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El incesto nace en casa parte

Soy el hijo intermedio entre  dos hermanas, es decir el emparedado, lo cual aunque tuvo sus ventajas también me ocasionó algunos inconvenientes o confusiones a medida que avanzábamos en edad.... Mi padre nos abandonó cuando mi hermana mayor contaba 12,  yo 10 y mi otra hermana 9, razón por la cual tuvimos que mudarnos a una casa muy pequeña,  viéndome obligado a compartir la cama matrimonial con mi madre, mientras mis dos hermanas hacían lo propio en el otro cuarto, puesto que solo contábamos con dos habitaciones, área de servicio, una ducha y una pequeña sala. Por  ser el  "hombre" de la casa  traté de apersonarme de ese papel para ayudar en los gastos diarios y me empleaba durante las vacaciones en la empresa de unos amigos de mi madre como auxiliar, mensajero, mandadero, etc. Semanalmente me pagaban y entregaba el dinero a mi mamá, del cual sacaba una pequeña cantidad para lo que se me antojara. Mientras tanto mis dos hermanas en las vacaciones eran convidadas por mis tías que vivían en la Capital, para pasar este período y de paso hacer las compras de lo que necesitaran. Así pues me quedaba solo en casa con mi madre, y esa cercanía,  y la tristeza que le notaba cuando llegaba del trabajo recién separada de mi padre, me fueron creando un  sentimiento de odio hacia él, imposible de  ocultar. Ella evitaba hablar del tema cuando yo lo mencionaba y me decía que para eso tenía ya su otro hombre, y que yo era todo un machito del cual se sentía orgullosa y protegida, y esas palabras fueron lastrando en mi interior una sensación medio extraña, sobre todo a la hora de dormirnos, cuando la abrazaba y sentía su respiración algo agitada e inquieta.   La ciudad donde vivimos tiene una temperatura muy caliente durante todo el año, por lo que mi madre dormía con una levantadora de seda   delgada, sin brassier y solamente con  sus interiores. Desde que tuve uso de razón la vi así,  y muchas veces recuerdo haberla visto totalmente desnuda cuando salía de la ducha y se vestía en el cuarto, pero no le presté mayor atención hasta un día que noté que su vientre tenía unas estrías bastante notorias; que sin ser feas eran la huella de los embarazos,  lo cual   me explicó.  Me causó curiosidad ver su pubis cubierto de una espesa mata de pelos negros y cuando le pregunté el porqué me dijo que dentro de un tiempo yo también estaría igual que ella, pues ya se me notaba que iba a ser muy velludo y que todos los adultos desarrollábamos pelos en esa parte y en las axilas, y que ella a veces se los cortaba sobre todo cuando iba a la piscina, y le daba pena que se le salieran por los bordes del bikini. Como pueden ver mi relación con ella era bastante cercana, y aparte del amor que aún le profeso y la adoración que le tengo, había entre los dos cierta complicidad muy similar a la de dos amigos. Cuando nos mudamos a la casa pequeña, el calor de la habitación era insoportable y a pesar de prender un ventilador bastante grande y dejar abiertas las ventanas que daban al patio interior la temperatura no bajaba para nada. Tenía yo 17 años en esas vacaciones cuando le propuse a mi madre que me iría a dormir al otro cuarto que estaba vacío, pero ella me pidió que me quedara en la cama pues le daban pesadillas, sobre todo por sentirse sola en esa habitación. Sé que en ese momento de su parte, tal vez no había nada malévolo ni morboso hacia mi, y si bien yo,  ya había comenzado a reparar en ella con otros ojos, lo cual me dejaba un complejo de culpa terrible, el tener que compartir un espacio tan pequeño hacía que la intimidad prácticamente no existiera.   