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Demasiado Timida para Oponerme - 13ª Parte

Entré al confesionario como una tromba:
“¡Ay, padre, me agarró un hombretón con una tremenda tranca y me hizo de goma!” Del otro lado escuché un gemido ahogado, y supe que el que estaba era mi confesor. El siempre gime cuando yo me confieso.
“¿Qué te ha ocurrido esta vez, hija mía...” Y entonces le conté:
Resulta que cuando se fue Armando, mi marido, para su trabajo, fui a buscar un plomero para que me destapara la cañería, ya que el encargado del edificio sólo sabía cambiar cueritos, pero de cañerías nada. Yo había visto que había un plomero nuevo en el barrio, que me había llamado la atención porque se trataba de un hombretón enorme, que mediría más de un metro noventa y cinco, y me preguntaba si sería bueno destapando cañerías. Cuando entré en su local, con mi faldita cortita y mi remerita breve, sobre mis tacones aguja el hombre me examinó de arriba abajo. En la pared tenía un almanaque de esos que usan en las gomerías, pero la chica del almanaque no podía ni comparárseme. Yo, a mi vez, también lo examiné de arriba abajo. Era enorme, casi un gigante comparado conmigo, que soy más bien menudita. Y bastante ancho, pesaría más de ciento treinta kilos, y muy peludo a juzgar por sus fuertes antebrazos y por los vellos de su pecho que podían verse por el overall abierto. Sus cabellos ensortijados lucían desprolijos, junto con su barba de dos días. “Señor, ¿sería tan amable de venir a mi departamento a destaparme la cañería?” Y sin pretenderlo mi cuerpo se contorneó algo provocativamente. “Claro que sí, preciosa” respondió con su gruesa voz de macho. “Por qué me pasarán esas cosas involuntarias, padre?”” Pero del otro lado solo me llegaron algunos jadeos del sacerdote, debidos seguramente a su asma crónica. Algunos gemidos y los consabidos chac chac que acompañaban cada una de mis confesiones.
Bueno, la cosa es que el hombre me acompañó inmediatamente a mi departamento, y cuando íbamos en camino, por la valle, todo el mundo nos miraba. Debíamos formar una curiosa pareja, él con sus casi dos metros y yo con mi escaso metro sesenta y mis proporciones voluptuosas. Yo le iba contando mi condición de mujer casada y lo enamorada que estaba de mi marido, para que no se le fuera a ocurrir nada malo. El me sonreía con su cara viril con un leve toque bestial en la mandíbula. Me cayó bien el hombretón. El portero del edificio nos vio pasar camino del ascensor, con expresión rencorosa. El ascensor es un poco chico, aunque no tanto como para viajar tan juntos como estábamos, cuerpo contra cuerpo. Pero yo no me separé porque pensé que parecería descortés, como si el hombre me diera asco. Así que llegamos al piso en que está mi departamento, casi apretados. Pude sentir el aroma que emanaba de su cuerpo, que me resultaría muy difícil definir. Y tuve la impresión de que él también me estaba oliendo. Pero la situación, si bien inusual, no tuvo nada de desagradable, sino más bien lo contrario.
Yo avancé por el pasillo adelante suyo sabiendo que mis redondeces se bamboleaban por efecto de los tacos aguja y sintiendo su mirada en salva sea la parte.
Cuando entramos al departamento quise guiarlo hasta donde estaba el caño tapado, tirándole del brazo, pero era como querer mover a un elefante. “Vení para acá” me dijo atrayéndome hacia él, tan fuerte que casi me estrellé contra su pecho peludo. “ “¡Pe-pero...!” exclamé sorprendida. Pero él, alzándome por la cintura, puso mi cara frente a la suya y me cubrió la boca con un beso, ¿me escucha, padre?””
“¡Qué puta, que puta!” escuché jadear al sacerdote mientras los chac chac misteriosos se aceleraban. “¿Se refiere a mí, padre?” “No, hija mía tu eres una esposa fiel. Continúa.”
“Bueno, la cuestión es que con sus enormes brazotes peludos me tenía suspendida en el aire y apretada contra su cuerpo. Con una de sus manotas me agarraba el culo y con la otra me sostenía la cara para darme su enorme beso de lengua, que me estaba dejando sin aliento, ni posibilidades de protestar.” (chac chac chac chac) “¡Nunca me había ocurrido algo así...! ¡Me tenía atrapada como si yo fuera una muñeca!”
“¡Y se fue abriendo el overall mientras continuaba con su tremendo beso!” (chac chac chac chac chac, y gemidos y jadeos)
“¡Y entonces ese enorme bruto me sacó la remerita, dejando mis tetones al aire! ¡Y después la minifalda! ¡Siempre con una mano agarrándome el culo! Padre ¿se siente bien? Porque lo escucho gemir mucho.” “Es... toy... bien... hi... ja... mía... Conti... nua.., por... fa... vor...” (chac chac chac chac chac chaac)
“Bueno, padre, si usted me lo pide… ¡Y entonces hizo algo que jamás me habían hecho! ¡Comenzó a restregar mi cuerpo contra el suyo, subiéndome y bajándome una y otra vez! ¡De modo que restregó mis tetonas contra su cara, su pecho, su cintura y ¡oh, padre, no sabe lo que era esa tranca! ¡Yo me sentía como si fuera un trapito con el cual el se frotaba el cuerpo!” “¡Después de cinco o seis restregadas de esas sentí que la voluntad me abandonaba y me corrí como nunca me había corrido!” (chac-chac-chac-chac-chac-chac-chac) “¡Pero la bestia esa seguía restregándome contra su cuerpo! ¡Me habrá hecho restregarme contra su cuerpo cuarenta o cincuenta veces más! ¡De modo que hizo que me corriera tres o cuatro veces más! ¡Yo era un juguete al servicio de su lujuria!” (jadeos y gemidos de mi padre confesor) “¡Traté de detenerlo, pero es muy difícil detener a alguien mientras una está teniendo tantos orgasmos...!” “Finalmente me dejó en el suelo hecha un trapo de piso y se sacó toda la ropa, menos los zapatos. Desde el suelo vi su tremenda tranca agitándose en el aire. ¡Era la tranca más enorme y empinada que jamás hubiera visto, padrecito! ¡Entonces me alzó de vuelta y comenzó a restregarme la tranca contra el culo! ¡Y en algunos momentos me elevaba por las nalgas y ponía mi culo al alcance de su bocota y con su gorda lengua me lamía la división entre los glúteos haciéndome sentir cosas que jamás hubiera imaginado!” (gemidos, gemidos y frenéticos chac chac chac chac chac chac chac)
“¡Después me dio vuelta cabeza abajo y comenzó a pegarme en la cara con su enorme tranca que movía a voluntad contrayendo los músculos! ¡Me daba unos miembrazos...! ¡Yo creí que me iba a poner nocaut! ¡Pero aprovechándose de mi posición comenzó a cogerme la vagina con esa enorme lengua tan caliente! ¡Yo estaba desconcertadísima, padre! ¡¿Qué podía hacer, si esa bestia no me daba tiempo para reaccionar...?!” (¡chac-chac-chac-chac-chac-chac-chac-chac-chac!) (larguísimo gemido entrecortado)
“¡¡Y entonces me corrí de nuevo, padre!!” (silencio del otro lado de la ventanita) “¡Pero ese hombre no detenía su brutal accionar! ¡Y recomenzó a cogerme el culo con la lengua! ¡¡Y podía sentir los pelos de su cara sin afeitar, contra mis glúteos!! ¡Yo no sabía se debía considerar que me estaban vejando, ya que el hombre me estaba lamiendo el culo! ¡Pero lo que sí estaba muy claro es que yo no estaba cometiendo infidelidad alguna, ya que no tuve ni oportunidad para oponerme a nada! ¡¡Fui completamente avasallada, contra mi voluntad, padre!! ¿padre...? ¿me está escuchando?” Había comenzado a alarmarme, pero al escuchar la voz del padre me tranquilicé “Con... ti... nua.... hija... mía... `por... fa... vor...” La voz sonaba algo jadeante, como si hubiera retornado el problema de asma que lo atacaba durante mis confesiones. Siempre, en algún momento comenzaba a jadear y a gemir. Pero yo nunca acusé recibo para no avergonzarlo con su enfermedad.
“Bueno, la cuestión era que ese bruto parecía no tener interés en detenerse! ¡¡Y volvió a restregarse el frente de su cuerpo con el mío, que manejaba cual si fuese una toalla de baño!! ¡¡Y yo sentía como mis tetones se frotaban contra su peludo pecho, una y otra vez!! ¡¡¡Después me volvió de espaldas y me sentó sobre su tranca!!! ¡¡¡Tal como lo oye, padre, se quedó sosteniendo mi peso con su enorme aparato, tan rígido que no tuvo que ayudarse con las manos!!! ¡¡¡Me tenía montada sobre su tranca y encima la movía y me decía “caballito, caballito” como me decía mi abuelito cuando yo era una niña y me sentaba en sus rodillas. ¡Pero yo ya no era una niña y su enorme polla no era una rodilla, pero igual conseguía levantar mi peso! ¡¡Para lo que sí usó sus manos fue para moverme hacia delante y atrás sobre su polla que apuntaba hacia delante y arriba en un ángulo casi de 45 grados!! ¡¡¡Yo apretaba su polla con mis muslos para no caerme!!! ¡¡¡Y se ve que eso le gustó, porque su pollota comenzó a temblar bajo mi pubis, y de pronto su glande comenzó a echar tremendos chorros de semen que se estrellaron en la pared de enfrente que estaba a unos cuatro metros!!! Debo confesar, padre, que esto me resultó un poco excitante, ¡¡tener ese enorme tronco entre mis muslos, pulsando y echando chorros me produjo cierto sentimiento romántico y de simpatía hacia ese bruto. No digo “romántico” en el mismo sentido en que me pongo romántica cuando pienso en mi marido, porque eso sería como si fuera infiel. Pero algún tipo de romanticismo igualmente intenso, era. ¡¡Porque al sentir su polla pulsando entre mis muslos, me corrí quedando derrengada, apoyada contra su pecho y montada sobre su palo, que seguía rígido!!” (¡¡¡ jadeo-jadeo-jadeo chac-chac-chac-chac-chac-chac-chacchacchacchac!!! Jadeo-jadeo-jadeo-jadeo y larguísimo gemido final)
“¡Pensé que todo había acabado y me sentí dichosa al pensar que había sabido mantener mi fidelidad, y cuando ese bruto se fuera, mi virtud habría permanecido intacta!” “¡Pero me equivocaba, padrecito! ¡¡la cosa apenas si había comenzado!! ¡yo tendría que haberlo supuesto cuando sentí que su pollota seguía empinada!” (Nuevo silencio largo de mi cura confesor, interrumpido tan sólo por algunos largos suspiros)
“¡¡Y para mi sorpresa el hombretón me puso en el suelo, en cuatro patas y comenzó a enterrarme su trancota en el culo, que nunca había recibido un visitante tan aguerrido!! ¡Pero yo recurrí a toda mi entereza y aguanté su penetración hasta el final, y cuando llegó este, tenía el canal tan abierto por ese gordo y duro pedazote, que de la pura impresión, me corrí, dando fuertes gemidos y jadeos! ¡¡¡Pero el monstruo recién comenzaba y agarrándome de las caderas con sus fuertes manotas le dio al mete y saca con gran entusiasmo, primero despacito y después cada vez más rápido!!! ¡¡¡Él movía su tranca para atrás y adelante, pero el principal trabajo lo hacía con mi culo que usaba para pajearse atrayéndolo hacia él y alejándolo y volviendo a atraerlo!!! ¡¡¡¡yo no podía entender como mi culo podía albergar semejante pieza, pero era tanto el trajín que me estaba dando que no pude pensar mucho al respecto...!!!! ¡Pero la cosa se estaba poniendo peligrosa, padre, porque cuando acabé sentí que él tratamiento que estaba recibiendo de ese hombretón, en cierto modo me gustaba! ¡¡Y eso sí que sería infidelidad!! ¡¡y sería como engañar a mi esposo, y yo no soy esa clase de mujeres!! ¡Así que encomendé mi espíritu al cielo y centré mi mente en la imagen del rostro de Armando para evitar tentaciones. La cara de mi esposo, como siempre me aparecía borrosa y tapada por una niebla, de modo que hubiera sido imposible para cualquiera reconocerlo, pero entonces se me ocurrió una idea salvadora: ¡¡¡transformé la foto en un cartelito que decía “rostro de mi marido”!!! y así pude refugiarme en mi fidelidad mientras la porongota de ese bruto volvía a lanzar chorros, esta vez en mis entrañas! ¡Y mi cuerpo lo acompañó, pero mi espíritu se mantuvo incólume, centrado en el cartelito! ¡Y cuando por la emoción no podía verlo, igual sabía que estaba alli! ¡¡Cuando una mujer quiere ser fiel no hay quien pueda quebrarla, padrecito!!” (jadeos montados sobre jadeos, gemidos casi de dolor, y una seguidilla frenética de chac chacs)
“¡¡Cuando me sacó la polla del orto, padre, creí que me moría de la impresión, por el enorme vacío que me dejó!!, ¡¡pero no tuve tiempo de quejarme, porque me la puso entre los labios externos de mi vagina y luego me la fue mandando para adentro!! ¡¡Y se levantó, alzándome con su tranca, y una vez de pié volvió a moverme hacia delante y atrás, como pajeándose con mi concha!! Yo estaba muy impresionada por la rigidez de su miembro que ¡no había cedido en dureza y continuaba tremendamente empalmado! ¡¡Pero elevé los ojos al cielo y con mi mente leía y releía el cartelito que representaba el rostro de mi esposo!! Entretando mi cuerpo no cesaba de jadear, al ritmo de sus entra y sacas, y mi garganta no podía dejar de emitir gemidos a viva voz. Bueno, que para cuando el hombretón me llenó la concha con una cantidad inconmensurable de leche, mi cuerpo se había corrido un montón de veces. ¡¡¡Increíble la potencia de ese hombre!!! ¡Cuando me sacó su rey chorreante de mi concha, seguía erectísimo!
Y cuando poniéndome de rodillas me la colocó entre los labios supe lo que tenía que hacer. Era tan gruesa que escasamente pude meter el glande y para eso ¡ebí abrir mi boca como nunca antes, al punto que pensé que se me iba a romper... ! ¡¡pero una mujer voluntariosa puede con cualquier desafío, creame, padre!!” Pero del otro lado de la ventanita solo se escuchaba una seguidilla frenética de chac chacs y una seguidilla igualmente frenética de jadeos, hasta que llegó el largo gemido que ponía fin a ambos sonidos. Cosas del asma, pensé.
“Bueno, padre, que se la mamé, ¡con las manotas del hombretón agarrando mis mejillas, hasta que me llenó la boca de semen que se fue en parte garganta abajo y en parte saliéndome a borbotones por la nariz. “¡Suerte que mi Armando no acaba con tanta abundancia” pensé mientras trataba de no ahogarme con el torrente. “Bueno” recordé “él nunca pasa del segundo polvo, y eso si tengo suerte. Y sus cantidades son más bien exangües, como corresponde a un marido civilizado y no a este bruto” y aferrada con ambas manos a su pollota me corrí en medio de estremecimientos. El sistema nervioso es una cosa muy curiosa, especialmente el sistema nervioso de una mujer fiel, como yo.”
“Luego el gigantesco plomero se ocupó de mis otras cañerías, quiero decir las del departamento, y me las destapó con mucha facilidad, como cabía suponer. Y no me quizo cobrar, padre. Pero antes de irse me sacó nuevamente la remerita y me chupó los pezones. Y lo hizo con una boca tan caliente y con tales lambetones que después de diez minutos de eso me corrí nuevamente, quedando exhausta en sus brazos. ¡Suerte que soy una mujer fiel a su esposo, sino en un momento como ese podría haber cedido a la tentación...! ¿me comprende, padre,,,?” Primero hubo un largo silencio, pero luego escuché la voz algo lánguida del cura “Claro que te comprendo hija mía y te felicito por la firme fidelidad que le profesas a tu esposo... “
“¿entonces me da su bendición, padrecito...?”
“Claro, hija mía, hoy me has hecho echarte cuatro bendiciones con tu confesión, por lo honesta. E iba camino de la quinta cuando terminaste de contarme, pero ya será en la próxima confesión, o mejor esta noche cuando me vaya a dormir...”
“¿Me va a bendecir desde su cama, padre?”
“Como todas las noches desde que te confiesas conmigo, hija mía...”
“¿”todas la noches” padrecito?” le pregunté muy halagada por la consideración que el santo hombre me profesaba.
“Por lo menos dos veces por noche. Hoy creo que van a ser tres. Y mantén tu fé, hija mía, y vuelve a confesarte pronto.”
Y luego fui a comulgar con la conciencia libre de toda impureza, y saqué bien larga la lengua. Me encanta cuando el sacerdote que celebra el oficio me pone la gran hostia en la lengua, y más aún cuando veo como me mira mis tetonas cubiertas por la remerita, con sus ojos que irradian santidad, o alguna cosa.
Y volví a mi departamento cubierta por un halo de pureza ¡Y con la cañería bien destapada!

