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El Juego de la Perversion - 1ª Parte

A todos mis lectores:

Yo se que todos lo que entramos a este portal esperamos leer un buen relato erótico, plagado de escenas calientes y muy bien ilustradas. Lamentablemente este relato todavía no trae escenas así, ya que se limita a contar detalles muy importantes para poder comprender el resto. Siga con esta saga, que los próximos que publicaré serán muy pero muy calientes.

Gran Jaguar

Este ha sido el mes más intenso de mi vida. Sin quererlo (intencionalmente, aclaro) me convertí en el amo y señor de las vidas de mi hermana, de mi hermano menor y de una prima mía con su esposo. Todos ellos cayeron en una sumisión total a mí y a mis caprichos, especialmente sexuales, por su propia voluntad. Y todo por un curioso jueguito que yo me inventé en mis calores de adolescente.

Se trataba de un ingenioso juego de tablero, que combinaba la complejidad de los juegos de cartas mágicas ("Magic the Gathering" por ejemplo), con la ingeniosidad de "Serpientes y Escaleras", con la picardía de la típica y tradicional "Botellita". Creo que era un adolescente algo calenturiento. Les explicaré con detalle más adelante. Por ahora les invito a leer cómo fue que todo esto pasó. Se que les va a gustar…

01

¡Qué aburrimiento! Definitivamente no me gusta tomar camionetas extraurbanas para irme a mi trabajo en Cobán, pero qué le vamos a hacer. Mi carro está en el taller, y aunque Daike, mi esposa, me insistió en prestarme el de ella, no la iba a dejar a pié. Yo se que tal vez debía aceptárselo, pero no me gusta que ella ande por la calle en bus o, peor aun, en taxi. Prefiero ser yo el que tenga que cargar con la incomodidad de estos buses, que más que buses parecen transporte de ganado.

Mi carro se averió el fin de semana y no me lo entregaron a tiempo en el taller. Pero afortunadamente en Cobán no preciso de carro para transportarme, lo puedo hacer perfectamente en bus o, mejor, a pié, me gusta caminar.

Lo malo de no tener carro, es que tengo que salir el domingo para llegar a tiempo a mi colegio. Soy propietario de un colegio en Cobán. No es muy lujoso, pero si con una gran excelencia académica y un sólido prestigio. Allí preparo a los alumnos en las carreras de Bachillerato en Ciencias y Letras, Perito Contador, Magisterio en Pre-Primaria y Primaria y Secretariado Bilingüe. Debo llegar a el cada lunes por la mañana, no me gusta faltar pues soy muy responsable en mi trabajo.

Soy Licenciado en Pedagogía y la educación es mi pasión. Se preguntarán por qué si mi esposa trabaja en la capital, mi colegio está en Cobán. Lo que pasó fue que, cuando me casé, todavía no me había graduado de pedagogo, me faltaba un año para cerrar. Mi novia ya estaba "adelantadita", por lo que tuvimos que adelantar nuestra boda, de año y medio, a un mes y medio. Mi papá me dijo que me iba a ayudar, y me regaló un terreno que una tía de el le había dejado, en Cobán. Y además me iba a terminar de pagar los estudios. Prácticamente iba a mantener a mi familia por en lo que comenzaba a ganar dinero, por lo que no pude negarme.

Pero el terreno no sería regalado, no, yo tendría que pagárselo con el tiempo. Esto porque también tenía 3 hermanos menores y no era justo. Así era mi papá, justo y democrático a quemarropa. Cinco años después, falleció. Todavía le estoy pagando el terreno a mi madre, a pesar de que ella no quiere que lo haga. Pero así soy, siempre pago mis deudas, como mi padre.

Fue en este mismo fin de semana que pasó. ¿Qué pasó? Pues jugamos a mi viejo juego… olvidé ponerle nombre. Este es un juego que me inventé cuando tenía 13 años y que terminé de perfeccionar a los 14. Es un juego de desafíos y penitencias sexuales muy fuertes que ideé durante mis calores adolescentes.

Vos Guayo, ¿tenés cervezas?

Si Jorge, están en la refri.

