durante tres días a las personas en mi grupo que se encontraban regados por el estado de Nueva York. Escogimos nuestra oficina en una ciudad de este estado como el lugar donde daríamos la clase, y estuvimos de acuerdo en conducir juntos. También nos quedamos en el mismo hotel, imaginando que esto nos daría la oportunidad de cambiar cualquiera de los materiales del curso si lo necesitábamos durante la semana.

Arrancamos en la madrugada del lunes y nos pasamos todo el día alistando el salón y los materiales para el martes. Finalizamos justo antes de las 7 PM, y decidimos comer antes de volver al hotel. Terminamos en un restaurante TGIF, y tomamos una mesa junto a la ventana. Nuestra conversación fue principalmente sobre la clase, con un poco de chismorreo sobre algunos de los personajes más coloridos de nuestro grupo. Hubieron algunos periodos de ese "silencio bizarro", en que simplemente no teníamos nada que decir.

Tras uno de estos periodos, Sondra me dijo: "Mira esa señal al otro lado de la calle. ¿Piensas que realmente dan todo ese dinero?" Desde donde yo me sentaba, tuve que voltearme y mirar por encima de mi hombro izquierdo para ver que era lo que miraba. Al otro lado de la calle había un club de strip–tease, con una gran señal que afirmaba que esa noche era una noche aficionada. También decía que habría un gran premio de $2,000 para la ganadora. "Me imagino que el dinero abunda en ese negocio" dije. No me respondió, y realmente no pensé demasiado en eso.

Tras la cena, al llegar al auto, me dijo: "¿Has estado alguna vez en un club de strip–tease?" Parecía una pregunta con trampa, por lo que mentí. "Hace años, en un viaje de negocios, pero no en mucho tiempo. ¿Y tú?" En realidad, visito un club local más o menos dos veces al mes. "Nunca", dijo, "pero he visto esas series de HBO y lo encuentro interesante. ¿Te molestaría si te pidiera que entraras allí conmigo? Sólo tengo curiosidad y nunca haría esto cerca de donde vivo". Decir que estaba conmocionado sería hacerlo a medias, por lo cual conduje por la calle tan rápido como pude antes que ella pudiera cambiar de opinión.

Cuando entramos al club, eran poco más de las 8PM y se estaba empezando a llenar. El concurso no empezó hasta las 9PM, de manera que sólo estaban las empleadas bailando en dos escenarios diferentes. Uno era una plataforma que emergía de una pared lateral. Tenía como metro y medio de altura y una pequeña barra de bebidas en el borde rodeada de sillas. El otro escenario era una instalación en mitad del piso, con sillas alrededor. Habían sillas y mesas por toda la pared exterior y un área VIP en una esquina. Una chica estaba en la plataforma y recién empezaba, por lo cual estaba aún en bikini. La otra chica ya llevaba una canción en su cuenta, y estaba completamente desnuda. Tomamos dos sillas en la pared exterior y observamos la acción.

La chica en el escenario central era una alta rubia con piernas delgadas y largas. Se sentaba en el borde de la barra de bebidas con sus pies sobre los muslos de uno de los clientes y sus piernas muy abiertas. Sondra estaba un poco conmocionada como para decir cualquier cosa. "¡Pensé que los espectáculos sólo eran en topless!" "No en Nueva York", dije. Expliqué que si no servías licor, podías tener baile con desnudo completo. Estaba sorprendida. No habló mucho, y yo no estaba muy seguro de qué decir. Estaba incómodo aunque excitado de estar allí con ella.

Se sorprendió aún más con la práctica de la ronda de baile. Varias de las muchachas atendían a la multitud que pedía su turno en el área VIP, ofreciendo bailes de a dólar como atractivo. La mayoría no tenían nada arriba de la cintura, y era evidente al mirar hacia el área VIP que en los bailes allí no llevaban encima ninguna prenda. Ella me preguntó qué pensaba de todo esto. "Si dijera que no me excita estaría mintiendo", le dije. Mientras yo decía esto, el DJ anunció que el concurso aficionado empezaría en 15 minutos. El concurso consistiría en dos bailes por concursante, uno en cada escenario. Las participantes tendrían alrededor de una hora entre bailes, durante la cual seguirían la misma práctica de la ronda de baile que las profesionales, y podrían usar el área VIP. La única condición era que la casa se quedaba con el dinero de los bailes VIP y las aficionadas se quedarían con las propinas.

Entonces el DJ pidió a todas las chicas que querían participar ir a su cabina a inscribirse. 5 muchachas se levantaron y acudieron. Dos se veían justo como profesionales. Iban por sí mismas y no se veían nerviosas en lo absoluto. Otras dos iban juntas y parecían risueñas por lo que supuse que habían salido a intentar una experiencia "nueva". La quinta chica estaba con su novio, y parecía nerviosa pero entusiasta. Mientras las mirábamos levantarse, mencioné que requeriría valor hacer eso. "¿Te decepcionarías de mí si lo intentara?" preguntó. Estaba impactado. Sondra es una mujer tan del tipo "chica en la siguiente puerta" que jamás habría esperado esto. Me sorprendía que incluso estuviéramos allí sentados, pero le había achantado esto a que quería ver si lo que había visto en HBO era cierto. Siempre se vestía sencillamente con ropa conservadora, nunca chismorreaba, nunca participaba en nada de la cruda conversación de oficina que ocurría. Simplemente no podía creer que la joven y linda Sondra quisiera hacer esto. "No" le dije. "¿Pero estás completamente segura?" "Siempre he hecho todo lo que se supone que debo hacer", dijo. "Estoy apunto de llegar a los 30 y simplemente necesito hacer algo salvaje". "Bueno, esto se ajusta en serio a esa descripción", le dije. Se levantó rápidamente y se dirigió a la cabina. Iba vestida con un traje de clase compuesto por falda, chaqueta y blusa, con medias veladas y tacones altos. Muchos ojos la siguieron porque simplemente no se veía como el resto.

Después de unos 5 minutos en la cabina del DJ, volvió y se sentó. "Soy la número dos", me dijo. "Tengo que ir al vestidor tan pronto empiece la primera chica. Cada baile dura 3 canciones. Tras mi primer baile, tengo 30 minutos hasta el segundo baile en el escenario cuadrado. Dicen que podemos hacer los bailes en rondas entre nuestro primer y segundo baile y luego después del segundo baile hasta que acabe el concurso. No estoy muy segura de querer hacer eso." "Oye, sólo haz aquello con lo que te sientas cómoda", le dije. Estaba realmente calmada, pero me sonreía cada vez que la miraba. Aún no sabía realmente como reaccionar. Me mantuve pensando una y otra vez si lo hacía para mi beneficio (ego grande), o si era sólo un juego rudo que necesitaba para ejercitarse y se sentía segura conmigo y lejos de su casa.

A los pocos minutos el DJ anunció que el concurso empezaría en poco y pidió a la primera chica reportarse al vestidor. Una de las chicas de las que iban en pareja se levantó. Era una rubia oscura muy pequeña, vestida con pantalones cortos y una blusa que se abrochaba por detrás de su cuello dejando su espalda y hombros descubiertos. Se mantuvo riendo y volteando a ver a su compañera al dirigirse a la puerta. Llevaba un pequeño bolso al hombro. Me di cuenta entonces que todas estas otras chicas llevaban con ellas un cambio de ropa pero Sondra sólo llevaba lo que tenía puesto, y dijo que no le importaba mucho porque, como fuera, no tendría mucho puesto en un rato. No pude discutir sobre ese punto.

Cuando salió la primera chica, Sondra se dirigió al vestidor. Volteó a mirarme y me obsequió una nerviosa sonrisa al desaparecer tras la puerta. La música empezó cuando la chica pisó la pista elevada. Se había puesto una transparencia que no dejaba mucho a la imaginación. Era una cosa pequeña, con pequeñas tetas pero un trasero realmente hermoso. Durante su primera canción, se dejó puesta la transparencia y bailó más bien rápidamente. Se podría decir que era nueva en esto. Tras la primera canción, lentamente se quitó la parte de arriba, revelando lo que ya sabíamos, que su pecho estaba en la categoría de menos uno. Hacia la mitad de la segunda canción, simplemente se detuvo y se quitó los panties. Estaba completamente depilada abajo, y aunque tenía una figura más bien sencilla, tenía buenos movimientos. Se acercó un poco más a los hombres en la barra y les dio algunos panoramas inclinándose. Al tiempo, yo observaba hacia la puerta al vestidor para ver si Sondra ya había salido. Todavía no creía realmente que la atravesaría con esto.

Al acercarse a su final la tercera canción Sondra salió del vestidor. Aún tenía la misma ropa pero las medias se habían ido. Se mantuvo en la puerta con los brazos doblados, observando a la multitud y a la chica en escena, pero sin mirarme a mí. Estuve tentado a levantarme y sentarme en la barra, pero pensé que la pondría muy incómoda por lo que me quede. La tercera canción terminó, y la rubia oscura dejó el escenario con unos buenos aplausos. El DJ anunció el nombre de Sondra, y ésta fue hacia el escenario.

