Hacía tiempo que me venía gustando mucho una vecinita mia del mismo bloque de pisos. La veía casi todos los días cuando se cruzaba en el portal conmigo. Se llamaba Daiana, una andaluza jovencita, de diecinueve años. De pelo moreno largo y liso, cara guapísima, boca tentadora de miel, nariz perfecta, ojazos negros y unas pestañas de las que te hieren al mirar. En realidad no era más que una cría, pero tenía un cuerpazo tremendo: que pechos, que cintura y que piernas, que enseñaba a menudo con sus provocativos modelitos.Una noche calurosa de verano me sentía especialmente con ganas de hacer con ella lo que fuera. Días antes, la muchachita no hacía más que echarme unas miraditas que me volvían loco cuando nos cruzábamos en el portal. Esa misma noche, supe que sus padres no estaban en casa y que no volverían hasta dentro de unos días, con lo que iba a estar sola. Ella vivía un piso por debajo de mi casa, yo en el cuarto y ella en el tercero, asi que me decidí a hacerla una visitilla. Debía tener cuidado. Tampoco sabía si ella iba a querer conmigo, y no había otra que obligarla por la fuerza si era necesario. Tenía tantas ganas... Serían las doce y media de la noche, y la chica aún no había salido a la discoteca como habitualmente lo hacía, porque era tal mi obsesión que tenía controladas todas sus salidas. Me daba igual si iban a buscarla o no, yo iba a ir primero. Llevé conmigo un pasamontañas para que no me reconociera y unas cuantas cuerdas por si fuera necesario atarla. Llamé a la puerta y ella abrió creyendo que eran amigos que le venían a buscar. Yo rápidamente y sin mediar palabra la agarré y la metí para adentro. Saque una navaja y la amenacé para meterla miedo.Se quedó paralizada de miedo y muy asustada, ocasión que yo aproveché para atarla fuertemente a la silla con las cuerdas. Se revolvía la muy zorra pero conseguí inmovilizarla. Cuando estaba atada tartamudeó:- ¿Qui, quién eres?...No la dije nada-¿Qué quieres de mí? Llévate lo que quieras, pero suéltame, por favor.La chica suplicaba una y otra vez, pero yo no la dije nada y me dediqué a observarla. Iba vestida ligerita de ropa. Una especie de camiseta-top y una minifalda tan cortita que parecía un cinturon. Las dos piezas de ropa eran de color verde esmeralda con lunares blancos, y la quedaban muy bien, sobretodo por lo provocativa que resultaba. Para terminar llevaba unos zapatos de tacón alto, color negro y de punta afilada. No sé a donde iba a ir, pero la había pillado a medio vestir preparándose para salir.-¿Qué coño piensas hacerme? ¡Vamos contesta!... - decía la chica medio llorando, y empezó a ponerse tan nerviosa que gritó con todas sus fuerzas - ¡SOCORRO, AYUDAA..Gritaba tan fuerte que cualquier vecino podría venir a ayudarla y no podía arriesgarme a que pillasen así, las cosas se estaban poniendo muy mal. Menos mal que no podía verme la cara gracias al pasamontañas y saber quien era yo en realidad.Busqué en uno de los cajones de su habitación un pañuelo o algo para hacerla callar, y saqué un tanga suyo de un cajón. Le hice una especie de bola y se le introducí en la boca para apagar sus gritos. La mordaza no hizo casi efecto y los gritos se seguían oyendo, además acababa de escupirlo. Ya no sabía que hacer, los vecinos nos iban a oir.No me quedó otra que buscar en una caja de herramientas de su padre y coger un rollo de cinta aislante negra. Ahora volví a meterle el tanga dentro de la boca, y después le pegué la tira de cinta aislante bien ajustada para sellar sus labios. Y funcionó, su voz se ahogó y solo se oía "Mmmh". La chica estaba aterrorizada y las lagrimas le caían por la cara, me miraba con unos ojitos de cordero degollado. Entonces la dije mientras le acariciaba el pelo:- No tengas miedo cariño.Al escuchar mi voz, ella se dio cuenta de que yo era el vecino. Y dejó de asustarse, parecía que ahora la situación en la que estaba le estaba empezando a gustar. ¿No era excitante que estuviera raptada en su propia casa por un vecino? Parece que yo a ella si que le gustaba, no habría hecho falta ni el pasamontañas ni nada, pero ya estaba atada y que se le iba a hacer...Ella ahora se dejó hacer de todo. La tumbé en la cama y la desnudé del todo. Ahí ya si que no pudimos más, terminamos haciendo el amor, pero que consté que ella quería, nada de violaciónes...Mientras hacíamos el amor llamaron al portero de casa, se me congeló la sangre. No fuí a contestar naturalmente, pero cuando terminamos siguieron llamando e insistiendo asi que fuí a contestar.-¿Quién es?-¿Daiana?¿Baja Daiana?-Está castigada, esta noche no va a salir.-¿Qué?Sin añadir nada más volví a la cama donde estaba la chica y seguimos disfrutando toda la noche. Cuando se quedó dormida me marché y la desaté. Al día siguiente no pasó nada. Sus amigas creyeron que yo era su padre y que en verdad estaba castigada, ella no dijo nada porque sé que le gustó, y sus padres ni se enteraron. Todavía cuando nos cruzamos en el portal la chiquilla me dedica una sonrisilla o me guiña el ojo.
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