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Julia quiere ser Actriz

Era la oportunidad de mi vida. Tenia 23 años, acababa de llegar a Barcelona, y deseaba más que nada en este mundo triunfar como modelo o actriz. Mi físico me ayudaba porque gozaba de unas medidas casi perfectas 85 – 60 - 90, había estudiado Arte, era una chica con estilo, guapa de cara, con mis labios carnosos y mis grandes ojos verdes y una abundante melena morena y rizada.

Uno de los primeros días en los que daba comienzo a mi nueva vida en la capital catalana vi un anuncio que me interesó muchísimo. El anuncio decía:

“IMPORTANTE EMPRESA NACIONAL BUSCA ACTRICES y MODELOS:
Chica joven, de 18 a 25 años, con aspiraciones a artista, para promocionarla como Modelo o Actriz. Se requiere buena presencia. Casting exhaustivo. Interesados, llamar al ... ”.

Y llamé. Y todo me pareció fantástico. Sin embargo, lo que si me llamo la atención era el sueldo: ofrecían un sueldo fijo de 1.200 € al mes, mas el 50 % de la comisión sobre los trabajos a realizar.

Llegue a la empresa de actrices, situada en el centro de Barcelona. Me había citado con una señora llamada Patricia Biela, que fue quien me abrió la puerta. Le calculé que tendría entre 35 y 40 años. Era alta, fuerte, morena vestida en plan ejecutivo con una falda gris oscuro, seguramente de marca, blusa blanca cerrada y unos tacones bastante altos.
Casi enseguida empezamos la entrevista, las dos solas en su despacho. Me hizo muchas preguntas, de las cuales algunas me parecieron fuera de tono, pero soy bastante liberal en ese aspecto. Me preguntó si era virgen (¡¡válgame Dios, virgen yo!!!), si me masturbaba, y no sé qué más cosas, pero todas por ese estilo. Supuse que era así como se las gastaban los entrevistadores, porque claro, para ser actor, lo normal es que no tengas problemas para hablar de este tipo de cosas.. quiero decir que es importante ser desinhibido, ¿no?,

El caso es que todo marchó muy bien. En un momento determinado, una vez acabado el interrogatorio, Patricia me llevó a una especie de salón de plenos, donde dos hombres nos esperaban. Nos presentaron. Se llamaban Juan y Bernardo. El primero era joven, de unos 30 años, y muy interesante para mi gusto... el otro era un gordo con cara de salido y bastante repugnante.

“Bueno, Julia, veamos que tal actriz eres” – me dijo Patricia - “coge este libro, vete al centro de la sala y lee el primer párrafo”.

Me coloqué donde me había indicado y comencé a declamar. Me esmeré todo lo que pude leyendo con atención, me sentía observada... y no es que eso me moleste... lo que no soporto es que me juzgen. Pero en eso consiste mi trabajo a fin de cuentas.
Una vez leído el primer párrafo me callé esperando nuevas ordenes y llegaron, ya lo creo que llegaron...

“Muy bien...” - dijo Bernardo, mesándose la papada – “ahora haz lo mismo, pero sin ropa. A ver si puedes mantener la compostura.”

Mire directamente a Patricia a la cara y me hizo un gesto como diciendo “venga, niña, a qué esperas!?”. No entendía el por qué, pero ansiaba demasiado ese puesto como para andarme con ñoñerias y total, soy actriz. Como era verano, tan solo llevaba un vestido azul celeste y mi tanga. Tengo un pecho pequeño y no necesito sostén y como hacía tanto calor, pues aquella mañana había decidido prescindir de él. Me miraban esperando. Me quité los zapatos, deslicé de mis hombros las tiras del vestido y este cayó al suelo con un sordo susurro, dejando al descubierto mis bien formadas aunque pequeñas tetas, con esa aureola perfecta y con los pezones semi erectos por el frío del aire acondicionado. Di un paso hacia atrás y me agache para recogerlo. Lo coloque en una silla, me volví al centro de la habitación y cogí el libro. Todo esto lo hice sin levantar la vista ni un solo instante, por miedo a encontrarme con la de alguno de ellos.