Al empezar la primera canción, se movió lentamente y se dirigió a la multitud. Su chaqueta esta abotonada hasta arriba y noté que no llevaba la blusa debajo. Apenas me di cuenta, empezó a desabotonarla. Sus manos temblaban un poco y le resultaba un poco difícil lograr zafar los botones. Cuando terminó, se dejó la chaqueta y siguió bailando. Estaba lo suficientemente abierta para revelar un hermoso gran par de tetas, pero no lo suficiente para que se viera todo. Era una hermosa vista. Se movió alrededor de la borde frontal del escenario frente a todos los clientes que se sentaban allí. En nada de tiempo terminó la primera canción.

Al empezar la segunda canción, dio la espalda a la audiencia, mandó atrás sus mano y empezó a bajar el cierre de su falda. Al abrirse se notó que no había nada bajo la falda. No perdió tiempo deslizando la falda por sus piernas y deshaciéndose de ésta, revelando un trasero perfectamente redondo. Me sorprendió lo perfecto que era, y lo bien que lo mantuvo oculto todos esos años. La ropa que llevaba a diario nunca acentuaba su cuerpo. Era un cuerpo por el que uno se moriría. Una vez se deshizo de la falda, lentamente se dio la vuelta. La multitud celebró abiertamente. Por su cara podrías decir que estaba nerviosa y sin embargo disfrutaba esto. Siguió bailando, sin abrir mucho sus piernas, pero moviéndose suavemente por el escenario. Su mata estaba finamente cortada y sólo tenía un ligero vello entre las piernas; otra sorpresa. Al ir finalizando la segunda canción, abrió del todo la chaqueta para darnos finalmente el cuadro completo. Sus pechos eran grandiosos; completamente naturales y bien redondeados. Sus pezones estaban tan erectos como podían, indicando que empezaba realmente a disfrutarlo.

Como tercera canción, el DJ puso "Si piensas que soy Sexy" de Rod Stewarts, ¡y ella simplemente despegó! Se empezó a mover realmente con la música y a interactuar con los tipos en el escenario. Había un joven que parecía ser estudiante de una universidad local. Estaba "hechizado", sólo viéndola. Sondra se movió lentamente hacia él y se movió frente a su silla. Su rostro estaba al nivel del coño de Sondra, y no pudo sino observar. Viéndola podría decir que realmente se había metido en esto, justo cuando la canción y el baile terminaron.

Dejó el escenario y volvió al vestidor. La chica siguiente era la segunda de las dos amigas. Era una alta pelirroja con largas piernas y grandes pechos. Llevaba una banda de tela alrededor de su falda y una camiseta realmente apretada. Su amiga, la pequeña rubia, había salido tras su comienzo y estaba dando vueltas con bailes de ronda; aunque lo hacía se veía realmente tímida haciéndolo. Simplemente no estaba segura de cómo preguntar. Cuando empezó la segunda canción Sondra salió del vestidor vistiendo su falda y blusa. Se podría decir que no llevaba sostén. Volvió a mí y se sentó. "¿Cómo lo hice?" "Bueno, estoy impresionado", dije. "¿Cómo estuvo para ti?" "Estaba paralizada justo antes de salir, pero una vez que empecé y la multitud llegó, ¡no puedo creer cuánto más quería hacerlo! Me alegra que no hayas ido al escenario, me habría puesto muy nerviosa contigo allí." "Voy a ir al escenario cuadrado para ver tu segundo baile" le dije. "Ya veremos", fue su respuesta mientras me miraba y sonreía.

Mientras nos sentamos allí, la segunda chica terminó y una de las profesionales empezó. Se podía jurar que la chica estaba perfectamente cómoda al hacerlo, y de verdad interactuaba con los tipos. La pelirroja salió y empezó a dar rondas por la barra como su amiga. "¿Vas a intentar la ruta de ronda de baile?", pregunté. Dijo que no estaba segura, y esperaría hasta después de su segundo baile. Le pregunté qué se iba a poner para la segunda pista y dijo que no tenía idea. También dijo que pensó que las dos profesionales ganarían de cualquier forma porque tenían un montón de ropa y aditamentos allá atrás. Me incliné y le dije: "Tres palabras, aceite de bebé. Por todo lado". Me miró y dijo "¿De verdad?" "Créeme", le dije, "Debe haber algo en ese vestidor. Sólo sal y espárcelo por todo lado. La multitud enloquecerá".

Pasaron otros 45 minutos hasta que la segunda ronda empezó y Sondra se dirigió al vestidor antes que empezara la primera chica. Me había movido a la barra de bebidas en el escenario cuadrado para lograr una vista de primera. Cuando salió la rubia, vestía una camiseta que le quedaba grande y un pedazo de tela entre sus piernas sostenido por una cuerda alrededor de su cintura. Fue rápidamente a este, tras apenas 30 segundos y para el final de la primera canción estaba completamente desnuda. Realmente tenía un hermoso trasero, y me estaba excitando al verla. Al mismo tiempo, no podía esperar a ver a Sondra. Después de las tres canciones, terminó dando paso a los aplausos y dejó la escena. El DJ introdujo de nuevo a Sondra y ella salió, con sus panties y sostén puestos. En la cintura de sus panties había una pequeña botella de aceite de bebé. Esto iba a ser bueno.

A los 30 segundos de la canción se quitó el sostén. Sacó la botella y regó una abundante cantidad entre sus pechos. Entonces vino justo hacia mí, y arrodillándose justo al frente, tomo mis manos y las puso en el aceite. Sin necesidad de hablar, sabía que hacer luego. Moví el aceite por todos sus senos. Mis manos temblaban y ella sólo me miraba con su gran sonrisa. Luego se movió hacia el tipo a mi lado y le dejó continuar. Se veía que los demás hombres no podían esperar a tener su turno. Cuando llegó al joven estudiante, se sentó en la barra frente a él y derramó algo más de aceite sobre sus panties. Él sólo la miraba sin saber qué hacer. Tras apenas 5 segundos, ella se puso la mano derecha de él en el frente de sus panties. Empezó a frotar, ella se dobló y gimió, y el lugar enloqueció. Se levantó de la barra y deslizó los panties empapados en aceite por sus muslos. Entonces llegó otro shock ... entre escenas se había depilado completamente la conchita. Era una sorpresa tras otra.

Terminó la escena poniéndose aceite en el resto del cuerpo. Especialmente en los muslos y el trasero. Para el final de la canción era obvio que no iba a detenerse. Cuando dejó el escenario, corrió a los vestidores desnuda y se escabulló por la puerta. La pelirroja salió y empezó su rutina, pero me mantuve atento a la puerta. Tras más o menos tres minutos salió con la chaqueta y una tanga, que debió haber pedido a alguna de las otras chicas. La chaqueta sólo tenía un botón abotonado, y era obvio que no traía nada abajo. Vino justo a mí, y dijo: "Quiero hacer los bailes de ronda, y quiero que seas el primero." Estaba muy nervioso. Fuimos al área VIP, que tenía varias zonas con cortinas y una más grande con una puerta. "La que tiene puerta vale $90.00 por 15 minutos. Puedo cubrirlo con las propinas que ya me dieron y volveré". "¿Con quién iba a discutir?" Se alejó para pagarle al DJ por la cámara.

Cuando volvió entramos a la cámara y cerramos la puerta. Había un sillón sin brazos que ocupaba toda la pared trasera. Me senté allí y ella vino y se sentó en mi regazo cara a cara. "¡Tengo una historia!", dijo. "Hay una chica en el vestidor que se llama Laura y trabaja aquí y me ha estado ayudando a alistarme y me consiguió el aceite". Mientras hablaba, llevé mis manos bajo la chaqueta y empecé a frotar su espalda. "Gracias por dejarme hacer esto y por venir aquí conmigo. No puedo creer lo divertido que es esto". "Bueno", dije, "Para mí tampoco ha sido malo. Tras todos estos años de conocerte, esto es una gran sorpresa. Nunca supe lo sexy que eras realmente".

Mientras hablaba, lentamente movía mis manos hacia arriba de su espalda. Cuando alcancé el borde de sus hombros, lentamente desplacé mis manos por los lados y agarré sus pechos. Se inclinó y puso su cabeza en mi hombro. "Cuando me tocaste los pechos con el aceite pude sentir que me mojé en 3 segundos. Fue como estar en el fuego". "¿Cuándo te afeitaste?" le pregunté. "Cuando le dije a Laura que necesitaba aceite, me dijo que sería mejor que me afeitara o sería un desastre aceitoso por varios días. Tenía allá atrás todo lo que necesitaba y me ayudó a hacerlo. ¿Te gusta?" "Tanto que me gustaría verlo otra vez", dije. Se puso de pie en el sillón sobre mí y deslizó el tanga. Allí estaba, en toda su calva majestuosidad, con unos pequeños labios que sobresalían alrededor de un centímetro. Me doblé y planté un largo y húmedo beso en el frente de los labios mientras que colocaba mis manos en su trasero para acercarla hacia mí. Presionaba muy fuerte contra mi boca, y mientras lo hacía, deslicé mi lengua a lo largo de su raja. Tembló, se alejó y se sentó de nuevo en mi regazo. "No puedo esperar a salir de aquí y volver al hotel". "Bueno, veamos primero si sales con algo de dinero", dije. Nuestros 15 minutos se acabaron, y supusimos que era mejor salir antes que llegaran a tocar. "¿Te molestaría si hago algunos bailes de ronda?" preguntó. "Ve tranquila", dije, "esta noche es tu noche".

