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Andrea por Primera Vez

Un  beso a todos. Mi nombre es Andrés - Andrea para muy pocos y solo en la intimidad-, tengo 23 años, soy independiente y me gusta la vida que llevo. Disfruto mucho los relatos eróticos, me impulsan a acariciarme muy lento, a mantenerme a punto del orgasmo sin llegar a el hasta que no pueda contenerlo; como muchos de ustedes he leído relatos y relatos, me gusta pensar que algunos son ciertos, que algunos estamos dispuestos a ventilar al mundo mediante un relato, los momentos que nos quitan el aliento. Por eso es que escribo, para contarles de un momento que, todavía, me acelera el pulso.

Soy muy delgada, pero mi cuerpo es firme y estilizado, dedico tiempo suficiente a mi cuidado, bicicleta y caminar me han formado con el paso del tiempo. Y fue precisamente en una caminata donde conocí a Jaime, el primer hombre que lleve a mi cama, el primer hombre que me penetro. No acostumbro travestirme fuera de casa, cuando salgo a caminar utilizo ropa deportiva unisex, de colores claros, camisetas estampadas poco llamativas; rompí esta regla una vez, el día en que decidí lanzarme con todo...

A Jaime lo observe muchas veces en la ruta que sigo al caminar, cualquiera que conozca Cd. Guzmán, sabe que en el parque de las peñas hay una ruta que te permite encontrarte siempre con quien quieres encontrar;
Jaime acostumbraba hacer parte de su ruta y luego flexionar y estirar su cuerpo en una especie de auditorio que hay en la peña, después volvía a la ruta y luego se marchaba: 34 años, al rededor de 1'80, arreglado, bien conservado y limpio. A veces lo acompañaba su esposa, luego de una clase de Aerobics, que en el mismo parque recibía. En este auditorio comencé por saludarlo, dos, tres ocasiones después y charlando sobre los descuidos del parque, comencé a acompañarlo, a seguirlo en su ruta, cuidando siempre la distancia comencé a acercarme, planeaba la forma para encontrarlo, yo sabia donde y cuanto esperar, un día me ofrecí a tomar sus tobillos mientras hacia flexiones de abdomen, acepto con una sonrisa que sigo atesorando. A mi, en verdad, me bastaba su cercanía, luego lo recreaba en mi intimidad mientras me acariciaba. Un día supe, porque lo vi, que también me esperaba, que le gustaba nuestro encuentro.Esto cambio el día en que Jaime, en la charla común, me dijo que había conseguido promocionarse en su trabajo, que ya estaba buscando dónde alojarse temporalmente en Manzanillo para buscar ahí casa y llevarse, a su esposa...

El día siguiente deje la prudencia en casa, junto con la ropa deportiva discreta. Entre las prendas con que vivo mi fantasía tengo varias panties y cheekies de encaje negro, de esas que dejan la mayor parte de las nalgas delicadamente descubiertas,
me decidí por ellas y por una malla gris ajustada que marca divino las panties, completo con una playera deportiva en lycra blanca, una banda al cuello, nada mas.Temblaba, de verdad, la respiración no me alcanzaba mientras me acerco al auditorio, casi doy vuelta cuando vi a Jaime ocupado en sus flexiones, pero seguí... Y seguí de largo, solo llame su atención con un saludo y comencé a subir una cuesta en la ruta, el me siguió, algunos pasos atrás unos segundos y luego me alcanzo; apenas pudo balbucear mi nombre y un espera, yo no me detuve, sentí vergüenza, y seguí... siguió conmigo. Te noto extraño amigo -dijo-, soy extraño Jaime -respondí- siento vergüenza por mostrarme así contigo, tu te vas y yo quiero ser honesto conmigo y contigo, lo que vez, lo que siento, lo que soy...

Caminamos en silencio hasta la parte alta de la ruta, ahí me tomó del brazo y salimos de la ruta, nos apartamos lo suficiente, yo estaba temblando de miedo y de ansiedad, apenas nos detuvimos me colgué de su cuello y busque su boca, no me permitió besarlo - en esa ocasión-, pero bese su cuello, lo abrace con fuerza. Jaime me tomó por la cintura y giro mi cuerpo, luego sus manos buscaron mis pechos, sentí la delicia de su pene en mis nalgas, besó mi nuca y buscó el lóbulo de mis orejas; una delicia que se prologó minutos. Después, sin decir nada me llevó al piso, boca abajo, inició un vaivén delicioso con su cadera, yo ofrecí lo mejor que pude mis nalgas, sentía su pene llamar y llamar, es la caricia más deliciosa que en la vida había sentido. Aceleraba su ritmo, supe que terminaría así, que no llegaríamos a más, saberlo no me tranquilizo, casi con horror le pedí que se esperara, que tenía que sentir su pene en mi boca, liberé el cordoncillo de su pans, entre la ventana del bóxer se asomaba, completamente erecto y lubricado su pene, lo tomé con cuidado, seguí el ritual que en fantasías ya había ensayado tantas veces, mi lengua despacio acariciando el glande, después todo en mi boca, la suave succión de su carne íntima, el morbo de lo que me ocurría, me daba un placer que lo valía todo. Sentí cuando Jaime alcanzo su orgasmo, su eyaculación en mi boca no me detuvo, seguí chupando hasta que él me pidió detenerme...

Después, como si hubiésemos firmado un pacto de silencio nos acomodamos la ropa, me miró una y otra vez por segundos y bajaba luego la mirada, sin mirarme preguntó si había llegado, si había alcanzado el orgasmo, esto me llegó al alma, me estaba dando el trato que se da a una mujer... Mentí, claro que mentí cuando le dije que si, que cuando estuvo sobre mi lo había alcanzado, apenas sonrío y otra vez estamos callados, le dije, es mejor que te vayas tu primero, intentó una palabra, que no le permití, va, no digas nada por favor... Se alejó, deje pasar un par de minutos y corrí a casa... Andrea. Agosto de 2009. 

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