De hecho no podía pasar por desapercibido que vivía con tres mujeres, y que mis hermanas al salir del baño desprevenidamente se vestían  a las carreras para ir a su colegio en las mañanas. Por allá a los 14 años comencé a reparar en los cambios de sus fisonomías, observando el crecimiento de sus pechos, el aumento en sus caderas y sus cuerpos proporcionados, así como los vellitos que al comienzo crecían en medio de sus piernas. Muchas veces entraban al tiempo a ducharse y me pedían que les alcanzara algún jabón o cualquier cosa que hubieran olvidado. Las  miraba entonces desnudas restregando sus espaldas con un estropajo, o depilando sus sexos mutuamente con una afeitadora, pues a diferencia de mi madre de un momento para otro y quizás por la moda de sus amigas optaron por dejar sus pubis completamente rasurados. Esa situación que me ponía algo incómodo, aumentaba una curiosidad inusitada, y era notorio que mi corazón se acelerara con la imagen de cualquiera de ellas con poca ropa encima. Sin embargo en ese momento sentía un profundo respeto hacia ellas y las dejaba a su albedrío. Ahora reflexionando con mi mente torcida pienso que en sus baños mutuos pudo haber muchas otras cosas que les brindaran placer pero de las cuales nunca me hicieron partícipe. Tampoco niego que todas esas situaciones rutinarias indiferentes para ellas, partían de la poca prevención mutua en casa,  puesto que mi madre con su actitud despreocupada nunca les previno morbosamente acerca de mi presencia por ser el hombre de la casa. Sin embargo mi hermana mayor me atraía raramente,  porque su cuerpo armonioso era idéntico al de mi madre, con unos kilitos de mas en su trasero y sus piernas que le daban una apariencia lúbrica y vulgar sobre todo cuando mantenía en casa con unos pequeños shorts que demarcaban el volumen y la firmeza de su culo. Sus senos eran pequeños y nunca se tomaba el trabajo de usar sostén y no era difícil que al agacharse su  blusa se abriera mas de lo debido dejándolos casi al descubierto.  Mi hermana menor en cambio era mas delgada y alta,  pero en compensación tenía unos pechos grandes que resaltaban y se traslucían de su pijama cuando se despertaba en la mañana, con sus pezones  ligeramente erectos. Ahora, en realidad  nunca  ocurrió nada que les hiciera despertar sospechas de que ya el sexo y mis deseos prohibidos por ellas eran una insostenible realidad en mi vida... Sin embargo de un día para otro, disimuladamente me las arreglé para espiarlas por el calor  me permitían mirarlas sin problemas.  Había demasiada confianza entre nosotros y a veces haciéndome el idiota,  entré cuando mi hermana mayor se colocaba la crema humectante en todo su cuerpo recién bañado, y ella no se escandalizó para nada, al punto de pedirme que ya que estaba ahí como un bobo, untara la crema en toda su espalda y cintura.  Mi hermana menor, aparentemente un poco retraída, cuando cumplí 17 años,  fue atando cabos acerca de mis actitudes y consciente de ellas, inició un juego insano conmigo, sobre todo  una mañana que ya mi madre había salido para su trabajo, y ella expiándome en la ducha comprobó como me masturbaba mientras olía y chupaba los interiores de mi otra hermana y mi madre descuidadamente olvidados en la jabonera. A partir de entonces extrañamente comenzó a hacerme preguntas acerca del sexo, advirtiéndome que sabía de mis andanzas solitarias pero que no me dejaría en evidencia delante de mamá. Me sentí chantajeado y humillado pero temeroso de sus veladas amenazas accedí a confesarle que en efecto me masturbaba y que era algo muy delicioso que aliviaba mi estado de ánimo por lo que vivíamos como familia, y sobre todo por las grandes dificultades que pasábamos con mi madre, dado el abandono total de mi padre ante sus obligaciones. Me preguntó si yo las deseaba a alguna de las tres y le respondí que no, tajantemente. Me preguntó porque chupaba los interiores de mi hermana y mamá y no supe que explicarle. Me preguntó si hacía lo mismo con sus pantys y no pude negárselo... me miró burlona y se hecho a reír. De todas maneras le argumenté que yo era hombre y que la proximidad permanente de tres mujeres en casa, de una forma tan íntima causaba un efecto que no podía explicarme, máxime cuando hasta ese momento no había tenido relaciones sexuales con otra chica y mucho menos tenía una novia o una amiga íntima... Tales interrogatorios aparte de saciar su curiosidad, me develaron que mi hermanita lejos de incomodarse,  se aprovechaba de la situación para alimentar sus tempranas fantasías como mujer... poco a poco fui tomando el pulso a la situación, contraatacándola, pendiente de espiarla en la ducha o en el cuarto, hasta una tarde que al entrar a casa  no percibió el ruido de la cerradura;  maliciosamente me acerqué a la ventana de su cuarto sorprendiéndola desnuda, con  un pequeño vibrador en medio de su reluciente y apretada rajadura, mientras que con la otra mano acariciaba sus senos ensimismada en su placer. Esperé que se excitara un poco mas y entonces decidí dejarme ver. Ella intentó taparse con el cobertor, pero yo sentándome al borde de su cama la tranquilicé utilizando los mismos argumentos de antes y prometiéndole que todo quedaría en secreto. Me miró con la verguenza calentándole las mejillas, pero le di un abrazo tierno, que me correspondió de igual manera. Fue cuando me contó que el vibrador lo usaban alternadamente con mi otra hermana y entonces no pude parar de reír. Éramos la familia modelo... mi padre un irresponsable que nos abandonó porque terminó encoñado de su secretaria... mi madre, de la cual comprobé mas tarde,  que era el mas apetitoso e insaciable volcán de deseo; yo que vivía una secreta pasión incestuosa con la presencia de mis hermanas y mi madre,  y ellas dos dispuestas a darse placer como fuera, y menos mal no lo habían experimentado con otros hombres hasta ese tiempo. El estar en esa situación con mi hermanita me fue revolviendo todos los malos pensamientos. Saber que estaba desnuda y que la cobija solo cubría su vientre y la aureola de sus pechos me puso a mil....mi cabeza era un pandemonio... tomé sus manos y le dije que podría confiar en mi para siempre, pues la amaba demasiado, y estas palabras causaron un efecto relajante en ella. Tomé sus manos y al acercarlas a mi rostro, la sábana cayó y dejó sus bellas tetas expuestas pero tampoco hizo nada para cubrirlas. Le supliqué que me dejara tocarlas y no se opuso. Poco a poco fui recostándola a mi lado, evitando propasarme en mis caricias. Ella en un inusitado atrevimiento repuso que era mi turno de dejarle ver y tocar mi coso, a lo cual accedí inmediatamente. Abrí mi bragueta, bajé mi pantalón y mis calzoncillos hasta las rodillas y agarre su mano y la puse sobre mi glande. Comenzó a acariciarlo con cierta curiosidad, masajeándolo en ambos sentidos, mientras éste crecía en sus manos. Mientras tanto yo alisaba sus piernas y su vientre buscando la proximidad de su coñito virgen y depilado. Nos recostamos buscando la forma de darnos placer mutuamente... yo tiré mi pantalón al piso y largué mi camisa y así desnudos y de lado comenzamos a masturbarnos, evitando el contacto de nuestras bocas pues temíamos en el fondo,  que ese impuro juego nos condujera a que yo la desvirgara, iniciando nuestra vida sexual con las personas menos indicadas. El movimiento de sus suaves manos no tardó en lograr su objetivo, y solté un chorro de semen que cayo sobre todo su cuerpo. Untó sus dedos y los acercó a su boca para comprobar su sabor, pero  no le agradó para nada. Percibiendo que no había alcanzado su orgasmo le pedí que abriera sus piernas y me sumergí en medio de ellas, pasando mi boca por toda la extensión de sus grandes  labios cerrados, y abriéndolos un poco con mis dedos chupe todo el perímetro que rodeaba su clítoris, frotando mi lengua sobre éste hasta que ella comenzó a moverse rápidamente, logrando así su orgasmo. En ese momento caímos en la cuenta de lo que acabábamos de hacer y sinceramente arrepentidos hicimos el pacto de no volver a cometer semejantes locuras. De hecho así paso por algunos días, en los que  nuestra rutina familiar y mi voyeurismo desenfrenado no cambiaron en lo más mínimo, aparte de cierta malicia que se notaba entre mi hermanita y yo cuando por alguna circunstancia quedábamos a solas. Si por alguna razón no había nadie mas en casa, entraba a la ducha permitiéndome mirarla mientras conversábamos cualquier bobada, pero sometidos al tormento de la desnudez, que amenazaba con destruirnos de no hacer algo para salir de tamaño desafío. En dos ocasiones entré a la ducha con ella, y colocándole mi miembro en medio de sus piernas, gozábamos un movimiento que terminaba con mi eyaculación temprana, cuidando de que esta no fuera a penetrarla. Ella dispuesta a cobrar su parte me llevaba a la cama para que la chupara hasta sentir sus orgasmos prologados, puesto que dada su naturaleza sexual heredada de mi madre, era una mujer multiorgásmica. La última vez intenté penetrarla por el ano, pero sintió demasiado dolor y no me lo permitió, ya que poseerla por su vagina era algo que estaba tácitamente prohibido para los dos... Como pueden ver, vivía una situación de extrema motivación sexual y sabiendo que estas actitudes me causaban una inmensa desazón luego de cometidas, decidimos pararlas por el bien de los dos. Por otra parte era inevitable que también tuviera que ver a mi madre casi todos los días en interiores o  sin sutián,  corriendo por toda  la casa cuando se preparaba para ir a su trabajo,  y que esa tentación irrefrenable me llevara a rastras a su esbelta desnudez, experimentando un deseo inexplicable por descubrir que había debajo de ese pequeño calzón de seda que mal cubría su prominente pubis, y del  cual salían por su entrepierna unos traviesos vellos negros. Ella tenía una estatura de 1.65,  normal para nuestro medio, y aunque no era gorda, sus nalgas si eran pronunciadas, pues recuerdo que mis hermanas la molestaban porque le decían que tenía culo de negra, lo que no le causaba la menor gracia, pero tampoco podía hacer nada. Evitaba usar pantalones estrechos para evitar que su sexo se le notara demasiado, ya que la curvatura de sus caderas y el grosor de sus piernas, resaltaban mucho mas el volumen de su entrepierna, inclusive marcando  sus labios vaginales.  Sus nalgas eran redondas espectacularmente grandes y provocativas, ligeramente caídas, y con unas estrías y una incipiente celulitis que en lugar de darle un mal  aspecto, le imprimían a su piel blanca amarfilada un aspecto bien tentador, lo mismo que sus piernas, sus pantorrillas torneadas y sus pies muy bien cuidados pues todo el tiempo  usaba sandalias. Solo al llegar a su trabajo se calzaba unos zapatos cerrados pero se los quitaba tan pronto salía para la casa. No tenía un busto prominente y a pesar de haber amamantado tres criaturas y me imagino que al malnacido de mi padre, sus pechos conservaban cierta firmeza, con la ventaja de que eran pequeños. Si tuviera que describir a mi madre en pocas palabras, diría que era una mujer atractiva, la cual a sus 38 años tenía detrás una cantidad de tipos que la llamaban para invitarla a salir, pero a los cuales evitaba porque sabía que su propósito no era otro que el de llevarla a la cama y ella, dolida y resentida por la separación y el engaño de mi padre, de lo que menos quería saber en ese tiempo era de hombres, afortunadamente para mi.   