Escríbanme si les gustó la historia, la traducción, si les interesa conocer en donde se encuentra publicado en su idioma original o si desean que les ayude con algún relato en inglés. También si desean leer los relatos que yo he escrito. FOTOS

Cinco Pañuelos de Seda

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La mujer del corsé rojo se sube pausadamente los guantes negros de cuero hasta los codos. El corsé se adapta tan perfectamente a su anatomía, que le realza los pechos hasta casi dejar al descubierto sus pezones. Es consciente de que está enseñando sus firmes nalgas y eso le gusta. Unas botas altas, negras, también de cuero, ocultan parcialmente unas largas piernas que se adivinan atléticas. El tanga, también rojo, es tan mínimo que apenas alcanza a ocultar a mis ojos su sexo rasurado. Su oscuro cabello se desparrama como una cascada sobre sus níveos hombros desnudos hasta la mitad de su espalda... Es muy guapa. Me avergüenzo hasta de mirarla, porque yo me siento inferior. Por eso le sugerí esta idea. Tiene unos enormes ojos azules y apenas va maquillada. 

La miro. Le pido con la mirada que no se demore más, que venga ya a mi... necesito que me haga suya... dejo escapar un débil gemido...

Ella se acerca despacio a la cama. Yo, feliz, me dejo llevar, inconsciente de lo que me espera. Es la primera vez que me atan a una cama. Antes ella sacó unos pañuelos de seda y con ellos me fue atando a cada extremo de la misma. Solo se puso los guantes porque se los había comprado hace años y no se los ponía nunca. Quería tener un recuerdo para esos guantes. Pero a mi no me gustan, yo prefiero su tacto... pero no le digo nada. No quiero hablar, quiero que ella actúe por su cuenta.

Se sitúa a los pies de la cama. Se arrodilla. No me mira. Se inclina sobre mis pies y, fugazmente, me lame el dedo gordo del pie derecho con la punta de su lengua - yo me estremezco de placer -, para luego cubrírmelos de besos a media que va ascendiendo por el pie hasta el tobillo, y de éste, sube por la pierna hasta la rodilla. Son besos leves, apenas me roza la piel con sus labios, pero yo, que ya la estoy viendo venir, comienzo a sentirme más húmeda. Al inclinarse alcanzo a ver la voluptuosidad de sus pechos, que luchan por salir de la cárcel de su corsé. Quiero adorar esos pechos. Ojalá me deje hacerlo... yo no puedo decir nada, no puedo pedírselo. Hicimos ese pacto.

Deseo que continúe, que me coma, pero ella, quizás intuyendo mis ansias, decide hacerse de rogar y apoya su cabeza en mi muslo mientras desliza la palma de su mano en guantada y extendida desde el interior de mi muslo hasta mi bajo vientre, sin rozarme ni un solo vello púbico. ( A ella no le gustan los sexos depilados. A ella le gusta todo... ).

Su mano izquierda descansa sobre la cama, a mi lado. Yo quiero que me la acerque a los labios, pero no hablo. No digo nada, la dejo hacer. Quiero que me disfrute con total libertad. Entonces descubre con satisfacción que mi sexo ya brilla por la desbordante humedad que emana de él. Sonríe y me despeina ligeramente el vello de esa zona mirándome pícara a los ojos... ¡¡Ah, Dios, cuánto anhelo su tacto!! ... me tiembla todo el cuerpo, cada vez que me toca me estremezco.

Se levanta y se dirige a la cómoda. Abre uno de los cajones y saca otro pañuelo de seda.
El quinto pañuelo de seda.
Me pongo a hacer pucheros, no quiero que me tape los ojos, NO, por favor... ¡¡quiero, necesito verla, quiero devorarla con los ojos!!! ¡¡NO ME TAPES LOS OJOS!!... pero mi grito es mudo, como no podría ser de otra manera.
Ahora la oscuridad lo rodea todo. Cierro los ojos y me rindo a mi suerte, a ella.

Ahora siento su cara cerca de la mía, puedo sentir su respiración y la caricia dulce del inconfundible olor de su piel. Un dedo suave, forrado de cuero, me perfila los labios: primero el labio superior y luego el inferior. Yo lo intento besar, pero ella, juguetona, lo retira rápidamente, dejándome oír su risa suave. El olor del cuero mezclado con el de su piel me están volviendo loca. Vuelve a colocarme la mano en los labios y me pie que le quite el guante con los dientes. Así lo hago, dedo a dedo. Por fin lo consigo.

Un ligero murmullo y entonces siento que ella apoya la mano que acabo de desnudarle en mi sexo, suavemente, ¡tan suavemente que me desespera!. El clítoris se me hincha, anhelando su contacto. Ella ríe. Me lo acaricia una, dos, tres veces... yo levanto las caderas, como pidiendo más, pero ella parece que ha decidido que aún no. Se coloca sobre mí, a cuatro patas. Siento su largo pelo rozándome la piel. Comienza a besarme los pechos, de forma incontrolada, siento el roce de sus labios aquí y allá. Luego me las agarra de la base y las sujeta de tal forma que las une. Hunde su cara entre mis pechos. El calor de su respiración me estremece, siento cómo cada vez me estoy humedeciendo más y más. Me da varios lametones en ambos pezones. Aprieta más mis generosos pechos y se introduce los dos pezones a la vez en la boca. Me los chupa, los dos al mismo tiempo. Después le dedica su particular homenaje a cada uno de ellos, por igual. Yo estoy tan excitada que creo que me voy a volver loca.

Cuando acaba con mis tetas, las suelta y se alza un poco, lo suficiente como para besarme el cuello e ir bajando por la clavícula. Noto la abundancia de sus pechos sobre los míos. Ella vuelve a ascender y me besa en los labios, nuestras lenguas se entrelazan mientras su mano ve descendiendo lentamente hasta mi sexo, para quedarse allí acariciándome los labios, los de abajo. Ahora se aleja de mi y desciende sobre mis caderas, me abre los labios superiores y sopla levemente, como hacia dentro. Me recorre un escalofrío y me entra la risa. Ella también ríe...

Por fin su lengua entra dentro de mí, cálida, ágil y profunda. Y aprieta su cara contra mi sexo. A mi me entra la absurda sensación de que mi sexo debe de ser una fuente, una especie de manguera, de la cantidad de flujos que noto por ahí abajo. Me imagino el dulce y salado sabor de su sexo, me imagino cuando mucho antes de esto hicimos un 69 y entonces, justo entonces, ya no puedo más y me sobreviene un orgasmo que me deja exhausta. Es tan fuerte que, cuando pasa, con solo el roce de sus dedos sobre mi clítoris, arqueo la espalda y sacudo las caderas, desesperada ante su contacto.

Entonces ella me besa profundamente para que yo pueda saborear mi propia miel. Estoy agotada, pero al mismo tiempo tan excitada, que tengo que controlarme para no morderle los labios. Me está volviendo loca el no poder verla, el no poder tocarla...

Luego ella se sienta sobre mi cara, con todo su sexo abierto ante mi... y por culpa del maldito pañuelo que tengo atado a la nuca no puedo verla, disfrutar de la visión de sus pechos vistos desde abajo. Sus labios vaginales entran en contacto con los de mi boca. Los aplico dulcemente sobre ellos y comienzo a buscarle, a acariciarle su hinchado clítoris con mi lengua. Sus jugos comienzan a desbordarme, trato de tragármelo todo, pero me es imposible, es demasiado. Noto cómo se deslizan en frágiles gotas por entre mis comisuras. Las saboreo hasta la saciedad. Su olor me inunda, su sabor calma mi sed, sus gemidos son música celestial, sus manos me queman...

Finalmente ella se corre en mi boca. El espeso líquido se cuela por entre mis labios antes de que me de cuenta. Eso me desespera porque quiero más, pero ella se levanta, se acurruca a mi lado, abrazándome con las piernas, con los brazos, con todo. Siento su cálido sexo en mi cadera mientras que con una mano me acaricia el vientre... y entonces, Morfeo entra por la puerta... y nos acoge a ambas entre sus brazos.

ALIENA DEL VALLE.- FOTOS

¿ Es Vergonzoso ser Fetichista de Pies ?

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 Como otra idea de incentivar la participacion en el foro de los muchos miembros que lo visitan, espero que participen con sus ides de algunos nuevos debates.
Aqui va el primero.

¿es vergonzoso ser fetichista de pies? ¿porque?
Cuando empeze con mi fetichismo por los pies, crei, como la mayoria de nosotros, que era el unico en el planeta tierra. Obviamente, algo asi no podia ser cierto, tenia que haber alguien mas que compartiera este gusto y de ahi surguieron mis busquedas por la internet. Primeramente di con paginas de Brazil, lo cual llamo mucho mi atencion...y despues descubri las miles de paginas de yanquis sobre los pies. Creia que era el unico en Argentina

Hago esta breve introduccion para llegar al tema.

Durante todo ese tiempo, anterior a conocer personalmente otro fetichista, me sentia muy solo. Raro. Jamas, como la mayoria de los fetichistas que he conocido durante estos ultimos años, habia confesado esto a nadie. ¿Por qué? ¿Por qué tenemos tanta verguenza de decir que nos gustan los pies?