Gracias mano. – ese era Jorge, el esposo de mi prima Aura. Es una sinvergüenza muy buena gente.

A propósito, creo que debo presentarme antes de seguir con el relato. Mi nombre es Eduardo Garrido, pero pueden llamarme Guayo. Tengo 35 años y soy pedagogo. Trabajo y resido en Cobán entre semana, y los fines me voy con mi mujer y mis 3 hijos a la capital. Soy alto (1.90) y robusto. Me gusta mucho hacer deporte. Soy de piel morena clara, ojos grises, cabello negro rizado, velludo, soy un tipo guapo realmente (modestia aparte). Soy el mayor de 4 hermanos. Ahora si, sigamos.

Mi prima Mariana Garrido de Torres, había salido con su esposo, Jorge, a pasear por las grutas de Semuc Champey, y de regreso decidieron salir a visitarme. Esa visita me cayó de sorpresa, pues ya iba de salida a mi colegio, pero los recibí con gusto. Como a la hora llegaron mis hermanos Aura María y Alfredo. Se dirigían a ver a mi madre a Huehuetenango, un departamento de Guatemala de donde somos originarios, y de regreso pasaron a verme.

Dame un cervecita a mí también. – dijo Aura. Mariana pidió agua, no le gustaba beber.

¡Qué bueno tenerlos aquí muchá!

Si, es bonito Cobán. – me dijo Mariana. Ella era muy tierna y amable, siempre ha sido así.

Estuvimos bebiendo como por una media hora, cuando Jorge comenzó a contar chistes. Yo, que no soy nada callado y me gusta la parranda, me le uní y conté los míos. Poco a poco los chistes se iban haciendo más obscenos, hasta que conté no se cuál, y Aura recordó un episodio vergonzoso de mi juventud.

¡A propósito de niños morbosos, Guayo era uno de esos! – me puse rojo de inmediato.

Aura, callate…

Fíjense que cuando tenía como 10 años, el tenía una juego shuco que le escondía a mi padre.

¡A la gran! ¡Qué vergüenza! – corearon todos poniéndome más rojo. - ¿Qué era?, Si, contanos qué era. – me molestaron tanto que al final les tuve que confesar.

Miren, uno a los 13 años se le empiezan a alborotar las hormonas… – se rieron – y a mi se me ocurrió inventar un juego mero pervertido. Era como de "Serpientes y Escaleras", pero mucho más complejo y elaborado.

¿Cómo así? Explicanos. – dijo Fredi.

Mirá… es que era complicado. Tendrían que verlo para entenderlo…

¡Entonces todavía lo tenés! – gritó el escandaloso de Jorge, y todos volvieron a corearme. Me volví a poner rojo.

No, no… es que… bueno sí… – acepté al final, y todos volvieron a hacerme bulla.

¿Y lo tenés aquí? – preguntó Aura.

Si. Si mi esposa lo encuentra me mata, así que no lo pude dejar en la capital.

¡Queremos verlo! ¡Queremos verlo! ¡Queremos verlo! ¡Queremos verlo!

¡Vaya! ¡Vaya!

Nos fuimos a mi cuarto y saqué la caja del fondo de mi armario. Poco a poco fui sacando todas las piezas, una por una. Todos lo miraban con atención. Mariana tomó una tarjeta y la leyó: "¡chupale la verga al jugador que saque el número mayor al tirar el dado!" gritó escandalizada. Todos me comenzaron a molestar otra vez. "¡Tenía 13 años!" me defendí.

Querían que se los explicara, así que lo extendí en la mesa del comedor, explicándoselos en el camino. El juego consta de un tablero plegable central, dividido en 4 cuerpos, nombrado como primer cuerpo, segundo cuerpo, tercer cuerpo y cuarto cuerpo, siguiendo las agujas de reloj. Cada cuerpo se divide a su vez en celdas cuadradas de 1.5 cm. por lado, de color crema todas. Son 20 celdillas por lado, por los que cada cuerpo mide 30 cm. Los 4 cuerpos unidos entre si tienen 60 cm. por lado, o sea 3600 cm. cuadrados.