Gracias por interesarte en mis narraciones. Estoy segura de que tu perteneces a esa legión de amigos que me escriben alabando mi virtud marital. Así que puedes escribirme a bajosinstintos4@hotmail.com. Y recuerda no pedirme relatos exclusivos para ti, ni fotos, ni citas, ni nada. Pero puedes expresar tu respetuosa admiración por mi virtud, tanto como quieras. Puedes también enviarme tu foto, ya que no tengo modo de impedirlo. No vaciles en mostrarme
tus sentimientos y zonas íntimas, pues serán guardadas en mi disco rígido, para repasarlas en mis momento de aburrimiento. ¡Hasta pronto!

NOTICIA: Para los interesados en hacer sus propias narraciones eróticas, les comunico que escribiéndome a bajosinstintos4@yahoo.com.ar pueden obtener gratuitamente y sin compromiso el primer módulo de mi taller virtual de narrativa erótica. Son seis módulos, la recepción del primero no implica obligación alguna de tomar los cinco restantes, que tienen un costo de 10 dólares cada uno. Eso sí: debes tener cuenta en yahoo o en argentina.com, ya que tienen una buena capacidad de almacenamiento.




Bajos Instintos 4 FOTOS

1

john restrepo on

Muy bueno.

2

juan on

Hermosa, sos divina, hacia rato que no me excitaba tanto un relato, si fueras mi mujer me encantaría verte coger y gozar como lo haces y así no sentirías culpa y yo gozaría viéndote. Un beso gigante.

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