Inicio » Relatos de Confesiones » Diario de un Hetero

Diario de un Hetero

 Diario de un Hetero
Montevideo, Abril 17 de 2004
Siempre me han gustado las chicas. Si, con "a", no con "o". Sin embargo, tampoco he estado "cerrado" a experimentar nuevas cosas.
Y lo que pasé hace unos meses, puede ser clasificado como un "experimento".
Lo (si, con "o", no con "a") conocí en mi fiesta de graduación. Por algún motivo desde el primer momento que lo ví atrajo mi mirada. Tras su pantalón ajustado se dibujaban dos nalgas redondas que bien pudieran haber sido una gran pera, de esas que se cosechan en un país lejano y que se muerden solo por placer. Me sonrió mientras él tomaba una copa de champán. Yo le devolví la sonrisa casi por cortesía. Pero en ese instante noté que mi sonrisa llevaba algo más que cortesía, era más bien una invitación a que él se acercara a mí. Y lo hizo. Llegó hasta el sofá donde yo estaba sentado disfrutando de un vodka un poco más fuerte que mi deseo por entablar una conversación con aquel chico desconocido.
"¡Felicidades!"- me dijo dándome otra amplia sonrisa.
"Gracias"- le contesté mientras ponía mi vaso en la mesa de enfrente.
"Me llamo Carlos, con "K"- me dijo extendiendo su mano. Su voz sonaba nerviosa, y la temperatura fría de su mano lo delataba.
"Hola Karlos…yo soy…"
"Ismael, ¿verdad?"- me dijo sorprendiéndome. "Lo escuché en el acto de graduación"- me explicó. Dió un sorbo a su copa.
"Tenés Buena memoria"- le dije –"Debés ir adelante en tu clase".
"¡Ojalá así fuera!"- comentó cerrando sus grandes ojos color almendra. Su cabello lacios y dorado caía libremente sobre sus hombros. Sus labios finos y rosados se abrieron una vez más. "¿Tenés la hora?"
"Si…"- vi mi reloj de pulsera- "5 para las 2"- le contesté.
"¿Las dos?"- lo dijo en un tono de sorpresa –"Se me hizo tarde…a ver si consigo un taxi…"
No sabía que pensar: ¿me estaba dando una indicación como hacen las chicas con los chicos?
"¿Para donde vas?"
"Vivo cerca de Pocitos"- me contestó mientras daba un último sorbo a su copa y la ponía junto a mi vaso vacío.
"Si querés te llevo"- le dije sin saber cómo reaccionaría.
Me vio abriendo esos ojos preciosos y con un dejo en su acento, me contestó:
"¿Lo harías?"
"¡Claro hombre!"- le contesté poniéndome de pie.
Salimos y entramos al carro. En el camino, Karlos no me dió ninguna razón para creer que quería algo conmigo. Es más me habló de cosas de su vida que me hicieron dudar que sus intenciones fueran otras más que la de un amigo pidiendo un aventón.
Pero la escena cambió tan pronto llegamos al apartamento que Karlos renta en aquella zona de Montevideo.
"Me gustaría mostrarte mi ultimo trabajo"- me dijo mientras describía como yo, ahora que estaba graduado podia ayudarle. "Claro, se que es demasiado tarde…"
"Tonterías"- le dije apagando el motor de mi carro. "Vamos a verlo"- le dije. Noté su sonrisa complaciente mientras bajábamos del vehículo.
Entramos al pequeño apartamento y de inmediato sentí como la atmósfera cambió. De lo rutinario pasamos a lo sensual y atrevido.
"Me dijiste que te encanta ver a las mujeres con vestidos cortos"- me dijo ofreciéndome algo para beber.
"Me vuelve loco ver a las chicas con minifalda".
"¿Y a los chicos?"- me preguntó dándome la espalda mientras caminaba hacia el baño.
"Nunca he visto a uno con minifalda"- le contesté con una naturalidad que me dejó pasmado.
"Sentate… ahora salgo"- me contestó mientras volvía la mirada detrás de su espalda.
Y si, me senté mientras disfrutaba de un vodka light y mi vista saltaba de uno a otro lado del apartamento. En unos 10 minutos escuché la voz de Karlos que provenía de la habitación.
"¿Podés venir?"
Me levanté sin contestarle. Dejé el vaso semi vacío sobre la mesita de centro y caminé hasta el umbral. La luz era tenue pero aun así lograba ver la silueta de aquel muchacho ahora vestido con una faldita negra y una blusa traslapada negra.
"Decime… ¿es esto lo que esperabas?"- me preguntó mientras los tacones hacían ruido sobre el piso de madera.
"No se…"- realmente no sabía como responder. Me quedé estático por varios segundos hasta que Karlos llegó a unos centímetros de mi cuerpo.
"Regalame un beso…"- me dijo mientras podia sentir su aliento, en una mezcla de menta y alcohol.
Cerré mis ojos y sentí sus labios húmedos que rozaban nerviosamente los míos. ¡Era la primera vez que besaba a un chico!
Sus manos nerviosas tomaron las mías mientras yo me entregaba a la sensualidad del momento. Bien pronto el nerviosismo se tornó en deseo y sentí como mis manos se colocaban en sus caderas y luego mis labios jugaban con los suyos.
"Así mi amor… soy tuya…toda tuya"- el escuchar aquellas palabras provenientes de su boca me volvieron loco.
"¿Querés que te coga?"- le pregunté en tono casi suplicante mientras mis manos apretaban sus nalgas que había visto primero dibujadas detrás de su pantalón negro y que ahora las escondía detrás de su minifalda negra.
"Sos mi hombre… hacé lo que querrás conmigo…"
Lentamente lo llevé hasta la cama. Me lo quería comer, me lo quería coger. Y él ardía de deseo también.
Nos acostamos uno frente al otro mientras nos besábamos, primero con ternura y luego con passion casi descontrolada. Nuestras respiraciones se confundían y nuestros cuerpos ardían en deseo. El me desnudó por completo mientras yo lo pedía que sólo se quitara el calzón que llevaba y que se dejara la minifalda. Accedió y tan pronto lo hizo se puso delante de mis piernas sin decir una sola palabra. Me las abrió mientras yo me colocaba sobre mis espaldas.
Sus manos me levantaron la verga y pude sentir como ponía sus labios sobre el glande. ¡Ah, qué delicia! Bajó y subió lentamente por los 17 centímetros de carne un par de veces deteniéndose finalmente en la cabeza grande y gruesa.
"Que bella cabeza… qué rica está"- comentó mientras su lengua me la lamía como si fuera un helado de vainilla.
"Me estás volviendo loco…Karlos"- dije su nombre y no sabía que pensar. ¡Estaba con un hombre!
"Y vos a mi"- me contestó mientras me ponía un condón y se levantaba la falda. "Quiero cabalgarte".
Sentí sus nalgas que topaban contra mis caderas. Mi verga, dura, gruesa, lubricada se revolvía de placer mientras rozaba contra su esfínter. Abrí los ojos para contemplarlo. Su cuerpo delgado estaba sólo cubierto por la falda mientras sus brazos, sus piernas, su espalda, eran una delicia a la vista.
El se colocó lentamente sobre mi verga y fue entrando poquito a poquito en ella.
"¡Uhmmm… qué rico…!"- decía mientras yo sentía como mi pene entraba en el culo de mi amante.
Una vez entrado en su totalidad yo podia sentir como sus manos rozaban una y otras mis huevos que pegaban a su vez contra la cama. Su culo entraba y salía de mi verga en un vaivén de lujuria que nunca antes había experimentado. ¡Esto era mejor que cogerse a una vagina!
Los latidos de mi corazón se volvían cada vez más intensos, pero quien sabe de donde saqué fuerzas para pedirle algo.
"Dejame que yo te coga… cambiemos de posición…"
Se levantó y se quedó a un lado mío. Por mi parte me levanté mientras sentía como mi verga palpitaba de placer. Lo puse con las piernas abiertas en el mejor estilo de perrito y lo taladré sin misericordia.
"¡Ay… ay… me vas a matar…!"- gritaba mientras me agarraba mis nalgas y me contraminaba a su cuerpo.
"Aquí está tu macho… te voy a desvaciar los intestinos"- le decía mientras me lo cogía con destreza animal. Sólo en un par de momentos toqué accidentalmente su verga flácida y delgada, y no me importó. No, no me sentí maricón, no tuve tiempo de pensar si me había vuelto gay o no. Lo único que quería era cogerme aquel culo precioso, aquellas nalgas divinas… y venirme con un torrente de semen…
Y me vine… terminé unos minutos después enmedio de espasmos que me duraron un par de minutos.
"Así mi vida, así…"- me animó Karlos mientras yo lo levantaba y lo topaba contra mi cuerpo. Le besé el cuello, la espalda. Luego le dí vuelta sacando mi verga de su culo, y le besé el pecho… las tetillas…no quise bajar… no estaba, no estoy, preparado para más. Tome su cara delicada con mis manos y nos besamos una y otra vez hasta que nuestras respiraciones volvieron a la normalidad.
"Quiero seguirte viendo"- le dije al oído, en secreto, como si hubiéramos estado rodeado por una multitud.
"Ya sabes como llegar…"
"Si…ya se como llegar".
De eso hace ya varios meses. Hoy, nos vemos todos los fines de semana. El siempre con su minifalda, yo siempre con mi vodka. Y juntos, en aquella cama en la que me he cogido a un chico que me ha hecho pensar que realmente nunca disfruté a las chicas. FOTOS

Este artículo no tiene comentarios.

Escribe un comentario







Código de Validación:

Introduzca el Código de Validación:




Estadisticas Usuarios

  • Online: 175

Categorias

Articulos Relacionados

Articulos Mas Vistos

Nuevos Comentarios

Recomienda Superrelatos a Tus Amigos

Tu Nombre:

Correo de Amigo:

Código de Validación:

Introduzca el Código de Validación: