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Mi Obsesion por mi Hermana - 1ª Parte

Hola queridos lectores, este es mi primer relato, me presentare: me llamo Jesús y tengo 24 años, vivo con mis padres y  mi hermana pequeña, tiene 21 años, se llama Andrea. Ella es la protagonista de esta historia. Desde hace algún tiempo me siento atraído por ella. Es una chica bajita, 1´60, tiene el pelo castaño, sus ojos azules destacan de una manera espectacular en su preciosa y morena carita de niña buena, es delgada sin llegar al extremo, con unas sugerentes curvas que todo hombre desearía. Unos pechos ni muy grandes ni muy pequeños, perfectos. Sus caderas son anchas, rematadas con un trasero que parece desafiar a la gravedad. Y unas piernas largas y bien torneadas que llaman al deseo.

Mi obsesión por ella comenzó un día de verano estando en el chalet donde veraneamos. Eran la seis de la tarde. Ella estaba en el jardín de la casa tumbada en el césped sobre una toalla a la sombra de uno de los árboles. Llevaba puesto un vestido floreado en tonos verde y azul que apenas le llegaba a la mitad de los muslos. Yo estaba dentro de la casa, en mi habitación terminando de hacer unas tareas cuando pasé por delante de mi ventana y la vi. Sin saber por qué y cuando quise darme cuenta, estaba yo allí observando las piernas de mi hermana, de mi propia hermana, desde mi ventana y con una erección tremenda. La veía ojeando una revista mientras enredaba entre los dedos de su mano un mechón de cabello, su pierna izquierda estirada sobre la toalla y la derecha flexionada con su rodilla mirando al cielo y el talón de su pie casi rozándose con el glúteo, lo que hacia que el vestido se le subiera hasta casi dejar a la vista el inicio de su ropa intima.

No se cuanto rato estuve observándola, me había quedado absorto cuando de repente noto como ella gira la cabeza y dirige su mirada hacia mi ventana, nuestras miradas se cruzan y mi cara se ruboriza, no se si en la distancia ella lo notara, me pongo un poco nervioso y no se que hacer. Finjo estar haciendo algo mientras ella me dedica una inocente sonrisa. Parece que me quiere decir algo porque me hace señas con la mano. Abro la ventana y una brisa fresca invade mi cuarto.   -  ¡¿Qué haces hermanito?! -Me dice mientras se recuesta de lado dejando caer la revista y dándome una preciosa muestra del escote de su vestido que no había visto hasta ahora-. - Nada, ordenando un poco la habitación. Y tu deberías hacer lo mismo dice la mamá. - Bueno, después lo haré, ahora se esta mejor aquí a la sombra. Ven un rato y verás. Y después me ayudas con mi habitación ¿no? Por favor hermanito.   

La cara que puso al decirme esto me impidió negarle lo que me pedía aunque sabía perfectamente que se estaba aprovechado de mí. Estuve un rato mas terminando mis tareas sin dejar de mirar de vez en cuando por mi ventana para seguir observándola. Había vuelto a ojear la revista pero cada movimiento que hacia parecía estar destinado a excitarme cada vez mas. Llegó un momento en el que ella estando boca arriba con las dos piernas flexionadas no paraba de abrirlas y cerrarlas levemente aunque su posición no me permitía verle su preciado tesoro. Finalmente me decidí a bajar al jardín para charlar un rato con ella, siempre lo habíamos hecho, pero esta vez algo era distinto. Mi verdadero propósito era poder observarla un poco mas cerca y deseaba que ella tuviera algún descuido y me enseñara algo mas de su anatomía. En esto estaba pensando al llegar al jardín cuando todos mis deseos se hicieron realidad. Por fin la tuve de frente, y seguía con su movimiento de abrir y cerrar las piernas, no mucho, pero lo suficiente como para dejarme ver el final de sus muslos y el inicio de un minúsculo tanga, que a duras penas tapaba sus carnosos labios y se hundía en ellos.

