Inicio » Relatos de Confesiones » Vestido de Mujer

Vestido de Mujer

Desde que mi mujer se fue de vacaciones que me dio por hurgar en su ropa de mirarla de probármela de vestirme de mujer.
Primero me puse una bombachas de mi esposa, tangas y hasta una cola less, siempre mientras caminaba en casa de noche y luego debajo de mi pantalón cuando salía a comprar algo o salidas cortas. Al final me iba a trabajar con alguna bombachita puesta.
Me excitaba andar por la casa con esa prenda conteniendo mis genitales, metiéndose en la raya de mi culo… al principio es incómodo pero luego es apasionante. Una noche decidí dormir en tanga y a los pocos días salir con una puesta, a trabajar. Me la pasé al palo todo el tiempo en el colectivo, en la calle, haciendo lo cotidiano pero con ropa íntima de mujer…
Pasaron algunos días con sus noche y cada vez estaba mas zarpado. A los treinta y nueve años, es raro encontrar este sentimiento, en esta situación.
Yo soy bastante alto pero flaco, piernas poco gruesas y tengo muy poco bello. Me probé sus polleras, pero para que queden bien debía usar las mas largas o con pantymedias. Probé las dos variantes… pero no me conformaba… Busqué un pantalón de ella, esos, tipo pescador de tiro corto, de esos que se ven el borde de la bombacha… los dos primeros ni me cerraban pero como soy de cadera chica; el tercero me entró y la verdad es que me hacía una buena cola.
Las dos cosas que creí que iban a ser imposibles eran los zapatos y la blusa…
Saqué los cientos de pares que tiene… las botas y los mas cerrados los descarté… y me dediqué a las sandalias altas con taco grueso… Mi mujer calza un poco menos que yo pero no tanto. El calce de un zapato de mujer es totalmente distinto que el de hombre, para que entren hay que hacer algunas maniobras que le he visto hacer a las mujeres pero que hasta que me vi en esa tarea pude darme cuenta. Y sí los zapatos aprietan, siempre.
Una vez que encontré uno que me andaba, había que caminar… Pensé que iba a parecer Robocop, como las chicas de quince cuando empiezan a vestirse de mujer. La verdad es que eran cómodos y rápidamente me fui desenvolviendo con seguridad… toda una tarde y noche yendo y viniendo por mi departamento taconeando… debo haber vuelto locos a los vecinos de abajo. A los tres día, caminaba como una experimentada chica de quince. Después encontré unas sandalias sin taco que eran muy cómodas y parecía que estuviera descalzo…
Mirándome en el espejo, con el pantalón y las sandalias parecía desde la cintura para abajo una linda mujer…
Todas las blusas de mi mujer son muy alocadas y o llamativas y eso no iba conmigo, ya que ella es hermosa y tiene mucha sensualidad para vestir y yo soy un hombre sin tetas, así que tuve que buscar bastante entre sus ropas para encontrar algo que ponerme, que me gustara, que me quedara bien y que me haga parecer una mujer… para colmo con el pantalón tan apretado, la pancita era inocultable…no era fácil este juego.
No quería salir como una cocoliche, quería parecer una muchacha común, una mujer que puede caminar por la calle y que alguien le dijera un piropo.
Hay tantas cosas que se pueden poner las minas arriba… Desde una remerita blanca de algodón hasta una combinación de cosas transparentes que no sé como se llama, con distintas telas, texturas o modelos… Sueltas, apretadas, ajustadas, cortas, largas…
Yo no quería llamar la atención pero quería verme como una verdadera hembra…
Para estar vestida en casa estaba bien… pero el gran desafío era salir a la calle.
Me probé veinte blusas, camisas, remeras y llegué a la conclusión de que debía usar unas prótesis mamarias… Busqué entre los sostenes de mi mujer esos que tiene un aro y los rellené con unos pañuelos de seda… haciéndome dos pequeños senos. Y eso fue definitivo ya parecía una dama.
