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Jugando Yo sola - 3º Parte

Delante el espejo.  Hace días que no tengo sexo, así que creo que es irremediable que yo misma solucione mis necesidades, ayer como todas las tardes noches, me metí en la ducha. Me duche con agua bien caliente, me encanta notar como la temperatura del agua quema mi piel, primero me enjaboné el pelo y luego mi cuerpo, la esponja llena de gel se deslizaba muy suavemente por todas las partes de mi cuerpo, mas tarde puse el suavizante en mi pelo y cuando mis manos estuvieron bien empapadas de esta sustancia, suave y deslizante, como siempre lo repartí en mi sexo, me gusta sentirlo suave y deslizante.

Seguidamente empecé a quitarme el bello púbico que empezaba a crecer, mientras el agua seguía quemando mi piel.Cuando terminé, me pasé la mano varias veces, me gusta notármelo suave, me recuerda cuando era una niña, que aún no tenia ni bello ni pechos.

Salí de la ducha, me seque con la toalla, y me puse delante del espejo y observe como había quedado, me senté en la cama delante del espejo y abrí las piernas en busca de bello, pero no había nada, todo fue eliminado en la ducha. La sensación recién rasurada, es de lo mejor, al andar parece que tus labios se froten entre si, es como ir sin ropa interior por la calle, realmente me encanta llevarlo limpio de bello, la sensación es indescriptible.

Entre la ducha, el rasurarme, el secarme, y el mirarme al espejo, fueron demasiadas cosas para no pensar en el placer, en jugar un rato conmigo misma, y no me lo pensé dos veces y allí sentada en el borde de la cama delante del espejo mis dedos empezaron a recorrer mi sexo mientras mi mirada no se apartaba de aquel espejo donde podía ver todo mi sexo que empezaba a excitarse.

Solo acariciándolo ya me di cuenta que estaba bastante húmedo, mis dedos se deslizaban fácilmente por esa humedad.Esa situación de poder verme mientras me proporcionaba placer, era una situación que me daba bastante morbo, y noté que en pocos minutos estaba ya bastante excitada, de mi sexo manaba esa excitación, podía ver como mi clítoris aumentaba de tamaño por momentos, y como se iba dilatando mi entrada. En ese momento eche de menos un consolador, la verdad es que no tengo ninguno, y me hubiera gustado tenerlo en ese instante.

Mi otra mano, que hasta entonces su única función era abrir mi sexo para que yo pudiera observar mejor, empezó a entrar en el juego, introduje un dedo de esa mano mientras la otra me acariciaba el clítoris desesperadamente, no paso apenas un minuto que mi cuerpo estallo de placer delante de aquel espejo, al acabar observé el tamaño de mi clítoris algo sorprendida y la sustancia blanquecina que salía de dentro de mi sexo, la sustancia del orgasmo, del placer máximo, de la satisfacción de tu propio cuerpo. 



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