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Mi Viaje a Chile

Mi padre es médico, cardiólogo, para ser exactos y como en muchas otras ocasiones me pidió que le acompañara junto a mi madre a uno de sus muchos congresos internacionales, que esta vez se celebraba en Santiago de Chile, yo la verdad no estaba muy interesada, es más, no me apetecía nada ir a uno de esos aburridos viajes en los que solo se hablaba de medicina y términos incomprensibles, además porque aquí tenía a mi novio y con 20 años ya era lo suficiente mayorcita como para quedarme sola en casa, asi que mi primera respuesta fue un NO, pero fue mi madre la que me convenció:
Sabes que tu padre quiere que nos acompañes como siempre, además conocerás sitios nuevos y gente nueva.
Si mamá, pero aquí está Roberto y no quiero estar separada de él durante una semana.
No seas tonta, sabes que papá esta orgullosísimo de ti y eres su ojito derecho, para él es importante que vayas y que presuma de hija.
Mamá, eso es chantaje emocional.
Lo sé hija, pero yo también quiero que vengas, si no me aburriré como una ostra, sabes como son de pesadas esas conferencias y esas cenas de médicos y sus esposas.
Bueno, esta bien, si me prometes que este será el último viaje al que tenga que ir.
Verás como lo pasamos bien juntas, tonta.
Total que mi madre no me prometió nada, pero de alguna manera me convenció para que acudiera a otro de esos soporíferos viajes.
Dos días más tarde estábamos aterrizando en el aeropuerto de Santiago. Tomamos uno de los cientos de taxis que esperaban y nos dirigimos al hotel. El recorrido por las calles de Santiago me pareció mucho más bonito de lo que imaginaba, el taxista, muy amable nos fue indicando el nombre de las calles y nos sirvió de guía improvisado, indicándonos cual era este o el otro edificio, Santiago es una ciudad moderna, muy cosmopolita e independiente y me atrajo mucho el ajetreo de sus calles, sus emblemáticos monumentos y sus vertiginosos rascacielos de oficinas de la plaza de Armas, edificios monumentales como el de Telégrafos del estado y como no, el famoso palacio de la Moneda. Llegamos al hotel y nos acomodamos en una gran suite que nos tenían reservada. La verdad es que siempre viajabamos con mi padre, lo hacíamos a todo confort, en los mejores hoteles y los mejores restaurantes, tanto el hospital donde trabajaba, como nuestros anfitriones de cada lugar, nunca escatimaban en gastos.
Decidimos dormir un poco pues el viaje había sido largo. A las dos horas y tal y como mi padre había pedido nos llamaron de recepción para bajar al restaurante, pues era la hora de la cena y tras esta fuimos al bar donde habíamos quedado con varios médicos que irían al día siguiente a la conferencia. A alguno de ellos ya lo conocía de otras veces y a otros no. Muy cortesmente nos saludaron y también nos observaron de arriba abajo, ya que tanto mi madre como yo, siempre hemos llamado la atención, dos mujeres rubias, no sé por qué, pero destacan bastante, además mi madre a pesar de sus 46 años se conserva de maravilla con un tipito de miedo. Después se enfrascaron todos ellos en sus conversaciones de medicina, de las que tanto mi madre como yo no entendíamos ni una sola palabra y nosotras hablábamos de nuestras cosas.
Al día siguiente era la conferencia, pero como el comienzo no era hasta las 12 del mediodía, mi madre y yo aprovechamos para ir de compras, mientras mi padre visitaba a alguno de sus colegas en esa ciudad. Visitamos varios centros comerciales en la ciudad y al final me decidí por unos pantalones y un par de vestidos veraniegos. Volvimos al hotel y decidimos darnos una ducha antes de ir al congreso. Primero se duchó mi madre y mientras ella estaba en el baño, yo aproveché para llamar a mi novio pues apenas llevaba dos días fuera de casa y ya le echaba de menos.
Hola Roberto.
Hola cariño ¿cómo te va?
Bien, preparada para aguantar el sermón de unos cuantos médicos ¿qué te parece?
Bueno, por lo menos conoces una ciudad nueva ¿no?
Si, la verdad es que me ha gustado mucho, pero preferiría que tu estuvieras aquí conmigo.
Vaya , me echas en falta ¿no?
Sí, me gustaría tenerte aquí a mi lado, sentir tus brazos, tus besos, tus caricias.
Bueno, me vuelves loco cariño.
Solo de imaginar como lo vamos a pasar cuando vuelva a España....
¿Dónde estás ahora?
En el hotel.
Y ¿cómo vas vestida?
Pues solo con una toalla.
¡Quítatela!
¿Para que?
Venga, ¡quítatela!
Obedecí a su petición y me quedé completamente desnuda sobre la cama, ya imaginaba como me iba a poner de cachonda, asi que solo de pensarlo mis pezones se pusieron duros como piedras.
Venga, ahora acariciate como si fuera yo quien lo hiciera.
Que malo eres Roberto...
Sin embargo también seguí sus instrucciones y comencé a acariciar mi cintura, mis pechos, mis piernas...