Las celdillas se dividen horizontalmente por letras, y verticalmente por números. Para completar las 4 letras del alfabeto que faltaban, tuve que incluir la Ch, la Ll, la Sh y un signo maya que va al centro de cada cuerpo. Cada cuerpo posee una celda de color verde y una de color azul. Estas se encuentran en los vértices de los cuerpos que se unen con el otro, de manera que una celdilla verde quede pegada a una azul. Así, la celdilla verde del primer cuerpo se localiza como "la Z-30 del primer cuerpo", y la celda azul del mismo cuerpo como "la A-01 del primer cuerpo".

Vos estabas fumando marihuana cuando te inventaste esto cerote. – bromeó Jorge. De verdad que era complejo.

En el centro de todo este complejo se ve un 5to cuadrado de celdillas rojas, denominado "la zona de batalla". Cada cuerpo da 10 celdillas por lado para formar este otro cuadro, de manera que este mide 20 celdillas por lado. Allí ocurren las batallas.

¿Qué batallas?

Este juego combina la complejidad de los juegos de cartas mágicas ("Magic the Gathering" por ejemplo) en que hay que pelear contra otros jugadores, con la ingeniosidad de "Serpientes y Escaleras" y con la picardía de la típica y tradicional "Botellita".

Juguemos…l – sugirió Aura pícaramente. Nos quedamos en silencio por un momento.

¡¿Quién dijo miedo?! – exclamó Jorge, y nos pusimos listos para jugar.

El juego es para un máximo de 6 jugadores, pudiendo escoger entre 3 magos y 3 guerreros. Los personajes son:

"El Chamán de los Volcanes", inspirado en los chamanes mayas de mi país, con el poder mágico de la naturaleza.

"La Bruja de Puerto Príncipe", inspirada en una hechicera haitiana que practica vudú.

"El Druida del Bosque Encantado", un mago al estilo medieval europeo.

"El Guerrero Águila", guerrero azteca con casco de águila y larga lanza.

"El Samurai", un samurai japonés.

"El Caballero Templario", el típico caballero de la edad media.

Yo elegí al que siempre fue mi favorito, el chamán. Aura se quedó con el Templario, Jorge con el Samurai, Fredi se quedó con el Guerrero Águila, y Mariana resignada con la Bruja.

De cada lado de este complejo, hay otro cuadro con un curso parecido al de "Serpientes y Escaleras" que se debe superar. La entrada a estos 4 cursos se hace por medio de la celdilla verde, y la salida está en la celdilla azul. Son 4 cursos temáticos que deben ser superados para volver de nuevo al tablero. Gana el competidor que supere primero los 4 cursos, o el último que quede libre.

Los 4 cursos son lo siguientes:

"El Reino del Rey Ottón", de temática medieval y en donde prevalecen los enfrentamientos contra dragones, caballeros y magos.

"El Laberinto", que es casi íntegramente similar a "Serpientes y Escaleras" y cuyo principal desafío es el tiempo que se pierde subiendo y cayendo por los pasajes del laberinto.

"El Bosque Encantado", muy parecido al "Reino del Rey Ottón".

Y "El Desierto de las Centurias", repleto de retos y desafíos que se deben cumplir para seguir adelante.

Para entrar a un curso luego de salir de otro, se debe llegar a la celdilla verde siguiente, pasando por las celdillas rojas de "la zona de batalla", llamada así porque es en ella donde la mayoría de los jugadores se topan, quedando obligados a pelear.

Cada jugador difiere en fuerza y capacidad de defensa, dependiendo de su fuerza vital (como en "Magic the Gathering") y pelearán cuando se encuentran en cualquier punto de los cursos o en el tablero. Gana el primer jugador que pase los 4 cursos y logré llegar a as celdillas rojas otra vez, o el último que quede con vida dentro del juego.

¿A qué te refería cuando dijiste que gana el último que quede libre?

Cada jugador empieza con una fortuna de 10 monedas de oro, con la que pueden comprar mejores armas o hechizos. Pero cuidado, pues también con ellas deben pagar cuando el juego se los exija. Por ejemplo, a lo largo de los cursos pueden caer en celdas en donde a cambio de no realizar un desafío o penitencia deben pagar entre 1 y 3 monedas de oro. Pero también pueden perder un duelo con otro jugador, y para no hacer lo que dice una tarjeta que deberán sacar, pueden pagarle al jugador ganador el precio que dice la tarjeta, también entre 1 y 3 monedas de oro. Pero también pueden dejar una de sus prendas, hasta quedar totalmente desnudo.