Pero cada paso que avanzaba, me aparecían nuevas dificultades…
El pelo, la barba…
Para estar vestida en casa estaba bien… pero el gran desafío era salir a la calle.
Para salir, debía tener mucho cuidado y así salí por primera vez.
Era un jueves por la noche tarde, pero en verano por mi barrio siempre hay gente, tomando fresco en la puerta de las casas, chicos en las esquinas, gente que vuelve de trabajar.
Me afeité super al ras y me puse un polvo beige para disimular los pequeños puntos que quedan de barba y bigote me quedaban siempre, me puse un brillo en los labios y me vestí con una tanguita semi transparente negra, unas alpargatas naranjas, su pantalón super ajustado y corpiño sin relleno debajo de una remera holgada y larga gris.
Mi corazón golpeaba a mil en mi pecho. Era como una especie de híbrido. No daba ni hombre ni mujer.
¿Qué hubiera pasado si alguien me hubiera hablado? ¿Si hubiera tenido alguna propuesta?
Ponerme los zapatos de ella o rellenar ese corpiño era mucho… lo que más vergüenza me daba era encontrarme con un vecino. Para colmo pusieron cámara de video fija en el palier del edificio, como método de seguridad. Osea que me pueden ver los vecinos del edificio, desde los televisores en sus casas…
Salir mas arreglada era muy peligroso. Tenía dos posibilidades una es salir en zapatillas y remera, con las tetas puestas y cambiarme la remera por la blusa y las zapatillas por los zapatos con taco. O salir totalmente producida desde la puerta de casa y si me encuentro con alguien decir que soy la hermana o pariente mío…
Las dos posibilidades tenían sus riesgos ya que encontrar unn lugar para sacarme la remera y ponerme una blusa no era fácil en las pocas cuadras que quería recorrer.
Mi voz tampoco ayuda… como ven todo es cuesta arriba. Pero nada me va a detener.
Me afeité, como nunca lo había hecho, pero ese cambio de textura entre la zona de bellos y la que no los poseía, era imposible de borra. No quería ponerme tanto polvo porque iba a parecer mas artificial… De cerca cualquiera se daría cuenta que estoy disfrazado fuera del carnaval, pero con la noche de cómplice, me iba a aventurar.
¿De dónde salió esa necesidad tan imperiosa? ¿Por qué tenía que arriesgarme así? ¿Qué era lo que me calentaba de la calle?
Mi mujer volvería en tres días y la emoción que me producía estar en la calle vestida de mujer era muy potente. La adrenalina recorría mi cuerpo de arriba a bajo.
¿Y si un hombre me decía algo?, ¿Si me encaraba? ¿Qué haría en esa situación? ¿Iría mas lejos? ¿Hasta dónde?
No tenía tiempo para responder mis dudas… Salía o me quedaba con las ganas y esta calentura. Era esta noche o la de mañana, no había mas tiempo.
Las piernas me temblaban
Ya estoy para salir, vestida para matar.
A las doce de la noche que es la hora que merma la cantidad de gente en la calle, abro la puerta y asomo mi cabeza unos centímetros para ver que no haya nadie en el pasillo, me quedé así unos segundos y me animé a llegar al ascensor, lo llamé. Lo peor era salir del ascensor en planta baja, abrir la puerta de calle y hacer los primeros diez metros ya en la calle, donde éramos todos anónimos.
Tardé un minuto entre que el ascensor llegó a la planta baja hasta que abrí la puerta. Caminé muy rápidamente hasta la puerta y con la llave abrí la puerta e hice los primeros diez metros hasta la oscuridad que hacía la sombra de un árbol.
Mi corazón latía a mas de mil pulsaciones por minuto. Miré para los dos lados y la calle estaba casi desierta. Dos jóvenes caminaban, ligero, por delante de mí y hablaban fuerte, una señora por la vereda de enfrente, no había autos a la vista.
A cada paso mi andar se hizo mas lento, mi cadera se empezó a bambolear, y la actitud de todo mi cuerpo era de una mujer que se sabe linda.