Creo yo, que hay varios motivos...para dar lugar a mas ideas, yo voy a plantear una idea personal: la inseguridad.
No estamos seguros de nosotros mismos (aunque esto parezca un poco fuerte) con este tema. Debido a que principalmente, el 90% de la poblacion mundial, incluidos amigos, hermanos y hasta gente no conocida, disfruta de otras partes del cuerpo, la tipica situacion que vivimos es cuando todos hablan de una mina... y como puede uno explicarle a ellos que los que mas le gustaria seria chuparle los pies!

Eso de algun modo genera inseguridad en uno mismo. Uno se se dice a si mismo:... por ser distinto...¿soy raro?...¿que van a pensar?...si lo comento al pasar a alguien, se rie...
De este modo, vamos acumulando verguenza a tal punto que ni el psicoanalisis nos permiten confesar que somos fetichistas. Creo que la idea que yo di, como aclare antes, es mi idea personal. O mejor dicho,la que yo vivo. Muchas veces me preocupo por la imagen, por el que diran los demas y esto me genera esta situacion que describo. Puede que no sea el caso de algunos de uds o talvez de ninguno. Aunque me gustaria conocer sus ideas, experiencias y demas cosas con respecto a este tema.
Nuevamente:
¿es vergonzoso ser fetichista de pies?¿porque?

Espero respuestas...de todos muchachos y muchachas!

Como otra idea de incentivar la participacion en el foro de los muchos miembros que lo visitan, espero que participen con sus ides de algunos nuevos debates.
Aqui va el primero.

¿es vergonzoso ser fetichista de pies? ¿porque?
Cuando empeze con mi fetichismo por los pies, crei, como la mayoria de nosotros, que era el unico en el planeta tierra. Obviamente, algo asi no podia ser cierto, tenia que haber alguien mas que compartiera este gusto y de ahi surguieron mis busquedas por la internet. Primeramente di con paginas de Brazil, lo cual llamo mucho mi atencion...y despues descubri las miles de paginas de yanquis sobre los pies. Creia que era el unico en Argentina

Hago esta breve introduccion para llegar al tema.

Durante todo ese tiempo, anterior a conocer personalmente otro fetichista, me sentia muy solo. Raro. Jamas, como la mayoria de los fetichistas que he conocido durante estos ultimos años, habia confesado esto a nadie. ¿Por qué? ¿Por qué tenemos tanta verguenza de decir que nos gustan los pies?

Creo yo, que hay varios motivos...para dar lugar a mas ideas, yo voy a plantear una idea personal: la inseguridad.
No estamos seguros de nosotros mismos (aunque esto parezca un poco fuerte) con este tema. Debido a que principalmente, el 90% de la poblacion mundial, incluidos amigos, hermanos y hasta gente no conocida, disfruta de otras partes del cuerpo, la tipica situacion que vivimos es cuando todos hablan de una mina... y como puede uno explicarle a ellos que los que mas le gustaria seria chuparle los pies!

Eso de algun modo genera inseguridad en uno mismo. Uno se se dice a si mismo:... por ser distinto...¿soy raro?...¿que van a pensar?...si lo comento al pasar a alguien, se rie...
De este modo, vamos acumulando verguenza a tal punto que ni el psicoanalisis nos permiten confesar que somos fetichistas. Creo que la idea que yo di, como aclare antes, es mi idea personal. O mejor dicho,la que yo vivo. Muchas veces me preocupo por la imagen, por el que diran los demas y esto me genera esta situacion que describo. Puede que no sea el caso de algunos de uds o talvez de ninguno. Aunque me gustaria conocer sus ideas, experiencias y demas cosas con respecto a este tema.
Nuevamente:
¿es vergonzoso ser fetichista de pies?¿porque?

Espero respuestas...de todos muchachos y muchachas!

Como otra idea de incentivar la participacion en el foro de los muchos miembros que lo visitan, espero que participen con sus ides de algunos nuevos debates.
Aqui va el primero.

¿es vergonzoso ser fetichista de pies? ¿porque?
Cuando empeze con mi fetichismo por los pies, crei, como la mayoria de nosotros, que era el unico en el planeta tierra. Obviamente, algo asi no podia ser cierto, tenia que haber alguien mas que compartiera este gusto y de ahi surguieron mis busquedas por la internet. Primeramente di con paginas de Brazil, lo cual llamo mucho mi atencion...y despues descubri las miles de paginas de yanquis sobre los pies. Creia que era el unico en Argentina

Hago esta breve introduccion para llegar al tema.

Durante todo ese tiempo, anterior a conocer personalmente otro fetichista, me sentia muy solo. Raro. Jamas, como la mayoria de los fetichistas que he conocido durante estos ultimos años, habia confesado esto a nadie. ¿Por qué? ¿Por qué tenemos tanta verguenza de decir que nos gustan los pies?

Creo yo, que hay varios motivos...para dar lugar a mas ideas, yo voy a plantear una idea personal: la inseguridad.
No estamos seguros de nosotros mismos (aunque esto parezca un poco fuerte) con este tema. Debido a que principalmente, el 90% de la poblacion mundial, incluidos amigos, hermanos y hasta gente no conocida, disfruta de otras partes del cuerpo, la tipica situacion que vivimos es cuando todos hablan de una mina... y como puede uno explicarle a ellos que los que mas le gustaria seria chuparle los pies!

Eso de algun modo genera inseguridad en uno mismo. Uno se se dice a si mismo:... por ser distinto...¿soy raro?...¿que van a pensar?...si lo comento al pasar a alguien, se rie...
De este modo, vamos acumulando verguenza a tal punto que ni el psicoanalisis nos permiten confesar que somos fetichistas. Creo que la idea que yo di, como aclare antes, es mi idea personal. O mejor dicho,la que yo vivo. Muchas veces me preocupo por la imagen, por el que diran los demas y esto me genera esta situacion que describo. Puede que no sea el caso de algunos de uds o talvez de ninguno. Aunque me gustaria conocer sus ideas, experiencias y demas cosas con respecto a este tema.
Nuevamente:
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Espero respuestas...de todos muchachos y muchachas!

Adrián (Adorador de Pies)
adrian1175@hotmail.com FOTOS

Un Dulce Castigo

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 Ya estabamos casi en los exámenes finales y el verano estaba a la vuelta de la esquina. Eran increíbles los nervios que teníamos todos; solo se veían apuntes por doquier y el olor a café recién hecho lo impregnaba todo... ¡¡¡ la selectividad iba a acabar con nuestras vidas!!!.

Uno de los profesores a los que más temíamos era a Don Román. Era el profesor de matemáticas. Era un hombre que mostraba un aspecto bastante interesante, siempre llevaba el pelo un poco largo y muy bien peinado, y tenía unos ojos negros de escándalo, unos ojos capaces de seducir a cualquiera que los mirase... tenía un pecho ancho, unas piernas largas y muy bien formadas...sin embargo era un hombre bastante serio. Yo jamás le había visto bromear con respecto a nada. Era más seco que la mojama. Creo que aquel año había cumplido 53 años.

Un día en clase tuvimos una disputa bastante fuerte. Me mandó que saliera a solucionar un problema de ecuaciones de segundo grado en la pizarra, cosa que yo odiaba ya que no soportaba los estúpidos comentarios de los chicos de mi clase, ya que, como tenía un cuerpo muy exuberante a mis 17 años, y encima tenía que vestir el eterno uniforme de colegiala, con la faldita corta de tablas y un fino polo blanco que apenas alcanzaba a disimular minimamente mis enormes pezones, haciendo que siempre se destacaran muchísimo, pues me sentía un poco como un mono de feria cada vez que me sacaban a la pizarra. Pero aquel día no sé por qué tenía menos ganas que cualquier otro y la verdad es que me sentía muy violenta.

Y harta ya de los silbidos, las pícaras sonrisas y los ojos lascivos, no aguanté más y me puse a gritar en clase como una loca, “¡¡Joder, siempre tengo que salir yo!!”... tomándola, en vez de con mis compañeros, con mi profesor. El caso es que Román se puso más serio de lo que normalmente era y me invitó cortésmente a abandonar la clase... y que le esperara al salir de clases aquel día, porque tenía que hablar largo y tendido sobre mi actitud.

Así pasó el día sin más contratiempos, hasta que sonó el timbre y todos mis compañeros salieron del instituto en estampida, mientras que yo me tomaba todo el tiempo del mundo en recoger mis cosas, porque sabía que no podría escapar de mi profesor. Hubiera sido peor el castigo...y por fin llegó Román, con el rostro sonrojado y aparentemente muy enfurecido. Acabé de recoger y, cabizbaja, le seguí hasta el despacho del jefe de estudios. Nos acomodamos en la mesa y me dijo que antes de nada le ayudara a ordenar una serie de exámenes. Me sorprendió la propuesta, pero obedecí, desde luego. Con un poco de suerte, podría ver qué notas tenía la gente... siempre he sido muy curiosa.

Cuando había pasado media hora larga de silencio, apartó los exámenes a un lado y se sentó encima de la mesa. Suspirando resignado me miró y me dijo:

“¿Por qué eres así conmigo, porque eres tan injusta ?¿no entiendes que vas a conseguir que me quiten el puesto de trabajo que tanto me ha costado?”