Decía que esas vacaciones en las que ambos trabajábamos,  una noche me dijo que la disculpara pero que no aguantaba el calor y se quitó la pijama quedando únicamente en sus pequeños pantys negros que ya conocía de memoria y que le entraban ligeramente en medio de su hermoso culo, resaltándole aún mas su tamaño, las dos arrugas que delimitaban  su redondez y marcando el montículo de su delicioso pubis. Yo que dormía con un calzón de pijama de franela le dije que me quedaría en pantaloncillos pues de verdad que no aguantábamos la temperatura que debía estar por encima de los 30 grados. Le di un beso en la frente y me volteé para el otro lado de la cama. Ella me abrazó y me dijo que era la mujer mas feliz del mundo por tenerme a su lado, pero el sentir el contacto de sus pechos en mi torso desnudo, me estremeció como un terremoto y no pude evitar que se diera cuenta. Me miró con una expresión burlona  y le dije que era que sentía cosquillas. En ese momento decidió que hacía mucho rato no jugueteaba conmigo y quitándome la sábana comenzó a jugar con sus manos por mis axilas y mi vientre, mientras yo no aguantaba la risa, y trataba de agarrarle las manos, obligándola a acostarse boca arriba. Así estuvimos en ese ajetreo hasta que tal vez,  notando que pisaba terrenos peligrosos,  me dio un beso en la mejilla y me pidió que me durmiera pues teníamos que madrugar. Me pregunto ahora,  quién demonios podría dormir después de lo ocurrido?... había sentido su cuerpo pegado al mío, sus  piernas apretándome, sus pechos en mi pecho, con un ligero sudor y la huella de ese perfume que no olvidaré jamás... había sentido sus manos tocando mis piernas, casi rozando mi pene y  había palpado la inmensidad de su adorable trasero, la suavidad de su piel, la fuerza de sus piernas ansiosas, y la cercanía de su carita con esa mirada morbosa y traviesa. Arropándose con la sábana se dio vuelta al lado izquierdo de la cama, pero  para colmo de males en esos movimientos que ella hacía en la cama, su sábana fue cayendo poco a poco, lo cual me permitió observarla en toda su hermosa geografía, con las piernas ligeramente abiertas, mientras su pequeño calzón asfixiaba su sexo y sus vellos brotaban por todos los costados. Nunca supe lo que era realmente una masturbación tan exultante y gratificante como aquella noche que sin poder resistir y a punto de volverme loco, poco a poco fui acercando mi cuerpo al suyo, hasta verificar que dormía plácidamente. Temblando como una gelatina acerqué mi mano hacia su bajo vientre, colocándola casi imperceptiblemente sobre esa colina de la perdición y  la  lujuria. Palpé la suavidad de sus vellos y cuidando de que no se despertara, muy despacio halé el elástico de su tanguita para que me permitiera  poder acceder a sus labios vaginales. Casi me muero cuando al tocarlos, los palpé totalmente empapados de una sustancia muy parecida a mi semen. Los introduje con toda la delicadeza en  la dimensión de su sexo lubricado, sus pliegues internos, y la gran inmensidad de su útero. Al  retirar mis dedos los chupé con ansias  y volviendo a empaparme de ese manantial que emanaba de su vagina, froté con sus líquidos mi pene y en cuestión de segundos no pude evitar la explosión de un orgasmo que salió como un chisguete imposible de contener .   A la mañana siguiente desperté con un complejo de culpa horrible, pero este desapareció como por encanto cuando ella me abrazó y me dijo que había dormido tan rico que de no ser por el despertador se hubiera quedado hasta el medio día. No sé como pude resistir cuando  por el afán, y sin darle importancia a que yo estaba a su lado,  se quitó su pequeña tanga y entró a la ducha sin cerrar la puerta del  baño... pero  lo mas curioso es que jamás cerraba totalmente la puerta y hasta esos últimos días yo había comenzado a espiarla mientras se duchaba, lo mismo que había comenzado a hacer con mis hermanas.  