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Con un Juguete

Hola chicas y chicos:

Quiero relatarles la segunda parte de nuestro encuentro con el chico del microbús, solo que ahora no íbamos solos mi esposo y una (sexo)servidora.

Pocos días después de lo que habíamos pasado en el microbús, mi esposo me propuso que volviéramos a ir, pero quería que me llevara puesto el juguetito que me había regalado hace unos meses; el juguetito al que me refiero es un vibrador, pero solo estimula al clítoris, es pequeñito y se sujeta con el bikini, pero lo más emocionante es que trabaja a control remoto, según el instructivo dice que trabaja a base de descargas eléctricas muy pequeñas, entonces al llegar esa pequeña descarga al clítoris lo estimula.

Nos preparamos desde muy temprano aquel día, él había regresado del trabajo poco después de las tres de la tarde, de hecho comimos en casa y después me arreglé para el gran evento; y aunque ya antes habíamos hecho la travesura de salir con el juguetito puesto, ahora sería distinto porque iríamos con alguien en especial.

José Luis me pidió que ese día me fuera vestida con el uniforme del colegio de bachilleres que él me había comprado en alguna ocasión, así es que lo había arreglado y estaba listo para ese día. En la parte de arriba me puse un sostén blanco, la blusa blanca con el escudo del colegio y finalmente el chaleco de color azul marino; abajo me puse un calzoncito tipo bikini de color blanco y encaje al frente (es aquí donde me sujeto el estimulador), unas pantimedias completas de color natural y de lykra de marca foreva (es una de las pantimedias que más brillan, son baratas y cómodas), unas calcetas caladas de color azul marino, igual que el chaleco; unos zapatos cómodos y no muy altos y finalmente la falda a cuadros de color gris y líneas de color azul marino, al igual que el chaleco y las calcetas.

Antes de salir de casa, tuvimos mucho cuidado al salir y tuve que usar una gabardina, esto porque las vecinas del edificio son más chismosas que nada y en cuanto ven algo que no se les hace muy común comienzan a molestar, probablemente no entiendan, pero de que molestan, molestan.

Llegamos al paradero casi como a las 7:30 de la noche y tuvimos que esperar a que llegara aquel tipo mano larga para hacer lo planeado, recuerdo que ese día fue viernes de quincena y estaba a reventar la parada del micro, pero en cuanto lo vio Pepe bajar por las escaleras que salen del metro Pino Suárez nos fuimos hasta donde hay un puesto de periódicos para estar adelante de él en la fila; mi gabardina ya la había guardado en la mochila que llevaba puesta en el hombro y en cuanto se formó, de inmediato llegué y le pedí que me permitiera mi lugar, que solo había ido a comprar unos dulces, pero que él lugar que estaba delante de él era mío; el muy coqueto solo me volteo a ver de pies a cabeza y me dijo “no hay problema, pásate”, Pepe se formó detrás de él.

Casi pasaron más de 20 minutos cuando tuvimos oportunidad de ocupar una micro vacía; al momento de subirme de inmediato me coloqué en el mismo lugar que la primera vez, pues éramos los primeros que abordaban el micro; el fulano se sentó junto a mí y mi esposo se sentó en la butaca de atrás, pero ahora venía acompañado de otro tipo.

Se llenó el micro, apagó sus luces y comenzó su viaje, y aunque tardó unos minutos en salir del paradero hacia Tlalpan, me dio tiempo de colocarme la mochila hasta la orilla de mi otro costado, lo que permitió que me fuera más pegada a mi amigo (manos largas).

Ni tardo ni perezoso, lo primero que hizo fue poner su mano en un costado de su rodilla izquierda que le permitía rozar sus dedos con mi rodilla, así comenzaba a acariciarme.

Al sentir la sedosidad de mis pantimedias y las facilidades que ésta prenda le daban a sus dedos, se fueron recorriendo hasta tratar de tomarme la rodilla de manera completa y lograrlo; mis ojos voltearon a verlo de manera muy discreta y él se hacía el disimulado, bajé mi rostro para mirar fijamente los movimientos de sus manos, pero sin decir ni hacer nada, más que dejarme llevar al paraíso por esas caricias, mis piernas solo brillaban cada vez que pasábamos por debajo de algún faro del alumbrado público y me imagino que más se excitaba, probablemente igual o más que yo.

También y al igual que la primera vez que me acarició, le abrí ligeramente las piernas para que él notara que lo estaba yo disfrutando; no tardó en entender esa reacción de mi parte y siguió acariciándome las rodillas. Poco a poco iba subiendo su mano hasta llegar al límite de la falda y una vez ahí, la fue llevando lentamente hacia el centro de mis piernas, es ése preciso instante ¡zas!, sentí la primera estimulación con el juguetito y tuve que cerrar las piernas de forma abrupta presionando así la mano del chico, me mordí ligeramente los labios e incliné la cabeza hacia el cristal del micro, fue una sensación increíble pensando en que me venían estimulando en medio de un mundo de gente y una mano atrevida en medio de mis piernas, ¡simplemente delicioso!

Dejé pasar algunos segundos y nuevamente abrí un poco mis piernas para ver hasta donde era capaz de llegar aquel chico; él, antes que seguir con el avance de su mano, se dedicó a presionarme y a masajearme la parte del muslo de la cual me tenía sujeta, en ese momento otra vez ¡zas!, la segunda y mayor estimulación, pero todavía creí estar controlada.

Regresé una vez más a abrir las piernas, el chico subió un poco más la mano, los cuadros de mi falda ya se veían desdibujar su figura principal, la mano iba hacia arriba, entonces sucedió otra vez ¡zas!, la tercera y más prolongada estimulación. Inclusive, sentí haber expulsado algún gemido muy suave y tenue, pero me parece que él si lo alcanzó a escuchar, de inmediato se volteó hacia mí y me susurró “¿te encuentras bien?” solo asentí con la cabeza y le dije que no se preocupara, que solo me dolía la cabeza.

De inmediato me levanté de mi asiento e hice la parada a la altura del metro nativitas, afortunadamente el chofer accedió a bajarme argumentándole un dolor muy fuerte de cabeza y detrás de mi se bajo mi esposo. Nos metimos en el hotel que está a un lado del metro y pedimos una habitación con vista a Tlalpan, nos dieron las llaves y entrando, lo primero que hice fue hincarme para mamarle la verga a Pepe.

Me paró de un jalón, me volteó con la cara hacia la ventana interna (la que da al pasillo interno del hotel), abrió las cortinas y me dijo “ahora si puta, ¿quieres que te vean como te cojo?, pues disfrútalo”

Me jaló los calzones y las pantimedias hacia abajo, me quitó el estimulador y de una sola estocada me penetró. Comenzó con el vaivén, con el saca y mete. Mi panocha estaba perfectamente húmeda, por lo que no hubo ninguna restricción para que entrara toda su verga en mí.

Yo jadeaba de una manera muy cachonda, como sé que le gusta a él. Vimos pasar a una pareja que se dirigía hacia arriba; en ése momento me dijo “grita, puta hermosa”, jadeé con mayor fuerza y con mayor intensidad, ligeramente abrí las ventanas y en cuanto escucharon lo que pasaba en el interior de nuestra habitación, se quedaron un momento parados, ahí fue que comencé a gritar “vente papito, dámelos todos”, entonces alcancé un orgasmo viendo a los ojos de la chica, no aguantó mi mirada y siguieron su camino. Él me baño toda y mojó mis calzones y las medias.

Descansamos como una hora, volvimos a hacer el amor recordando lo que había sucedido en el micro y volvió a llenarme de mocos toda la panocha.

Salimos del hotel como a las 12 de la noche y nos fuimos muy tranquilos a casita, él se fue a trabajar muy tarde el sábado, pero no lo regañaron. Disfrutamos mucho haciéndolo. FOTOS

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andres torrijo on

Es fascinante su comentario. solo que mi punto de vista es del lado del "mano larga" , pues hace mucho tiempo que practico esa maravillosa actividad.
Para que se enteren, nunca he "ofendido" a ninguna dama... mi primera acción es acercar mi mano a cualquier parte de su cuerpo hasta que definitivamente noten su presencia. En ese momento, es muy notorio saber quien esta dispuesta a seguir mas adelante, pues aquellas que no desean acción en lo absoluto se alejan sin dejar lugar a ninguna duda. Aquellas que desean explorar, facilitan la acción e incluso toman la iniciativa para llegar mas lejos.
He tenido momentos muy placenteros y mi único fin es de de tener un momento agradable en medio del caos que es el transportarse en medios urbanos públicos.
A lo largo del tiempo he llegado a tener hasta en 4 ocasiones encuentros con la misma dama, y por supuesto ambos disfrutamos intensamente el manoseo y el sabor de lo prohibido.
Los felicito por su relato y que lástima no haber sido yo quien se topo con la esposa tan caliente.

saludos!

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