Una pareja tomaba aire en la puerta de su casa y me miraron pasar sin reparos. Al llegar a la esquina un auto dobla y veo que el conductor, me mira pero no se detiene, yo me pongo muy caliente. Sigo caminando y voy sola por la calle, a mitad de la cuadra otro auto viene de frente, veo las luces, que me encandilan. Venía a poca velocidad y cuando pasa a mi lado me mira también. Fue grande mi sorpresa cuando noto que era el mismo, que hace unos minutos había pasado. Yo aceleré el paso y él aceleró haciendo mucho ruido… al llegar a la otra esquina veo que el auto dobla y se dirige nuevamente hacia mí está a unos treinta metros y yo no sabía que hacer. En mi mente corría miles de ideas que cada una de las posibilidades me paralizaban y a la vez, me calentaba. El auto llegó hasta mí, el tipo bajó la ventana y me habló.
- Linda ¿Estás trabajando?
Me di cuenta que parecía una puta, que el pantalón que me gustaba como me quedaba, me gustaba porque me apretaba y le daban forma a mis largas piernas… Que el corpiño estaba muy grande… cosa que en mi casa parecían chicas.
Seguí caminando como si no hubiera escuchado nada. El tipo puso marcha atrás y me alcanzó.
- Disculpame, soy una bestia…
Lo miré por primera vez a la cara. No sé cual habrá sido mi gesto porque él abrió la puerta del acompañante en un rápido movimiento y yo me subí sin pensar.
Mí cabeza decía que no y el cuerpo se subía al auto como si fuera lo mas natural. Puso primera y salió arando, a las dos cuadras paró el auto en un lugar oscuro, sacó un billete de veinte pesos, me lo dio. Yo no sabía que hacer. Agarré el billete y lo guardaba en el bolsillo, mientras él se abrió el pantalón y una pija normal salió ya parada. Sin pensarlo mi mano fue a buscarlo y en segundos le estaba dando una mamada. Nunca lo había hecho y yo estaba muy sorprendido. Me la empecé a tragar hasta que la tuve toda dentro de mi boca… Lo estaba gozando y mucho, pero no tanto como él. Que me puso una mano en la nuca y se empezó a mover… me di cuenta que estaba por acabar e intenté sacarla pero no pude, empezó a salpicarme dentro de la boca y yo pensé que iba a vomitar, pero se detuvo y yo tuve que tragar un poco porque tenía que respirar. El resto fue cayendo por mi cuello y mi blusa.
¡Guau soy una puta!!! Pensé o lo dije…
- Lo hiciste muy bien. Linda
Yo seguía sin hablar, tenía miedo que si escuchaba mi voz, se diera cuenta que era un hombre y se ponga violento o algo así… pero que iluso soy…
- ¿Y cuánto cuesta si él que chupa soy yo?
¿Quería chupar una concha? ¿Qué hago?
- No me digas que te has operado…
Me salió decir, no. De una forma muy femenina.
- Tengo treinta pesos ¿Está bien?
Asentí con la cabeza y me empecé a bajar el pantalón. Él me dio los treinta pesos mientras yo trataba de bajarme el pantalón que con mi erección y lo ajustado que me quedaba se hizo difícil. Como pude volví a guardar el dinero y él aprovecho para ayudarme y rápidamente se abalanzó sobre mi pija que era bastante similar a la suya. Me dio una mamada impresionante, se notaba que tenía mucha experiencia y yo que venía de mucha calentura no tardé en vaciarme dentro de su boca. Sin perder tiempo, me bajé del auto y empece a caminar hacia mi casa. Sin hablar, sin mirar para atrás. Ya no me importaba nada. Saciado y con cincuenta pesos en mi poder. Una noche de novela.
sixbarral@yahoo.com.ar FOTOS

Escribe un comentario







Código de Validación:

Introduzca el Código de Validación:




Estadisticas Usuarios

  • Online: 28

Categorias

Articulos Relacionados

Articulos Mas Vistos

Nuevos Comentarios

Recomienda Superrelatos a Tus Amigos

Tu Nombre:

Correo de Amigo:

Código de Validación:

Introduzca el Código de Validación: