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Trio por Telefono

Hola amigos de “lo que me paso”, soy yo de nuevo, Nelson, el autor del relato
titulado "Ella, El y su Amigo" publicado en esta Web no hace mucho y
quiero contarles lo que nos sucedió a mi esposa y a mí, a consecuencia de
la publicación del mencionado artículo. Resulta que estando mi mujer y yo
revisando nuevos relatos de diversas páginas en Internet, precisamente el
día que fue publicado el de nosotros, leímos uno que nos pareció muy
interesante
titulado: "Sexo en Bogotá", escrito por un tal Andrés, en el cual comentaba
que había hecho contacto con una pareja de dicha ciudad y que les había
enviado una foto suya en donde se podía apreciar su verga grande y gruesa,
la cual le encantó a la chica del relato, llamada allí Milena, y entonces se
excitó muchísimo; decidieron llamarlo e hicieron contacto con él, que
también es de Bogotá, y ese mismo día estuvieron juntos los tres, quedando
sumamente complacida la pareja en mención. Mi esposa al leer este relato se
puso muy caliente y me comentó que le gustaría ver la foto que él les había
enviado a ellos, ya que por la reacción de la chica debía ser bastante
provocativa. Le pregunté si le gustaría que hiciéramos lo mismo que aquella
pareja y visiblemente excitada me dijo con voz ronca que sería delicioso.
Entonces le enviamos un e-mail al caballero de la foto, preguntándole que si
podía mandarnos su foto, que Blanca (que como ya saben quienes leyeron
nuestro relato, así se llama mi esposa) quería ver si lo dicho en la
historia era cierto y que quería conocer como era aquella polla que tanto
había gustado a Milena. El caballero en cuestión nos respondió muy
amablemente y nos envió la dichosa foto, en la cual se podía apreciar
directamente el close-up de una polla grande y bastante gorda (que es como
le encantan a mi esposa), totalmente enhiesta y al parecer durísima. Al
verla a mi esposa le encantó y se puso muy caliente. Nos pusimos a chatear
por MSN, los tres, mi esposa, él y ella, conociéndonos mejor y entablando
una interesante relación virtual. Luego le enviamos una foto a nuestro
contacto de Bogotá, el cual se hace llamar D.D. de mi esposa en donde se
puede apreciar su esplendoroso trasero que tanto me gusta a mí, desnudo y
con la rajita al aire, colocado en cuatro paticas, un día que se encontraba
esperando que yo la ensartara, y aproveché para hacerle la instantánea. D.D.
quedó encantado con la foto y empezó a chatear con mi esposa en forma muy
picante, diciéndole que le gustaría meterle la polla en ese coñito tan
lindo, que se le había puesto durísima con sólo mirarla e imaginarse
penetrando aquel culito tan rico y que se estaba masturbando viendo su foto.
Aquella conversación enloqueció de deseo a Blanca. Yo le pregunté que qué
se imaginaba y me dijo que pensaba en que D.D. se la estaba metiendo
mientras que yo miraba. A todo esto yo estaba como un volcán, deseoso y
excitado de ser testigo de aquella especie de infidelidad virtual, en la que
mi esposa, separada por miles de km de distancia, enardecía de pasión a un
desconocido al otro lado de la pantalla de MSN y ella misma ardía de deseos
por la verga de otro hombre, de la cual sólo tenía referencias por una foto
enviada a través de un e-mail. En el ardor de la candente conversación
internáutica, le dijimos que no podíamos más y que nos íbamos a casa a
apagar el fuego que nos consumía a ambos y mi esposa le dijo que lo haría
pensando en él y en su enorme polla. Él sugirió la idea de que le diéramos
nuestro teléfono, a lo que Blanca sintió temor y dijo que no sabía, que le
daba pena, entonces D.D. nos dijo que si queríamos lo llamáramos cuando
estuviéramos en todo el fragor del polvo, para compartir con él lo que
hiciéramos, y nos dio su teléfono. Blanca le respondió que no le
garantizaba nada, pero que si nos decidíamos lo llamábamos. Yo me sentía
bastante extraño, aunque no puedo negar que el experimento me gustaba y me
excitaba enormemente, es más sentía el pantalón todo mojado de tanto líquido
preseminal que me había salido, y ni qué decir que tenía la polla como una
piedra. No veía la hora de llegar a la casa y comerme el chochito de mi
querida esposa, que cuando se excita como yo veía que estaba en ese momento,
es una delicia penetrarle su rajita rica, luego de chuparla hasta el
cansancio y acariciarle todo su cuerpo, lo cual a ella le encanta y no
dudaba que en medio de su deseo me iba a pedir que le metiera "el amigo" que
ya nuestros lectores conocen y que a mí me fascina introducirle. Tomamos el
camino de regreso a casa, hablando sobre el contacto con el desconocido y yo
preguntándole a mi esposa que qué había pensado, qué había sentido, a lo que
ella me confesó que estaba muy caliente y excitada, que sentía que su
cuquita latía apresuradamente y estaba muy ganosa, imaginándose a aquel
hombre metiéndole su gran güevo mientras que yo la besaba o le acariciaba
los senos. Yo también me imaginaba la escena y no podía menos que
enardecerme aún más de deseo, soñando con realizar aquella fantasía que
tanto nos apetecía. Ella me decía que quien sabe qué estaría haciendo él y
qué pensaría con respecto a nosotros, y coincidimos en que al parecer a D.D.
también le gustaba la situación y que deseaba a mi esposa a través de la
distancia, lo cual fue un detonante más para aumentar nuestro deseo. Tan
pronto llegamos a casa, nos abrazamos y besamos apasionadamente, y ella se
fue desvistiendo rápidamente, ansiosa de ser devorada todo su cuerpo por mis
labios, y de que me la cogiera fogosamente para ella imaginar que era aquel
otro hombre que no conocía y del que tan sólo había visto una provocativa
foto de su poderoso miembro. Poco a poco fui recorriendo su tersa piel con
mi boca, deteniéndome un rato en sus senos, cuyo pezón se encontraba firme y
desafiante, debido al alto grado de excitación en el que se encontraba,
mientras que ella gemía apasionadamente, entrecerrando los ojos y quien sabe
que escenas pasándole por su mente (seguramente se imaginaba que era D.D.
quien le hacía lo que yo le estaba haciendo, mientras que ella se comía su
polla con ardor y lascivia). Al fin llegué a su preciosa rajita, llena de un
delicioso vello que la escondía, haciéndola más misteriosa para los avances
exploratorios de mis dedos, los cuales a ella enardecen y le agrada que se
los vaya introduciendo uno a uno y poco a poco, mientras que se va
lubricando cada vez más, hasta que en el paroxismo de la excitación pueda
meterle los cuatro dedos juntos, facilitando la penetración sus abundantes
líquidos lubricantes. En ese momento se le vino una idea a la mente y me
pidió que por qué no la afeitaba allí, que quería sentirse como la chica del
relato, más sabiendo que nuestro común amigo D.D había comentado que a él le
encantaban así; de esta manera ella, a través de la distancia, complacía a
su amante virtual, que, aunque verdadero, no estaba allí para follarla
físicamente, pero sí en su pensamiento y ayudada por su imaginación, para
convertir una imagen en otra por ella deseada. Apresuradamente busqué los
utensilios apropiados para la tarea y lentamente fui despojando de su
vestidura a aquel chochito que tanto me gustaba (he de confesar que a mí
también me enloquece sentir aquella delicada piel libre de vellos púbicos, y
chuparla y lamerla mientras se van hinchando sus labios vaginales así
descubiertos, puesto que se siente divino, y más cuando está bien lubricada,
que uno apoya la verga por los alrededores, antes de penetrarla, y se siente
riquísimo cuando esos deliciosos labios le acarician a uno la cabeza del
güevo; veces no sabe uno donde se siente mejor, si adentro o afuera; lo que
pasa es que hacía tiempo que no la afeitaba y ya le había vuelto a crecer).
Estaba tan excitado que mis manos temblaban de la emoción y hube de tener
mayor cuidado para no ir a herirla, cosa que me dolería muchísimo, tanto o
más que a ella. Por fin terminé de hacerlo y su rajita quedó totalmente
expuesta a lo que yo quisiera hacer con ella, libre de vellos púbicos que
detuvieran el avance de la tan ansiada penetración. Ella se encontraba
acostada, con las piernas abiertas hasta el borde de la cama, y yo en el
piso, sobre unos cubrecamas, mientras finalizaba con mi satisfactoria labor
y con mi cabeza a las puertas de su preciado tesoro. No pudiéndose aguantar
más, y ya al borde del orgasmo debido a la manipulación de la cual había
sido objeto, me pidió que por favor la penetrara, que me quería bien adentro
de ella. No queriendo desobedecer a sus mandatos, me coloqué encima de ella
y de un sólo envión le enterré mi endurecido güevo hasta el fondo, el cual
se deslizó deliciosamente en su interior con gran facilidad, gracias a la
abundante lubricación que tenía su sabroso conducto vaginal. Estaba tan
excitado que casi acabo en el acto, con sólo sentir el calor de aquella
gruta tan ardiente, y la hipersensibilidad de mi polla, debido al fuerte
deseo que sentía; entonces me detuve un momento, para retrasar más el
orgasmo, ya que quería que durara bastante aquella noche tan excitante para
los dos, en la cual un desconocido había logrado llevarnos hasta el
paroxismo de la lujuria y pensar en situaciones morbosas que jamás habíamos
vivido ni imaginado que haríamos. Luego de bombearla así un rato, cambiamos
de posición y ella se puso en cuatro patas, para poder metérsela en esta
posición, aunque por su rico coñito. Ella gemía y se movía sobre mi verga,
produciéndome placeres indescriptibles y poniéndome a cada momento más
cercano al orgasmo, entonces yo detenía sus furiosos movimientos con mis
manos, tomándole de sus hermosas caderas, para evitar que me fuera a hacer
venir tan pronto. En ese momento le pregunté que qué se estaba imaginando y
me dijo con la voz entrecortada por la excitación y ronca por tanto deseo,
que imaginaba que aquel hombre de la foto (al que ella ya le decía D.D.) era
el que se la estaba cogiendo y que le llenaba toda su hambrienta y bien
dispuesta rajita con aquel poderoso miembro viril que ella había visto en la
pantalla. Antes de regresar a casa, yo había hecho una copia de la foto en
la impresora de la oficina y en ese momento se la mostré, preguntándole: Te
gusta? Es esta la que quieres?, a lo que ella contestó: "Síííííí, que rica
es, aaahh, ¡debe ser divino sentirla dentro, abriéndome toda! Y ver como la
devora mi cuquita peladita, como a él le gusta. Qué delicia hacerlo acabar
dentro de mí y sentir su esperma caliente llenándome las entrañas. ¡Ohhh,
que gusto¡ Amor. En ese momento no aguantó más su deseo y se desinhibió
completamente diciéndome: tráeme al "amigo", por favor, que quiero sentirlo
adentro para imaginar que es él quien me coge". No podía menos que obedecer
a los requerimientos de mi amada esposa y de inmediato corrí a traerle lo
que ella tanto anhelaba, preso de un estado de excitación muy fuerte,
mezclado con una cierta dosis de celos por lo que acababa de escuchar de
labios de mi hasta ahora recatada mujercita, lo cual me daba un gusto
tremendo. Me preparé con aquel enorme güevo de goma en la cintura,
colocándolo al lado de mi pene, (el cual obviamente no podía competir con
aquel gigante blanco) y me dispuse a metérselo poco a poco, hasta hacerla
desfallecer de deseo y placer. A todas estas, le pregunté si no quería
llamarlo por teléfono, para contarle lo que estábamos haciendo, a lo que me
dijo que le daba mucha pena, que no era capaz y que no se atrevía. Entonces
yo le apunté con mi nueva polla a la entrada de su ardiente gruta del amor,
y ella me suplicó que no la hiciera sufrir, que se la metiera de una vez,
que tenía muchas ganas de sentirlo dentro, para que le frotara todo su
interior y la llenara de placer y gozo. Yo, accediendo a su súplica, se lo
hundí lentamente, abriendo su chochito poco a poco, invadiendo su intimidad
con aquel coloso elaborado de "cyber skin", el material que mencioné en el
relato anterior que tenía una textura increíble, ya que, aún siendo duro,
por encima era suave y terso como la piel de una polla de verdad. Es más, se
arrugaba al sentir la estrechez de la deliciosa cuquita de mi esposa, como
si de piel humana se tratara. Así la seguí penetrando hasta sentirme casi
pegado a su cuerpo, mientras ella exclamaba un "Ahhhh" de placer, largo y
continuado y gemía y se quejaba por todo lo que estaba imaginando y
sintiendo, así estuve bombeándola un rato, moviendo aquel pene en círculos,
ya que esto le encanta y la enardece aún más. Entonces deseé enormemente
ocupar el lugar de aquella polla y se lo saqué un momento y le metí el mío,
duro y caliente, bombeándola desesperadamente y sintiendo que llegaba al
clímax, mientras que ella me decía: Ohhh, también está delicioso y además es
mejor así calientico y lleno de vida, siííí, sigue, que rico... lástima que
el otro no tenga vida, ahh...! En ese momento le insistí y volví a
preguntarle que si no deseaba llamar a D.D., que debería estar esperando la
llamada y pensando en el delicioso cuerpo femenino que yo estaba en aquel
instante poseyendo, tal vez hasta masturbándose con ella en la mente.
Entonces me dijo que sí, que quería llamarlo, que quería decirle que lo
deseaba y que escuchara como follábamos con él en nuestras mentes. Marqué
el número y logré el contacto internacional a través de mi móvil, y al otro
lado de la línea contestó nuestro común amigo desde Bogotá, que al escuchar
a mi esposa jadeando y gimiendo decirle que era Blanca, la del contacto,
enardeció de deseo y le dijo que estaba esperando ansiosamente su llamada y
empezó a preguntarle que qué estábamos haciendo. Ella le decía, con la voz
entrecortada por la pasión, que yo estaba sobre ella y que le estaba
metiendo mi pene, y que deseaba que fuera él quien lo hiciera; entonces ella
me dijo: méteme otra vez al "amigo",por favor, que quiero imaginar que es él
quien ahora me la va a meter. Ansioso por complacer a mi querida mujercita,
a sabiendas de lo excitada que estaba, le extraje mi verga de su encharcada
raja y me dispuse a meterle de nuevo a su querido "amigo", para que ella
imaginara que era D.D. quien le metía su gruesa polla. Cuando se lo metí de
golpe, deslizándose deliciosamente en su interior, ella pegó un grito
salvaje, como si la hubiera atravesado en verdad aquella polla que veía en
la foto e imaginaba entre las piernas del hombre del teléfono: ahhh, me
parece que eres tú, seas quien seas, quien me lo ha metido, que gusto, debe
ser así de rico o mejor, ya que iba estar calientico y palpitante, lleno de
vida, como a mí me gusta¡ Entonces él se excitó aún más y le decía a mi
esposa que se le había puesto muy dura de sólo imaginarse tan morbosa
escena, que ya se la había sacado y se estaba masturbando mirando la foto
que le habíamos enviado y que la deseaba mucho, que quería que ella
disfrutara de la dureza de su güevo y que se imaginaba metiéndoselo hasta el
fondo, dándole placer con su polla y follándola hasta hacerla acabar como
nunca antes, mientras que su marido nos veía. Al oír aquellas lascivas
palabras, pronunciadas por un extraño a miles de kilómetros de distancia y a
través de la línea telefónica, Blanca no pudo resistir más y se empezó a
venir colosalmente, gimiendo y quejándose como nunca, diciendo "Ahhh...
síííí, que rico, me vengo," excitada por aquella situación tan nueva para
los dos, presa de un ardor inusitado, e imaginándose con tener a aquel
hombre entre sus piernas y rompiéndole su rajita con aquella gruesa polla
que tanto deseaba. La escena no podía ser más candente para mí y terminé
explotando en un orgasmo cataclísmico y fortísimo, expulsando semen a
diestra y siniestra por todo el cuerpo de mi amada esposa, embadurnándole
todas las tetas y el vientre con mi eyaculación continua y larga, muy larga,
es más, no sabía de dónde salía tanto semen, y es que con el puro roce de su
entrepierna en mi pene, mientras yo le metía al "amigo" que tenía puesto en
la cintura, acabé como si hubiera sido yo el que estuviera dentro de ella.
En ese mismo instante ella arqueó la espalda y profirió un gemido de placer
rico y delicioso contorsionándose y moviéndose como una posesa sobre el
"amigo" que en aquel momento la follaba, pero que en su mente ella imaginaba
era aquel hombre del teléfono. A través de la línea también se escuchó un
gemido fuerte y prolongado, evidenciando que nuestro virtual amigo había
acabado también con nosotros, casi en forma simultánea, mientras que le
decía a mi esposa que la deseaba, que le había encantado su cuerpo y que
deseaba mucho estar presente para cogérsela y metérsela de todas las maneras
posibles, mientras que yo los miraba. Mi esposa casi no podía articular
palabra por la excitación y el orgasmo experimentado, aparte de que yo le
seguía moviendo la enorme verga cibernética que tanto placer le había
causado, y la cual ella imaginaba que era la del desconocido al otro lado
del teléfono. Presa del deseo volvió a terminar en otro orgasmo fantástico,
largo y profundo, gimiendo y quejándose como nunca y moviendo enérgicamente
sus caderas sobre "el amigo", frotando su rica cuquita en aquella gran verga
que tanto la hacía gozar, mientras en su mente imaginaba que era D.D. quien
la penetraba, y más cuando éste le estaba susurrándole al oído palabras
cargadas de erotismo y pasión, diciéndole que había eyaculado muchísimo,
pensando en ella y en su ardorosa cuquita y que lástima que no hubiera sido
dentro de aquella sensacional cuevita. Yo seguía como aletargado por el
placer, viendo a mi mujer gozar de una manera que a mí me volvía loco y
complaciéndome enormemente por el hecho de verla tan feliz, imaginándome a
aquel hombre poseyéndola y enterrando su gruesa verga en aquella chochita
afeitada y ardiente. Realmente fue lo máximo!
Luego de aquel furor sexual, ella se despidió de él y le dijo que había sido
delicioso, a lo que él contestó que también le había gustado mucho y que
esperaba que le enviara más fotos y nos mantuviéramos en contacto para un
posible encuentro personal; colgó y la miré a los ojos y veía en su rostro
una placidez y una satisfacción que hacía tiempo no mostraba. Le pregunté
(vaya pregunta) que si le había gustado, a lo que me respondió que le había
fascinado, que había sido exquisito, pero que le daba cierto remordimiento
lo que yo pudiera pensar de ella y que todo aquello pasaba por encima de
todos sus prejuicios y de la forma en que la habían educado. Yo me acerqué
y la besé con ternura, y le dije que no se sintiera culpable, que a mí me
había parecido muy rico y que yo la amaba profundamente y que me complacía
muchísimo el que pudiera disfrutar de aquella manera tan deliciosa y que el
verla tan feliz pagaba cualquier molestia que yo pudiera sentir en el fondo.
Obviamente que a mí me había gustado mucho, aunque también sentía un frío en
el estómago como de unos ciertos celos por la pasada "infidelidad
telefónica" de mi esposa, pero satisfecho por haber hecho lo que tanto
deseábamos, así fuera de esta manera tan etérea y poco física. Sin embargo,
quien puede decir que en un futuro no pase a un plano más presencial.
Estaríamos encantados, siempre y cuando diéramos con la persona ideal. Si
tienes algún comentario que hacernos sobre lo sucedido o te agradaría algo
parecido con nosotros, escríbenos a la dirección electrónica
"nelsonyblanca@hotmail.com" que con mucho gusto te responderemos. Si pueden
enviarnos fotos, mejor, ya sabéis como la ponen, No? Las Parejas también
serán bien recibidas, para enviarnos e-mail y si quieren, fotos y, por qué
no, algún probable intercambio.


anonimo FOTOS

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delmis on

!!!!Hola a mi esposo y a mi nos encantaria, enviarles algunas fotos, pero no sabemos como. Ademss nos gustaria participar en un trio HMH, y hacer parecido a lo de blanquita!!!! nosotros estamos viviendo en merida, venezuela, nos gustaria hacer diabluras.

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