La verdad es que sus palabras me conmocionaron bastante y provocaron en mi un profundo arrepentimiento. Respiré hondo, levante la mirada hacia él y le dije que lo sentía mucho y que no volvería a pasar, y que si había alguna manera arreglarlo, que haría todo lo que estuviese en mi mano...Me preguntó que por qué me había exasperado tanto antes, en clase, y le dije la verdad. Le dije que no podía soportar los cambios hormonales de mis compañeros de clase cada vez que me tenían a tiro, especialmente cuando salía a la pizarra... y que tampoco soportaba el estúpido uniforme que nos obligaban a poner en el instituto...

“Pues no sabes lo bien que te queda...”

Le miré con los ojos muy abiertos, sorprendida por su respuesta, pero él no dijo nada.
Fue entonces cuando me invitó a sentarme en la mesa del director, junto a él. Obedecí. Sin embargo le notaba muy nervioso. Inconscientemente – lo juro – le miré el paquete de la entrepierna y casi me quedé sin respiración al ver el gran bulto que allí albergaba. Y me excité. Y cuando yo me excito no hay quien me pare. Y lo cierto es que don Román no estaba nada, pero que nada mal...

Y creo que él vio el brillo de la calentura en mis ojos porque pronto se puso muy nervioso. Decidí dar el primer paso.

Me puse de pie con toda naturalidad, levanté mi falda y bajé un poco mis braguitas, dejando entrever los labios que cubrían mi tesoro. Estaban húmedos y turgentes. Se ruborizó, pero no dejó de mirarme con ojos incrédulos.

“Toca, mira qué caliente me he puesto”.

El pobre hombre no sabía qué hacer. Me miró extrañado, y al ver mi naturalidad, acercó tímidamente una de sus manos a mi sexo, pasando un dedo entre sus labios. Luego lo olió disimuladamente, y noté cómo el bulto de su pantalón había aumentado más aún. Mi profesor volvió a deslizar su dedo por mi rajita, sacándolo empapado de un líquido espeso y blanco.

“Déjame olerlo, Román, quiero olerme...”- le pedí-.

Acerqué la cara a su dedo, lo olí y lo chupé. Estaba delicioso. Le invité a probarlo. Su dedo volvió a acariciar mi sexo, y lo saboreó cerrando los ojos... como si aquello fuera el mismísimo elixir de los dioses.
“Profesor, ¿quiere olerlo y probarlo directamente? Si lo lame de mi sexo de seguro que le sabrá mejor ... podrá saborearlo mejor...¿no le apetece...?”.

No pronunció palabra, pero hacía todo lo que yo le iba diciendo. Subió mi falda, apartó mis braguitas blancas de algodón a un lado, y pasó su lengua por la rajita una y otra vez, dándome unos largos lametones que me llevaron de ida y vuelta al cielo...mi profesor de matemáticas, mi serio y huraño profesor me estaba lamiendo enterita...!!!!

“Mis padres me matarían si supieran esto...”

“ Eres una zorrita, una putita...sé buena, porque si no...”

Fue entonces, diciendo esto, cuando tomó la iniciativa. Me tomó por la cintura y me sentó sobre la mesa. Subió mi falda, y me quitó las braguitas, dejando al aire todo mi sexo. Separó delicadamente mis piernas y acercó su cara al hueco que quedaba entre ellas. Me eché hacia atrás, y sentí cómo su lengua acariciaba muy suavemente mi entrepierna, separando con cuidado sus labios, hinchados, rojos de placer, y exhalando aquel aroma a hembra que tan irresistible le estaba resultando a don Román...
Lamió la pequeña abertura, primero muy lentamente, para luego hacerlo mucho más rápido, succionando con sus labios el líquido que emanaba de ella, como un enorme animal sediento. Después lamió el pequeño bultito que encontró hinchándose en la parte superior de mi rajita Lo succionó, como si fuera un biberón, chupetones cortos e intensos que hacían que mis caderas se movieran como si estuviera posesa. Como si me estuviera mamando, qué placer… Veía sus ojos mirándome, mientras me lo hacía, y yo sonreía, me volvía loca de placer, me retorcía de gusto.

Entonces le separé de mi, me puse de pié y le bajé la cremallera de sus pantalones, viendo complacida cómo su polla luchaba por salir del confinamiento de sus calzoncillos. Se los bajé y su pene salió disparado, erguido, duro como una piedra... Era de un tamaño considerable, mediría como unos 20 centímetros, con un glande enorme y de un grosor como los vasos de un cubata. Él se bajo los pantalones a la altura de los muslos, cosa que aproveché para pasarle la punta de mi lengua por su glande... y luego empecé a lamerle sus huevos mientras que con la mano derecha agarraba su miembro y empezaba un lento movimiento ascendente y descendente.

Con mi lengua hice círculos concéntricos en cada uno de sus huevos, para luego subir por la base de su polla siguiendo el contorno de cada una de las venas que sobresalían, hasta llegar al glande, donde una gota brillante de semen se le escapaba, la cual no tardé en recoger con la lengua, la lamí, y me pareció resultándo exquisita. Mis labios volvieron a recorrer toda la longitud de su polla, y llegó el momento de metérmela en la boca. La chupe como si fuera un helado....

Él no decía ni una palabra, tan sólo respiraba fuerte, mi adorado Román, qué bien se lo estaba pasando, gimiendo como un cachorrito...me sentí poderosa.... Siempre se me habían dado bien las felaciones, pero en esta puse especial esmero. Cuando me la volví a meter en la boca quería que sintiera como mis labios bajaban por toda su virilidad hasta llegar a los testículos, enterrándola profundamente en mi garganta y no dejando de mover la lengua. Estuve mamándola durante lo que me pareció una eternidad. Ya empezaba a dolerme la boca, pero aun así no paré ni un instante. Sus gemidos me animaban a seguir. Su pene empezó a contraerse con el preludio de lo que yo sabía que vendría después. Volví a hundirla en mi boca y mi cavidad empezó a llenarse con su semen, fuero tres o cuatro disparos rápidos que soltaron una cantidad considerable, así que tuve que ir tragando deprisa porque no quería desperdiciar ni una solo gota de su agridulce néctar. Cuando me saqué su polla de la boca, volví a lamérsela de nuevo toda entera para no dejar que ni rastro de semen, pero había tanto, que me chorreaba por los labios y la barbilla. Él se acercó y lo bebió de mi boca, mientras me acariciaba suavemente los senos.

Mientras, yo iba desabrochándome el polo, quitándome apresurada el sujetador y la falda (las bragas a saber dónde estarían ya...). Después me tumbó encima de la mesa, no sin antes despejarla de libros y papelorios de un solo manotazo y cogiendo con una mano su enorme polla y empezó a restregármela por el coño. Bajaba desde el clítoris hasta la concavidad de mi vagina, metiéndome tan solo el glande, volvía a repetir la operación, volviéndome loca con cada uno de sus movimientos, empecé a gemir como una perra en celo.

Entonces él me la clavó hasta el fondo, me la metió toda entera hasta que sus huevos golpearon mis nalgas. Sentí como mis paredes vaginales se contraían, y entonces estallé... Él paró un momento dejando que me recuperase, pero inmediatamente después siguió bombeando mi coño. Agarró fuertemente mis caderas y empezó un violento mete-saca, follándome entera.... Las penetraciones eran muy profundas pues no sólo empujaba brutalmente con su polla, sino que además llevaba mis caderas hacia él. Entonces se corrió de nuevo, esta vez dentro de mi, haciéndome sentir su cálido chorro de semen, todo para mi...

Fue entonces cuando sonó la campana: las 3:00 de la tarde...era hora de irse a casa, mi madre me estaría esperando para comer...

Mientras me vestía apurada por la hora, me cogió de la cintura y me susurró al oído...

“Jovencita, está usted absuelta de toda culpa...”



