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Inmaculada - 3ª Parte

Ramón, decidió amenizar las comidas y las cenas haciendo que las niñas hicieran comentarios obscenos sobre sus profesoras, actrices o presentadoras de tv. Las obligó a fijarse en detalles, para pervertirlos.

-¿Cómo son las tetas de tu profesora de mates, Marisa?

Marisa termino de masticar y le respondió

-Las tiene bien grandes, la muy zorra-

-¿Cómo las de tu puta madre?- Ramón le agarró una teta a Inma. Esta y Cari sonrieron.

-Bueno, las de mami son especiales,-rió Marisa-pero las tiene cojonudas-

-¿te gustaría chuparlas ¿eh zorrita?-

Marisa se rió

-Ya lo creo-

Todos reían. Las comidas y sobre todo las cenas eran un buen precalentamiento. A veces se llegaban a tocar comiendo de la gran calentura. Ramón tumbó sobre la mesa de la cena una noche a Inma, y tras desnudarla, le echaron la comida por encima. Después se la comieron entera. Se corrió inmensamente.

Inma casi ya no se acordaba, de cómo había empezado todo. Ramón ese chico tan majo que la había atendido tan bien en unos grandes almacenes, y que había conquistado su corazón a los pocos meses de haberse separado de un aburrido hombre, después de diez insoportables años de matrimonio. Ramón la había completado. La había hecho gozar como no sabía que se gozara. Después vino lo del incesto homosexual y pedofilia. Fue muy lento, muy sutil muy persuasivo. Al principio, hacía venir a las niñas por separado a su habitación, para hablar con ellas. Estaban tapados, el tras ella y comenzaba una conversación intrascendente con alguna de las niñas. De repente comenzaba a excitarla y la penetraba discretamente, mientras la seguía obligando a hablar con su hija. Hacía que se sentara en la cama mientras su sofoco y sus frases se entrecortaban, suspiraba y se le escapaban gemidos.

-¿te pasa algo mamá?- le preguntaban preocupadas

-........na...da hija.........sigue.....con.....tandome.....mmmmmmmm-

Después la obligó a cogerles las manos, que les apretaba con fuerza cuando se corría, ante el estupor de las niñas. No sabían que pasaba. Después , de a una, las hizo dormir con ellos.

Una noche, en la oscuridad de la habitación, entre grandes gemidos de Inma, Cari preguntó:

-¿qué pasa mamá?-

y antes que pudiera contestar, Ramón dijo:

Me estoy jodiendo a tu madre, Cari-

Todo quedó en silencio por unos momentos, hasta que Cari volvió a preguntar

-¿Qué es eso?

-Ven, toca- Ramón cogió unas de las manos de la niña y, metiendola bajo las sábanas, la puso en el coño de su madre que estaba siendo penetrado. Le fue explicando detalladamente, que era cada cosa, como entraba, como salía, y después cogiendo uno de sus deditos le hizo moverlo sobre el clítoris de su aturullada madre, que se corrió aparatosamente, lo que hizo que tan excitante situación hiciera que Ramón la llenara de semen.

-Mira Cari, toca aquí- Ramón sacó la polla e hizo que Cari le metiera los dedos en su encharcado coño. Inma gemía.

-Sientes lo resbaladizo que está?-

-Sí-

-Son los jugos de tu madre y mi leche-

-Leche?-

-Sí, ya se que te gusta mucho. Esta es leche de hombre. La mejor. Chupate los dedos-

La niña obediente, lamió sus dedos

-Sabe raro,......... pero no está mal-

Ramón e Inma rieron. Esta no había querido nunca tanto a su hija. Por iniciativa propia la beso en la mejilla y le dijo.

-Te voy a hacer una paja-

-¿qué es eso?-

-Ya lo veras, te va a gustar mucho-

La "paja" se acabó convirtiendo en un cunillingus, que excitó tanto a Ramón que se folló a lo perro a Inma mientras la niña miraba, sin casi comprender. Como casi no comprendió su primer orgasmo en la boca de su madre gimiente, que le hizo sentir tan bien y soltar sus primeros gemidos.