No me vio llegar y cuando lo hizo se sobresalto un poco. No se si por darse cuenta de la situación o simplemente por instinto, cerro las piernas y se incorporo. Me senté en una tumbona que teníamos atada entre dos árboles donde tantas siestas me había echado. Ella siguió sentada sobre la toalla, y no tuve oportunidad de ver nada mas que sus piernas, cosa que me gustaba, pero quería algo mas. Estuvimos un buen rato así, charlando de cosas sin importancia, de cómo lo estábamos pasando este verano y cosa así. Cuando nos dimos cuenta eran las siete y media.   - Bueno hermanito…, - y volvía a poner la cara de antes-. ¿Me vas a ayudar a ordenar el cuarto o no?  A estas alturas yo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por pasar todo mi tiempo con ella. Mirándola, observándola, esperando el momento exacto para deleitarme con cualquier rincón de su cuerpo que quedase mas a la vista de lo habitual.   - Claro Andrea, cuando tú quieras. -es lo único que pudo salir de mi boca-. - Pues vamos hermanito. Diciendo esto se levanto, se acerco a mí y me cogió de la mano para ayudarme a incorporarme de la tumbona de un estirón que casi me arranca al brazo, todo esto mientras ambos reíamos sin saber yo muy bien por que. Entramos en la casa y subimos las escaleras, yo delante (gran fallo) y ella detrás de mi. Llegamos a su cuarto, pero aquello mas que un cuarto parecía una leonera. Le dije que era un desastre esto que tenia aquí mientras ella se reía a carcajadas. Empezamos a recoger todo lo que tenia por la mesa desordenado, y había ropa tirada por todas partes. Por suerte para mi también había ropa intima, no podía dejar de mirarla hasta que me decidí. Si ella quería que le ayudase a ordenar el cuarto, esto también formaba parte del juego, así que cogí uno de los tangas del suelo y le dije que esto donde lo guardaba. Se giro hacia mí y al ver lo que tenia en la mano se quedo callada unos segundos, hizo un movimiento como queriendo cogerlo de mis manos pero al final fue hacia uno de los cajones y me dijo que lo metiera allí. Yo estaba muy excitado por la reacción que mi hermana había tenido y por haber visto toda su ropa intima en el cajón. Sin que se diera cuenta cogí uno de sus tangas y me lo guarde en el bolsillo.

Allí estábamos los dos, no podía dejar de mirarla, el dichoso vestidito parecía tener vida propia y no paraba de traicionarla. Cada vez que se agachaba a coger algo del suelo de espaldas a mi, me agachaba yo también para mirarla por debajo y cada vez el tanga lo tenia mas hundido en su sexo y dejaba los labios vaginales a mi vista. Por primera vez veía así a mi hermana, y estaba provocándome una erección tremenda. Poco a poco fuimos terminando de recogerlo todo. Al acabar nos sentamos los dos en su cama. Seguimos hablando un poco y yo acabe tumbado. Ella seguía sentada cuando de repente se levanto y de un salto subió a la cama para alcanzar la estantería que había justo encima de mi. No podía creer lo que estaba viendo. Tenía un ángulo perfecto para mirar por debajo de su vestido y eso es lo que estaba haciendo. Aun tenia el tanga de manera que enseñaba mas que de lo que ocultaba ¿Cómo era posible que ella no se diera cuenta de que así me estaba enseñando lo que está reservado a muy pocos? ¿O lo estaba haciendo a propósito? Estuvo un buen rato buscando cosas por la estantería y yo no dejaba de deleitarme con la vista. Esas dos piernas me estaban volviendo loco y mas aun lo que tenia entre las piernas. Deseaba poder acariciarlas, recorrerlas  con mis manos hasta meterme por debajo se su vestido, agarrarle el tanga con los dedos y  arrancárselo, recrearme en la visión de su sexo, pero no, no podía hacerlo, era mi hermana, estaba mal. Me levante con un movimiento brusco y decidí marcharme, sin decir nada, me había quedado completamente mudo. Antes de salir por la puerta la escuche:   - ¿Dónde vas hermanito? Me gire. Me estaba sonriendo. Pero no era la misma sonrisa de antes. No era igual a la que tenía esa misma tarde en el jardín. Era una sonrisa pícara. Incluso con malicia. ¿Acaso eran imaginaciones mías? Si. Seguro que era eso. No pude contestarle, no sabia que decir, me di la vuelta y salí por la puerta.