ALIENA DEL VALLE.- FOTOS

Sorpresa Menstrual

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Nuevamente este relato estará marrado desde la perspectiva de un hombre , el cual es totalmente fruto de mi imaginación.
Hola, qué tal, mi nombre es Mario tengo 22 años y les voy a contar algo que me sucedió el fin de semana pasado .
Eran las 7:00 me disponía a abordar el metro de la ciudad de México , el cual a esas horas va totalmente lleno , y a su vez va dividida el área de mujeres y el área de hombres, pero a veces no falta alguna chava despistada de provincia que desconoce que existe la facilidad de ir con puras mujeres , bueno en fin continuando con el relato , era la Línea 1 y justamente en la estación San Lázaro era donde iba tomarlo , todo parecía totalmente normal , pero tardó un poco el metro por lo cual las personas se acumularon un poco más , y de repente miré a mi izquierda y ahí estaban un grupo de jóvenes provincianas las cuales se les notaba a simple vista ya que vestían unas faldas muy largas con colores muy llamativos y bordados exuberantes , y por si esto fuera poco el tono en que hablaban era el tono típico de unas provincianas, todas ellas se veían hasta cierto punto feas a excepción de una la cuál era morena , delgada , alta 1.70 , unos senos pequeños pero muy bien formados , y llegó el momento deseado en que llegó el metro , que obviamente debido a la cantidad de personas se iba a llenar a reventar , y dicho y hecho se abrieron las puertas las personas empezaron al tiempo que las chicas provincianas iban entrando , yo obviamente conforme se iba acomodando la gente me iba acomodando junto a la chica provinciana , y llegó el momento más esperado en que quedé totalmente junto a esta chica y las personas querían seguir entrando pero como ya estaba lleno siguieron empujando lo cual provocó que yo pudiera meter mano a la chica debido a la presión de toda la gente; el vagón ya estaba lleno se cerraron las puertas y comenzó a avanzar , una mano la tenía a la altura de sus senos y cuál sería mi sorpresa a encontrarme con que no traía sostén se sentían claramente sus pezones a través de la delgada tela , con todas las curvas de las vías me daba de hacer pequeños movimientos que me permitían tocarle totalmente sus senos , era una experiencia inolvidable , y ella por su obvia inocencia no decía ni hacía nada ya que para ella sólo eran los apretones del Metro, y sin saber que ya prácticamente la estaban manoseando , ahora tocaba la otra parte (mi otra mano) la cual estaba exactamente a la altura de su entrepierna , la cual empecé a tocar de manera disimulada , pero de todos modos como iba extremadamente lleno no se daba cuenta , como no dijo nada continué de una manera más descarada , pero no se sentía la tela tan delgada como en la parte superior , decidí ser todavía más audaz , y de un golpe metí mi mano entre su pantaleta y su vulva y cual sería mi sorpresa que estaba totalmente mojada , en esos momentos hizo una cara de espantada de que alguien estaba abusando de ella pero a pesar de todo no decía absolutamente nada , la sensación era medio rara porque no era una humedad caliente sino como que medio fría , pero de todos modos era una experiencia inolvidable , tenía ganas de frotarle su clítoris pero el tiempo era demasiado corto ya que estaba a punto de llegar a una estación en la que baja bastante gente , y no hubo más remedio que sacar mi mano y llegó el momento que tenía que pasar se bajó toda la gente empujándola a ella , yo me quedé en el interior , yo en todo este lapso de tiempo ya había eyaculado por toda esta experiencia , mi trusa se encontraba totalmente mojada , y cual sería mi sorpresa que cuando me llevé la mano a la nariz para oler el aroma de sus jugos , me di cuenta de que ella estaba menstruando , porque mi mano tenía rastros de sangre con coágulos, no me quedó más remedio que meter mis manos bajo mi sudadera y al llegar a mi casa masturbarme por esa increíble experiencia.


Libia FOTOS

Sin Alarmas

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 La charla transcurría sin alarmas, nos habíamos mudado de ciudad y eso nos había hecho muy compañeros… No conocíamos a nadie y eso hacía que al final del día, cuando nos encontrábamos en casa las charlas fueran sobre todos los temas, de su infancia, de nuestras vidas, de lo nuevo, de lo que extrañábamos, de lo que ya pasó.
Esa conversación parecía una mas, hasta que no sé muy bien porque, empezamos hablar de sus amores…
- Yo nunca mas voy a estar, otra vez, con un chico que sea virgen… tuve dos y ya es bastante… No me gustó. Con Jesús no alcancé a acabar nunca…
- Bueno, creo que ya lo tenés decidido…
- Yo ya no tengo mas paciencia, no sé enseñar, quizás cuando tenga mas de treinta quiera tener un pendejo de dieciocho, pero hoy quiero alguien con experiencia…
- No te gusta enseñar… ¿te gusta aprender?
- Si… creo que tengo ganas de un tipo que sepa… Que me enseñe, que tome la iniciativa…
Podría tomar eso como una insinuación ya que ella tiene casi veinte años y yo cuarenta. Es una de las fantasías de los hombres… ¿Será una fantasía de las mujeres? Pero claro que si, hay miles de libros, novelas, películas sobre amores de mujeres que desean a muchachos, jóvenes. Pero todas estas cosas las pienso ahora, en ese momento no me di cuenta de nada…
Todo la circunstancia fue extraña. La madre de Nati, mi esposa, se había quedado en nuestra ciudad natal, terminando de hacer muchos trámites, que por el apuro de nuestra mudanza, tuvo que hacerse cargo. Pero este tiempo se había extendido mucho mas que lo calculado y deseado. La cosa es que yo hacía mas de tres meses que no tenía relaciones con nadie. Nati tampoco ya que como dije antes no teníamos casi vida social. Yo del trabajo a casa y ella de la facultad a estudia a casa… no le quedaba tiempo libre y cuando lo tenía no tenía con quien compartirlo salvo conmigo…
El diálogo transcurría, mientras yo estaba escribiendo en mi ordenador y ella había puesto música y se sentaba en el sillón del living, a dos metros… no nos mirábamos, pero eso solía ocurrir, todo era como siempre. Y ahora me recriminaba que las toallas higiénicas que había comprado eran para tangas de colaless.
- No me di cuenta, decía con alas y me pareció que eran las que compraba siempre. No sabía que había comunes y para colaless.
- Pero con lo que yo menstrúo eso no me sirve.
- Bueno guardalas para cuando se te esté yendo, que ya no será tanto el caudal… y te compro, mañana de las que vos usas… ¿Todavía te quedan para esta noche?
- Si, si. Me dijo fastidiada y agregó - Yo no sé como alguien puede usar esas toallitas, Ya usar esas bombachas debe ser incómodo y con la regla debe ser aún peor…
Me pareció muy extraño ese comentario y quise saber mas al respecto…
- Pero esa bombachas no se usan cuando estás indispuesta.
- Las minas que usan colaless, la usan todos los días, hasta esos días, dijo en tono de publicidad de la televisión
- Yo creía que las usaban con cierta ropa o los días que iban de guerra…
- Si, pero la mayoría de las que usan colaless, la usan todos los días.
- ¿Vos no usas colaless? (Dije en tono irónico, ya que ella es bastante liberal, su cuerpo lo merecía y nunca pensé que no usara ese tipo de ropa íntima.)
- No nunca usé.
- Pero te probaste, alguna vez… No te lo creo
- No, nunca… Todas las bombachas se te meten en la cola, y una se acostumbra. Malena dice que es mejor porque es menos tela la que se mete en el orto… pero yo no sé…
- Pero hay tipos a los que le gusta la lencería… que le excita, que la mujer usa esas cosas, medias caladas, porta ligas, colaless y esas cosas… otros le gustan las bombachas de nena y así, mil cosas.
- Si también hay tipos que le gusta que las minas estén todas depiladas.. Y ahora me vas a salir con eso de que las cosas que te gustan ahora después cambian y el ejemplo de los besos y el de chuparla…
- Y si, pero no me des bola, yo soy un viejo y todas esas cosas… (Se hizo un silencio y terminé de escribir lo que estaba escribiendo así que apagué la máquina y justo se acabó el CD que Nati había puesto)
La conversación se agotó, ya que se había hecho muy tarde y al otro día los dos teníamos que madrugar…
Cuando volvía a casa al día siguiente, me acordé de esa charla y cuando estaba a pocas cuadras de casa, pasé por una tienda de lencería y vi su vidriera… muchos modelos de ropa interior… todos de buena calidad… A mi no me daba vergüenza, compré mil veces bombachas para mi mujer, a veces lencería fina y otra eróticas… Pensé que Nati nunca se había puesto una porque no le gustaba usar una de otra persona…
- Estoy buscando una tanga de esas que de atrás son muy finitas.
- ¿Una colaless?
- No se como se llama. Muéstreme alguna. La vendedora desapareció tras el mostrador y volvió con varios modelos distintos. Pero confieso que me dio un poco de morbo comprarle a la nena una tanguita de esas características, para colmo de males, la vendedora se puso enseguida nerviosa… y terminé comprando una que no era la mas linda pero era la mas atrevida.
Cuando entré en casa, me acordé que ella llegaría como una hora mas tarde… Todo bien. Tome una tarjetíta y le escribí la siguiente leyenda: “Para que puedas probar y usarla con alguien de experiencia”.
A la hora, llegó como un terremoto. Quiso contarme todo lo que había hecho y más en un segundo, como un torbellino, como siempre. Así que dejé pasar el tiempo, para que se libere de las ganas de contar y después le daba el regalito.
Preparé la cena, como siempre y comimos. Cuando terminamos, ella levantó los platos de la mesa y yo me fui a buscar un cigarro y la sorpresa.
- Nati, Tengo una sorpresa para vos.
- ¿Un regalo?
- No,.. si, tomá. (Extendí el brazo y se lo di.) - Lee, primero la tarjeta…
Tomo el regalo y leyó la tarjeta en voz alta.
- “Para que puedas probar y usarla con alguien de experiencia”. Dijo poniendo voz sensual… Abrió el paquete y me la mostró, como si yo no supiera que era…
Se dio media vuelta y se fue a su cuarto… pasó un minuto, que pareció una hora. Escuche que se abría la puerta de su pieza y no sabía que iba a pasar, Escuche los paso que se acercaban, pero no la veía.
- Cerrá los ojos. Dijo con vos de nena que hace una travesura… Ahora podés abrir los ojos… Cuando los abrí la encontré frente a mi con su tanguita nueva puesta… Se dio vuelta para mostrarla en plenitud. Yo no lo podía creer. Si bien me había imaginado alguna situación erótica con ella, siempre pensé que no iba a pasar del plano de la fantasía.
- Gracias. Me dijo y me abrazó y me dio un beso en la comisura de los labios. Su aliento me envolvió. No atiné a nada. Estaba, totalmente, abrumado… Juro que nunca pensé que me iba a encontrar en esta situación.
- ¿No vas a decir nada?
- ¿Te es cómoda?
- No te hagas el boludo… ¿Qué te parece?
- ¡Te queda mortal!!! Pareces una modelo.
- ¿Por lo tonta?
- No, una mina barbara, una mujer con mayúscula, los vas a matar… me vas a matar.
¿Qué dije? Se hizo un silencio inoportuno, alguno de los dos tenía que tomar la iniciativa y ese era yo, ella ya me lo había dicho ayer cuando hablamos de su sexo y que quería aprender y que mejor que su padrastro, un hombre con experiencia para empezar… ¿Qué hago? Esa es la pregunta, ¿Pateo el tablero o me hago el idiota y la dejo pasar? ¿Debo esperar otra señal? ¿Y si pasa este segundo y pierdo la oportunidad?
Me paré y me puse a su lado, la abracé y la besé, de forma lenta y profunda. Mis manos recorrieron su espalda y sentí como su cuerpo se estremecía. Solo se escuchaba el rumor del televisor haciendo de música ambiental…
Ella se dejaba como me lo había dicho ayer que haría. Pero no es que me rechazara, temblaba toda y jugueteaba en mi boca su lengua. Sus grandes tetas que rebozaban en el escote de su remera, me pedían que las tocara, que las acariciara, que las chupara como nunca se lo hubiera imaginado… Tuve que ayudarla y acercarla al sillón porque tenía miedo que se caiga… Allí la pude ver entera, deseosa, perdida, entregada a la pasión. Lo último que le sacaría es la colaless. Ella se levantó la remera y quedó en corpiño… yo desabroche mi camisa y la dejé en el piso, quería sentir su piel en mi piel. Me abalancé a su cuello, tratando de aspirar el aroma de su piel.
- ¿Tengo olor a chivo? Me dijo entre interrogándome y afirmándolo.
- Me gusta tu olor y si estás transpirada me gusta mas… - Levantá el brazo. Le pedí, para que su axila quede a merced de mi nariz y mi boca. Y mientras lo iba haciendo se quejaba
- A mi no me gusta mi chivo, no sé como podés hacer eso. Mientras yo lamía la caverna que se forma en el interior de la unión entre hombro y brazo.
- ¿No te gusta? Le dije mirándola desde allí.
- Para colmo no me depilé
- Me encanta que no te depiles…
En un arranque que no esperaba ella levantó mi brazo e hizo lo mismo que yo estaba haciendo… en obvia muestra de sus primeras lecciones aprendidas y en un claro mensaje de querer mas cosas nuevas.
- Me gusta tu olor… Me dijo mientras raspaba con sus dientes mi axila.
Mezclamos nuestras lenguas en un beso y nuestros sudores en las bocas… Desabroché su corpiño y me dediqué a sus hermosas tetas, coronadas por pezones opulentos y provocativos… Una de dos, o le encantaba que juegue con sus pechos o nunca lo había experimentado de este modo ya que gemía y no podía dejar de encorvar su espalda… Mientras dejaba descansar mi boca y apretaba sus pezones con mis dedos, miré su cintura y me felicité por haber comprado esa bombachita. Le quedaba hermosa… los bellos se transparentaba bajo la tela fina, que cubría su pubis… Y por la posición, las nalgas eran enmarcadas por las tiras que se perdían en la raya de su cola.
Parece que ella se dio cuenta y me dijo
- ¿Te gusta mirarme la tanguita? O ¿te gustaría mirarme desnuda?
- Por ahora me gusta mirarte así, ¿Estás mojadita?
- Estoy empapada.
- ¿Es incomoda?
Acaricié con mis dedos por su rayita cubierta y la noté humeda… ella gimió, como gimen las mujeres, Olí la yema de mis dedos y su néctar se impregnó en mi olfato.
Nati estaba quebrada, su excitación era tal que gemía, aullaba, se reía… Sin importarle nada de nada. Fue ahí, en ese momento en que le dije,,,
- ¿A ver si sos tan putita como te hacés?
Escuchar que la llamaba así la puso más loca y se dirigió a mi pantalón y trataba sin éxito de desabrocharlo. La ayudé ya que no soy de hierro y yo también estaba a mil…
- Dejame que te ayude, perra. Se arrodilló y dejando que yo vaya bajando los pantalones y el boxer, dejando mi pija al su vista… Su ansiedad era tan enorme, que no pude deshacerme de mis prendas, apenas las pude bajar hasta los tobillos, corriendo el riego de caerme… Decidí que era mejor dejarme caer al piso y así pode hacer un buen sesentinueve. Ella comprendió mis movimientos y recién en ese momento quedé completamente desnudo. La muy puta, todavía mantenía intacta su nueva colaless, como único abrigo. Así como se encontraba tenía dos posibilidades sacársela o apenas correrla porque era tan pequeña que daba para corrérsela y dejar su rayita, a la intemperie… Nati chupaba, mordía olía, lamía desde la cabeza del pene hasta llegar al culo. Así que no lo pensé mas y le chupé la concha a morir… Ella emanaba chorros de flujo y yo acabé muy fuerte en su boca.
Esa noche no fuimos mas allá, solo más caricias y mimos… con paciencia, con amor, ya sin pasión, cansino, sin alarma… FOTOS

Reporte a mi Amo

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 En la Zapatería

Macarena Río. macarena_rio@yahoo.com

Como lo había prometido, el relato completo de lo que pasó ayer, y de acuerdo a las instrucciones recibidas por mi Amo con respecto a lo que tendría que hacer después del show Chipendale.

Desde antes de salir de la oficina, mi calentura se había elevado ya por la conversación sostenida con él, y después de unas cuantas copas de vino, esa calentura se elevó.

El show fue muy cachondo, sobre todo al ver la reacción de algunas amigas, que con los bailes sensuales de los chicos las habían puesto cachondas, y las copas, les quitaron las inhibiciones. Entre ellas me encontraba yo, bastante cachonda, pero no participé en el juego, aunque me dí cuenta de que a uno de ellos le hubiera encantado la idea cuando se dio cuenta que estaba usando medias con liguero y que no traía bragas (algo que hice de forma intencional para ver su reacción). No me quitaba los ojos de encima, y eso me gustaba. De alguna forma me sentía sensual. Un vestido entallado y bien amoldado a mi cuerpo, con falda muy corta y gran escote. El cabello totalmente suelto y lacio, y el maquillaje impecable. Me sentía muy atractiva.

El hombre era bastante atractivo he de confesar, y sus movimientos su forma de ofrecerse me excitaron. Seguía viendo mi escote y mis piernas durante todo el show. Mis amigas me insistieron en que me acercara a lo que me negué. El chico terminó su show, y después de vestirse, se acercó a mí, se sentó a mi lado y me quiso hacer charla. Yo seguí su juego durante un rato, es más le permití que acariciara mi pierna para que sintiera la diferencia de texturas entre las medias y mi piel. Me hizo la pregunta directa sobre si era real o se había imaginado si no traía bragas, a lo que contesté que no era imaginación, era real. Quiso alargar su mano, para comprobarlo, cosa que permití a medias. Al momento de sentir que era cierto, me levanté con el pretexto de ir al tocador. Una amiga me acompañó. A pesar de que ella se había dado cuenta del juego que traía no dijo nada. Cuando regresamos a la mesa, el chico seguía ahí. No debería tener más allá de 25 años y con un cuerpo verdaderamente antojable, sobre todo después de darme cuenta lo que escondía detrás del pequeño tanga...

Cuando empezó a insinuarse más descaradamente, lo paré en seco, diciéndole que en ese momento lo único que yo quería era coger con una mujer. Se ha quedado pasmado, creo que nunca esperó esa respuesta. Siento que hasta se enojó. Me preguntó qué hacía una lesbiana en un sitio así. Le dije que no era lesbiana, que me encantaban las pollas, simplemente que era bisexual y que en ese momento, solo me apetecía una mujer. Creo que eso lo encendió más y comencé a notar un bulto que crecía bajo el pantalón. Con los efectos del vino, no me reprimo con nada, así que para que no se sintiera mal, pongo directamente mi mano sobre su bulto entre las piernas. Tomé la suya, la que tenía en mi pierna, y la llevé un poco más dentro, pero sin separar mis piernas ni un milímetro, fue como un detonante, a pesar de su trabajo, siento que mucha experiencia no tiene en otros asuntos. Parecía que tenía un animal vivo debajo del pantalón, eso me calentó más. En ese momento, y como el show ya había terminado, decidimos marcharnos, y me despedí del chico con un tierno beso en la mejilla, y sin más salimos del local.

Me llevaron a casa, y durante todo el trayecto, solo estaba pensando en las instrucciones que me había dado mi Amo. Estaba tan concentrada en mis pensamientos, que ni siquiera me molesté en activar la luz de las escaleras, y conforme iba subiendo, me fui quitando una a una todas las prendas que traía puestas. Cuando llegué a la puerta de casa, solo me quedaba el liguero, las medias y los zapatos.

Sentía la humedad entre mis piernas. Al cerrar la puerta, no soy capaz de llegar hasta mi recamara y me quedo en la estancia, me acomodó en el sofá y me empiezo a acariciar, estoy totalmente empapada, no sólo húmeda, mis dedos se deslizan tan fácil, al simple contacto con mis dedos, mis labios exteriores se abren dejando que mis labios interiores sientan el fresco de la noche. Tengo la luz prendida, ¿Angie está en casa? No lo sé. Las cortinas están abiertas, las luces del vecino de enfrente están encendidas. ¿Me verá? ¿Se dará cuenta de lo que estoy haciendo? No lo sé, debería ir a mi recámara y hacerlo en privado... No, mejor, si alguien me ve, mejor. Acomodo las cosas, de tal forma que si mi vecino es curioso, pueda deleitarse viendo como disfruto siguiendo las instrucciones de Su Alteza. Mis dedos siguen su juego, una mano en mi coño, la otra en mis tetas. Una penetra y acaricia, la otra pellizca y acaricia, sensaciones que se unen como choques eléctricos en mi interior.

Veo mis zapatos, finos tipo zapatilla, de tacón alto, los acaricio, deslizo mis dedos por su piel, suave textura. Me quito uno de los zapatos. Acerco el tacón a mi boca. Recorro mi lengua, lo humedezco, lo acerco a mi coño mojado, lo deslizo a todo lo largo. Me gusta el contacto de la piel con mi coño me excita más. Sigo jugando, me encanta, me quito el otro zapato, lo deslizo por mi cuerpo. Intento introducir el tacón en mi coño, se desliza muy fácil, suave, entra y sale como mantequilla. Es una sensación extraña pero me gusta, lo disfruto, lo hago recorrer toda mi raja, desde el clítoris hasta el culo. Entra, sale, recorre. Se detiene más tiempo en la zona del culo, es tacón fino, está mojado, lubricado, ¿porqué no? Lo intento introducir, se resiste, mientras, con el otro zapato, acaricio mi clítoris, mi coño lo humedezco también, no tiene problemas para entrar en mi coño. Entra y sale. Sigue jugando. Por fín, el otro ha conseguido su objetivo. Los dos tacones dentro. Uno en el coño y otro en el culo. Que sensación tan maravillosa. Tomo ambos zapatos con una mano, para continuar con el mismo ritmo y con la otra acaricio y pellizco mi clítoris.

Sigo así un rato. Siento como a cada segundo mi clítoris crece y se hincha, de pronto, desde el fondo de mis entrañas, sale un gemido de placer ocasionado por una serie de contracciones que tensan mis piernas al momento que espasmos de placer recorren mi cuerpo.

Poco después, cuando he recuperado la conciencia, me quedo mirando mis zapatos, ambos están mojados y pienso. "nunca pensé que unos simples zapatos pudieran provocar tanto placer.

Macarena Río FOTOS

Quiero tu Semen

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Hace tres años salgo con una mujer a la que adoro, pero, por esas cosas del destino, desde siempre me ha gustado su hermana, con 19 años y cuerpo harto voluminoso. Sus senos son enormes y solía imaginar el tamaño de sus pezones y su color. Y digo solía porque, como verán, tuve oportunidad de descubrir qué tan bien encaminados estaban mis malos pensamientos.
Mi cuñada, de nombre Milena, estudia veterinaria y es una mujer muy consagrada, hogareña, de pocos novios y menos fiestas. Es más, siempre que voy a casa de mi novia, la veo sentada, aplicadísima, en su microscopio, estudiando muestras. Lo cual, dicho sea de paso, me da oportunidad de detallar ese par de enormes mamas que se desprenden de su cuerpo y parecen luchar infructuosamente contra la ley de la gravedad. Un día de tantos, pasé por casa de mi novia a recoger unos libros que había dejado allí días atrás. Mi novia estaba trabajando y de mis suegros dígase lo mismo. Me abrió Milena, quien se mostró un poco más amable que de costumbre. No era una mujer seca, pero quizás el hecho de estar tan involucrada en sus estudios la hacía algo retraída. Me invitó a tomar asiento y me puso conversación.
-¿Sabes en qué trabajo? -Ni idea- le dije. -Pues, mira, estoy empeñada en analizar los hábitos de reproducción de los primates, y en eso he venido trabajando desde hace un año.
El comentario, debo decirlo, no me pareció precisamente afrodisíaco, así que me limité a responderle con un obligado \"¡qué interesante!\". -No sé si tú lo sepas, pero el primate que tiene el más voluminoso miembro reproductivo es el hombre. -Sí, me he dado cuenta- respondí con una larga risotada como remate. -No te rías, es en serio- me dijo. -Bueno, en serio, ¿a qué va esta sesión de datos insólitos?- le respondí mientras lanzaba una mirada furtiva a sus pechos, cuya ropa interior apenas alcanzaba a ver por entre los botones de su bata. -A ver, no es fácil.. Es queeee. bueno, es queee no estudio precisamente el falo de los primates sinooooo... Sinnoooo su líquido seminal y... buenooooo... No es sencillo. -Habla tranquila que nos conocemos desde hace años y sabes que no me gustan los rodeos. -No te lo pediría si no fuera importante. Para mi proyecto de muestras comparativas necesito recolectar datos de supervivencia de espermatozoides en ambientes no controlados. Las muestras de simios ya se hicieron, pero parte de mi tarea es someter al microscopio y anotar datos inmediatos del semen humano una vez se ha producido la eyaculación. Para ello, como supondrás, se necesita una muestra \"fresca\" y no de laboratorio. Y... -¿Y...? -Y necesito que pongas parte de esa muestra en esta plaqueta fija del microscopio electrónico- me dijo ruborizada mientras señalaba el pesado aparato en la mesa. -Es decir, quieres que me masturbe y te traiga algo de mi eyaculación para que la examines. -No precisamente.. Como la muestra debe recogerse directamente y sin mediaciones, necesito que te masturbes junto al microscopio y eyacules tu semen en la plaqueta.
Me quedé de una pieza, pero me alcanzó el ánimo para regalarle una pregunta: ¿habrá alguien mirándome? -Sí, yo. Debo estar presente en el momento de la eyaculación para tomar un registro detallado de los primeros segundos en que la muestra entra en contacto con el aire. -Y no crees que es una petición sumamente embarazosa. -Mira, Jaime, yo sé que lo que te estoy pidiendo no es nada fácil y que tú podrías decirme simplemente no y listo. Pero no tengo a nadie más a quien recurrir. Sería incómodo pedírselo a uno de mis compañeros de materias. Orlando (su novio), como sabes, está de viaje. a mi papá, ¡ni pensarlo! Sólo cuento contigo. -Milena, yo te aprecio mucho, pero no creas que es un favor cualquiera que me pidas masturbarme a unos centímetros de ti y que, además, eyacule- se lo dije, lo confieso, entre avergonzado y excitado. -Jaime, te repito que entiendo por lo que estás pasando y que mi vergüenza es infinita, pero si yo no tengo esos resultados mañana temprano, puedo ir despidiéndome de la beca en la universidad y tú sabes lo que eso significa para papá. Te lo suplico. Mira, te prometo que mientras te masturbas yo me dedico a estudiar algunos papeles, a mirar mis datos en la mesa y ni te miro. -Si accedo, ¿cuándo lo haríamos? -Ahora mismo. -Ayyy, yo no sé qué decirte, y si alguien se entera, ¿qué? Sería muy incómodo. -¡No, te lo prometo! Jamás nadie lo va a saber. -Está bien, está bien, está bien. pero qué locura.
Ella no podía ocultar la dicha, me dio un beso enorme en la mejilla y me tomó de la mano para conducirme al microscopio. Mientras ella organizaba los aparatos, comencé a desvestirme.
-¿Qué haces? -me dijo. -Me desvisto. -¿Es necesario? -Milena, digámonos las cosas como son: hace una semana que no me acuesto con tu hermana y creo que mis reservas de esperma serán abundantes, lo cual es bueno para ti (se puso roja como un tomate), pero no para mi ropa. No quiero mancharme los pantalones o la camisa, así que. -Te entiendo, te entiendo, y discúlpame por la mojigatería.
Mientras, estaba yo ya en calzoncillos. Pero como que no me decidía. Y, para ser sincero, estaba tan incómodo con la situación, que no tenía ni erección. Ella me clavó la mirada y no quedó más remedio que bajarme la ropa interior.
Pude darme cuenta de que cuando vio mis 18 centímetros en reposo, el corazón le dio un brinco. Casi se le salen los ojos, pero trató de disimularlo con un comentario salido de tono.
-Sí, definitivamente el más grande de los primates. -Nada diferente al pene de otra persona, ¿o sí?
Y sucedió algo que nunca me imaginé. Corrió su silla hacia mí y, movida más por el interés científico que por el instinto sexual, tomó mi pene entre sus manos. Descubrió con delicadeza el glande y, con la otra mano, palpó mi escroto. No dije nada.
-Como vez, el tamaño de tu pene es de unos quince o dieciséis centímetros en estado de reposo, lo cual excede el standard. Tu glande es contorneado y bien definido y tus testículos también son de dimensiones afortunadas. En términos de esta investigación, por supuesto.
Mientras hablaba, su respiración rozaba la cabeza de mi pene y ello sumado al movimiento de sus manos, terminó causándome una erección fenomenal. Tanto que mi glande casi tocaba sus labios. Yo de pie y ella sentada y, gracias a ello, con la posibilidad de ver su brassiere a través del cuello de la bata. Estaba muy excitado.
-Si tú me lo permites, quisiera medir tu pene. -Claro.
Sin soltarlo con la mano libre alcanzó una escuadra y dijo: \"¡25 centímetros! Tienes un pene envidiable\".
Ella lo sabía, pero lo que estaba por suceder es cosa de no creerse. Se los contaré en un par de días.


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