A partir de esa noche, Cari dormía con ellos siempre, y no debía decirle nada a marisa. La niña iba mostrando entusiasmo. Le encantaban las enorme tetas de su madre. Chuparlas. Pero sobre todo, el peludo, babeante y enorme coño en el que entraban sus dos manos, mientras su madre gemía a tope y decía,

-¡ otra vez dentro de mí pero esta vez con placer!

Ramón al ver esta escena siempre le echaba la leche en su cara meneando su palo ante ella, lo cual la encantaba. Pero lo que más la gustaba eran cuando la lamían los dos, la chupaban enterita y terminaban con sus dos lenguas, en su coñito, hasta que le venía el gusto, que cada vez era más intenso. Se cretamente, su mayor admiración era el enorme culo de su madre, por el que sentía adoración. Ya se hacía pajas ella sola, y pensaba mucho en el. Un día y por iniciativa propia, lamió el ano de su madre, y ella quedó encantada. La besó con ese delicioso y nuevo beso frances que la habían enseñado, que dejaba anticuados los anteriores besos. A veces se preguntaba porque no se lo habían enseñado antes.

Su madre le enseñó a darle gusto con la mano y con la legua al a la polla de Ramón, hasta que le sacaban la leche y les salpicaba las caras, que se lamian mutuamente, si bien su polla no le entraba totalmente en la boca. Le gustaba ver a su madre mamarla, mientras ella acariciaba los huevos de Ramón, e incluso le metía un dedo por el culete. Algo espectacular era ver como su madre montaba sobre él. Ver saltar sus tetas, mover su melena, menear su culazo, firmemente clavada a el. Pero, lo mejor de todo, sin ninguna duda, era cuando el la follaba el culo, a cuatro patas y ella se ponía bajo su madre para chuparle el coño. Veía en primer plano como perforaban el adorado culo de su mami, mientras ella comía su clítoris y tragaba sus deliciosos jugos. A veces Ramón sacaba la polla al correrse y la regaba, para después compartirlo con su madre, pero ella prefería que se corriera dentro, y ella buscarle la leche con la lengua,dentro del ano, agarrada a sus nalgas, acariciando sus preciosos, suaves y firmes muslos. Adoraba a su madre. La amaba. En alguna rara ocasión habían podido hacer el amor solas y era......distinto. Se tomaban más tiempo. Empezaba como su nenita de siempre. Se dejaba arrullar y hacer mimos, pero poco a poco las caricias eran más insinuantes. Surgía la pasión, y si bien sabía del contraste del cuerpo adulto y maduro de su madre de cuarenta y tres años con su cuerpecillo de niña de siete, la entrega de ambas era total, y los orgasmos, muy, muy intensos. Le encantantaba sentir los espasmos del pubis de su madre cuando se corría, los golpes de cadera. Verla retorcerse con su puño o puños dentro, agarrandola las muñecas, nublada de éxtasis, sentir sus deliciosas tetas entre sus pequeñas manos, en la que ni siquiera con ambas podía abarcar una. Sentir sus pezones endurecerse en su boca. Esperarla excitada a que llegara de trabajar. Provocarla como a ella le gustaba enseñándole su chochito "esa rajita me pone a cien" decía. A veces deseaba ser Ramón para poner meterle la polla. Se lo decía. Su madre reía y le trajo consoladores. "Follame con esto" Se puso uno en la cintura. La follo. La sodomizó. Y su madre la amaba como nadie. Su lengua exploraba cada rincón de su cuerpo, sabía chupar su clítoris con una tremenda habilidad y destreza. La hacía correr, una, dos, tres, cuatro veces seguidas...la desmayaba. Una vez pegaba su boca a su coñito tardaba en soltar su presa. Aunque Ramón la estuviera jodiendo, gemía en su coñito . La provocaba. Sabía que adoraba su culo y comenzó a ponerse cada vez faldas más ajustadas. Siempre lo meneaba ante ella, sobre todo en la calle o con gente, porque había que disimular. Veía a otros hombres mirarlo con deseo. No le extrañaba. Y le encantaban sus dulces besos con lengua, humedos, suaves, apasionados, sobre todo cuando una de las dos trasportaba el "regalito" de Ramón a la boca de la otra. Ahí se devoraban. Babeaban.


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