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Mi Tia

Los veranos cuando era adolescente los pasaba en la Costa del Sol. Allí teníamos un apartamento. Era hijo único. Solíamos ser tres, con mi padre y mi madre, pero aquel verano se vino mi tía, la hermana de mi madre con nosotros.

Pasamos allí un mes.

Eran días de playa, paellas, helados y noches de cine de verano. Me pasaba el día empalmado, y sólo podía aliviarme en los ratos que pasaba en el baño puesto que dormía con mi tía. En el apartamento había dos habitaciones con dos camas. En una de ellas cabíamos mi tía y yo. Mi tía tenía entonces 34 años, tres menos que mi madre. Me despertaba por las mañanas como un burro y no se si ella se llegaba a dar cuenta.

Cuando paseábamos me quedaba mirando su culo fijamente. Me encantaba su carnalidad.

Una noche ponían en un cine una película de Clint Eastwood. A mi tía le dolía la cabeza y mi padre no tenía ganas de verla. Así que me fui con mi madre. Nos olvidamos las llaves y como volveríamos tarde, mi madre me mando ir al apartamento a coger las llaves. Por casualidad la puerta de entrada la dejamos abierta sin darnos cuenta. Pasé adentro y cogí las llaves. Fue cuando oí unos suspirazos. Procedían de la habitación de mis padres. ¡No había ningún error!. Mi padre se estaba trajinando a la hermana de su mujer. ¡Jadeaban como bestias!.

Los días siguientes me di cuenta de como engañaban a mi madre. Lo hacían constantemente. Se besaban casi detrás de las puertas. ¡Que sinvergüenza era mi padre! Y como yo soy su hijo tendí a imitarle.

Una calurosa noche, bajo la sábana y las olas del mar le dije a mi tía que les había visto. Ella no dijo nada. Debió quedarse petrificada. En ese momento comencé a masturbarme con mucha fuerza, a su lado hasta que me corrí con un ligero suspiro empapándome a mí, a la sabana y a ella. Esa fue mi costumbre durante los siguientes días. Fue como un chantaje.

Otra gran noche se acostó enfadada. De repente va y me dice en el oído:

- Tú padre es un cabrón que no quiere separarse de tu madre para casarse conmigo.

De pronto me cogió de la mano y se la puso sobre su clítoris. Estaba muy húmedo y me daba asco. Quise retirar la mano pero no me dejaba. Me enseñó a acariciarlo. Oí su fuerte respiración.

Me acercó su culo a mi cara, asustándome. Yo no sabía lo que hacia y le lamí las bragas y el agujero del culo. Mi polla ya estaba durísima. Me obligó a meterle un dedo en su vagina. Se movió como una leona. Note que me apretaban un pezoncillo. Y lo estaba haciendo con los dedos de su pie. Esa mujer me podía enseñar cosas que se me antojaban entonces inverosímiles. Para finalizar me pajeo con los dedos de su mano mi hinchado capullo. Lo hizo muy rápidamente provocándome el mayor orgasmo que he sentido jamás. Vacié toda mi leche sobre su camisón y su cuerpo dejándolo completamente pringoso. Recuerdo que grité.

Se llego a levantar mi madre, que golpeo la puerta con sus nudillos y nos pregunto, "que si nos pasaba algo".

Al día siguiente me desperté oyendo una discusión. Mi madre, mi padre , mi tía. Mi madre les había descubierto pero a quien echaba la culpa sobre todo era a ella y no a mi padre. Él muy cínico le dijo a ella que se marchara. Y eso hizo. No la volví a ver nunca más. Pero ha quedado en mi su recuerdo. ¡Dios como amo a esa mujer!. Mi tía. No he encontrado a ninguna otra en el mundo mejor que ella. La pobrecilla fue víctima del golfo de mi padre y de la estúpida de mi madre.

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