Llegue a mi cuarto sudando y excitadísimo, recordando la visión que mi hermana me había regalado. Me tumbé en la cama y note algo en el bolsillo de mi pantalón, ya no me acordaba, era el tanga que le había robado a mi hermana. Lo saqué y lo estuve observando un rato. Tenía que hacer algo para rebajar mi calentura y comencé a masturbarme. Pensaba en ella, en todas las cosas que me gustaría hacerle si ella me dejase, fue la mejor masturbación que me hice en toda mi vida. Eyacule una gran cantidad de semen que acabe derramando sobre el tanga de mi hermana. Me quede rendido sobre mi cama con los pantalones a medio bajar y el tanga empapado en mi mano. Eran las ocho y media y la voz de mi madre nos llamaba desde el piso de abajo. La cena ya estaba hecha. Me apresure en subirme el pantalón y guarde el tanga al fondo de uno de mis cajones. Salí de mi cuarto un poco más relajado pero sin quitarme de la cabeza a mi hermana. Baje a la cocina. Mis padres estaban esperándonos sentados en la mesa. Me senté con ellos y al poco tiempo bajo mi hermana. Aun llevaba el vestidito y no le quite el ojo de encima mientras bajaba por las escaleras.   - La mamá y yo nos vamos esta noche al pueblo con unos amigos a tomar algo por ahí - dijo mi padre -. Así que os quedáis solos. ¡no hagáis nada malo que sabéis que siempre nos damos cuenta eh! Todos reímos por el comentario y seguimos hablando de cosas sin importancia mientras cenábamos. Aunque el saber que me iba a quedar solo con mi hermana esa noche me empezó a excitar de nuevo. Terminamos de cenar y Andrea y yo empezamos a recoger la mesa. No notaba nada en ella que me hiciera pensar que lo de esta tarde lo había hecho a propósito. Era todo normal, como siempre. Terminábamos de recoger la mesa cuando mis padres bajaron ya arreglados para marcharse. Nos dijeron lo de siempre. Que si esto no, que si aquello si, que portaros bien y todo eso. Por fin se marcharon.

Nos sentamos a ver la tele, cada uno en un sofá. Ella en el más largo y al final acabo tumbándose.
Yo no podía dejar de mirarla pero no veía ninguna señal en ella que me dijese que iba a pasar algo como lo de esta tarde. Estuvimos sin decir nada todo el rato viendo una película. Ella ni me miraba. Eran casi las doce cuando note que se estaba quedando dormida. Cada vez se acomodaba más en el sofá y el vestido se le estaba subiendo por momentos y el escote también se había aliado conmigo y dejaba al aire uno de sus pechos. Le miraba las piernas desnudas casi hasta donde estas acababan en una deliciosa cadera, ese pezón que asomaba desafiante por el escote. Se puso de costado en posición fetal y supe que ya estaba dormida del todo. No pude aguantar la tentación por que en la posición en la que estaba ella le podría ver con total libertad lo que ya había visto esa tarde. Quería verlo otra vez. Me levante y me dirigí a los pies del sofá donde estaba ella. ¡Dios mío! ¡No me lo podía creer! No estaba viendo lo mismo que esta tarde. Era aun mejor. ¡El sexo de mi hermana totalmente desnudo ante mis ojos! Se había quitado el tanga y me lo estaba enseñando en todo su esplendor. Por su posición se le veía todo el culo desnudo y entre sus muslos sobresalían unos carnosos labios vaginales ligeramente abiertos, y en medio de estos, un apetitoso clítoris que parecía estar diciendo cómeme.

Mi reacción fue inmediata y mi pene creció hasta niveles a los que nunca había llegado. Sin importarme que se pudiera despertar me lo saqué del pantalón y comencé a masturbarme allí mismo, a medio metro de mi hermana viendo el espectáculo que me estaba ofreciendo. Se revolvió en el sofá y quedó boca arriba, con las piernas abiertas, ofreciéndome ahora una mejor vista de toda su desnudez, tenia ya el vestido ya por la cintura, me sobresalte un poco pero no pude parar lo que estaba haciendo. Tenia que llegar al orgasmo, es lo único que me importaba en ese momento. Tenía el pubis totalmente depilado y eso me excitó aun mas. Estaba a punto de llegar al climax, aceleré el ritmo de mi mano hasta que no pude aguantar mas y eyacule, nunca lo había hecho con tanta fuerza, tanta que una parte de mi semen acabo en una de las piernas de mi hermana. Me quede paralizado, no sabia que hacer. Si lo limpiaba la despertaría al tocarla. Si no la limpiaba tarde o temprano ella se acabaría despertando y se daría cuenta. Le baje con mucho cuidado el vestido, no se despertó, ahora ya podía limpiarla y si se despertaba tenia la escusa de que la estaba tocando para despertarla y que se fuera a la cama. Fui corriendo al aseo a por un poco de papel higiénico y volví.          

¡Estaba despierta! Mi cuerpo temblaba, tenia miedo. Ella estaba sentada, desperezándose, con mi semen en su pierna. El vestido bajado, el pecho en su sitio dentro del escote. ¿Pero que pasa con el semen?  ¿No se ha dado cuenta? ¡No puede ser!   - ¿Qué haces hermanito? –dice en medio de un bostezo- ¿Qué hora es? Me he quedado dormida. Yo no respondo, sigo paralizado. Me mira extrañada, ve en mi mano el trozo de papel higiénico y se ríe. De repente se levanta y se dirige a la cocina, aun con mi semen en su pierna.   -  Hoy estas muy raro hermanito, ¿Qué te pasa? Yo me voy a hacer un vaso de leche y me voy a la cama. ¿para que es el papel ese que traes? -  Para nada. –por fin me salen las palabras- Es que estoy un poco resfriado. Yo también me voy a ir a la cama porque se ha hecho un poco tarde. Me quedé observando a mi hermana desde la escalera, se estaba bebiendo un vaso de leche, siempre lo hacia antes de acostarse, pero esta vez me daba vueltas algo en la cabeza. ¿Me estaba queriendo decir con esto que se había dado cuenta de lo del otro tipo de leche que había en su pierna? ¿ O de verdad no se había dado cuenta de nada? Me fui a mi cuarto. Estuve un rato con la luz encendida hasta que escuche que mi hermana subía por las escaleras. Cuando paso por delante de mi cuarto la llamé. Quería ver si se había limpiado pero cuando entro me di cuenta de que no era así. Aun tenia mi leche en su pierna, ¿Cómo podía ser? Estaba jugando conmigo, tenia que ser eso. No había otra explicación.   - ¿Qué quieres hermanito? –me dijo desde la puerta-.  - Nada, decirte buenas noches, y hasta mañana. - Vale hermanito, que duermas bien. –me sonrío y se fue-.  Eso de dormir bien iba a ser difícil, de hecho aquella noche no dormí. Me tuve que masturbar otra vez y luego no pare de pensar en todo lo que había pasado durante el día. Escuche llegar a mis padres sobre las cinco de la madrugada. Pasé toda la noche en vela hasta que finalmente amaneció. No aguantaba mas en la cama así que decidí levantarme temprano. Lo que ocurrió este día lo seguiré contando en otro relato.


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