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La Secretaria Asistente

Es morena, ojos negros, nariz robusta y afilada, labios carnosos y unos dientes blancos como el marfil. Afable y dulce, además de ordenada. Con una actitud de servicio, como no he tenido otra igual. Saben es que es mi secretaria asistente de oficina. Tiene unos glúteos esplendorosos, tan suaves y tiernos, pero firmes como todas las carnes de su bello cuerpo. Las pantorrillas y muslos parecen haber sido delineadas por el mas experimentado tornero.

Teníamos unos seis meses de tratarnos, y todo iba de maravilla. Me acostumbre rápido a su trato amable casi al punto de la ternura. Regularmente llevaba faldas cortas y era sumamente generosa pues dejaba ver con provocativa actitud sus bellos muslos y ocasionalmente sus prendas intimas exquisitamente elegidas.

Sucedió una tarde casi al caer el sol. Nos habíamos quedado mas tarde para terminar un trabajo urgente. Yo me había ofrecido a llevarla a su casa a la hora que termináramos.

Subimos al auto y emprendimos el viaje de regreso a casa. La oficina queda lejos de la ciudad, cerca del bosque.

Ibamos por la carretera cuarenta, pero al llegar a una desviación que daba al bosque la tome sin avisar, ella iba contenta y emocionada platicando de asuntos del trabajo. Al percatarse del camino que tome no dijo nada sólo me dirigió una mirada picara y continuo la charla.

El auto se encaminaba al interior del bosque, el sol se escondía tras los altos arboles. Su voz se fue tornando nerviosa, sus manos, empezaban a jugar con la correa de su bolso.

De pronto el auto detuve con violencia. Nos miramos por un rato en silencio. Sus manos temblaban como un animalillo acorralado.

Tome sus manos entre las mías y las oprimí suavemente, con ello la tranquilidad llego. Bese ambas manos con ternura y entonces se quedaron quietas. Me acerque un poco delante de su cara, ella tenia inclinada la cabeza, sin embargo pude sentir su dulce aliento. Podía percibir su agitación. Me acerque un poco mas, hasta tocar con mi aliento el suyo, torno los ojos hacia mí y pude ver su emoción a través de su mirada. Sin mas acerque mis labios a los suyos y le di un tierno beso. Ella no lo evitó, solo cerro los ojos y dejo escapar un suspiro de lo profundo. Sus labios quedaron entreabiertos, pidiendo más. Me acerque nuevamente y delicadamente aprisione su labio inferior con mi boca, introduje mi lengua entre sus labios y ella la aprisionó con los suyos, inicie un beso pasional buscando sus adentros y disfrute ese momento, sus líquidos dulces interiores sublimemente me embelesaron. Tome de su boca con frenesí hasta saciar mi lujuriosa pasión.

Puse mi mano sobre su cintura y lentamente como sierpe maliciosa la rodee con mi brazo.

Subí hasta tocar la dureza de sus pechos y sentí su piel crisparse de emoción y salió de su boca un suspiro.

Tomo mi mano y la puso en sus muslos tersos, invitándome a seguir. Recorrí su suave piel, con mi mano temblando de emoción. Llegue al inicio de su falda y delicadamente introduje mi mano por abajo, recorrí su tibia piel, por no sé cuanto tiempo, sintiendo cada milímetro su superficie, y paulatinamente la emoción creció. Porque al acercarme a la unión de sus muslos mi corazón subía de ritmo y el bulto bajo mis pantalones crecía hasta el punto de no caber en él. Llegue hasta el calor de su pantaleta, y en ese punto detuvo mi mano con firmeza, me detuve un momento y después continué con mi intento tratando de vencer su defensa. La bese en los labios con pasión, introduciendo mi lengua en su boca y buscando su garganta con frenesí, ella contestó con pasión y mordía mi lengua con desesperación. Continué con mi tarea y oprimí con desesperación la meta de mi loco interés y la frote con lujuria. Ella no se opuso, mas aun separo las piernas un poco, para facilitar mi tarea, vencido ese obstáculo metí mi dedo entre su pantaleta y su piel y busque con mi dedo su vagina. Cuando llegue ahí y sentir húmeda su preciosa cueva, tanto que su pantaleta mojada estaba sin remedio, mi lujuria subió aun de tono y metí mis dedos y los humedecí en ese elixir de pasión. Inicie un movimiento de mete y saca con mis dedos, frotando su clítoris erecto. Su cuerpo comenzó a contorsionarse como el del gato cuando siente la mano cálida de su amo. Después de unos minutos de frugal acción su cuerpo se convulsiono y sentí en mi mano correr un líquido caliente mientras sus manos crispadas apretaban mi camisa y su boca y sus dientes mordían y succionaban los líquidos de mi boca. Y en su boca se dibujo una enorme sonrisa de satisfacción. En ese punto mi erección ere tan grande y mi sensación tan sublime que sin poderme contener mi falo volcó a borbotones su contenido y mi deseo se torno en una satisfacción tan plena como la de mis eyaculaciones nocturnas y en sueños. Nuestros cuerpos sudaban mares y los alientos eran tan fuertes y calientes cual volcanes. Al fin recostados yo con la cabeza en el respaldo del asiento y ella con su cabeza en mi pecho, dejamos al tiempo transcurrir serenamente. FOTOS

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