Pero apenas había acabado de pronunciar la primera frase cuando Patricia me ordenó que parara y, con tono enfadado, me espetó:

“Perdona, Julia, pero creo que te han pedido que te quitaras la ropa y sigo viendo que llevas ese tanga. Deberías escuchar con más atención. Deberías estar desnuda y no lo estas. Si realmente te ves capacitada para este puesto te sugiero que hagas lo que se te pide”.

Eso me puso más nerviosa de que estaba, pero yo quería ese puesto, así que me bajé el tanga hasta las rodillas levantando el pie para que pudiera salir y cogiéndolo con la mano lo tiré a un lado.

Trate de taparme un poco con el libro, pero como tenia que leer y las letras eran demasiado pequeñas ( era una ajada edición del “Don Juan” de Molière ), tuve que acercármelo más a la cara, mostrando mi monte de Venus perfectamente aseado y depilado.

Les miré durante unos instante, lo suficiente como para ver que los dos hombres tenían la mirada clavada en mi sexo, mientras que ella me miraba a la cara con una pequeña sonrisa sádica. Empecé a leer y para los nervios que tenia no lo hice mal...

“Muy bien, Julia... perfecto. Eres muy buena. Ahora siéntate en ese sillón que tienes detrás, por favor” – me ordenó Patricia.

Era un hermoso sofá victoriano. Me senté aprovechando la posición para taparme con el libro.

“ ¿Estás cómoda?...” – yo asentí- , “ Perfecto. Ahora a ver si tienes memoria. Esta es la prueba final, y no es fácil, pero estoy segura que la pasaras. Quiero que dejes el libro y recites el primer párrafo, es muy corto, así que esmérate, porque a cada olvido, te iré diciendo lo que tendrás que hacer a continuación, pero siempre deberás de empezar de nuevo y en posturas y situaciones distintas. Empieza”.

Y empecé. Gracias a mis estudios tenia bastante capacidad de memoria, pero lo cierto es que cuando me pongo nerviosa no doy pie con bola... y fallé.

“Empieza de nuevo... pero antes sube tus pies al borde del sillón y colócalos a cada extremo del mismo”.

Así lo hice, quedando totalmente expuesta a mis entrevistadores. Todo mi sexo abierto a ellos. Mi clítoris, así como más abajo podrían ver mi ano también entreabierto... me lo imaginé y me puse mala. Noté cómo me empezaba a excitar aquella situación, pero traté de no pensar en ello, pues si notaban que me estaba poniendo húmeda, quedaría fatal.

En esa postura tan humillante y, ansiosa por acabar, empecé a recitar de nuevo, pero los nervios me volvieron a traicionar y vi como Juan, al cual se le veía un buen bulto entre los pantalones, sacaba de su bolsa una pequeña cámara de vídeo...

“Vamos a ver...¿tu quieres ser actriz, no es cierto? Pues esto no es mas que una cámara, tranquila que la tendremos apagada, es para ver como actúas con presión”.

Y si solo era una truco...¿para qué me revelaba que estaba apagada!? En fin, que me coloqué una vez mas pero esta vez note como mi sexo estaba demasiado humedecido... tanto que de seguro estaría brillando a causa de los flujos y bajo el efecto de los focos....

Empecé de nuevo mi recital.

Fue Patricia quien cogió la cámara de las manos de Juan. Se acercó a mi. Ella sujetaba la cámara y la arrimaba entre mis piernas y al subir la cámara para sacar mi cara vi como el piloto rojo de grabación estaba encendido y por supuesto pare y me quejé.

“Vamos a ver, Julia, me estoy empezando a cansar... no te preocupes por la cinta porque te la entrego al final si no quedas contratada - me dijo Patricia - ; te toca una complicación más.

Les pidió a Juan y a Bernardo que se acercaran a mi mientras ella se dedicaba a grabarme y a ordenarme que abriera más las piernas. Ellos, sin necesidad de que les dijera nada Patricia, se colocaron de rodillas frente a mi sexo. Yo notaba en mis muslos la respiración de ambos.
Patricia grababa.

“Prosigue con la declamación”.

Me esperaba cualquier cosa, pero empecé. Sin embargo no había acabado la primera frase y ya tenía las manos de los dos hombres en mis muslos, a escasos centímetros de mi sexo abierto y brillando por el flujo de mi excitación. Me callaba unos segundos, expectante, pero enseguida seguía como podía... hasta que note como un par de dedos separaban mis labios inferiores, abriendo así mi cueva vaginal. Me callé. Patricia apartó la vista el objetivo para mirarme directamente y yo continué. Mi puesto de trabajo como actriz estaba en juego y era algo que había deseado desde que era una cría.