Así que aproveché para deleitarme apreciándola como Dios la trajo al mundo, viendo como esparcía el jabón por sus caderas, su culo inmenso y sus piernas... cómo enjabonaba sus pechos y sus axilas, y como frotaba  con la piedra pómez sus hermosos pies. Sobra decir que antes de que ella terminara su ducha yo corrí al cuarto de mis hermanas a masturbarme rápidamente. Cuando salió envuelta en  una toalla que le dejaba todo el nacimiento de su culo por fuera,  me pidió  que le alcanzara una ropa que había dejado en el área de servicio encima de la lavadora y donde tenía unos interiores blancos y un brasier del mismo color. Obedecí pero sin encararla para no despertar sospechas  y malograr lo que ya había planeado para esa noche puesto que era viernes, y ella acostumbraba a ver televisión hasta tarde. Confieso que mil locuras pasaban por mi mente, y le dije que se preparara ya que le tenía un regalo para que lo disfrutara sola, puesto que se lo merecía. Y acudí a esa treta porque cuando vivía con mi padre, era usual  que los fines de semana salieran o decidiera tomarse unos tragos en casa, que no eran pocos. Así que cuando ella llegó  yo tenía una botella de ginebra dispuesta para ella, una copa, y una vasija con hielo...se rió mucho y me dio un sonoro beso en la boca, lo cual me dejó peor de lo que estaba.   Para no alargar la historia hice lo imposible porque bebiera lo que mas pudiera. Ella recostada en el sofá, en una actitud despreocupada se dejó llevar por mis atenciones. Me senté a su lado y tomando sus preciosos pies  en mis manos  comencé a masajeárselos, hasta que ella fue sumiéndose en un sopor  cercano a la embriaguez.  Decidí  que era hora  de llevarla a la cama, y comprobé además que gran parte de la botella ya la había consumido. Casi cargándola, la conduje al lecho, la acosté, le estiré su pijama, y la cubrí con una sábana. Me dirigí a la sala a ordenar un poco las cosas y lógico a esperar que se fundiera totalmente por el licor.  A la media hora regresé al cuarto y lo que vi me dejó alucinado... ella en medio de su borrachera se había despojado de su pijama y sus pequeños pantys... estaba totalmente desnuda, con su piernas abiertas de par en par, y su sexo mojado en el delirio de su deseo reprimido. Mi cabeza volaba y decidido a todo,  con un impulso atávico me acerqué a su vagina y comencé a besarla despacito mientras ella adormilada se retorcía suavemente y daba unos pequeños quejidos... fui posando mis labios largamente en sus piernas y olfateando el aroma celestial de sus hormonas y la cercanía de su ano, la volteé delicadamente de lado  para chupar mejor todo su sexo, su culito divino,  abriendo sus nalgas pesadas lo mas que pude... me sacié toda la noche en ese manantial de locura, y no pudiendo resistir me desnudé y la penetré de lado, teniendo el cuidado de no derramarme dentro de ella... la amé con esa insensatez que seguí amándola por siempre. Al despertarse desnuda al día siguiente,  y sin cuestionar nada, vistió su pijama buscándome en la cocina sonriendo, mientras me decía  que yo era un nene muy malo y que en lugar de darle tanto trago he debido darle un masaje bien rico que era lo que ella mas deseaba en esos momentos...  Tomó un café y culpándome por su resaca, entró a la ducha ... seguí espiándola por la hendidura de la puerta, hasta que cerró la llave del agua.  Envuelta en su toalla salió haca el cuarto, y  se colocó otra de sus pijamas sin vestir nada por debajo... me inquietaba mucho su forma de mirarme y puedo asegurar  que a pesar de su borrachera, debió sentir como mi pene desquiciado entró la noche anterior dentro de su sexo hambriento de un hombre,  pero ante la disyuntiva de malograr nuestro juego malsano, seguramente prefirió dejarse llevar por el deseo que amenazaba con hacerla trizas.... lo que siguió después....vendrá en la siguiente historia.... FOTOS

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sandro correa on

es bueno te felicito . por favor me lo puedes mandar a mi correo completo y las fotos atte. gracias

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