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Confesiones

 Hola Cielo:
Te prometí, que te explicaría como fue mi experiencia a "solas", con mi juguetito, (al que por cierto, he bautizado) pero, como anteriormente te había comentado que no lo quería utilizar sin mi marido, creo que sería conveniente empezar desde el principio, desde este martes helado, que amaneció problemático…. Para que comprendas que no fue nada premeditado...
No sé como pasó, pero desde luego yo, y sólo yo, fui la culpable… bueno, últimamente me echan la culpa de todo, o de casi todo, pero de esto si, reconozco que yo, fui la culpable, porque el despertador lo pongo yo. El caso es que el trasto cantó media hora mas tarde, y digo cantó, porque mi despertador no tiene el clásico riiiiiiiinnnnnn de los despertadores, el mío tiene una gallina que cacarea. Bueno… te explico… cuando mi gallina cantó, la cogí como cada día con ganas de apretarle el cuello, pero al mirarla, vi con desconsuelo que apenas tenía tiempo de ducharme, y salir corriendo al trabajo, perdiéndome la acostumbrada sección matinal, que tanto me satisface.
Bueno, ese fue el primer problema, pero no, el último, al llegar al trabajo, me enteré con gran disgusto, que la calefacción no funcionaba. Ya hacía tiempo que teníamos problemas con ella, y estaba programado cambiarla, pero al hacer tantísimo frío, habían decidido que no podíamos pasar tres días, sin calefacción (eso era lo que calculaban los operarios que podrían tardar) por eso lo iban dejando para cuando mejorase el tiempo.
¡¡¡Nueve grados!!! En la calle estábamos a tres grados bajo cero, durante la mañana conseguimos llegar a los tres positivos, pero dentro del supermercado no conseguimos superar los nueve grados… ¡terrible!, en el cuerpo no tenía problemas, soy muy friolera y siempre voy bien abrigada, pero los pies y las manos…ufff ni los sentía, era terrible el frío que hacía.
Pasé la mañana lo mejor que pude, mi amiga, la que tiene la cafetería, me trajo varios cafés, y al final hasta un carajillo de anís que al fin consiguió que mis manos entrasen en calor… pero los pies me dolían, me dolían muchísimo de lo helados que los tenía.
Al fin llegó la hora de salir, convencida de que mis problemas habían acabado, me dispuse a volver a casa, y vaya, estaba visto que no era mi día, estaba cayendo una finísima aguanieve y aunque mojarme no era problema, (siempre tengo un paraguas en el trabajo) caminar si que lo era. Las aceras resbalaban a causa del agua helada, y mis pies, estaban tan doloridos que fallaban, el caso es que di un resbalón y me torcí el tobillo. Llegué hasta casa como pude, y preparé, un recipiente con agua muy caliente, donde meter mi dolorido tobillo, y así estaba cuando llegó mi marido.
Comimos, y cuando él se arreglaba para ir a trabajar, entré en el lavabo a pintarme un poco. Extrañado me preguntó que donde iba, y cuando le dije que a clase, dijo que ni hablar, que con el tobillo así y las calles mojadas yo no salía de casa.
No me hizo mucha gracia, a mi no me gusta faltar a clase, en realidad no me gusta estudiar, soy un poco vaga para eso, pero lo que me explican, con ejemplos, lo asimilo rápidamente, y nunca más lo olvido, es por eso que las charlas de mis profesores son esenciales para mí, y procuro no perderme ninguna. Creo que me estoy enrollando mucho… bueno… el caso es que me quedé en casa, sola, aburrida, puse la tele y daban los mismos tediosos programas de siempre, abrí el Messenger con la esperanza de encontrar a alguien interesante para hablar un rato, pero no, no había nadie, ningún conocido de los que yo llamo "interesantes", y la verdad, no tenía ganas de hablar, por hablar. Si no me hubiese dolido el pié, habría comenzado un zafarrancho de limpieza, ( eso es lo que suelo hacer cuando me aburro) pero el tobillo me dolía, y además seguía haciendo frío y la tarde estaba lluviosa, por lo que decidí meterme en la cama, me puse un pijama azul con un pato Donald delante, muy calentito, es de un tejido térmico, pero dice mi marido, que es la cosa menos sexi que ha visto en su vida, pero como yo le digo, "cuando no se tiene quien te caliente, te has de buscar el calor como sea". Me arrebujé entre las sabanas, y durante una hora más o menos, quedé medio endormiscada, aquella sensación, que no estas dormida del todo, pero que no te puedes mover, quieta, calentita. Pasado ese tiempo, empezó a sobrarme la ropa, me quité el pantalón del pijama, (como ya te he comentado en otras ocasiones, no uso bragas bajo el pijama) y quedé totalmente desnuda de cintura para abajo, sentí las ingles humedecidas, y pasé la mano, con curiosidad, pensando que podría haberme bajado la menstruación (aunque no me tocaba) pero no, no lo era, mi mano estaba húmeda, pero limpia, la acerqué a la nariz, ummmmm, me encanta mi olor, me excita….Vaya, pensé, seguramente estuve más dormida de lo que yo creía, debí tener un sueño erótico, porque si no, no se entendía tanta humedad..
Empecé a acariciar el clítoris, despacito, como a mi me gusta, se había puesto muy duro y sensible, no resistía las fuertes sensaciones, por lo que tuve que dedicarme al monte de Venus, allí apretando en círculos, sentía un cosquilleo delicioso, al mismo tiempo introducía dos dedos en la vagina, estaba muy mojada, y producían un sonido de chapoteo al entrar y salir repetidamente, cada vez más rápido y los fluidos ya corrían por mis muslos. No era cosa de mojar todas las sábanas, en mi mesita de noche, junto con los pañuelos, siempre guardo un paquete de pañuelos de papel, (a veces son muy prácticos) y abrí el cajón para coger uno. Al levantar el paquete, justo debajo, la vi, no es que no supiese que estaba, ¡claro que lo sabía! La usamos muy a menudo, pero la verdad, sinceramente, la idea no era usarla en ese momento. La cogí entre mis dedos y pensé, ¡Que diablos! estaba caliente, muy caliente, necesitaba urgentemente una polla, y esta, aunque no fuese de verdad, estaba disponible.
La puse en marcha y la pasé por mi cuello, por debajo de la oreja, la vibración bajaba por mi pecho, me gustaba esa sensación electrizante, en este punto del cuello no la había probado y era fantástico, debe haber alguna terminación nerviosa que trasmite corrientes eléctricas a todo el cuerpo. Mis pezones cada vez estaban más duros, me molestaba la camiseta del pijama y me la quité, la cama ya estaba lo suficiente cálida para que no notase la diferencia de temperatura, pero la suavidad de las sabanas era como una caricia en mi espalda, me estiraba y retorcía como una gata mimosa, mientras "Nicanor" seguía acariciando mi piel, mi cuello, pezones, ombligo, se acercó peligrosamente a la entrada de mi cueva, entreteniéndose el monte de Venus, un escalofrío recorría mi columna, mis glúteos se arqueaban, sentía que llegaba, estaba allí, a la puerta, y necesitaba ahora, ya mismo, sentirme llena, ocupada totalmente, puse la punta en la entrada, solo en la entrada, tocando suavemente… El vibroteo me obligaba a arquear más las caderas, intentando ir en su busca, mi sexo empezó a latir moviéndose como una boca hambrienta…. Y entonces apreté….lo introduje hasta el fondo, y las contracciones de mis paredes vaginales, se confundían con la vibrante sensación que "Nicanor" me producía.
Quedé sin fuerzas, el aparato dentro y raramente, no lo expulsaba como si lo estuviese abrazando, y así me quedé dormida.
Me desperté a las ocho, sudada, como si hubiese tenido la más loca sección de sexo, y a las nueve llegaba mi marido, me levanté, me duché y preparé la cena. Por cierto…. el tobillo ya no me dolía, no se si fue el reposo, o la excitación, pero ya no cojeaba. Tendré que probarlo de nuevo, porque vamos….si el vibrador es terapéutico…. ¿No deberíamos usarlo mas a menudo?

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