De repente, entre los dos dedos, sentí uno más grueso, me imaginé que era el del gordo y noté cómo empezaba a restregar las paredes de mi vagina, metiéndolo cada vez más adentro, y cada vez mas adentro, hasta que note el dedo entero dentro de mi... y Juan acercó su cara a mi clítoris y comenzó a suspirar sobre él.... obligándome a soltar ciertos quejidos, pero aún con todo, logré continuar con mi trabajo. Con la misma mano del dedo que tenia dentro de mí note que otro eo intentaba abrirse paso por mi ano. A mi hasta ese momento jamás me habían sodomizao, por lo que me dio mucha impresión y pegué un pequeño grito... Bernardo, al ver mi reaciión, nmo se lo pensó os veces y, sacando la mano de mi coño, me metió un dedo por el esfínter, sin más complicaciones ante la estrechez de mi culo .
Me dolió muchísimo, grite y pare.

“Chica, aquí acabas de arruinar tus proyectos de cara a ser actriz” – me dijo Patricia -, te puedes vestir y marcharte. Muchas gracias.”


Me puse a llorar... estaba en el medio de la sala desnuda, me sentía humillada, frágil...

“Haré lo que queráis, pero dadme una ultima oportunidad, haré lo que me digáis”.

Se miraron durante unos segundos y entonces Patricia hablo:

“Muy bien, de acuerdo. Prepárate entonces porque te vamos a dar tu última oportunidad. Chicos, desnudaros” , - yo permanecí llorosa en medio de la sala, viendo como de pronto ella se sentaba, se levantaba la falda, se bajaba y se quitaba las bragas..., - “ Quédate de rodillas ante mi y... así, muy bien, Julia, vas aprendiendo... ahora ven hacia mí, quiero ver y oír como recitas cuando tienes un trabajo que hacerme personalmente”.

¡¡¡ Pretendía que le chupara el coño !!! Eso me hizo recordar la forma que tuve, hacía años, de sacar una matrícula de honor en la prueba de declamación de uno de los cursos de mi carrera, con uno de mis profesores...bueno, en realidad fue aquel profesor quien me sometió a sus deseos...justo como en aquellos momentos con aquella mujer.

Sumisa, me fui de rodillas hacia ella. Tenia su coño peludo entreabierto... comenzé a lamerle lentamente mientras Juan cogia la cámara y se ponía a grabarme. Él también estaba desnudo ya. Tenia un cuerpo muy apetecible y un miembro fino pero muy largo y lo tenia en plena erección. Eso me excitó sobremanera. A mi derecha vi al gordo asqueroso con una barriga horrible, llena de pelos y un miembro que a duras penas alcancé a ver, pues casi que solo tenía testículos....

Mi cara estaba pegada al sexo de mi futura jefa, olía a flujo y notaba hasta el calor, saque la lengua, ya no había marcha atrás posible, empecé a lamerme la zona clitorial, me acerque a su túnel y le introduje mi lengua, ella me presiono mas la cabeza hacia su sexo para notar como entraba mas y mas mi adolorida lengua... pero yo sabía que aquello le gustaba y no quise parar aún a pesar el olor...

De repente, Juan le entregó la cámara Bernardo, que se estaba masturbando, y no tarde en notar por detrás como un miembro durísimo trataba de abrirse camino por mi coñito, quizás deseoso de que le hicieran caso... notaba como sus testículos me golpeaban los muslos y las nalgas, su polla estaba ya totalmente dentro de mi... hasta que se produjo una explosión cálida, su semen, que me rebosó todo el coño... y sin embargo, a pesar de los gemidos, yo seguía con mi trabajo.
Noté cómo Juan salía de mi. Me dio pena, porque me hubiera gustado más, y en eso estaba pensando, cuando sentí dos manos en mi cintura y al gordo por detrás de mí...


Ni que decir tiene que acabé firmando el contrato.

Y jamás volví a ver a Juan ni a Bernardo, pero si a mi jefa, quien me hizo participe de innumerables entrevistas, pero eso... eso ya es otra historia... FOTOS

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