Mi Hermana y Yo - 1ª Parte
He de decir que el primer contacto sexual que tuve con mi hermana no fue intencional, simplemente se dio, de manera instintiva –aunque no me lo crean- y ya después, los otros, sí se dieron con toda la intención que un adolescente puede sentir a esa edad.
Si mal no recuerdo, cuando tuve ese primer contacto sexual con mi hermana menor, ella tendría como 11 años y yo 17. Todo empezó cuando estábamos los dos solos en casa, jugando “Cuadro”. Es una cuadrícula de nueve cuadrados que se dibujan en el suelo. El juego consiste en avanzar una bola hecha de papel higiénico, mojado, a cada uno de los cuadrados; uno tiene que avanzar con un solo pie, recogiendo el papel sin dejar caer al suelo el otro pie, para arrojar la bola de papel al otro cuadrado y así hasta salir de la cuadrícula, terminando con los nueve cuadrados. Si uno llega a pisar una raya que delimita los cuadrados, pierde y sigue el turno para el otro jugador.
¿Por qué afirmo que el contacto sexual se dio de manera instintiva? Por lo siguiente. Cuando iba ya avanzada a la mitad de los cuadrados aproximadamente, me pareció ver que había pisado una raya, por lo que me incorporé del suelo y le dije que ya había perdido. Ella contestó que no, que estuviera muy atento. Entonces, le dije que estaría muy pegado a ella para cerciorarme de que no pisara alguna raya u de hacerlo se lo haría saber de inmediato.
Fue así como me puse atrás de ella, en cuclillas y cuando se agachó a recoger la bola de papel que había arrojado en un cuadro, sus nalgas casi me dieron en mi cara, lo que me pareció sorpresivo, pero interesante. Al avanzar al siguiente cuadro y volverse a incorporar, ya intencionalmente me detuve a observar su trasero. Cómo olvidar aquella imagen: traía un pequeño short de color anaranjado, muy apretado, lo que hacía resaltar sus pequeñas y bien redonditas nalgas. Así, me olvidé de observar sus pies para fijarme solamente en su trasero, lo que originó que empezara a excitarme. Al darme cuenta de ello me dije: ¡Oye, se trata de tu hermana!, pero fue más grande la sensación que tuve que mi razonamiento y no sé cómo, pero me incorporé, y fue muy despacio llevando mi mano a sus nalgas, sin tocarlas, simulando que se las estaba acariciando.
De repente, en una de esas que se incorporó, mi mano llegó a tocarle su trasero, a lo cual yo rápidamente la bajé y mi hermana sólo giró su cabeza para atrás mirándome mi mano. Ahí fue cuando me dije: “Ya se dió cuenta de mis intenciones y no dijo nada”. Este razonamiento fue el me motivó a seguir haciéndolo, pero ahora exactamente en medio de las dos nalgas, simulaba que le acariciaba el ano, subiendo y bajando mi mano buscando que ella al agacharse pudiera ver mi mano muy cerca de sus nalgas. Cuando estaba ya muy excitado, ella me dijo: “ya se va a acabar el papel, hay que ir por más, si quieres yo lo bajo, sólo me ayudas a subirme”. Resulta que el papel mi madre lo guardaba en un recipiente (que no recuerdo cómo era) que se encontraba en un mueble no muy alto, pero mi hermana por su estatura no lo alcanzaba; bien lo podría bajar yo, pero al reflexionar sobre esa petición, me dí cuenta que algo tramaba ella.
Nos dirigimos al interior de la casa y ya en el mueble ella subió sus dos pies en un pequeño escalón del mueble y me dijo: “Ayúdame a que agarre el papel”. Así, la tomé de la cadera y la subí y ahora recuerdo que ella me dijo: “No lo encuentro, no me vayas a soltar”. Lo que hice, entonces, fue subir mi pie a ese pequeño escalón y le pedí que sostuviera sus pies en mi rodilla. En esta posición yo ya tenía su trasero frente a mi cara y al subir mi mirada para ver lo que hacía mi hermana, me percaté que fingía estar buscando, ya que el papel se podía ver desde donde yo estaba. Y así descubrí cuáles eran sus intenciones. Fue así como acerqué mi nariz a su trasero para olerlo, lo cual duraría como un minuto y al darme cuenta que ella no decía nada al presionar mi nariz con su trasero, de repente llevé mis manos a su cadera para ir lentamente bajándole su short hasta dejárselo a la altura de las rodillas y así apreciar su hermosos bikini que llevaba puesto. Era un calzoncito blanco con bolitas azules que al acercar mi nariz a él, mi pene empezó a ponerse muy duro al percibir ese rico olor que despedían su ano.
Ya con el pene parado, le dije a mi hermana que si nos íbamos para la recámara para estar cómodos, a lo que ella me respondió que sí. Ese sí hizo que ya por completo se me parara mi pene. La cargué y la llevé al cuarto. La acosté boca abajo en la cama, y rápidamente le bajé su bikini hasta los tobillos, junto con su short. Créanme, fue una supercalentura al ver sus redonditas nalgas, bien formaditas como si mi hermana a través de ellas me estuviera diciendo: “no esperes más y chúpamelas”. Así, saqué mi lengua para chuparlas; después de un buen rato, ella abrió un poco sus piernas invitándome a que metiera mi lengua en medio de sus dos nalgas.
Les he de decir que lo que más me excitó de ella no fue chuparle su ano, sino ese rico olor que llegué a sentir.
Para nuestra desgracia, en ese momento se oyó un ruido de la puerta y supimos que era mi hermano mayor. Rápidamente le pedí que se subiera el bikini y el short, aclarándole que ese iba a ser nuestro secreto, que nadie lo debería saber.
A partir de ahí se dio una rara pero muy rica serie de contactos sexuales entre mi hermana y yo.
Bueno, hasta aquí lo dejo, no sin antes desear, de manera muy sincera, conocer sus opiniones. Me resultará muy importante saber si esto les parece muy depravado o lo contrario. No sé, lo que ustedes sientan y quieran comentarme. Prometo contestarles.
e-mail : 2005.leonardo@gmail.com
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