Como verán, hay que cuidar mucho las fortunas… lo bueno del juego es que difícilmente cada jugador logra salir del su segundo curso con dinero, je, je, je. Sin embargo, por cada prueba superada, el jugador obtendrá el valor de la tarjeta que haya sacado.

Dijiste "…para no hacer lo que dice una tarjeta que deberán sacar…", ¿qué tarjetas?

Para los desafíos y penitencias hay un pozo de 5 tarjetas, 2 celestes, 2 rosadas y una blanca. Las celestes son penitencias y desafíos que un hombre debe realizarle a una mujer; las rosadas es lo mismo, solo que de mujer a hombre; y las blancas son las peores, pues sus penitencias van desde un streeptease, hasta dejarse manosear con los ojos cerrados por todos.

Las blancas se pondrán en cuanto un jugador haya superado su segundo curso, para asegurarse que ya no les quede demasiado dinero a todos.

¡Qué malo sos!

Obviamente, todos los vamos a querer sacar del pozo la tarjeta que nos corresponda según si somos hombres o mujeres, evadir la tarjeta blanca. Pero el pozo no se reemplaza hasta que la última tarjeta sea tomada, de manera que si sos hombre y solo quedan tarjetas rosadas, tendrás que tomar una de ella y hacerle a un compañero lo que allí dice. ¡Jodido verdad!

¡Está bien jodido!

Pero la parte de verdad buena del juego es el detallito que si alguien no le puede pagar a otro jugador después de perder un duelo, quedará como su esclavo, y no podrá salir de esa posición sino hasta que le pague el doble del valor adeudado. Puede prestarle dinero a cualquier otro jugador, pero igual quedará como esclavo de este.

¿Cómo así? – preguntó Aura.

Mirá, lo bonito de tener un esclavo, es que se le pude obligar a realizar una penitencia que nos haya tocado a nosotros… ¡y sin descontarle el valor de la carta a lo que nos adeuda!

¡Pero qué de a huevo! – exclamó Jorge. - ¡Me las voy a coger a todas, pisadas! – dijo con cara de malo, estallando en risas todos.

Un esclavo solo puede dejar de serlo cuando junte el dinero que debe, mediante la superación de una alguna prueba dentro de un curso. Un esclavo no puede ganar el juego, solo un jugador libre, por lo que si uno logra terminar el juego de primero, tiene que seguir a un nuevo curso hasta que quede en libertad y logre volver al cuadrado rojo. Se puede prestar dinero para pagar el valor de la penitencia de un curso, pero con las mismas consecuencias.

Como verán, si te quedás sin pisto, quedás pisado sin remedio, je, je, je.

Todos se quedaron mirándose las caras. Pensándolo bien, si estaba pisado jugar eso. Estábamos entre familiares, así era peor.

Juguemos. – dijo Aura.

¿Cómo? Somos familia Aura. – protestó Mariana.

Si, por eso no vamos a hacer las cosas sucias que la mente retorcida de mi hermanito puso allí. – me volví a poner rojo. – Solo haremos lo que no sea muy…

…grueso… – le dijo jorge.

Ajá… muy grueso de hacer.

Todos estuvieron de acuerdo. Yo acepté a regañadientes, porque temía lo que pudiera pasar. Solo con 2 personas jugué esto en mi vida, una novia que tuve a los 15, y mi mejor amigo, cuando lo estrené a los 14. Los resultados fueron sorprendentes… y funestos. Las 2 quedaros como traumadas. Aclaro, no les hice nada que ellas no me hubieses dejado, de hecho ellas me pidieron mucho de lo que hicimos. Pero lo que pasó es que ellas se metieron como en un trance, como que se quedaron poseídas mientras duró el juego. Desde ese día quedé pensando que el juego era malo, o que tenía vida propia.


Pusimos las piezas en el cuadro rojo, en la celdilla que uno quisiera. Vi a mis oponentes. Yo siempre he sido muy bueno en los juegos de mesa, tengo muy buena suerte para tomar cartas, casi siempre ganaba. Fredi y Mariana, por el contrario, eran muy malos. Seguramente perderían solos en cualquiera de los cursos. Jorge, mmm… no sabía como era jorge para jugar. Y Aura, ella si era buena, era el rival a vencer así que la tenía que atacar antes.

El número mayor empieza. – dije tirando el dado. 4.

Fredi sacó un 6 y le tocó empezar. Luego salió Jorge y después me tocó a mí. 5. Bien, el 5 me llevaría hacia Aura y la podía atacar.

A cada jugador se le repartió aleatoriamente 4 cartas, 2 del pozo de las defensivas y 2 de las ofensivas. Las defensivas solo sirven para defender, y las ofensivas para atacar. Si eres mago, no te servirán de mucho las cartas para guerrero, lo mismo si eres guerrero y te tocan cartas de mago.

Las cartas ofensivas tienen un límite de 5 puntos de daño, sobre la energía vital del jugador. Las defensivas solo cubren hasta 3 puntos de las ofensivas. Pero si un guerrero o mago utilizan las cartas que les corresponde, el poder ofensivo y el defensivo suben 2 puntos. De lo contrario, las cartas ofensivas y las defensivas pierden un punto de su valor inicial.

Yo ataqué a Aura, pues quería debilitarla desde el principio. Le lancé el Hechizo del Fuego Rojo que me tocó, y ella defendió a su Templario con un hechizo de barrera, obviamente no tenía cartas defensivas de guerrero. Fueron 7 puntos de ataque contra 2 de defensa, ella perdió 5 de sus 10 puntos de energía vital.

Podés contraatacar o huir, pero si te alcanzo, te puedo atacar de nuevo. – le dije. Ella solo frunció el señor y se preparó para contraatacar. Huir no es el estilo de una mujer tan aguerrida como ella.

Me atacó con el Hacha de Plata, y yo me defendí con la Varita de la Ceiba, una carta defensiva. 7 puntos de ataque contra 5 de defensa, perdí solo 2 de mis 10 de fuerza vital. "Gané yo" le dije, y la ataqué otra vez con el Fuego Rojo, y perdió sus últimos 5 puntos de energía vital, con lo que perdió la pelea. Gané 2 monedas de oro y la mandé a realizar una penitencia.

Aura tomó una tarjeta rosada: "Chúpale las tetas a la mujer que saque el número más bajo al tirar el dado". Mariana era la única mujer presente, así que no hubo necesidad de tirar el dado.

No vamos a realizar este tipo de penitencias, ¿verdad?

No. – dijimos todos. – Pero sí hay que hacer como si de verdad lo hiciéramos.

Aura se acercó con mirada felina y paso gatuno a Mariana. Ella se rió, pero se le miraba el nerviosismo en los ojos. Mi hermana la tomó de sus delgados hombros, se contoneó un poco sonriendo maléficamente, y le besó los senos en el aire.

Fue una escena muy caliente, a pesar de que no le hizo nada. Pero verla caminar de esa manera, con esa mirada tan sensual y esa manera de moverse tan provocativa, nos puso nerviosos a todos.

Preludio silencioso e invisible de lo que acontecería con el paso de lo minutos, y de las horas, y de los días… Yo se que se quedarán medio decepcionados de que este relato llegue a su fin ahora, pero era necesario que primero leyeran el proceso del juego para que lo comprendieran bien. Lo que pasó después fue algo que no podremos olvida jamás. Porque el juego sí era peligroso, sí tiene algo extraño, algo perverso que deja atrapados para siempre a todo el que lo juega y pierde. Para mi fortuna, gané…

Si, yo gané, no solo esta partida, si no todas las otras que jugué. Me convertí en el amo y señor de mi prima y de su esposo, de mi hermana y de mi hermano, explorando aspectos borrosos de nuestras personalidades, aspectos que no conocíamos. Les prometo que el siguiente relato será muy, pero muy caliente. Hasta luego…

CONTINUARÁ…


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