Roberto respiraba fuerte al otro lado del teléfono.
¿qué haces?
Me estoy masturbando pensando en ti. Tengo la polla como una roca...
¿te gustaría follarme?
Si, si, si.. Pasa tu mano por tus tetas, imagina que es mi mano la que recorre tus pechos...
Siiii, Roberto, eres un cabrón, que ganas tengo de tenerte cerca...
Ahora acaríciate los muslos, por fuera, ahora por dentro, roza tu pubis...
Yo también, me imagino que tu polla recorre mi rajita de arriba abajo...mmmmm
Métete un dedo como si fuera mi polla.
Intruduje un dedo en mi coñito y ya estaba supermojada con aquel juego. Roberto siguió dándome instrucciones:
Ahora te estoy follando, ¿la notas dura dentro de ti?
Si, la noto cariño, que gusto me da.
Te noto encima de mi, siento como mi polla te perfora el chochito... Acaricio tus tetas... Beso tus labios... Mi lengua juega con la tuya...
Me pones a cien, Roberto.
De repente mi madre salió del baño y tuve que disimular, dejé colgado a Roberto y me tapé con la toalla. Mi cuerpo ardía, estaba cachondísima y necesitaba tener la polla de mi novio en mi interior.
Me metí en la ducha y abrí el agua caliente. Dejé la cortina abierta para poder observar todo mi cuerpo reflejado en un gran espejo que tenía enfrente. El primer chorro de agua cayó sobre mi pelo, me veía reflejada y mi pelo rubio se oscurecía con el agua hasta pegarse a mi cabeza, mis ojos se tornaban de un verde intenso y mis labios estaban dilatados, el agua se colaba dentro de mi boca, parecía estar tragándome todo el semen que mi novio debía estar soltando en ese momento. Mientras el agua recorría mi cuerpo mis dos manos torneaban mi figura, mis largas uñas se clavaban en mi piel, mis dedos rozaban mi cuello, luego apenas podían sostener mis grandes pechos y con los dedos apretaba mis endurecidos pezones, luego pasaba mi mano por mi estrecha cintura, me coloqué de perfil y pensaba, cuanto le gustaba a Roberto masturbarse viéndome, le encantas mis tetas, apenas puede abarcarlas con las manos, le vuelve loco mi tripita dura y lisa, y mis abultados muslos. Mi mano rozaba una de mis caderas y con la otra continuaba pellizcando uno de mis pezones, seguí bajando por mi ombligo, jugué con él, y continué hasta poner mis dos manos entre mis muslos, tal y como le gusta a mi novio, le excita cuando me acaricio la parte interna de mis muslos, le encanta ver como mis blancas uñas destacan sobre mi piel morenita. Rocé mi pubis como si fuera la mano de Roberto la que estuviera allí, apenas una tirilla de pelos rodeaban mi chochito, a Roberto le encanta acariciar mi pubis y mis pelitos recortados, uno de mis dedos se introdujo entre mis labios vaginales, como si fuera una polla que quiere jugar a colarse, el dedo se introdujo algo más, podía notar como mis flujos bañaban mis dedos, el agua seguía cayendo sobre mí y mi excitación iba en aumento. Este juego masturbatorio suelo practicarlo delante de Roberto y quería que estuviera delante de mí para verlo excitado y meneando su polla desesperadamente, cerré los ojos, imaginaba que mi chico se metía en la bañera conmigo y que eran sus dedos los que jugaban con mi piel, en pocos segundos mi cuerpo se estremeció y tuve un orgasmo intenso, me puse en cuclillas y seguí rozando mi clítoris hasta que un apagado gemido me dejó tumbada en la bañera con las piernas abiertas, el agua chocando contra mi pecho y dos de mis dedos introducidos en mi mojada cuevita...
Me recompuse, terminé de ducharme y salí a la habitación. Entre mi madre y yo decidimos que ropa ponernos y como siempre buscamos algo elegante pero sexy a la vez. Yo me embutí en uno de los vestitidos ajustados nuevos, muy cortito de tirantes, mi madre hizo lo mismo y nos fuimos a la conferencia, yo por cierto con un calentón de campeonato, pues la ducha me había sentado muy bien, pero me hubiera gustado jugar con una polla de verdad.
Al llegar al salón de conferencias casi todo el mundo estaba sentado y solo encontramos sitio en la última fila. Todos nos observaban mientras tomábamos asiento, sobretodo los hombres, yo me sentía muy bien por ser admirada por todos. Mi madre y yo nos acomodamos y nos preparamos para el discurso de bienvenida.
Cuando había transcurrido un buen rato me dí cuenta que alguien no me quitaba ojo de encima, desvié la mirada hacia mi izquierda y dos filas más adelante había un chico muy guapo que me sonreía. Me sentí un poco turbada por su descaro y miré hacia otro lado. Pasado un buen rato volví a mirar y ahí estaba de nuevo, en la misma posición y recorriendo mi anatomía, mi cara, mis tetas, mis piernas cruzadas... Seguí disimulando como si no me hubiera dado cuenta y continué atenta a la conferencia. Otra mirada de reojo a mi observador y pude percatarme de que esta vez me estaba fotografíando con su cámara reflex de gran objetivo, ¡que canalla!, me dieron ganas de levantarme y decirle que coño hacía, pero preferí hacerme la desentendida, además me estaba gustando el hecho de que me tuviera en su objetivo y que no dejara de tirarme fotos entre el público.
La conferencia por ese día había finalizado. Mi madre y yo nos acercamos hasta el estrado y conversamos un rato con mi padre, pero cuando volví la cabeza una de las veces, ahí estaba el tío de nuevo con su cámara señalando mi culo y mis piernas. Desde luego se estaba dejando un carrete conmigo. Aquella sensación que yo sentía era extraña pero me hacía sentirme bien, me gustaba que le gustara. Esta vez le sostuve la mirada más tiempo y aproveché para observarle yo: Era un chico muy guapo, pelo negro, ojos penetrantes, joven, de mi edad, vestido con una americana, sin corbata y unos vaqueros de marca. Por mi cabeza volvió a pasarse la idea de acercarme a él y preguntarle que demonios hacía, pero por otro lado estaba cachonda, no sabía muy bien si por la conversación con mi novio de hacía un rato o de verme reflejada en la camara de aquel desconocido.
Un poco más tarde nos fuimos a comer a un restaurante cercano y perdí de vista a mi voyeur. Luego fuimos paseando por una gran avenida cercana al hotel y antes de llegar nos sentamos en un banco los tres, pues mi padre se puso a hablar por su teléfono móvil. Yo conversaba con mi madre cuando algo me hizo desviar la mirada para darme cuenta de que aquel muchacho nos había seguido. Estaba a unos 20 metros de nosotros y continuaba apuntándome con su cámara y fotografiándome sin parar. En un principio me asusté un poco y llegué a pensar que se trataba de algún loco o algo parecido, incluso estuve a punto de comentárselo a mi madre pero después pensé que no tenía la mayor importancia. Volvimos al hotel y la cosa se quedó ahí.
Al día siguiente volvimos a la conferencia y como me esperaba aquel chico también estaba allí con su cámara. A diferencia del día anterior, esta vez yo no enseñaba mis piernas , pero si llevaba un pantalón blanco ajustado que permitía mostrar mis curvas, un top de tirantes ceñido que remarcaba mis tetas y que enseñaba mi ombliguito.
Ese chico y su objetivo no dejaban de apuntarme, no parecía importarle demasiado la conferencia, en cambio yo parecía ser de todo su interés y debía estar sacándome con su cámara unos buenos planos de mi cara, mis ojos, mis labios, mis tetas, mi cintura, mis muslos... Volvía a sentirme rara, entre nerviosa y caliente por aquella situación. Yo instintivamente hacía movimientos sensuales, como queriendo posar ante aquel desconocido fotógrafo.
En un momento dado yo salí al baño y cuando regresaba a la sala aquel tío me esperaba en el hall, parecía que no se despegaba de mí ni un momento. Me armé de valor, me dirigí a él y le pregunté con cara de enfado:
¡Eh tío! ¿qué haces?
Se quedó un poco cortado por mi actitud, pero luego me sonrió.
Perdóname, no quería molestarte.
Pero ¿qué haces con la cámara? No dejas de hacerme fotos, ¿eres un obseso o algo así?
Volvió a sonreirme, su cara era linda, sus ojos brillaban.
No por Dios, siento que te moleste o que te sientas acosada por mi actitud, no era mi intención te lo juro.
¿Entonces?
Verás, soy estudiante de arte y acabo de ver la obra más impresionante de toda mi vida.
¿cómo?
Si, te he visto y eres la obra humana jamás construida.
Me quedé perpleja por su frase, que a pesar de ser una respuesta poco creíble, me pareció hermosa y una buena táctica para ligarme. Simplemente le sonreí a modo de agradecimiento.
Cuando sonríes eres aún más hermosa.
Pero, ¿no hay más mujeres aquí para fijarte solo en mi?
Si, hay muchas y muy bellas, pero ninguna como tú. Si fueras una flor serías la única frente al resto ya que las demás se marchitarían ante tí.
De nuevo otra de sus ocurrentes frases, quizás me sorprendía a mi misma pero sin conocerle de nada y tras una serie de bonitas frases por su parte, varios piropos y halagos hacia mí, acepté su invitación para tomar una Cocacola. Volví a notar como mis pezones se endurecían y como mi piel se excitaba con esa situación, me gustaba ponerle cachondo y que yo estuviera tan cachonda también.
Nos sentamos en una de las mesas de la cafetería y le pregunté:
Pero ¿cuántas fotos me has hecho?
No sé, 100 o por ahí.
¿Cómo?
Si, más o menos.
¿Y desde cuando me sigues?
Desde que llegaste.
¿Desde el primer día?
Si, cuando llegaste al aeropuerto yo estaba haciendo fotos a unos carteles de un pintor muy conocido aquí y cuando te ví me quedé hipnotizado.
Bueno, no será para tanto.
Te lo juro, creí morir.
Jajajaja, creo que lo que quieres es ligarme.
Ojalá fuera así, verás soy muy tímido con las chicas, nunca he actuado así, es la primera vez, pero tu belleza me ha cautivado hasta el límite de no pensar en otra cosa, sueño contigo, no te borro de mi mente, por eso te fotografío, no quisiera que desaparecieras de mi mente y te conservaré siempre en mis fotos.
Si, pero deberías haberme pedido permiso, ¿sabes que hay un derecho a la intimidad?
Lo sé y en ningún momento he querido molestarte, si quieres te doy todos los carretes y no me volverás a ver.
No, si no me importa, en el fondo me gusta ser admirada, lo que ocurre es que nunca me habían perseguido con una cámara. ¿por qué te fijaste en mi?
No sé, surgió de repente, te ví y aunque te rías, me enamoré.
Jajajaja.
Es cierto, nada más verte me quedé prendado.
Desde luego aquel chico aparte de ser muy guapo y de estar muy bueno, sabía tratar a una mujer y decirle cosas que a una le gusta oir, todo un caballero (los latinos son únicos). Me le imaginaba desnudo con un cuerpo maravilloso, observándome mientras me duchaba y masturbándose viendo como lo hacía yo.
- Pero ¿habrás visto más mujeres como yo?
No, jamás.
¿Qué tengo yo de especial?
Todo, creo que eres un angel. Nunca había visto tanta hermosura junta.
Que tonto eres, jajajaja.
La conversación con aquel chico era muy agradable, ya que a pesar de que me hubiera sentido acosada por su persecución, en el fondo me trataba con dulzura, me respetaba, me admiraba y eso a mi me encantaba, me hacía sentirme bien.
De verdad, nunca he visto una chica con esos ojos verdes tan penetrantes, tu pelo y tu piel morena, tus labios, tu cuerpo, tus piernas, todo, todo, todo....
A una le gusta oir cosas de esas ¿no?. Le dejé que siguiera piropeándome y desde luego lo hacía muy bien, al menos no era vulgar, tosco u obsceno, era todo un romántico en el arte del piropeo, aunque sus intenciones fueran intentar llevarme a la cama.
Seguimos con aquella amena conversación, fuimos contándonos cosas el uno del otro, reíamos y me sentía muy bien junto a él. En ningún momento me acordé de mi novio, estaba tan a gusto así, con un admirador, con alguien que te desea, con alguien que te ama con las palabras, con las miradas...
Nos enfrascamos en una conversación muy agradable y amena como si nos conociéramos de toda la vida, yo la verdad me sentía muy bien con él, era un chico muy atractivo, yo estaba algo cachonda y encima no dejaba de admirarme y de regalarme sus miradas y sus lindas frases.
Tenerte aquí, tan cerca de mi, es todo un regalo...
Eres muy galante, desde luego sabes tratar a una mujer, seguro que tu novia está loca contigo.
¿Mi novia? Lo hemos dejado hace unas semanas...
Lo siento, bueno, ni siquiera sé tu nombre.
Me puedes llamar Nano. ¿Y tu?
Lydia.
Ohhh, que precioso nombre para una preciosa mujer.
Le dije que tenía que volver a la sala ya que mi madre podía estar preocupada por mi ausencia, nos dimos la mano muy cordialmente y el me apretó suavemente la mano como no queriéndome soltar, despues nuestros dedos se fueron rozando hasta separarnos, los dos nos gustábamos mutuamente, era más que evidente. Avancé unos pasos y él me llamó de nuevo:
¡Lydia!
Giré la cabeza y ahí estaba con su preciosa sonrisa.
¿qué?
¿podría invitarte a cenar esta noche?
Ehhh.mmm.. no sé...
Por favor...
No te conozco de nada...
Prometo ser un caballero y llevaré las fotos... tus fotos.
No sé, llámame al hotel ¿vale? Habitación 348.
Así nos despedimos, que situación más rara, no conocía de nada a ese chico y en cambio le deseaba con ganas, no entendía muy bien mi comportamiento, quizás el hecho de estar lejos de mi país, de mi novio, no sé, me gustaba, le gustaba, que importaba lo demás...
Durante toda la tarde no pude de quitarme de la cabeza a aquel chico, había conseguido atraerme al igual que yo a él, nunca me había sentido tan desconcertada.
A las 8 en punto sonó el teléfono en nuestra habitación, mi madre atendió la llamada.
Es para ti cariño. - me dijo pasándome el teléfono.
Me sonrió y yo le sonreí a ella, no sé por qué pero mi madre me conoce mejor que nadie, sabía que algo había pasado en mi ausencia de la sala de conferencias.
Naturalmente era él, hablamos durante un rato y curiosamente tan solo de oir sus lindas frases mi cuerpo se puso caliente de nuevo, mi coñito empezaba a mojarse y casi sin hacerme de rogar acepté su invitación a cenar, intuía que aquello iba a acabar en algo más.
Mamá, me han invitado a cenar.
Pero cariño, ¿quién es? ¿le conoces?
Si, bueno.... No.
Pero hija.
Ya mamá, sé que es una locura, ¿la harías tu si sintieras una gran curiosidad por alguien?
Mi madre no contestó, solo sonrió, siempre nos hemos entendido muy bien y en el fondo somos muy parecidas.
¿Y tu padre?
Ehh... dile que he quedado con la hija de Ramos. (es uno de los médicos que siempre nos acompaña en las conferencias y que tiene una hija de mi edad)
Me volvió a sonreir y me guiñó un ojo.
No sabía que ropa ponerme, pero seguro que con cualquier cosa iba a agradar a mi admirador, al final me decidí por un vestido de tirantes con escote, color negro y largo hasta los pies, unos zapatos de tacón y me recogí el pelo en un moño desenfadado.
Al bajar al hall del hotel me estaba esperando. Vestía un traje color kaki, de corte italiano, sin corbata y un ramo de flores amarillas (mis preferidas) en una mano.
Estas divina - me dijo al verme.
Gracias.
Nos dirigimos al coche, me abrió la puerta galantemente y nos dirigimos al restaurante. Era un sitio muy bonito y romántico, velas en las mesas, orquesta de cuerda, camareros siempre atentos, en fin, toda una cena romántica a la que nunca me había llevado Roberto en España.
La velada fue muy agradable y la conversación también, él era siempre muy atento conmigo, que nunca me faltara nada y siempre con sus ocurrentes y lindas frases hacia mi.
Tras la cena fuimos a un agradable pub donde también se podía bailar, al principio nos sentamos tomando una copa escuchando la música y observando al resto de las parejas como bailaban. De vez en cuando le miraba de reojo y notaba como no me quitaba ojo de encima, sin duda le gustaba , pero él también a mi y mucho. Me sonrió:
¿Quieres bailar?
Me apetecía mucho bailar con él, abrazarle, sentirle pegado a mi. Sin duda todo aquello era una locura, yo no le conocía de nada o de casi nada y además tenía a mi novio, pero... que importaba todo, en ese momento la locura se había adueñado de mi y me sentía cada vez más excitada.
Se levantó, me tendió su mano, sentí que también ardía, sin duda estaba tan cachondo como yo, pero ambos disimulábamos y asi nos dirigimos a la pista de baile. Yo apoyé mis manos sobre sus hombros y él me tomó por la cintura, me gustaba muchísimo sentir sus poderosas manos agarrándome y como sus dedos jugaban con la tela de mi vestido, al principio estabamos ligeramente separados pero la canción invitaba a apretarse y así ocurrió, nuestros cuerpos se pegaron más, mi cabeza se juntó a la suya, mi pecho a su pecho, mis muslos se introdujeron entre los suyos y sentí su calor, sentí todo su maravilloso cuerpo contra el mío. Sentí su olor y me embriagaba, una colonia fresca se mezclaba con el aroma de su piel, algo elegante y salvaje a la vez, notaba su aliento en mi pelo y un abultamiento entre mis piernas. Deseaba que la polla que tenía entre mis piernas estuviesa más dura y dentro de mi...
Soy muy feliz ¿sabes? - me dijo.
¿por qué?
Por estar así, a tu lado, pegado a ti, no hay nada mejor que esto, nunca me había sentido tan bien como ahora.
Yo también me siento muy bien contigo.
Después de aquel agradable baile y muy educadamente decidió acompañarme hasta el hotel pero por el camino le pregunté:
¿Y las fotos?. No me las has enseñado.
Si, lo sé, están en mi apartamento, si quieres vamos a verlas, pero no quiero que te sientas incómoda o creas que es una encerrona, te las enseñaré mañana si lo deseas.
Aquella sinceridad y su amabilidad me hicieron sentirme segura a su lado:
No, no me importa ir a tu apartamento. Se que vas a ser un chico bueno.
Yo no estaba muy segura de que lo fuera a ser, pero casi prefería que fuera un chico malo, estaba bastante caliente con esa situación.
Llegamos a su apartamento, una gran estancia que era el salón y dos puertas, una era el baño y otra debía ser su habitación.
Puso algo de música, me sirvió una copa y me invitó a sentarme en el sofá, se metió en su cuarto y salió con una gran carpeta, se sentó a mi lado y comenzamos a ver las fotos.
Me quedé petrificada, casi todas las fotos estaban ampliadas a gran tamaño y ahí estaba yo en todas ellas, mi cara desde un plano corto, mis labios ampliados a tamaño real, mis piernas, mis pechos, mi cintura, mi pelo, mis ojos, mi abultado coñito en los ajustados pantalones, todo mi cuerpo desde distintos ángulos, distintas tomas y por cierto fotos muy bien hechas.
¿te gustan?
Si, mucho, son muy buenas.
Me alegro, pero contigo las fotos se hacen solas, tienes un magnetismo que las hace más bonitas.
Gracias, eres muy amable.
De pronto se acercó a mi y posó sus labios en los míos, yo no rechacé aquel beso pues me gustó y me sentía muy bien a su lado.
Hubo un silencio.
- ¿Me permitirías que te hiciera alguna más?
¿cómo? ¿ahora?
Si, así como estas , ¿quieres?
No sé, bueno, como quieras.
Fue a por su cámara, la colocó en un trípode, puso unos focos de fotografía en distintos puntos y comenzó a ordenarme como debía posar. Yo nunca había posado para nadie, a no ser fotos normales y familiares, pero en ese momento me sentía como una top model.
Mójate los labios.
Deseaba que fuera él quien me mojara los labios, sentir su lengua dibujando el contorno de mi boca, jugar con nuestras lenguas...Yo sonreía, me tumbaba en el sofá, o me ponía de rodillas, me agarraba el pelo, o arqueaba la espalda, tal y como él me iba pidiendo, desde fotos tipo retrato algo serias, para pasar a tomas mucho más sexys. Una foto agarrándome el pelo, arqueando la espalda, las piernas ligeramente abiertas, lo que hacía ascender mi pecho que quería salirse de mi ropa, otra subiendo ligeramente el vestido y mostrando algo más de mi anatomía, otra de espaldas con los tirantes del vestido medio caídos sobre mis brazos...
Acabó el carrete y se quedó mirándome fijamente.
¿qué ocurre? - le pregunté.
No, nada...
Venga, dímelo.
No, no quiero que te molestes.
Pero ¿qué pasa?
No, estaba pensando en si te importaría posar desnuda.
Pero, ¿qué dices? ¿estas loco?
Me levanté muy enfadada y dispuesta a marcharme. En realidad no estaba enfadada, lo que estaba era como una moto y con unas palpitaciones que me hacían estar más cachonda que nunca...
Por favor no te enfades, no quería molestarte. No es lo que piensas, solo son fotos, recueras que es mi trabajo, solo es arte.
Yo no estaba muy segura si aquello que decía era verdad, el caso es que el juego que me proponía parecía ir muy lejos y aunque no me atrevía, me excitaba muchísimo su proposición, lo cierto es que nunca me había hecho ninguna foto desnuda y eso me asustaba. Él seguía comportándose como todo un caballero:
Olvidalo, pero por favor, no te enfades conmigo.
No, si ya sé que no lo haces con malas intenciones, pero me siento rara, me da mucha vergüenza, no sé, soy algo tímida.
Oye, que esas fotos solo quedarían entre tú y yo, no las voy a vender a Play Boy o algo así ¿eh?, además hago el revelado yo mismo, pero nada, no te apures, caso cerrado y punto.
La cosa quedó ahí por el momento, tomamos otra copa, bailamos un rato sobre la alfombra y conversamos tranquilamente como si nos conociéramos de toda la vida. De mi cabeza no se apartaba su proposición de fotografiarme en pelotas.
Esta bien. - le dije.
Esta bien ¿qué?
Que posaré desnuda para ti.
No, no quisiera forzarte a algo que no deseas.
Si, lo deseo, la idea me atrae muchísimo. Se que harás un buen trabajo.
¿Estas segura?
Si, lo estoy.
No sé muy bien si debido a mi calentura o al alcohol, pero quería hacerlo, deseaba desnudarme ante él, pero más que para ser fotografíada, lo que deseaba es que me viera desnuda, provocarle, excitarle, sabía cuanto le gustaba y eso me producía un morbo y un gusto terribles.
Bien, ponte cómoda, cuando te hayas quitado la ropa me avisas, estaré en mi habitación preparando la cámara ¿vale?
Esta bien.
Me despojé de mi vestido, me saqué el sostén y las braguitas y volví a tumbarme en el sofá completamente desnuda, pero me tapé con dos cojines hasta que él llegara.
Colocó su cámara de nuevo en el trípode, encendió los focos y me observó durante un rato, mientras yo permanecía tumbada tras los cojines, uno tapaba mi pecho y otro mi sexo.
Estas preciosa, así, puedo ver mucho más de tu cuerpo de lo que hubiera imaginado, eres muy hermosa y te agradezco que me hagas tan feliz.
¿Has hecho fotos de desnudos alguna vez?
No nunca, contigo es la primera vez, espero que me salga bien.
Estoy segura...
Hubo un silencio.
Cuando quieras. - me dijo.
No sé si estoy preparada...
Si quieres lo dejamos. No quiero que te incomode la situación.
Es que, desnudarme así ante ti, me da corte...
Pero es algo natural ¿no?
Ya, pero tú estas vestido...
¿Quieres que me desnude yo?
Un silencio. Le observé detenidamente y le imagine desnudándose ante mi:
No sé, por lo menos así estaríamos en las mismas condiciones...-contesté.
No hubo que pedírselo dos veces, se puso frente a mi y se fue desabotonando la camisa, aquello era una locura y por un momento me dieron ganas de salir corriendo de allí.
Su pecho era fuerte, sus brazos también, me sonreía mientras se quitaba los zapatos, luego se soltó el cinturón, se bajó los pantalones y despues su última prenda, quedándose completamente desnudo ante mis ojos. Era mucho más guapo todavía de lo que había imaginado y su cuerpo era precioso, estaba buenísimo y yo muy cachonda. Mis ojos se dirigieron a su polla que aunque no estaba en erección parecía empezar a tomar un volumen mayor de lo habitual. Me encantaba, tenía una polla preciosa. Yo notaba los latidos del corazón entre mis piernas y como aumentaba el tamaño de mis pezones.
¿Qué tal así? ¿Te sientes más cómoda?
Creo que si.
Me despojé del primero de los cojines que tapaba mis tetas y observé su reacción. Se quedó mirándome fijamente. Su polla empezó a crecer hasta ponerse casi en erección, algo que a él le incomodaba, pues no era algo que podía controlar. A mi aquello me producía un gusto mayúsculo, me sentía cachonda por la situación. Me despojé del segundo cojín y se quedó observándome durante un rato. Su polla se puso como una piedra:
Estás buenísima, Dios mio eres un sueño hecho realidad.
Te veo un poco apurado, jajajaja.
Me encantaba verle desnudo con aquella terrible erección y que me viera desnuda, al fin y al cabo era su musa ¿no?
Túmbate de costado y agárrate el pelo - me iba ordenando.
Cuanto más le observaba más me gustaba y deseaba que se acercara a mi y me besara, me acariciara, me follara... pero ninguno de los dos dábamos ese crucial paso.
Fue tomándome toda clase de fotos, desde arriba, desde abajo, colocándome de rodillas, tumbada, sentada, para pasar a fotos más sexys, acariciando mis pezones, abriendo ligeramente las piernas, desde atrás acariciándome el sexo. Era impresionante su control sobre sí mismo y que no se hubiera tirado sobre mi.
Otra de sus ocurrencias fue embadurnarme con miel para sacar más fotos eróticas, primero me esparcí la miel yo misma pero luego él me ayudó a hacerlo por las piernas, al notar sus caricias no pude evitar soltar un gemido, después siguió extendiéndome la miel por los hombros, por la espalda, por el culo, por mis brazos, hasta que le llegó el turno a mis pechos, sus dedos tropezaban una y otra vez como mis erectos pezones, aquello me volvía loca, luego su mano siguió por mi cintura y extendió la miel entre mis muslos sin llegar a tocar mi sexo, yo deseaba tenerle encima mío y sentir su polla dentro de mi, pero no acababa de decidirse, yo estaba a punto de agarrarle y animarle a dar ese paso, sin embargo ese juego prohibido, morboso y excitante hacían que la situación fuera más cachonda todavía. Cualquier hombre no hubiera podido aguantar tanto y eso le hacía mucho más deseable. Su polla no disminuía de tamaño y su glande estaba brillante por las primeras gotas que salían de él. El ultimo carrete se acabó y la sesión fotográfica tambien.
Y ahora ¿qué hacemos? - pregunté toda insinuante.
Será mejor que te duches, ya que estas llena de miel.
Él se comportaba muy profesionalmente pero yo deseaba tenerle encima de mi, quería ser follada por él, mi calentura era superior a mi y deseaba que me penetrara con su hermosa polla, normalmente estas cosas ocurren al revés y soy yo la que se resiste, pero esta vez él me hacía sentirme como una loca.
Está bien me ducharé, ¿me ayudarás a quitarme este pringue?
Claro, será un placer.
Nos metimos los dos en la pequeña ducha y el agua recorría nuestros cuerpos desnudos, él me iba ayudando a quitarme la miel de mi piel, sus manos se deslizaban por mi espalda lentamente, lo hacía con parsimonia deteniéndose en cada centímetro de mi piel, por mis hombros, me acariciaba los pechos tras de mi, notaba su polla rozando en mi culito, me tocaba los muslos, pero nunca tocaba mi conchita, lo debía tener guardado para una mejor ocasión, yo en cambio no pude aguantar más y le pedí a gritos:
Nano, por favor, fóllame, no aguanto más.
Él sonrió me giró colocándome frente a él, nuestros cuerpos se juntaron y nos fundimos en un apasionado beso, nunca había sentido tantas ganas de comerme a alguien. Me tomó en brazos y me llevó hasta su habitación, me tumbó sobre la cama y se quedó observándome mientras yo abría las piernas dispuesta a que se lanzara sobre mí, pero nada más lejos de mi intención, se tumbó junto a mi y con uno de sus dedos empezó a recorrer mi anatomía como dibujando una linea sobre mi cuerpo, por mi cuello, por mis hombros, rodeaba mis pezones, bajaba por mi cintura y luego llegaba a mi pubis pero no llegaba a rozar mis pelitos, le tomé de una mano y le ayudé a que bajara más, pero él en cambio la retiró y siguió por mis muslos mientras me sonreía con una mueca burlona, sabiendo lo que me estaba haciendo sufrir.
A continuación fue su lengua la que comenzó a recorrer mi cuerpo desnudo, primero mi cuello, mis orejas, mi frente, mis ojos, mis labios, mi barbilla, mi cuello de nuevo, mi pecho, pero sus labios no llegaban a rozar el pezón, aún así yo sentía un gusto terrible, estaba mojadísima, estaba lubricando más de lo normal, pues en otra situación ya estaríamos follando hace rato, sin embargo él quería recrearse con ese momento y quería darme un gusto fuera de lo normal, cosa que estaba consiguiendo... sus labios y su lengua recorrían mis caderas, la parte externa de mis muslos hasta llegar a mis pies, después continuó por la parte interna de mis muslos mientras yo estaba bien abierta de piernas, su lengua y sus labios dibujaban mis muslos, hasta rozar con su nariz mi pubis, entoces su lengua recorrió mis ingles, yo me giraba con la intención de que me chupara el clítoris, que me comiera entera, pero él disfrutaba alargando mi gusto y haciéndome rabiar. Sus labios rozaron mis ingles de nuevo y esta vez se acercó más a mi sexo hasta llegar a notar su aliento, su lengua dio una pequeña lamida sobre mis labios interiores y succionó ligeramente mi clítoris. Apoyó su barbilla en mi monte de venus, me sonrió y me miró a los ojos:
Lydia, tienes el coño más lindo del mundo.
Después siguió chupándome lentamente abarcando por entero mis partes más íntimas, con sus labios recorría mis labios vaginales y con su lengua rozaba una y otra vez mi abultado clítoris.
Yo no aguantaba más.Le volví a pedir a gritos:
Fóllame, fóllame, te lo suplico...
El volvió a sonreírme y esta vez se agarró la polla y empezó a jugar con ella y mis muslos, volvía a dibujar sobre mi, desde la rodilla hasta mi sexo pero casi sin rozarle, entonces le agarré yo misma su miembro y tiré de él hasta acercarlo a mi húmedo chochito, al sentir el roce de su glande no pude reprimir un jadeo y a continuación un orgasmo me invadió sin haberme penetrado, había conseguido correrme con solo sus caricias, era todo un artista en el arte de dar gusto.
ayyy cabrón que gusto me das, que gusto, que gusto, que bien....
Cerré los ojos para sentir con toda la intensidad aquel orgasmo.
Esta vez fui yo la que tomé las riendas de la situación, le empujé con violencia sobre la cama me puse en cuclillas sobre él y de un solo golpe me introduje toda su polla dentro de mi coño hasta sentirlo por completo dentro de mi, fue casi como si le violara, notaba como la dureza de su miembro desgarraba mi interior, como si fuera una explosión, le acaricié los huevos y le besé con ganas comenzándo a botar sobre él como una posesa, otro orgasmo me llegó a la primera embestida, comencé a subir y a bajar sobre su polla más lentamente, sintiendo como nuestros cuerpos se fundían una y otra vez, mientras mis tetas bailaban a cada movimiento el me agarraba los pezones y aquello producía un gusto intenso en mi excitado cuerpo. Segui, seguí y seguí follándomelo tal y como había deseado, volví a tener un tercer orgasmo, era un polvo magnífico y él había conseguido hacerme muy feliz y muy cachonda a la vez.
Noté que él se iba a correr y entonces me retiré sacando su humeante polla de mi agujerito, esta vez iba a ser él el que sufriera. Le tomé por la base de su miembro y empecé a jugar con mi lengua sin llegar a rozar su glande, su erección era impresionante y estaba a punto de caramelo, si me la metía en la boca sin duda se correría enseguida y quise alargarlo todo lo que pude, aunque en realidad lo que deseaba era devorarla.
Unas gotitas salían de su capullo como invitándome a terminar la faena, primero rocé con mis dientes todo su glande y de un golpe me metí aquella tranca en la boca, apreté mis labios fuertemente y comencé a subir y a bajar por toda su longitud, su orgasmo estaba cerca y cuando la tenía metida casi hasta la garganta su explosión fue inmediata, todo su semen entró de golpe y no pude más que tragarme su leche o me ahogaba o tragaba pero lo hacía con gusto, seguí lamiéndole hasta dejarle bien limpito, saque su aparato de mi boca y le sonreí.
Gracias.
No, gracias a ti, nunca olvidaré esto.
Me apoyé sobre él y permanecimos abrazados en silencio. Despues nos duchamos de nuevo juntitos, jugamos con nuestras lenguas y nuestros sexos, volvimos a follar bajo el agua y nos secamos lentamente guardando el recuerdo de aquella emocionante velada.
Me vestí, se vistió, me acompañó hasta mi hotel y en el coche apenas hablamos, solo recordábamos el buen momento que habíamos pasado juntos, sabíamos que aquello se iba a quedar así, pero fue inolvidable.
Al llegar al hotel nos dimos un largo beso y le pregunté:
¿Qué harás con las fotos?
Las guardaré solo para mí y las veré cada mañana al levantarme.
Lo he pasado muy bien, has sido estupendo, eres todo un amante, todo lo que una mujer desea, harás muy feliz a tu mujer algún día.
Ojalá fueras tu...
Puse mi dedo índice sobre sus labios, le guiñé un ojo y me marché. Nunca más le volví a ver. ¿existió de verdad o fue un sueño?....

Lydia FOTOS

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